Aullidos del fin del mundo

jueves, 28 de febrero de 2019

El hijo de la oscuridad

Se avecina tormenta y aún no sé donde voy a poder refugiarme. Quizás sea el momento idóneo para derribar paredes y empaparme hasta que vuelva a salir el sol. 

Dios, soy un desastre. ¿Cómo es posible que haya tantos tipos distintos de amor? Es imposible incluirlos todos en una lista. Es una tarea titánica la de definir cual de todos ellos llevas dentro. Lo único que no quiero es que me impongan etiquetas que anclen mi vida a un guión que ni he leído. Esta sensación de estar perdido me vuelve descontento. Esta situación, esta inactividad me vuelven loco. Pido tan poco como sonreír, pero mi cuerpo me lo impide. 

Igual debería abandonar el juego. Debería apagar la luz y asomar la cabeza. Igual debería dejar de idolatrar a alguien tanto que cualquiera de sus movimientos pueda llegar a afectarme. Igual debería replantearme eso de abandonar a los demás. Todos ellos son más felices. Todos ellos son más y mejores. Todos ellos viven en esa otra frontera vacía de oscuridad. 

En realidad yo solo quiero algo de espacio, pero siempre termino haciéndolo eterno. Este es mi propio refugio. Ni una sola gota es capaz de traspasar este muro. Es tan fácil si no corres el riesgo. Es tan sencillo acariciar los sueños y dejarse llevar por lo que está en mi cabeza en vez de lo que me está arañando en el estómago. 

Este camino está siendo enfermizo. Por más que la luz y la oscuridad estén ligadas mi mundo no merece ni una pizca de claridad. Me he criado en la negación más auténtica. En el miedo más férreo. Han intentando arrastrarme tantas veces hacia el otro lugar que ya no sé actuar de otra forma. Yo ya soy hijo de la oscuridad, y como tal, debo proteger al resto para que nadie más cruce una puerta sin retorno. Alguien debe sacrificarse. 

Lo siento mucho. 

Como un rayo de luz me podrías salvar. Puedes alumbrarme como el sol alumbra un día. Pero aquí la tormenta sacude como un animal. 

Lo siento tanto.

sábado, 23 de febrero de 2019

Oscura certeza

La luz es tan brillante que les ciega.

Soy una persona rota con la cabeza rota. Soy la esencia del hueco que quedó después de la guerra más cruenta. Soy el almacén de fragmentos quebrados que vienen en busca de un futuro menos aciago. 

Es desolador comprobar como puedes construir una torre tan alta y que en cuestión de segundos alguien pueda volarla en mil pedazos. 
Duele el solo hecho de pensar que podemos entrar y salir de la vida de la gente como meros transeúntes. Somos equipaje viejo que debe quedarse en el armario guardando polvo. Somos de usar y tirar. Es evidente que las olas vienen y van. Las personas entran y salen. Podemos ser ese soplo de aire fresco o convertirnos en una pequeña maraña de recuerdos olvidadizos que se desprenden de la memoria hasta que tocan la oscuridad más profunda. Ni el eco nos salva de la esclavitud de las sombras que nos han teñido para que nadie pueda diferenciarnos de aquellas veces en los que fuimos pequeñas luciérnagas en la vida de otros. Somos el intento fallido. Desvanecidos, nuestro peor castigo es reinar hasta el final en este lugar donde todavía se guarda la impronta de aquel a quien quisimos ayudar una vez. De aquel que una vez nos importó y creímos alargar un puente que uniría algo tan simple y bonito como una amistad. 

Pero hay dagas y trampas por todas lados. Hay sangre en las paredes y todas las monedas tienen dos caras. Hay reglas no escritas que dictan que aunque no pierda la esperanza siempre vuelvo a encontrarme con este charco ponzoñoso. Siempre me despierto cayendo de lo más alto de la torre. Siempre me encuentro empapado por la lluvia. Siempre espero... aunque no haya nada que esperar. 

miércoles, 20 de febrero de 2019

Semillas de oscuridad

Así que así funciona esto. Nada frena que te vayas. Si no vas a quedarte entonces suéltame. Deja de atarte a mi alma. Deja de rondar por mi cabeza como si tuvieses algún derecho para quedarte.
Estoy por mi cuenta para variar. ¿No te parece que ya es demasiado, que vivimos en un bucle constante de desazón y tristeza? 

Podría mentir y decir que así estoy mejor. Que todo mejorará. Que siempre digo la verdad. A quien quiero ver desaparecer solo me causa más sangre en mis manos y con quien quiero permanecer me hace evaporar entre la gente. 

¿No es justo, verdad? No es como si la tristeza solo fuese cosa mía. A veces me pregunto si tú puedes hacerlo mejor. Si puedes evitar que las sombras bailen y se alejen de mí. Si todas esas sonrisas son forzadas o realmente tienes el poder de levantar a los muertos. 

Ay... parecemos cansados. Creía que podrías curarme, pero este manto negro es capaz de llegar hasta aquí. A veces quiero volver atrás, pero cuando lo hago me encuentro que toda la habitación sigue igual de oscura. El origen no reside ahí. Está en mí. En algo mucho más profundo. 

Sigo evitando el mañana. Sigo evitando la luz que a veces aflora sin mi consentimiento. Sigo evitando las confrontaciones. Sigo evitando que esta semilla se apodere de todo el jardín. Sigo evitándoos. 

martes, 12 de febrero de 2019

En la oscuridad solo quieres gritar

Vengo a decirte que el tiempo que llevamos perdidos no es ni la mitad de todo el daño que he recibido. 

Soy un chico triste la mayor parte del tiempo. Me paso las noches despierto porque es cuando los monstruos de mi cabeza se vuelven reales. Podría malinterpretar el mundo una vez más, pero siento que estoy demasiado lejos de mi musicalidad. De la magia que de verdad importa. Lejos del mecanicismo material, lejos de ese otro mundo. Me da la sensación de que la gente vive en un sopor constante y que soy la única persona con los ojos abiertos. Y veo el horror, veo el gris por todas partes. Pero no nos engañemos. Aquí nadie es especial y mucho menos lo soy yo. No tengo la suerte de llevar esa venda y poder engañar a mis sentidos. No soy capaz de seguir al rebaño, de ir en el vagón callado. No tengo la fuerza necesaria para seguir luchando a contracorriente, en un mundo que odio, en un mundo que no está hecho para mí, en el que mi oportunidad ni siquiera va a existir. Estoy tan asustado de pasarme el resto de lo que queda de esta forma, de vivir con miedo, de gritar mientras los demás me miran con las pupilas muertas. No quiero pasarme la vida echando de menos algo que solo he podido rozar. 

El mundo va demasiado rápido. Y la oscuridad nunca se detiene, ni el llanto. Ni aquello que vestimos en el interior. Necesito despertar de este falso despertar. Necesito encontrar huellas en mi camino. Necesito pisar fuerte en esta negrura con la seguridad de que serán mis pasos los que guiarán a aquellos que caen por primera vez en este pozo sin fondo. Necesito gritar más y que sirva de algo. Necesito despojarme de este corazón. 

domingo, 10 de febrero de 2019

Abraza la oscuridad

¿Cómo salgo de aquí? Es la pregunta recurrente. Quizás debería darle una vuelta de tuerca y empezar a preguntarme más bien cómo me acostumbro a ella. Esta niebla densa siempre me ha cegado, me ha conducido por caminos equivocados y disfruta verme caer. Pero... ¿y si le plantase cara? Quizás no soy tan débil como quiere hacerme creer. Puede que toda esa bruma solo me esté confundiendo y me haga distorsionar la verdad. Debería ir a por las armas. Debería empezar a disparar. 

Estoy tan empapado de este color a carbón que ya no distingo si la oscuridad se ha apoderado de mí o aún hay partes de mí que navegan entre los dos mares. 

¿No era obvio? ¿No es obvio que nunca es el momento ni el lugar? ¿No es obvio que siempre estoy errado? ¿No es obvio que no se me está permitido sentir nada bueno porque algo malo pasará y volveré a mi distancia prudencial para que nada ni nadie pueda herirme otra vez? Las cosas buenas nunca duran. Hay cosas que están destinadas a ser como son. Da igual lo rápido que me vaya a dormir, esas pesadillas seguirán persiguiéndome más allá. Estos muros son mis únicos amigos. Estos muros repletos de oscuridad son los únicos que me protegen y me entienden, los únicos que no me alejan, si no que me apartan de todo el resto, de aquello que puede hacerme daño, mucho daño. No es una jaula aunque pueda parecerlo. Soy más libre con las alas rotas que volando y cayendo. Aquí puedo abrazarme y sentirme seguro. Aquí no corro peligro. Aquí no tengo nada que me parta en dos. Porque aquí no hay nada, y cuando no hay nada tú también te conviertes en nada. 

Desde hoy me entrego a la oscuridad. 

sábado, 9 de febrero de 2019

El reino de la oscuridad

Me abruma sentir tanto. Ni siquiera puedo localizar el lugar de donde proviene. Es impreciso. Está entre la nostalgia y la magia de algo nuevo. Cuando lo siento puedo volverme invencible por unos instantes. Es una fuerza sobrenatural. 

Hay una etapa que se va cerrando. Me va anunciando de que no todo dura para siempre y de que todo aquello que queremos cuesta un sacrificio. ¿Pero vale la pena? ¿Vale la pena luchar por algo que ni siquiera sabes si va a luchar por ti?

Aún queda tanto trabajo por hacer. Aún queda tanto por arreglar. Me siento una mala persona. Siento como si no pudiese arreglar nada de lo que está roto. No voy a darme por vencido, claro... pero al final solo quedo yo y mi pobre corazón bombeando pintura roja. Quiero llegar a ese mundo grande y espléndido. A ese lugar donde es posible que alguien se fije en mí. Espero poder ver la belleza en otros ojos, en otros rincones. 

¿Tengo la suficiente entereza como para hablar con la oscuridad y decirle adiós? Todo esta amalgama. Todos estos remolinos incansables no paran de pedirme ayuda. El mundo, de alguna forma, se burla de mí. Esos ojos verdes me parten por la mitad. Esa sonrisa bonita me desarma. Esa ciudad de mierda me hace enfadar. ¿No es evidente?  Lucho por un espejismo. Lucha contra sombras que siempre vuelven con más oscuridad. Más crueles y yo más débil. 

Al final me acabo aburriendo de la lluvia y tampoco lo entiendo. ¿Es por eso que grito? ¿Es por eso que me falta el aire? Las personas solo pueden madurar si tienen espacio para ello. ¿Este es mi espacio, la oscuridad eterna? ¿Cómo voy a ser capaz de encontrar la luz? ¿Debo sumergirme primero y aceptar a las tinieblas para poder luchar y optar por una posibilidad?