Aullidos del fin del mundo

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La Antártida

Soy el punto común de todos mis problemas. Soy el ojo del huracán. Otra vez me reconocen como la semilla que lo germinó todo. Otra vez, después de espigar, han llegado a la conclusión de que soy solo una vil coartada de mi propia sombra. No puedo callarme por más que intente mantenerme impávido, no puedo evitar destrozarlo todo como la gran tormenta que soy, como la mayor amenaza que ha conocido mi mente. 

Si la solución fuese el dinero no habríamos llegado hasta aquí. El oro se corrompe, te controla. Cuando creces te das cuenta de que no eres nada sin él, sin el poder. Tu asertividad tiembla cuando los peldaños que habías ido construyendo empiezan a caer inevitablemente. Nadie permanece demasiado tiempo allí arriba.

Al menos cuando aterrices te darás cuenta de que la soledad es un estado permanente. Verás a más como tú; incluso los reconocerás. No hay un sentimiento único, no hay nada que te haga ser especial, ni siquiera la soledad que sientes, pues todos la padecen, pero nadie la ve. Y si no nos ven, ¿eso nos convierte en fantasmas, en qué nos transforma? Debemos apoderarnos de nuestra imagen, debemos aparecer, debemos tocarnos y sentirnos, debemos abrazar al otro, a su sensibilidad, a su parte más frágil. Debemos reconocernos. Nosotros no podemos luchar si ni siquiera tenemos un dónde, un lugar donde prepararnos, donde reafirmarnos. 

Hablamos más de la cuenta, sin saber, pero sabiendo. Cuando nos referimos a una emoción, muchas veces lo hacemos en plural:
"Algunos tenemos miedo, ¿sabes?"
Lo hacemos de esta forma porque necesitamos sentirnos agrupados, necesitamos sentirnos parte de un colectivo. Lo que no sabemos es que ya estamos ahí dentro, ya formamos parte de esa masa de gente inconexa. Nuestro miedo, el gran miedo que tenemos es el de darnos cuenta de ello. 

Al final siempre recurrimos al último bastión. A ese mastodonte helado que está lo suficientemente alejado del resto del mundo, de todo lo que nos hacen daño y conocemos. Al final nuestra propia condescendencia nos hace mella, nos hace huir como cobardes. Cuando queremos darnos cuenta estamos rodeado por ese frío invernal, por ese sonido que no se va, que se queda, que se adentra en nuestra psique. Nos convertimos en aquello que nos gritan constantemente, en un pedazo de hielo. 

Sí, es cierto, hay cosas que necesitamos solucionar, pero hay otras que no. No podemos ni debemos solucionarlo todo. Las imperfecciones forman parte del proceso, los errores, los intentos. Dentro de ese cubo pretendemos apagarnos como farolillos de luz que se pierden en el cielo. Pero nosotros somos más, somos la Antártida, somos aquellos que renacen cuando todo parece perdido, somos los que han aprendido a ver el mundo desde otra perspectiva. No necesitamos tanta luz, solo necesitamos saber movernos por la oscuridad para volver a vivir. Con una chispa será suficiente.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Ya sé volver solo a casa, gracias

Quiero vivir la vida por los ojos, los míos, no los de una pantalla. Pero estaría mintiendo si dijese que la pantalla no son mis ojos más cercanos desde que tengo uso de razón. Crecer en este mundo que ha evolucionado tan rápido me ha enseñado que a nadie le importa lo que comas, hagas o con quien estés. Es todo tan narcisista. Lo único que se queda es el momento, te pertenece a ti y a nadie más. No quiero grabar un concierto, quiero verlo. Por eso mi vida no está en mis redes. Por eso mis palabras son lo único que me ancla a este mundo virtual.

Hasta mis debilidades son más fuertes que yo. Creo que no pude advertirlo más. Me sacaste del camino y me volviste corrosivo. Ya no hay forma de volver atrás, no hay manera de arreglar los dibujos que he garabateado hasta convertirlos en una página en negro. Si la entrada era mi única salida, tú la cerraste tan fuerte que ya no sé donde puedo encontrar la llave.

Todo lo que queremos nos explota en la cara. Todo aquello que podríamos tener nos resbala, nos hace aguas. Me enfurece no poder corresponder de la misma manera en la que no soy correspondido. Nos aborrecemos a la velocidad de la luz. No nos damos una oportunidad y si la damos nos negamos a una segunda. ¡Qué bastardos! 

Si pudiésemos quitarnos los rostros y ver, ver de verdad, avanzaríamos. 


martes, 10 de diciembre de 2019

Los principios siempre se esconden en los finales

Quiero entender el mundo. Es una necesidad superior, como si la respuesta fuera a darme toda la sabiduría que me falta. Es una aventura que me falta por vivir. Es una voz que no puedo ignorar. Es un desastre universal, un miedo que me acongoja a todas horas. Es un miedo que me provoca más miedo. Dicen que si saltas, si te enfrentas a esas tinieblas es posible que encuentres la puta felicidad que todo el mundo anda buscando desde que se plantea lo que es la felicidad. 

Cuando esa oscuridad me deja un poco en paz llega esta calma peculiar donde nada se mueve. Creo que me gusta que sea así, tan estática, tan pálida y tan impasible. No me preocupo cuando llega. No tengo porqué secarme más lágrimas cuando se arrima a mí. 

Llevo encontrándome con esta situación más tiempo del que me gustaría presumir. Son esos minutos que nadie te dedica. La gente sucede por tu vida como si fueses una cara más. Nadie es capaz de mirar hacia arriba, todos están demasiado concentrados en su propia realidad, en su burbuja que los guía hacia delante, pero que al mismo tiempo no para de hacerles retroceder hacia atrás. Si alguien me dedicase esos dos minutos quizás podría llegar a cambiar su percepción sobre mí. Quizás yo podría cambiar mi percepción sobre mí. 

Malgastamos tanto tiempo y dejamos que la arena caiga como gotas de lluvia en la ventana que nos separa de mojarnos, de empaparnos de la verdad.

Me he vuelto taciturno. Muchas veces solo pienso en que tengo que salir de aquí. Yo también he necesitado un refugio alguna vez. Yo también sangro. Mi ánima también es capaz de sentir esa herida que solo se lleva por dentro, pero que duele más que cualquier golpe que mi cuerpo sufra. 

Todos somos personajes especulares. Que dejen de mentirnos. Que dejen de decirnos que somos especiales. Los únicos y diferentes son tan comunes y normales que lo raro es que una etiqueta no sea tu carta de presentación. Lo bonito está en vernos desde fuera, en pararnos dos minutos, en darnos la oportunidad de dejar de ser un rostro más. Habla sin miedo, habla desde el corazón para que puedan recordar tu huella en el tiempo. Siempre puedes empezar por el final y conducirme hasta tu principio. Así, con suerte, pueda conocer el alma y no a la persona. 


sábado, 30 de noviembre de 2019

Despedida

Escucha lo que pienso mientras intento aprender a escuchar a quien quiero que vaya dirigido. 
Tengo tanto miedo para tan poco peligro que a una parte de mí siempre le toca perder. Me despido antes de tiempo, antes de que sea el final verdadero. Quizás debería arriesgarme a darle una oportunidad más, a no renegar de aquello que me entusiasma. Dejar de negar lo evidente y subirme a ese avión. 

Todo este tiempo me he sentido apartado, dolido y excluido. He sabido que están ahí, los he visto, los he notado. Ellos no quieren estar conmigo. Lo intentaron, pero la época pasó. No puedo quedarme esperando y no hacer nada. 

Cada vez se me hace más difícil conectar con nadie. Siento que voy a la deriva emocional. Es como si a medida que crezco es más difícil intentar encontrar a alguien que pueda entenderme. Mejor dicho, alguien que quiera intentar comprenderme. Puede que sea demasiado complicado. Puede que no valga la pena darme una oportunidad, apostar por este exoesqueleto. Han intentado excavar tantas veces y la respuesta que he obtenido siempre ha sido la misma. Supongo que estoy más roto de lo que creía. 

Esta vez toca elegir bien las palabras o ni siquiera el fénix será capaz de alzar el vuelo. Esta vez la tinta me dará un mensaje más poderoso. Quiero tatuarme la valentía que sé que tengo en algún lugar. Quiero olvidarme de la idea de que mi pasión no tiene ningún futuro, sobre la idea de que mi único don no sabe brillar por sí solo. No volveremos nunca más a esta década, y aun así la recordaremos, como todo lo que tiene un significado para nosotros. Pues la memoria es nuestra huella más profunda. 

Debo aventurarme más allá, justo donde lo dejé. 


domingo, 24 de noviembre de 2019

La respuesta encontrarás cuando aprendas que no hay respuesta correcta

La escucho como una voz culpable. Me responde con sonidos ininteligibles, como si quisiera que la siguiese para desentrañar su mensaje. Llevo ya un tiempo estando pero sin estar. Es como si a medida que la arena cayese mi cabeza pudiese asumir menos. Es como si no pudiese distinguir su melodía de la realidad. 

Para aprender a volar hay que volar. No sé si estoy preparado para lanzarme en picado, sin la seguridad de que algo allí abajo me sujetará. Si tan solo pudiese aceptar que la vida es algo más que estar a la defensiva. Si pudiese mirar por unos instantes lo que me aguarda al otro lado de la orilla, solo quizás dejaría de jugar con el significado. 

Por más que esta presión fortalezca mis ganas de luchar, cuando creo que el camino está claro la vida vuelve a advertirme y me arroja a uno diferente. Ya he olvidado como empezó todo, cual era el objetivo. Ni siquiera recuerdo si había uno. Lo que está presente en mí es el fracaso al que he sobrevivido. Aprendes de él, te nutres de él y pintas nuevos trazos que antes creías imposibles. Es difícil controlar este sentimiento. A cada paso que doy la voz me guía con más fuerza. Quiero seguirla, algo dentro de mí  me dice que debo hacerlo, que es buena, que cuando la entienda comprenderé todo aquello que ahora ni siquiera puedo ver. 

No quiero perderme en estos mundos de fantasía. Querer transportarme a otras realidades me hace pensar que no hay lugar en esta Tierra que pueda hacerme sentir que tengo un vínculo, que pertenezco aquí. A veces me pregunto si debería crear mi propio universo. ¿Eso sería alejarme aún más de la realidad o sería construir el momento que me corresponde? Supongo que ya lo entenderé cuando crezca, cuando crezca más. 

Sería muy fácil dejar de preocuparme. Envolverme en mis miserias y arroparme con las palabras más calurosas que conozca. Entregarme a la nada y cerrar los ojos con la esperanza de que al volver a abrirlos deje de sufrir por esta opresión que me acecha constantemente. Aún me parece pesado, después de todo, me sigue pareciendo muy pesado. Hasta que le doy forma, hasta que transformo aquello que me asusta en aquello que me hace invencible. Hasta que doy con la respuesta correcta.

martes, 12 de noviembre de 2019

Intrusismo

Parloteo con un pequeño demonio que me dice que lo importante es hacer en la vida lo que más quieras. No puedo discutirle, pues el jodido tiene demasiada razón. Le cuento como me siento, cuales son mis deseos. Confabulamos con un mundo en el que no quisiera ser más fuerte, en el que ya lo fuese lo suficiente. Le confieso que no me siento a salvo y él me indica que a veces nuestros peores temores se hacen realidad.  Se burla sobre mi facilidad para desprenderme de la cordura. Se ríe mientras me comenta que es demasiado delgada como para no preocuparse. 

No hay nada que justifique este desprendimiento. Hay un fuego que se prende cada vez que me dejo ir. No lo sé, es como si tuviese otra visión de las cosas, como si pudiese ver a través de un caleidoscopio lo que de verdad representan las lunas y las estrellas. Es como si los colores no fuesen los correctos, como si todas las personas se hubiesen equivocado al nombrarlos. 

Mis manos están cubiertas de oscuridad y no puedo evitar tocarlo todo, cubrirlo de esta tinta que sigue saliendo de mis manos. Me propago sin necesidad de moverme. Es como si estuviese dejando un rastro de gasolina para que alguien pudiese encender de una vez la cerilla y volarlo todo por los aires. 

Es imposible dejar de hablar con el maldito diablo. Es entre agonizante y apasionante. Hay algo que engancha. Supongo que el mal al final tiene su lado seductor. Sin embargo no puedo evitar sentir que sigo siendo el intruso incluso aquí, en lo más profundo, en lo más alto del fondo. Es casi como si perteneciese a dos mundos pero a la vez a ninguno. Es como si mi nombre fuese humo, como si yo no existiese, como si yo no quisiese existir. 

Sé que podría convertir cualquier cosa en miedo. Ese es mi superpoder. 



jueves, 7 de noviembre de 2019

El medio/miedo

Despegamos una vez más. El sol ha vuelto a dar la vuelta alrededor un año más. No parará aunque se lo ruegue. Luego querrá que le escuche, pero no lo haré. Yo solo quiero tener mi aventura, pero nunca sucede nada nuevo. Siento que hay algo que crece dentro de mí. Cada día cuesta más reprimirlo, cada vez es más difícil de esconder. Oigo el sonido de los caballos, oigo el viento soplándome en la cara. Es un reloj interior que me ordena frenar mis pasos y adentrarme en lo desconocido, adentrarme sin miedo en el miedo y sacar de ahí una buena elección. 

¿Quieres que te cuente un secreto? Nadie deja de ser niño jamás, ni aunque crezcan. Es algo que no puedes simplemente abandonar. Creces y te conviertes en los denominados niños grandes, cuerpos atrapados en un mundo que ha seguido creciendo con ellos. Lo único que les ocurre es que han olvidado cómo era jugar, cómo era creer, cómo era imaginar. Pero pueden aprender otra vez, puedo enseñarles, puedo sacarlos al recreo. 

Siento que lo recorto todo, como si la vida fuese una hoja de papel. La realidad es que dentro de mí solo quiero garabatear todo lo que pueda, dejar hasta las puntas ennegrecidas. Quiero plasmar lo que me dé la gana, lo que mi corazón me pida. 

No quiero despedirme de estos años. No quiero recordar esto como el lugar intermedio que nunca aproveché. Es personal, es una batalla interminable. Pero hay algo de lo que estoy convencido, y es que en algún momento volveré aquí, volveré a recoger este hilo deshecho y le daré forma, le guiaré hasta su destino. Lo recordaré con cariño, como cuando el pasado se nos adelanta siempre en nuestra lista de máxima felicidad. Escribiré sobre él, escribiré sobre como ocurre todo tan deprisa, con tanta vehemencia y con tanto ahínco. Escribiré sobre como la oscuridad emergió, como extendió sus ramas y como logré hacerme amigo suya. 

No deja de ser una fecha, un día corriente, pero es mi día, es mi pequeño momento. Y hoy le ordeno al mundo que se detenga, que alce la voz y que el sueño venza al despertar. Si cumpliésemos al revés, quizás volveríamos a la vida. 

lunes, 4 de noviembre de 2019

El descenso

Es como adentrarse en lo desconocido, es casi como si tuviera que aprender a respirar, como si no fuese algo innato en mi cuerpo. 
Desearía tanto poder sentirme orgulloso de algo, poder pensar en positivo y sentir que el momento me concede una tregua. Desearía tanto dejarlo ir, deshacerme de todos estos años, deshacer el cúmulo de historias perdidas y tristes. Cuando me imagino superando esto no puedo evitar que se me escape una sonrisa. Es casi como si pudiese construir una imagen de lo que sería este mundo sin tanto hielo, sin esta ciénaga que me arrastra cada día un poco más. 

Es tan inocente que aún recuerda. Se pasa el día recordando noches que decían ser especiales. Le gusta tararearme canciones que llevan mucho tiempo cogiendo polvo. Le gusta cerrarme los ojos y taparme hasta que no note ni pizca de frío. Sé que me cuida, a su manera, pero solo me aleja más y más de poder despertar. 

No soporto más toda esta atmósfera. Sigo sintiendo esa prisión que me impide respirar. Es como si todos los días amaneciese de noche, como si mi cabeza hubiese invertido los horarios, como si no quisiera volver a ver la luz del sol. Es como si odiase todos esos destellos, como si detestase valerse por sí mismo.

Es un descenso de la esperanza, es un descenso a los infiernos. No sé qué lugar es este, no puedo guiarme, no puedo reconocer a nadie. Está todo tan oscuro que cuando intento abrir los ojos no sé si todavía los he abierto. Si hubiese alguna señal, si pudiese seguir algún sonido iría hacia él, intentaría volver atrás sobre mis pasos, pero no puedes retomar una caída, no puedes reconstruir unos huesos rotos. 

La nostalgia me invade una vez más. Mis ojos se empañan y me mezo con todo el cariño que puedo transmitirme. Es todo tan frío, es todo tan absolutamente plano que ya se me hace normal vivir en este reino desconocido. Desde aquí puedo imaginarme el paso del tiempo, puedo ver como las manillas del reloj avanzan inexorablemente, puedo sentir como el miedo cubre mi nuevo mundo en cenizas. 

domingo, 27 de octubre de 2019

Dame de comer

Alguien me dijo que cada voz cuenta, pero nadie me contó que te irías como el viento, que te llevarías mis momentos y harías de nuestros recuerdos un dolor con precisión quirúrgica. Me llevaste a un lugar sin puertas, a un montículo lleno de piedras, lleno de saltos y caídas. Me empujaste hacia allí sabiendo como funciona. Me llevaste con la única intención de soltarme. 

Lo único que considero parte de mí son mis historias, las palabras que reptan terapéuticas hacia la punta de mis dedos. Nacen en el pecho y mueren en la misma cueva oscura. Es lo único que logra mantenerme un poco en paz. Es lo único que nos mantiene, lo único que nos diferencia de los animales. 

Por testigo solo tengo al miedo. Ni siquiera del aire confío. Ni siquiera lo hago en los metros de profundidad. No hay nada que me parezca más real que el miedo, por eso sé que es el único que dice la verdad. 

Quizás soy un adicto, uno de esos hombres que no pueden parar de inyectarse en vena. Puede que entre las buenas opciones siempre elija las peores. Puede que eso me haga querer dejar de intentarlo aún más. Siempre con más intensidad. Siempre dispuesto a derrotar. 

Me hizo sentirme ordinario, y lo amé. Lo hice sin querer. Lo hice como solo yo sé. Esas pizcas de cariño siempre las acojo con todo mi cuerpo. Aún me quedaba algo de esperanza porque siempre se puede rascar un poco más. Ahí está el error, ahí reside la peor decisión, en arrancarme los colores que me dan de comer. 

Siempre he pensado que podrías dejar de ser tú todo el tiempo, de dejar de aparecer sin previo aviso. Podrías al menos darme una explicación o tratarme mejor. Podrías dejar de reírte de mí y madurar. Podrías escalar en vez de hacerme rodar. 

¿No es ridículo? ¿No es ridículo pasarte la vida haciendo algo que detestas? Cada minuto, cada momento sabes que no quieres estar ahí, que es imposible avanzar por ese camino, que te atan las manos y te obligan a no dar lo mejor de ti, pero sin embargo es la única salida que hay, la única que conoces. Mueres en vida. Mueres paulatinamente hasta que ya no puedes morir más. Te vuelves un ser de cristal, rompiéndote a cada pequeño paso que das. Te vuelves frágil e inútil. Te conviertes en caos. Arrasas con el sonido del mar, lo traspasas, te vuelves una ola imposible de cabalgar. Eres libre, libre en tu mente, libre de una manera imposible de explicar. Es la única forma que tienes de seguir, con esa libertad no comprada, con esa libertad que debes imaginar. No somos tan diferentes tú y yo.

Me he vuelto a sentir solo, frío y fuera de órbita. Me he vuelto a sentir intratable, imposible de rastrear. Me he vuelto a sentir de aquella manera que me hace creer que no voy a poder volver a esta franja de tiempo, que he roto una vara más, que mis pensamientos no se podrán repetir, no se podrán mejorar. Que todo lo que hago es solo una huida que me impedirá volver a los buenos tiempos, a un momento que no conozco. Es el final de algo que nunca he llegado a saborear. No lo he probado que ya me lo quitan de los labios. Nadie me va a dar de comer. Nadie puede llegar lo suficientemente deprisa como para salvarme. Nadie puede porque tienen sus propios problemas, sus propios mundos y sus propias oscuridades. Es por eso que sé que ellos van primero, porque es lo que yo hago, ante ponerme, luchar contra mis propios demonios, porque si no los derroto, nunca podré intentar coger la mano de otra persona y tirar fuerte. Nunca podré ser yo el héroe. 

viernes, 18 de octubre de 2019

Llegarán todos antes que tú

Alcanzarán el destello que se les había prometido. Vivirán para siempre, sentirán lo que tú nunca vas a llegar a probar. El mundo no te dejará ser la persona que quieres ser y lo repetirá, te lo señalará con letras de neón. No habrá sitio para alguien que llega tarde a todas partes. No habrá otra oportunidad para quien ha dejado escapar tantas. No existen los viajes en el tiempo, no podrás retroceder para cambiar lo que una vez creíste lo correcto. Solo te encontrarás a aquellos que te van a hacer sentir ordinario. Sólo sonreirás para dedicarles buenas palabras a lo que han conseguido los demás. Llevo años haciéndolo, llevo años alegrándome por los triunfos de los que me acompañaron, de aquellos que ya no están en mi viaje, de los que se van a ir pronto y de los que sé que vendrán y se marcharán.

Es tan asfixiante el no poder dedicarme las horas necesarias. Me siento tan impotente al tener que vivir bajo custodia, tras una reja donde no llega el sol. Me siento tan triste todo el tiempo. Me siento tan lejos de lo que quiero conseguir, de lo que quiero ser, de mi verdadera forma. Me siento tan sumamente lejos de todo eso, que cada vez que alguien a quien quiero llega a ese esplendor, mi más oscuro ser, mi más profundo poso, en vez de sonreír, solo muere un poco más. Me arrastra, me susurra que jamás llegaré ahí, que nunca me irá bien, que nunca podré levantarme con las ganas de vivir.

Y me vuelvo a entristecer. Vuelvo a mirarles. Intento hacerme entender, intento mostrarles mis más sinceras disculpa por no poder estar a la altura. Sé que en el fondo solo me ven como aquel chico que nunca triunfó. Como aquel chico que nunca se convirtió en hombre. Como aquel que hablaba de sueños pero las pesadillas se lo comieron. Como aquel que un día sonrió, que un día creía, que un día planeaba correr y volar.

Ahora los veo, los veo todos llegar antes que yo, y después me miro a mí. Veo la sombra de lo que queda. Veo como todo me cuesta. Veo que he dejado de ver. 
Y lo peor de todo es que a veces aún creo en esos malditos cuentos, en sus palabras malditas, en sus finales felices. 


sábado, 12 de octubre de 2019

Ya has pasado por esto antes

Siento que las estaciones están empezando a borrar mi identidad. Las asperezas hacen mella en cada rincón. Es como si no pudiese nunca olvidar del todo aquello que una vez me rompió, como si arrastrase demasiados ojos que no dejan de mirarme. Es como si me señalasen el alma, como si viesen dentro de mí. Es casi como si todos esos muertos quisieran que no descanse, como si después de apuñalarme quisieran barrer lo poco que queda de mí.

A veces me pregunto si de verdad alguien sabe lo que se hace. Si alguien sabe que queda de esas personas, que queda de nosotros después de toda la tormenta. Ni siquiera sé si esto es realmente un cambio o no es más que una prolongación de la asfixia a la que estoy sometido. Es como si nunca fuese suficiente, como si cada vez que intento alargar la mano todo retrocediese y se quedase más lejos, justo en la delgada línea donde puedo llegar a verlo pero jamás a tocarlo. Como un caramelo que se derrite en un espejismo.

La grandeza de cuando aún soñábamos parece perder fuerza a cada paso. No sé qué queda de esa persona. No sé si sigue ahí. No sé si aún tiene fuerzas. La espiral es demasiado vertiginosa. La emoción ha dejado paso a una tristeza lánguida que se ha establecido como dueño y señor de estas tierras.

Me gustaría poder escuchar algún día que la siguiente parada es un lugar que me hará sonreír, que no me empujará a las vías del tren. 

Está claro que nadie dijo que fuese a ser fácil. Soy consciente que sin esfuerzo no hay recompensa, pero no sé dónde quedará todo este tiempo robado. No sé cuantas horas más voy a poder hacerme pasar por alguien que no soy. No sé cuánto tiempo más voy a tener que vivir en una galaxia que no es la mía. No sé cuánto oxígeno me queda en mi pequeño baúl.
Solo sé que necesito encontrar un lugar al que llamar hogar.

domingo, 29 de septiembre de 2019

La mirada infravalorada

Cálmate. Cálmate y respira. No sueles respirar muy a menudo. Te has pasado los últimos años al límite, intentando superar unas expectativas que jamás podías cumplir. Incluso con todo eso saliste bastante victorioso. Quizás el problema haya sido seguir unas pautas que no te convenían. Seguir un camino que decían que era el adecuado pero que tú sabías que no era el que te iba a acercar la felicidad. Ahora cálmate un poco, por favor. Soy testigo de toda la pasión que sigue ahí encerrada. Sé del baúl que tienes bajo llave donde guardas el torrente que te hace vivir. Ese muro que hay entre él y tú no es el problema, es la solución. Te concentras en la belleza de los contrarios cuando deberías aferrarte a la rueda que te hace girar. Ves el dolor en todas partes e intentas que esa parte no sea para ti, pero el dolor forma parte del mundo, forma parte del aprendizaje que todos debemos seguir. 
Noto como vas menguando con el paso del tiempo, como el miedo se apodera de ti. Te veo creer que las oportunidades se disolverán a cada paso que des. No hay una edad prohibida, no hay una fecha de caducidad. Mientras tengas la determinación, mientras tu fuego no se apague podrás arrancarte las alas del brazo, podrás seguir luchando para encontrar el lugar al que perteneces. 

Tómate las cosas con calma. Tómate tu tiempo, pero no te detengas. Camina sabiendo que cada paso te acerca a donde quieres llegar. Puede que ese lugar no sea como te lo imaginas, puede que ese lugar ni siquiera esté tan lejos. Puede que esta vez al no llevar tanta carga tu corazón pueda respirar mejor. Quizás encuentres la llave que dejará de cerrar puertas. Quizás puedas probar a dejar de soñar para hacerlo realidad. 

La auténtica necesidad inminente no cejará si no paras de verlo todo con esa mirada infravalorada. Déjate ser. 

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Lo correcto

A veces hay que elegir lo correcto, porque es lo que debe hacerse aunque no sea lo que realmente quieras hacer. A veces te pasas demasiado tiempo ensimismado en tu NOSTALGIA, en una época llena de maravillas que nunca llegaron a suceder. Ves las cosas desde una lupa mucho más grande que cuando lo vivías en tus propias carnes. Las cosas nunca te parecerán bien, intentarás despertar de un letargo que te impide retomar el control. La SOMNOLENCIA te vencerá, te paralizará y buscará la manera de frenar tus impulsos. Todo lo que te rodea de repente se convierte en algo mustio y sin color. Es como si le hubiesen robado la vitalidad a la propia naturaleza, como si lo que un día fui no hubiese EDÉN en el mundo que pudiese recuperarlo. 
Me pregunto constantemente si eso es lo que soy. Si me veo reflejado en un descuido, en un tropiezo lleno de infortunios. Puede que haya descuidado el jardín en el que tanto mimo he recreado. Puede que lo correcto sea sentir ese miedo, absorber esas ganas de romper con todo, caer en mi interior para poder levantarme de la cama. Puede que el DESTELLO que me ilumina desde la ventana no sea solo un rayo de sol, puede que quiera decirme algo más, como que quizás haya un motivo por el cual continuar, que quizás mi mirada haya dejado de ver lo importante, que el blanco y negro que me acompaña a todas partes no sea el de la película protagonista, pero tengo un papel mucho más importante. Puede que estas briznas tarden en crecer, que el verde ya no llegue este otoño, pero no será el final. Lo único que no tendrá remedio serán las ganas de vivir. Si no hay forma de TRASCENDER el despiadado sentido de las agujas, destaparé las nubes que me ocultan que todo irá bien. Volaré con las alas que enterré. Me desharé del polvo, me desharé de la cáscara de mi voz más oscura y solo quedará lo correcto, lo que debe hacerse aunque no lo quieras hacer. Solo quedará la voluntad de inocencia. Solo quedará la sensación de que lo hice lo mejor que pude. 

viernes, 20 de septiembre de 2019

El día de después

Agárrate fuerte porque esto no se va a detener pronto. Mi situación a adquirido nuevos derroteros por los que hay que escalar con algo más que fuerza. Puede que si me imagino en otro lugar, si me veo haciendo cualquier otra cosa distinta a lo habitual pueda dejar de sentir como el fuego repta por mi estómago. Supongo que estaba demasiado ilusionado por cerrar capítulos que aún deben continuar. El susto pudo ser peor, pero el hastío no da señales de parar. 

Puede que todo se deba a que necesito dejar de querer llegar tan rápido a la meta. Aunque lo desee con todas mis fuerzas y aunque parezca que esté cada vez más cerca, quizás solo deba intentar acariciar aquellos momentos que tanto dicen que no se van a volver a repetir. Os veo tanto cuando no oigo a nadie pasar...

Aún me encuentro temblando. He podido comprobar de buena mano lo que es estar al borde del precipicio más alto una última vez. Puede que no haya una fecha de caducidad para nuestros sueños, puede que esos números solo estén en nuestra cabeza y lo correcto sea dejar de querer ser perfectos, dejar de querer ser como los demás. Mis circunstancias son completamente diferentes al día de después de aquellos que temen otros caminos más oscuros. Puede que el mío sea el que tiene más luz, puede que nunca lo haya visto así. Muchas veces me pregunto si se ha caído el sol, si se ha ido para siempre, si no puedo seguir el norte bajo todo este techo nublado, pero aunque me prometiste iniciar el viaje conmigo, no hace falta que vengas, ya voy yo, ya puedo salvarme solo. 

Aprenderé a respirar bajo el mar. 

domingo, 15 de septiembre de 2019

Piedad

Estoy asustado de morir pero creo que lo que más me asusta en estos momentos es vivir. He vuelto a perder. Soy un maldito perdedor. Llevo un año de fracaso tras fracaso. Llevo un año donde todos se van, donde todos mueren, donde todos dejan de quererme. Después de todo eso aún creía en mí, aún me inyectaba fuerzas en las venas, pero ya ni eso me queda, hasta eso me han quitado. 
Le he dado las fuerzas a los otros, a quienes lo necesitaban más. He confiado en lo imposible, en los límites que yo creía que se podían romper y mejorar, pero ahora la ola me ha tragado. No he sido capaz de mantenerme encima, no he podido nadar con más fiereza. Ahora solo pido piedad, una segunda oportunidad, una noticia que no me haga llorar. Ahora más que nunca debo salvarme antes que tú. Ya no queda barco, solo queda mar. 

jueves, 12 de septiembre de 2019

Preámbulo de despedida

Quiero convertirme en una bola de fuego y salir disparado hacia el infinito. Quiero extinguir el oxígeno que nos han arrebatado. Quiero dejar de sentirme al límite del precipicio. Quiero dejar de ver a todo el mundo allí abajo. Es como si el nuevo inicio no hubiese sido más que un preámbulo de despedida. Como si la ola que llevo intentando cabalgar desde el principio no supiese hacer otra cosa que embestirme, sin dejarme un minuto de descanso. Toda esta oscuridad no para de arremeter, de querer engullirme. Había olvidado lo que era estar en lo más profundo. Había encontrado algo de luz después de que sus ojos me la robasen. Ahora son otros ojos los que han desaparecido, los que han dejado huella, una muy pequeña. Tengo un nudo que me impide moverme, se expande por todo mi cuerpo, es como una enredadera de maldad, es una serpiente que me estrangula, que me enseña los colmillos cada vez que saco la cabeza del agua. Es difícil confiar en que las cosas saldrán bien. Es difícil mantener el tipo cuando todo se derrumba, cuando aquellos a los que querías te van dejando uno a uno. 
No me ha dado tiempo a quererte más, pero me dio tiempo a saber que te hubiese querido muchísimo. Odio esta sensación donde todos mueren a mi alrededor. Es como si fuese una peste que me persigue. Tengo que decir adiós demasiado pronto. Este año todo aquello que quiero desaparece, todo expira como si nunca hubiese existido. Me dejan tocado, me hacen preocuparme por ellos y luego se van de mi vida. Es como bailar en la oscuridad, es como si alguien me dijese que no soy lo suficientemente bueno para ser querido. 

Lo veo todo con los ojos entreabiertos, con un temor que nubla mis valores. No quiero creer que todo este camino haya sido en vano. No quiero pensar que el fin me tocará ahora a mí. Debo vivir por ellos, debo levantarme para darles una razón, para darles un sentido. Necesito una buena noticia, necesito que algo salga bien, necesito algo que se mantenga firme y estable, algo que no se rompa en mil pedazos. 

Cuida de él allí donde esté, Kiro. Ahora sé que no estará solo. Ahora sé que tendrá a alguien más y os veré cuando la lluvia me empape. Os veré cuando empiece a sonreír de verdad. Os veré siempre, porque siempre seréis parte de mí. Descansa en paz Shiro. 

lunes, 9 de septiembre de 2019

Se acentúan

Después de mucho tiempo, llueve. Se acentúan los golpes en la ventana,  las gotas se estampan contra el suelo y lo llenan todo de ese frío que sabe acoger. Si algo me han enseñado es que para huir de aquí no hace falta ser valiente. Basta con echarle un poco de morro al asunto y escabullirte por el agujero más cercano. 

La primera ola ha pasado. La segunda ha dejado un buen sabor de boca y la espuma empieza a retroceder, pero la tormenta aún está en activo. Hay demasiada agua que escupir, hay demasiado cansancio acumulado y ya lo noto en los brazos, pero no te vas a rendir ahora, porque es hora de poner fin a esta locura, es hora de seguir remando, es hora de acentuar nuestra fuerza, nuestros motivos, demostrar nuestro mejor golpe. No vamos a rendirnos. No, aún no. Puedo enfrentarme sin temor a esa ola. Puedo traspasarla, puedo hacer que mi cuerpo sea parte de ella. Voy a hacerlo. Voy a puto hacerlo. Vas a ver que puedo hacerlo, estés donde estés. 

Basta ya. ¿No ves que va a estallar? Esta muerte en vida no me deja atrapar mi aliento. Es inaceptable que conozca gente en vida con el corazón muerto. No debería haber una edad en la que parar, no deberíamos sentir que solo pertenecemos a una época en concreto. La vida es aquí y ahora y siempre hay una oportunidad. Nunca es demasiado tarde para intentarlo. No puedo esperar a ver qué vas a hacer después. No puedo esperar a dejar de sentir que soy el chico de los libros, aquel que estudia algo que no ama. Hay más, hay mucho más por desatar. Por eso debo acabar, por eso debo encontrarme a mí mismo. Cuando la ola caiga me beberé el resto. Será delicioso, será precioso. 

Quiero que sepas que siempre vas a estar dentro de mí y jamás habrá un sustituto que pueda suplantarte. Quiero que sepas que aunque hay nuevos lametones en mi vida tú siempre habrás sido el primero. Sé que me das suerte. Sé que toda mi fuerza se acentúa gracias a ti. Esta carrera es tuya.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Cuenta con ello

ODIO esta falta de valentía. Como me saboteo sin ni siquiera ser consciente de ello. Odio este dichoso olor, este perfume que huele al paso del tiempo. Pudo sentir el vicio en el AIRE. Puedo sentir como todo se va corroyendo y me limita, me encadena en un mismo sitio. Me siento paralizado en un mundo que antes parecía tener más luz. Es como estar a las puertas del infierno, como materializarse delante de tus miedos más profundo y no poder echar a correr, porque no hay nada detrás, no hay nada que pueda salvarte, ni siquiera esa huida que muchas veces te ha otorgado unos segundos de más. 
Además está esa MELODÍA estridente que no me deja descansar.  Es casi como una voz familiar, como si alguien quisiera darme algún mensaje que no logro entender. Me recuerda a mi infancia, a alguna canción de cuna que me cantaba mi madre cuando me era imposible dejar de llorar. Quizás siempre ha sido ella que sigue intentando calmar mi corazón antes de toda esta tempestad.
Es casi como si me SUMERGIESE en el mar. Como si mi vista se nublase al desaparecer todos los sonidos que me atacan en la superficie. Es como si el silencio quisiera tranquilizarme, pero sin embargo me hiciese estremecer al no encontrar un punto rígido al que agarrarme. Es como estar en una cápsula enclaustrado donde no pudiese respirar. Es como si realmente estuviese aguantando la respiración, como si pudiese contar los segundos que llevo intentándolo, pero en este caso no estoy jugando como cuando era niño, aquí nadie me aprieta la cabeza bajo el agua, pero sigo sintiendo toda esa presión.
Me gustaría poder ver el ATARDECER, poder ver como los colores cambian de nuevo. Me gustaría poder pasar a esa fase directamente, obviando todo el torrente que está por venir. Se me llenan los pulmones de agua salada, salgo y vuelvo a entrar en el mar. Las olas se divierten conmigo mientras mis manos se alzan para aferrarse a algo, a cualquier cosa, pero solo encuentran mi otra mano, como si yo fuese el único capaz de salvarme a mi mismo. 
Busco desesperadamente la forma de mantenerme a flote, una manera de dejar de ahogarme en mi propio cuerpo y creo que no existe, que no soy lo suficientemente hábil como para encontrar un punto de apoyo, de sacudirme el terror de mi piel y empezar a pensar con claridad. Creo que nunca llegaré a buen puerto, que no veré nunca más la tierra otra vez. Puede que mis últimas imágenes sean este azul oscuro que se expande en todas direcciones. Puede que la imagen más bonita solo la tenga al cerrar los ojos y mirar en el pasado. Quizás pueda cambiar los colores si pienso en otra cosa, en cualquier otra cosa. Entonces aparece ese destello blanco que me ciega, que me pellizca y me obliga a reaccionar. No es el pasado, es el futuro que me grita con todas sus fuerzas. Es mi propia voz. Es mi maldita existencia la que no me deja abandonar. Estoy a punto de tragar más agua, a punto de volver a embestir otra ola más. La veo, está encima mío, y luego vendrá otra y no parará. Cada vez será más fuerte y va a durar toda la noche, pero sonrío, lo hago sinceramente. No quiero que este sea el final, no quiero que mi RAZÓN DE EXISTIR sea la de conformarme y rendirme. Ya me cubre, ya la toco. Ya puedo ponerme en pie. 


sábado, 31 de agosto de 2019

Los últimos días de verano

Con un corazón alerta, debo ir con cuidado. Todo parece a punto de estallar. Es como si cualquier cosa que tocase empezase a arder de inmediato. Supongo que es el precio a pagar cuando estás dispuesto a salir de este refugio, que no te deja ir así como así. Él mismo se encarga de asegurarse que no puedas tomar esa decisión por tu propia cuenta. Tú no eres el depredador, lo es él. Pero deséame suerte, porque voy a mudarme, voy a arrancar los últimos días de verano y voy a entrar en el ojo del huracán. Creo que todavía no soy del todo consciente respecto a todo lo que eso conlleva. Supongo que he estado durmiendo más tiempo de lo que alguien debería. Nadie me ha informado sobre cómo hacerlo ni tampoco tengo la seguridad de salir ileso, pero procuraré ir con cuidado, intentaré levantarme más veces de las que me caigo. 

Hay un ambiente enrarecido, como si supiese que algo debe cambiar, que algo lo está haciendo de verdad. Me envía señales de todas aquellas cosas buenas que sucederán si logro nadar más rápido que todos esos cocodrilos, pero es imposible ir en contra de la naturaleza, ¿verdad? Es imposible ser más rápido que un animal, pero no me importa. No me importa lo que digan, no me importa las palabras que puedan llegar a intoxicar este futuro que debe cumplirse. Aquí y ahora yo soy quien debe enseñar las fauces, aquí y ahora soy yo quien debe demostrar que hasta el último minuto no voy a rendirme. 

Hay ciertas cosas que nunca se me han dado bien, pero sobre huir soy un experto. Así que esta vez huiré hacia delante. Voy a comerme el miedo, voy a vencerlo. 

miércoles, 28 de agosto de 2019

No vuelvas a irte sin mí

El peligro es real, el tiempo se agota.
Siempre pensé que las cosas que se cuidan no se tiran de repente, pero aquí estamos, rodeados de kilómetros de distancia de todo aquello que una vez importó.
En el pecho solo encuentro agujeros, solo encuentro desgracias que no puedo ubicar. 
Puedo ver el paso del tiempo, puedo ver como cada segundo se esfuma, como cada segundo se congela, como se acelera cuando no quiero y como se queda parado cuando lo necesito. 
Van a ser 10 días suspendidos en el aire. Va a ser una montaña rusa a la cual no me quiero subir. Me dan miedo las alturas, me da miedo toda esta velocidad. No estoy preparado, aunque haya tenido el tiempo necesario. No estoy preparado porque no quiero estarlo, no quiero poner un pie ahí, no quiero volver a rogar un descanso.  Hay demasiadas curvas, demasiado peligro que se puede evitar. 
Siento los nudillos en la puerta. Son ellos, vienen a buscarme. No quiero ir, no quiero salir. Se está muy cómodo aquí.  ¿No lo ves, mamá, no ves que solo quiero dormir?

No quiero que se vuelvan a ir sin mí. No quiero volver a estar tan solo que lo único que me apetezca sea dejar de vivir. No quiero atormentarme entre las paredes de un edificio donde todos parecen saber qué hacer con sus vidas menos yo. No quiero seguir pensando en un futuro que está por llegar, pero que no es para mí, porque yo no me lo merezco. No quiero que nada de eso vuelva a ocurrir, no podría soportarlo. Debo acabar este año antes de que él acabe conmigo.

Me hubiese rendido de ser por ti, pero aún arrastro el enfado que me impide abandonar. Aún debo demostrarte que te equivocaste. Aún debo encontrar una explicación antes de lanzarme al mar. Desde aquí se avista mucha profundidad, desde aquí puedo perderme en esas elegantes manchas azules. Si todo fuese tan fácil como pasarse el resto del tiempo contemplando al infinito no tendría de que preocuparme. Dejaría de temer por todo, dejaría de abrazar al miedo. 

No quiero volver a perder este reducto de paz, esta esfera invisible que me rodea. No puedes volver a irte sin mí, no voy a permitir que nadie más vuelva a entrar en mi interior para destrozarme de esta manera. No pienso perder de nuevo, no lo voy a consentir. 

lunes, 26 de agosto de 2019

El color determinante

¿Necesitas tiempo? Está bien. 
Seguro que estás ocupado ahora, de otra forma ¿por qué si no me ignorarías?
Oh, ¿ahora necesitas espacio? Supongo que está bien.
Venga, adelante, rompe mi corazón de nuevo. Aún me pregunto porqué te dejé entrar. Debe de ser bonito amar a alguien que te ame a ti también. Sigo respirando entrecortadamente, sigo encontrando dibujos tuyos inacabados que una vez me quisiste dedicar. Solo sé que naciste para decirme adiós. 

¿Me querrías menos si supieses todas las cosas que he hecho? Todos esos cadáveres que escondo en el armario. Hay algo que no sabes, algo que llevo creando desde hace muchos años. Tengo una lista, una serie de nombres en mi cabeza que repito constantemente antes de irme a dormir. Es como la lista de Arya Stark, solo que no quiero a la gente muerta, solo quiero recordarlos para no olvidarlos. Hay nombres que me calientan el pecho, pero hay otros que los repito porque es la única forma que tengo de deshacerme de ellos, de liberarme, de que todo el resentimiento se esfume poco a poco de mi cuerpo. A estas alturas supongo que habrás adivinado que he incluido tu nombre en la lista, aunque aún no he decidido cuales han sido los criterios reales.

El gris siempre ha sido mi color, siempre me ha identificado y siempre he podido encontrar una puerta en él. No sé si es culpa tuya que ahora quiera buscar otros distintos, un rojo desmedido, una pasión que ya no arde. Quizás un azul tristeza, lleno de lágrimas como cataratas. Querría encontrar el verde para sentirme en paz y el amarillo para volver a tener esperanza; pero sigo siendo gris, un gris oscuro. 

Quiero que me duela todo para empezar a aprender a vivir sin ti. A caminar otra vez preocupándome únicamente por uno y no por dos. Debo volver a levantarme y debo aprender a rechazar, porque nadie nos ha enseñado a decir que no. Nadie nos ha dicho que podemos renunciar al dolor, que si bien forma parte de nosotros y es algo que debemos transportar todos, no significa que sea un lugar donde vivir. No es un lugar donde pasar el tiempo, donde merodear. Aún hay tentaciones que me provocan en sueños, aún hay secretos que no desentrañaré, pero debo mantenerme fuerte, ser más fuerte, todo el tiempo, debo luchar.

¿Sabes qué es lo que me mantiene aún? La determinación. Voy a terminar todo aquello que he empezado de una vez por todas. Voy a arrasar, voy a salir del dolor que me has causado y lo voy a convertir en algo bueno, en algo productivo. Voy a ser feliz sin ti.

jueves, 22 de agosto de 2019

De héroe a villano

Antes de alejarme del drama debo hacer una búsqueda de la belleza en el dolor. Debo ser capaz de encontrar más luz que la poca que me dejaste antes de partir. 
Es casi como un clásico, te has convertido de héroe en villano. Quien podía haberlo adivinado, era imposible pensar en ti sin atribuirte una chispa de esperanza que de un plumazo lograste arrebatarme después de haberme ayudado. Últimamente pienso que eso era lo que querías, mi ayuda, una pequeña estabilidad, alguien que te dijese que las cosas valían la pena y que estaría ahí por ti. De esa forma una parte de ti se sentía más fuerte, quizás eso era lo que necesitabas, una pequeña voz que te hiciese creer más en ti, aunque puede que esté equivocado, ya me demostraste que tú ibas primero en todo, así que igual yo no era más que un contratiempo, algo que debería haber acabado tiempo atrás pero se alargó por equivocación. Supongo que nunca lo sabré. Debería dejar de darte tanta atención, dejar de convertirte en un protagonista que ha borrado su nombre de mis páginas. Debo aprender a vivir sin ti, aprender que esas horas ya no me serán devueltas. Me duele no poder ni siquiera interactuar, ser como alguna especie de npc que te mira con los ojos vacíos repitiendo el mismo mensaje una y otra vez.

Cogeré una canción triste y la haré mejor. Cambiaré los verbos, cambiaré todas las palabras que desprenden ese aura de desconsuelo y las transformaré en el aire que me hace falta, les daré alas y me montaré en ellas. Verás como llego más lejos de lo que creías, verás que algún día dejaré de estar en tensión por todo, agazapado, esperando que algo suceda, algo peor. Dejaré de ver borroso, de nublarme las expectativas. No voy a necesitar que me salves, no voy a necesitar a ningún superhéroe,  pues yo solo voy a poder surcar el mar. Estoy condenado, pero no me rendiré. 

martes, 20 de agosto de 2019

Guía para convertirse en el monstruo que un día tú juraste destruir

Devuelve la luz de todas las estrellas para que puedan iluminarme en la oscuridad o deja que me apague y me consuma poco a poco.
Qué facilidad la de bloquearme de tu vida, la de ser un rostro en blanco. Claro que eso sí puedes hacerlo, que eso se te da bien. Claro que antes que dar la cara la mejor opción es huir y hacer ver como que nunca ha sucedido nada. Te has convertido en un cuadro en blanco en mitad de mi habitación. Quizás el único que no lo entiende eres tú, porque no te quieres esforzar, porque no puedes ponerte en mi lugar, porque tu egoísmo y tus mentiras solo buscan hacer daño. Solo quería protegerte, solo quería sonreír a tu lado. Ahora hace frío. ¿Se supone que soy yo quién debe sentirlo? Eso es injusto, sabes que es injusto. Estas lágrimas no se merecen ni tocar el suelo. No ha habido conflicto, ni batalla, no ha habido nada así antes. Es como pasar del cero al cien. Es como si de un solo puñetazo me hubieses dejado K.O. Es como si en realidad todo esto no haya sido más que un absurdo juego en el que te has cansado y en el que te ha dado miedo arriesgar. 
No puedo perder otra vida. Ahora que es cuando más te necesito, cuando más necesito aferrarme a tus brazos, me sueltas como si fuese una piedra a la que le gusta saltar de pozo en pozo. 
Ni un respiro, no me has dado ni uno. Lees esto, has leído esto todos estos días y aún así no has tenido la decencia de ser un hombre y aparecer. Creo que eso debería demostrarme que clase de persona eres. Está claro que no mereces mi amor. Espero que dentro de unos meses solo seas alguien más en la lista de personas que  me empujaron al abismo, que solo seas un nombre que me haga temblar, como si se tratase de una pequeña ráfaga de viento. Un pequeño temblor y todo a la normalidad. Hay tantas cosas que podrías haber hecho bien, tantas cosas que podrías haber cambiado para que el final no fuese brusco y doloroso, pero supongo que solo querías ganar tú. Era demasiado pedir confiar en la persona que se supone que es justamente en la que más deberías confiar. No te importa haber creado algo y minutos después haberlo destruido. Eres como un niño con sus legos. Una montaña de piezas que no se aguantan. Eso es lo que has construido. Esa es tu madurez. Supongo que eso es todo lo que me llevo. Eso es todo lo que quieres que recuerde de ti. Quieres que te odie, porque cuando te quiero no lo soportas, te asustas pequeño animal escurridizo. 
Espero que algún día eches la vista atrás y veas lo que has causado, que veas que te equivocaste y que asumas las consecuencias. Espero que mi dolor aflore en tu pecho alguna vez, que sientas lo que estoy sintiendo yo. Solo entonces creo que entenderás que no se puede ir así por la vida, que no se puede hacer daño deliberadamente, que no se puede huir con el rabo entre las piernas. 

Merecía que me tratases mejor. Merezco algo mejor que esta mierda de final. Siento quererte más de lo que te odio, pero no te preocupes, cambiará, porque no hay monstruo más horrible que aquel que una vez juraste destruir y en el cual te has convertido. Yo al menos hoy dormiré en paz. 

lunes, 19 de agosto de 2019

El verano está muerto

Debo ser el chico malo, que le den a la bondad, que le den a las personas que aún se arriesgan y luchan. Solo quiero arrasar y quemarlo todo. Ahora entiendo a los malos de las películas. Les han arrebatado tanto que lo único que les queda es el odio. Deben sacar toda esta rabia, solo quieren molestar a los demás para que sientan lo que ellos sienten y ni siquiera creo que puedan llegar a entenderlo. Gritan todo el tiempo, gritan desde dentro, gritan a aquellos que les dejaron rotos en mitad de sus sueños. 

Maldito seas. 

Gracias por incluirme en tus planes, por compartir conmigo el destino que no quieres a mi lado.
Lo más triste es que te quiero. Eso es lo peor de todo. Que soy el único que alguna vez ha dicho esas palabras con significado. Es como si toda esta puta electricidad fuese una mentira más de lo que fuimos, como si hubiese abrazado a un espejismo que cuando voy a abrazarle me hace tropezar y caigo sin remedio. Caigo y caigo y caigo. 

Lo realmente triste es que te tengo que decir todo esto por aquí porque es la única manera de poder decírtelo,  porque no me dejas ninguna otra opción, porque no tengo más vías, no puedo hacerlo en persona. Seguro que le estoy hablando al aire, a la nada. Seguro que no estás al otro lado, seguro que ya te has desatendido, y aún así tengo la pequeña esperanza de que te des cuenta de que podías confiar en mí. Supongo que no eres ni la mitad de hombre de lo que me engañaste pensar.

Responsabilízate de tus actos. Cada vez que lo pienso se me acelera el pulso, mi pecho se convierte en una locomotora, mi sangre se calienta y lo único que me queda es arañar las paredes en las que me has vuelto a encerrar. Sigo en el mismo estado que hace unos días. Sigo igual, porque tu maldita cobardía te impide poder hacer algo bien, te impide pensar con claridad, te impide ver que tus palabras son huecas y vacías. Ya veo  como funciona esto, ya veo que todo este tiempo solo he sido un pequeño oasis al que acudir. Ya no necesitas más de mí, ya has vertido todo el veneno, ya puedes correr a otro bosque, a otra noche en las sombras.

¿Sabes qué?  Estaría ahí, podría estar ahí mismo y rodearte con mis brazos. Podría cantarte para que te calmases, susurrarte que todo irá bien. Podría ser esa persona que no necesita discursos para hacer que te sientas mejor. Quería estar ahí, querría estar ahí. Querría no sentir que he desperdiciado todo mi amor y que he gastado mi última oportunidad de pensar que quizás alguien podría querer compartir algo conmigo, algo duradero. Querría no sentirme la persona más sola de todo el universo. Querría poder cerrar los ojos y dejar de llorar. 

¿Sabes que día es hoy? Claro que no. Solo es el día en me acercaste a ti y me dijiste que cualquier monstruo que se entrometiera entre nosotros pagaría el precio de la muerte. En el que intentaste que todos mis miedos se fuesen y solo quedasen nuestros cuerpos y lo que sentíamos. Hoy es el día que me pediste para salir y me dijiste que podía estar tranquilo, que éramos tan fuertes que si confiábamos el uno en el otro no habría nada de lo que preocuparse, que a partir de ese momento todo saldría bien. Y aquí estoy yo, preguntándome donde está la parte en la que las cosas salen bien. Hoy se ha terminado el verano para mí. Hoy has logrado matar otro pedacito más. 

domingo, 18 de agosto de 2019

Malo

Nuevas sombras planean. Mil demonios se me acercan. Son unos sencillos pasos para convertirse en mi enemigo. Gracias por dejarme peor de lo que me encontraste. Ya estoy cansado de echar de menos algo que ni siquiera voy a poder tocar con las manos. Para ti todo va a volver a ser como cuando todo estaba bien. Para mí... esto me supera. No quiero ver como me hundo, no quiero ver como destrozas nuestro intento. Te prometo que voy a aprender a odiarte tanto que te vas a cansar de aparecer por aquí. Vas a ser otro recuerdo inestable, otros ojos manchados, otro dardo en mi corazón. 
Esto me va a perseguir como si fueses un cazador. Esto me va a dejar cicatriz. Esto no sanará.

¿Recuerdas que te di una de las siete llaves de la suerte, que te dije que te regalaba la séptima porque simbolizaba la puerta que tú y solamente tú habías logrado abrir? Gracias por nada. Gracias por tirar por la borda la confianza. Gracias por hacerme correr a echar piedras a la entrada. Gracias por dejarme desnudo en este lugar oscuro. Gracias por devolverme mi enemistad, mi temor, mi quemazón. Gracias por jugar conmigo al único  juego que no es para dos. 

Supongo que el naufragio era de esperar. Este barco siempre ha ido con las velas destripadas. Nunca se me ha dado bien guiar al timón, arremeter contra las olas, nadar bajo presión. 
Después de todo es tan sencillo como evaporarse de la vida del otro, como si nada hubiese sucedido. Es como una estación que ha dejado sus secuelas. Un verano que ya no quiere dar calor. 
Lo más triste, lo que más pena me da es que estoy convencido de que todo este pesar es únicamente mío. Que tú estarás sonriendo mientras yo me hago una bola en la cama queriendo huir de la realidad. Que mis ganas de comer no volverán mientras tú te limitas a borrarme de tu cabeza como si solo fuese un nombre escrito en lápiz. Supongo que no me merezco ni una explicación, ni una digna despedida, supongo que me merezco esto por creer en libros de fantasía, supongo que es hora de que madure y vea que la única verdad es la mentira sellada en tus labios. 

sábado, 17 de agosto de 2019

Histeria

Todo es temporal, todo muere, todo vuela en distintas direcciones. Ni la música me calma. Mira lo que has hecho. MIRA LO QUE HAS HECHO. Voy a estallar. Estoy rompiéndome de nuevo. Estoy haciéndome añicos. Eras mi respaldo. Eras quien debía sujetarme. Me lo prometiste. Me prometiste no hacerme promesas en vano. ¿Cómo se supone que debo confiar en las personas venideras ahora? ¿Cómo se supone que debo confiar en mí? Puede que haya algo en mí que no funciona. Esta no es la primera vez que me parten por la mitad. Debo ser yo. Debo ser yo que estoy estropeado. ¿Cómo puede alguien sentir tanto y dejar de sentirlo al instante? ¿Cómo puedo ser tan tonto de caer en la misma trampa una y otra vez? No entiendo como puedo ser tan idiota. No puedo llegar a entender como toda esta historia se me ha echado encima, como aquel animal prehistórico que me salvó la vida me la ha arrebatado con tanta facilidad. Ni siquiera sé el motivo real. Ni siquiera puedo llorar delante de él porque se ha esfumado. Es como si hubiese vivido una mentira donde era feliz. Es como si toda esa felicidad que hacía tanto que no sentía me escupiese en la cara. Es como si tuviese que replantearme cada paso que doy, porque ahora ya no voy a saber si es algo real, si es algo sólido, si el suelo va a seguir manteniendo mis pies. Ni siquiera tiene el valor de mirarme a los ojos. Ni siquiera es tan valiente como creía. Ni siquiera sé si he significado la mitad de lo que pensaba. Duele tanto. Duele tanto tanto tanto. Duele tanto que vuelvo a oler la oscuridad. Mi oscuridad, la que aprendí a controlar. La que hice parte de mí, a quien acogí y le enseñé a brillar. Has desatada toda esta sangre negra. Me has apuñalado por puro placer. No tenías ningún derecho. No es justo. MIRA LO QUE HAS HECHO. MÍRALO. Mira en lo que me has convertido. Mira tu maldita obra de arte. Si querías desaparecer haber empezado por no haberme querido. 

Quiero salir de aquí antes de que me muera. Ha estado tan claro siempre. No merezco ser feliz. 

viernes, 16 de agosto de 2019

Desencanto

Cuando mejor escribo es cuando más triste estoy, pero creo que esta rabia, este dolor que emerge de dentro nunca había expulsado tanta oscuridad hacia el exterior. Soy consciente de que eso es algo que también se suele pensar cuando te traicionan, que esa siempre será "la peor", que el dolor será tan inconmensurable que te quieres morir, pero siempre puede haber algo peor, siempre habrá otra oportunidad para darte cuenta de que la vida encierra demasiadas habitaciones con clavos. 

No creo que haya nada que pueda calmar esto. No creo que esta sangre que brota de mí pueda llegar a cerrarse pronto. Creo que la lección más importante que puedo sacar de aquí es la de saber que al menos mi lucha siempre es hasta el final, que no huyo en la batalla, sigo fiel a la causa. Ahora sé lo que se siente cuando intentas acceder a alguien pero te apartan sin saber el motivo. Ahora entiendo como es combatir a la oscuridad desde el otro lado, desde el lado ciego, donde lo único que quieres es ayudar como sea, lo único que te importa es que vuelva a la vida, aunque te destrocen por el camino. La oscuridad está en ambos lados, eso es lo más asombroso. No hay un oasis. 

¿Qué ha pasado contigo? ¿De dónde provienen estos fantasmas, a dónde se ha ido la confianza? Esta sensación de desencanto, de desasosiego, de lágrimas en la piel. Estos arañazos no solo están en las paredes. Esta forma de caer me está volviendo loco. Estas líneas se están desdibujando, ni siquiera sé donde se inició todo. Este espectáculo es macabro. Ni siquiera la tormenta logra que me sienta bien bajo la lluvia. No quiero beber más de este agua, no quiero volver a sentir la decepción. Desaprobé los ojos verdes una vez, me juré no volver a adentrarme en este mundo de cuentos sin finales felices, pero hay corazones que no son capaces de entender que a más pedazos más dolorosa es la reconstrucción.

No lo vi venir. Sin propósito, sin redención. Supongo que no bastará con que aguante despierto. Es como un alud de mierda encima de mí. Estoy en un gran montón de basura, nadado entre bolsas y excrementos. Voy a romper lo que ya está roto, voy a romperme hasta que vuelva a vivir en los días no vividos. 

Sería absurdo que no me influyese, sería muy absurdo cambiar de idea y de sentimientos en unas pocas semanas. Sería absurdo abrazar a quien quiere tu bien. Abandonar es siempre la mejor opción, ¿no? Creo que lo que peor voy a llevar es pensar que en las fotos saldríamos felices. Creo que asustarse es la opción más fácil, también creo que es la equivocada. 

Demasiados ápices, demasiadas lágrimas, demasiado amor. 

miércoles, 14 de agosto de 2019

No debería tratarse de ti

Pareces tan enfadado cuando duermes. Es como si el sol no brillase igual, como si supieses que necesitas parar, como si necesitases frenar a tu propio silencio, como si intentases resucitar a alguien del miedo. 

Podríamos inventarnos un mundo sin dolor donde todo se redujese a una inquieta tranquilidad. Podríamos vivir en un mundo sin remedio, en un funeral de sentimientos. Podríamos dejar de desear, seríamos libres del hueco que nos deja la rueda de la fortuna, seríamos fugitivos de la realidad. Tendríamos la mitad del corazón. Seríamos la oscuridad que alumbra la noche. Seríamos más. Seríamos menos. Seríamos mucho menos. 

No me importa si no es familia. No me importa si en las horas más oscuras me hace gritar. No me importa tener que desenterrar la más amarga de las verdades antes de dejarme caer en las tinieblas. Hoy toca perder otro pedazo. Hoy la sangre ya está seca. Nadie puede curar a nadie. Es precioso reconocerte en otra vida. 

Por favor, intenta encontrarme cuando ya no esté aquí. 


martes, 13 de agosto de 2019

No puedes

Canté para obstruir el ruido, no para bailar. Canté para ahuyentar el miedo, no para retenerlo. Canté para sentir esperanza, para escuchar otra voz. Canté sobretodo para ti, para que pudieses dormir, para que nada te asustase, para que supieses que estoy aquí.

Ahora siento que canto solo, como el triste capitán de un barco que lleva meses navegando a la deriva. Siento que ni siquiera el eco me responde, que las únicas voces que puedo escuchar son aquellas del mar que me avisan de que la tormenta está por llegar. Debería haber estado más centrado en las señales para así no llegar al sitio equivocado,  para así no me sumergirme entero hasta el abismo de los tiburones. 

Lo merezco por tonto. Lo merezco por ignorar la verdad. No hay más supervivientes que los que estamos flotando encima de este trozo de madera. No hay más humillación que la de saber que la meta que marqué al principio es la única fecha que aún significa algo, que aún debo pagar. 


sábado, 10 de agosto de 2019

Autoestima

Me lo pones muy difícil cuando tus únicas palabras son solo de despedida. Quizás sé más de lo que piensas. Estoy aturdido ante la posibilidad de estar en medio de algo que nunca se concibió. Es como un río lleno de ruido que cabalga con la fuerza de un torrente pero que toda esa energía no sabe hacia donde se dirige. 
Creé un mundo sin color y ahora intento estar a salvo del tiempo, aunque olvidé lo único que no podía renunciar: nada de eso podía alimentar lo suficiente al monstruo que una vez fui. La falta de autoestima es tan exagerada que ni las Perseidas pueden verse entre tanta contaminación. Allí donde voy la lluvia me acompaña rodeada de esa niebla que me cubre los ojos, que me ciega aquellos que no están en mi rostro. 

Ambos sabemos que no te interesa lo que tengo que decirte ni a mi me interesa lo que tengas que contarme, y aún así hacemos ver que no somos desconocidos para no herir al otro, aunque haga tiempo que nos hayamos destripado por dentro. Somos bestias miserables, somos mentirosos a los que les gusta quedar bien, somos necios por pensar así. 

¿Dónde quedó todo aquello que compartimos, dónde quedó la aventura que prometimos recorrer? Aquí solo quedan juguetes rotos. No tiene ningún sentido seguir fingiendo, seguir corriendo con las manos vacías. 

¿Y tú, el más callado, crees que no tengo para ti, crees que no hay nada que me duela más que verte partir? Solo quiere verte brillar, solo quiero dejar de pensar en que realmente aún no te conozco, en que aún no puedo confiar en ti. Ya estoy harto de asentir con la cabeza como si todo estuviese correcto, como si pudiese ser ese alguien que vuelve siempre después de la tormenta. A mí también me afectan las cosas, a mí también me gusta sentir que soy algo más que el que está ahí. Si no haces nada pronto no creo que pueda mantenerme mucho más en pie. 

No soy menos por no tener tanto. No soy menos aunque sea lo único que me repitas, que me repita, que me repito.

jueves, 8 de agosto de 2019

Cuídame antes de que me conozcas demasiado

Igual le doy demasiado importancia porque en estos momentos es lo que más me importa, es mi prioridad. Es curioso como todo va por rachas. Cuando me ofusque con otra cosa quizás lo veré como algo secundario, no algo menos importante, pero puede que de la misma forma en que lo ves tú. Quizás deba restarle importancia y mantenerme firme en aquello que quiero sin tener que decirlo en voz alta. Puede que esto sean conjeturas mías, que sea una estupidez y me coma demasiado la cabeza. Lo único que anhelo es que me digas que me quieres otra vez, porque es lo único que me apetece escuchar en estos instantes. Eres casi como un flotador que me mantiene con vida. 

Ansío el refuerzo. El poder equipararme a los que creí hundidos y han podido respirar sin agua en sus pulmones. Sé que vendrá el día de la celebración, el día donde el desgaste pase a ser cosa del desastre. 
Si es verdad que quieres caminar conmigo voy a tener que prepararme para huir del olvido, para saltar al vacío. Todas esas noches que no voy a tener parecen hacerse un eco en mi mente para recordarme que las piedras son un condimento en el camino. Soy una presa fácil para el depredador. Veo que no soy el único. Veo que otra vez estamos muertos de frío. 


martes, 6 de agosto de 2019

Pensamientos felices

Hay algo incómodo en esto de la superación. Algo me chirría cada vez que maldigo los días no vividos. Me refiero a todos estos días en los que no estás, en los que parece que estés pero donde solo puedo hacer un amago de sonrisa a tu sombra. Me deshago de aquellas cosas que me hacen bien para protegerte, para intentar darte un futuro mejor. Dejo atrás lo que una vez consideré importante para superar las barreras que me atrapan, para iniciar un camino nuevo, sin ataduras, sin viejos estigmas. 

No me reconforta saber que ya no valoras el hecho de saber que estoy aquí, que antepones las obligaciones a los sentimientos. No comprendo que no entiendas que no solo se lucha para subir a la cima, sino también que hace falta luchar para mantener aquello que ya está ahí. No somos de piedra, no somos algo que se va a conservar igual el resto de su vida. Debes encontrar un equilibrio para no abandonar lo que una vez consideraste la clave. Quizás no debería haber corrido tanto, puede que hubiese tenido que frenar, mantener la compostura y enseñarte a valorar lo que un día está y al siguiente puede desaparecer. 

Supongo que entre todos los pensamientos felices de los que hablas es imposible escucharme, oír aquello que uno mismo debe decirse a veces. No me mantengo en contra de silenciar a la gente por unos instantes, de hacerme el idiota en un mundo lleno de ellos, pero mi voz no se acalla al terminar el día. Mi pecho se resiente al entrar en la cama, al encogerme hecho un ovillo. Mi miedo no me deja hablarle a tu otra cara, a la que realmente importa, a la que quiero sacar a la luz. 

Será que el tiempo no pasa igual para mí que para ti. Será que me gusta saborear la página, oler el libro y colocarlo en la estantería con mimo. Será que no todos somos iguales, no todos pensamos de la misma forma. Eso es lo bonito, dentro de lo malo. 
Haré mi mayor esfuerzo para mantenerme cuerdo, para estar fresco y enlazar las horas como una gran ancla que arrastraré hasta la superficie. Haré lo que esté en mis manos para superar una noche más de pensamientos no tan felices, de cuerdas tensadas a punto de romperse.

sábado, 3 de agosto de 2019

El tiempo invertido

Un nudo en la garganta. Un apretón en el estómago. Me duelen los huesos, se me retuerce el alma. Me siento del revés, me siento torcido. ¿Yo soy el que no está, soy el que desaparece, estáis seguros?

El espacio se estrecha y mi cordura se vuelve más complicada de atrapar. 
Para él es su tercera semana de felicidad. Comparándola con la mía es como si yo estuviese de paseo por otro planeta. Hace demasiado que hemos dejado de ser amigos. Hace demasiado que debería haberme ido.
Para ella es un mes donde no puede escapar, donde todo peligra, donde incluso los demonios son capaces de llegar hasta su cama. Supongo que estamos en el mismo barco. 
Para él parece que el tiempo ha sucumbido, que el futuro se ha vuelto tan cercano que no ha sabido compartirlo. Quizás el único que contaba era yo, quizás él dejó de hacerlo hace mucho. Después de todo nunca he dado la talla.
Para él fui alguien que ahora ya no tiene nombre. Alguien para quien la distancia no era un problema. Alguien al que consideré mi hermano. Un hermano al que maté.
Para ella todo tenía un porqué. Era un ángel que me regaló la esperanza que un día nos fue arrebatada. No puedo quitármela de la cabeza. No puedo parar de pensar en todo aquello que podríamos haber sido si las cosas no se hubiesen descarriado. Si el silencio no reinase ahora de nuevo. 
Para él que siempre me mira con sus ojos verdes ya no hay recuerdos que acumular. Sus noticias siguen estancadas en el último tren, en la última llamada, en la última primera vez. 
Para ella nadie tiene palabras. Se comporta como si el mundo solo tuviese una cara, como si no se pudiese volver al mismo lugar de antes. Ni siquiera soy capaz de ayudarla. 
Para él, que aún se acuerda de mí, no debería darme tanta importancia. No debería arroparme cuando es el trabajo de otros. No debería seguir a mi lado. Puede que solo sea mi vena más egoísta, puede que me haya equivocado. 
Para ti, que dices leerme entre las sombras, no tengo palabras. Solo déjate querer. Déjame querer/te. Soy tan simple como eso. Lo único que tengo es miedo de todo. Miedo de perder lo que me ha costado tanto encontrar, lo que aún debo descubrir a tu lado. 

Fracasé como ya es costumbre. Nunca me sacio, vosotros tampoco lo hacéis, nunca os hartáis de vuestros pensamientos felices.
Me encuentro temblando en un tiempo invertido, en una ficción que no tardará en derrumbarse, en aplastarme. Siempre depende de mí. Siempre en este estado de perdición absoluta, con la vela rota y la ola a punto de oscurecerlo todo. Supongo que no hay trato, capitán. 


jueves, 1 de agosto de 2019

Estertor

Puedo ver mi reflejo en el agua saludándome, pero no puedo distinguir si mi propio rostro dibuja una leve sonrisa o se funde lentamente entre las olas. 
Desde la inmensidad del océano disfruto de un tiempo prestado, de unas horas que me fueron robadas. Todo esto parecen unas vacaciones, pero lo que me aterra está aún por llegar. El cinturón me aprieta y me mente constriñe todo pensamiento que no tenga cuidado. Veo como el recorrido se agota, como mi imaginación construye terribles plagas que me atormentan.

Los tiburones han empezado a asomarse, a rodearme. Es casi como si olieran que estoy buscando lo que queda de mi legado, como si mi miedo se volviese sólido y pudiesen masticarlo. El viaje está empezando a hacerse largo, el sol me deslumbra y el calor es casi insoportable. Cuando emprendí esta travesía lo hacía con energías renovadas, ahora creo que mis brazos solo quieren tirar por la borda todos los remos y lanzarme yo detrás de ellos. 

Ya puedo escucharlo. Es el último estertor, el anhelo que despide mi boca. Un deseo flagrante, sin dirección, sin más intención que la de querer. Tan lindo y tan oscuro. Tan atroz. Tan provocador. Tan exterminador. 

Vuelve a coger aire, lo vas a necesitar. 

domingo, 21 de julio de 2019

No estaré ahí para ti pero estaré ahí por ti para siempre

La verdad es que empatizar es justo pero no inteligente. Reúno todo este karma por si algún día le apetece venir a visitarme. Supongo que al fin y al cabo, cuando todo empieza a nublarse, lo mejor que puedes hacer es abrazar el entretenimiento. Raudales de entretenimiento. Mientras más ocupado estés, menos vueltas le darás a tu cabeza. Me pregunto si es por eso que todos aquellos niños mayores no se paran a preguntarse el porqué de las cosas. Igual estoy generalizando demasiado, igual alguno de ellos incluso llega a poder resolver sus heridas. Me pregunto si cuando llegue a esa etapa, si llego alguna vez a esa etapa, mi cara se volverá atontada y me pasaré el tiempo diciendo "oh, lo siento, no me planteo esas cosas, estoy demasiado entregado en mi vida postiza como para ocuparme de todo aquello que me ronda por dentro."

Me atormenta que todos aquellos que me ven no vean a un ser completo, solo a alguien hecho trizas. Que me digan "tú aún no has vivido lo suficiente." 
Perdón por no hacerlo supongo. Perdón por no tener las herramientas, perdón por abarcar el miedo. Perdón por no estar ahí para vosotros, pero estar ahí por vosotros. Me haría tanta ilusión poder sonreíros abiertamente, poder decir aquello que solo puedo escribir, poder sorprenderos. Me gustaría que algún día no hiciese falta recurrir a una mirada cabizbaja. Ser yo quien os haga volver de entre los muertos. Ser aquel que una vez fui. Aquel que ya he olvidado. Aquel a quien todos querían y tenía un futuro prometedor. Aquel que me abandonó por una versión más azul de mí. 

¿Qué habrá después? Ahí fuera, digo.  Me cuestiono el éxito. ¿Habrá valido la pena? ¿Habrá otro camino? ¿Podré detener la hemorragia?
No puedo esperar a ver que haré después. 

miércoles, 17 de julio de 2019

Dónde está lo que queda de mí

Te escucho hablar de un futuro mejor, de todo lo que vamos a hacer mañana, de lo muy felices que seremos al tener tanto, al haber obtenido tanto. ¿Crees que es gratis, crees que puedes llegar ahí solo soñando? Llegas tarde y encima eres un vago. LE- VAN-TA-TE. 

Crees conocerme, pero no puedo levantarme si aún sigo levantando murallas, si aún sigo interponiendo escudos contra la guerra que una vez sufrí. Es como estar perdiendo una batalla múltiples veces. Es como correr con una cadena atada al tobillo. Sabes que quieres hablar con tantas personas, que quieres hacer tantos planes, que debes sonreír y asentir por todo, pero no sanas, no te pones bien, esta enfermedad te maldice como los demonios por los que corres. 
Es como vivir en un torbellino de preguntas sin respuesta. Tu cabeza intenta aclararse, iluminar un poco el camino. Cuando crees haberte liberado, haber alzado las alas, caes irremediablemente. Las horas se vuelven difusas y los pensamientos empiezan a agrietarse. Ni siquiera sabes en qué día vives, pero lo intentas de la forma más precaria. Todas esas posibilidades que se te presentan se vuelven inalcanzables, se vuelven puertas y barrotes. Las cadenas que te retenían se vuelven más duras y aprietan todavía con más fuerza. Ves la salida, ves perfectamente delineada la ventana por la que saltar y acabar con todo, pero por más que tu cuerpo intenta desprenderse de los grilletes, tu alma está enterrada bajo metros y metros de presión. Te das cuenta de que su felicidad te da asco. Que solo estás porque no te queda otra, pero que si pudieses librarte de la carne que te oprime, del cascarón que te retiene escaparías sin pensártelo. 
Entonces te das cuenta de que te has convertido en un muñeco de paja. Que ya no sientes dolor, que ya no sientes nada. La nada más total. Ni siquiera sabes lo que quieres, si es que quieres algo, si es que quieres volver a sentir. Quizás no sentir nada sea la opción más plausible. Quizás todo lo perdido no haya que lamentarlo. Quizás debamos desaparecer para que otros puedan aparecer. Quizás esta es la vida real. 

Si no fuese por ese pequeño grito que me atormenta, por esa voz del pasado, por esa condenada voz que no me deja rendirme ni aunque sea lo que más deseo. Si yo mismo, siendo mi oscuridad, también me he transformado en mi propio demonio, que sentido tiene huir, luchar o enfrentarme. ¿Qué me hará cambiar, quién puede hacerme callar? 

¿Cómo me voy a salvar?