Aullidos del fin del mundo

domingo, 24 de noviembre de 2019

La respuesta encontrarás cuando aprendas que no hay respuesta correcta

La escucho como una voz culpable. Me responde con sonidos ininteligibles, como si quisiera que la siguiese para desentrañar su mensaje. Llevo ya un tiempo estando pero sin estar. Es como si a medida que la arena cayese mi cabeza pudiese asumir menos. Es como si no pudiese distinguir su melodía de la realidad. 

Para aprender a volar hay que volar. No sé si estoy preparado para lanzarme en picado, sin la seguridad de que algo allí abajo me sujetará. Si tan solo pudiese aceptar que la vida es algo más que estar a la defensiva. Si pudiese mirar por unos instantes lo que me aguarda al otro lado de la orilla, solo quizás dejaría de jugar con el significado. 

Por más que esta presión fortalezca mis ganas de luchar, cuando creo que el camino está claro la vida vuelve a advertirme y me arroja a uno diferente. Ya he olvidado como empezó todo, cual era el objetivo. Ni siquiera recuerdo si había uno. Lo que está presente en mí es el fracaso al que he sobrevivido. Aprendes de él, te nutres de él y pintas nuevos trazos que antes creías imposibles. Es difícil controlar este sentimiento. A cada paso que doy la voz me guía con más fuerza. Quiero seguirla, algo dentro de mí  me dice que debo hacerlo, que es buena, que cuando la entienda comprenderé todo aquello que ahora ni siquiera puedo ver. 

No quiero perderme en estos mundos de fantasía. Querer transportarme a otras realidades me hace pensar que no hay lugar en esta Tierra que pueda hacerme sentir que tengo un vínculo, que pertenezco aquí. A veces me pregunto si debería crear mi propio universo. ¿Eso sería alejarme aún más de la realidad o sería construir el momento que me corresponde? Supongo que ya lo entenderé cuando crezca, cuando crezca más. 

Sería muy fácil dejar de preocuparme. Envolverme en mis miserias y arroparme con las palabras más calurosas que conozca. Entregarme a la nada y cerrar los ojos con la esperanza de que al volver a abrirlos deje de sufrir por esta opresión que me acecha constantemente. Aún me parece pesado, después de todo, me sigue pareciendo muy pesado. Hasta que le doy forma, hasta que transformo aquello que me asusta en aquello que me hace invencible. Hasta que doy con la respuesta correcta.

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