Aullidos del fin del mundo

martes, 31 de mayo de 2022

Comodidad incómoda

Así que estas son las puertas del infierno. 

Es el final de un principio. Es un día. Es un pensamiento. Es un pensamiento de hace 10 años. Creo en ti, creo tanto en ti que no tengo la menor duda de lo que harás fantásticamente bien. Es un miedo constante que viene y va y no me deja descansar. Siento el fuego y siento como mi cuerpo empieza a encenderse. ¿Qué estoy haciendo para remediarlo? ¿Estoy haciendo lo necesario? ¿Estoy haciendo todo lo que está en mis manos? No sé si es suficiente y eso me aterra. Me aterra porque si doy todo de mí y eso no basta... ¿Qué otra opción tengo? ¿Quedará algo para mí?

PUEDO HACERLO SOLO. NO NECESITO LA AYUDA DE NADIE. Eso me grito todas las noches, pero no me vendría mal una pequeña ayuda. No me vendría mal que alguien más creyese en mí. 

La realidad me agrede y si no me construyese una coraza no creo que aguantase demasiado. Es la lucha del mal contra el bien, de esta dualidad que me corroe por dentro. Ando por la oscuridad como si fuese mi hogar. Me hundo en ella, en una comodidad incómoda. Me siento preso de mí mismo. Solo sé que debo desprenderme de algo que me ha acompañado siempre si quiero deshacerme de este dolor. 

A veces consigo otorgarle una distancia prudencial, pero otras, sin embargo, me duele tanto que me mimetizo con el dolor y no soy capaz de desdoblarlo de mi ser. Es como si yo solo fuese eso y no tuviese más propiedades. Es como si en caso de que no consiguiera llegar hasta la dichosa puerta todo rastro de mí desaparecería. Como si no fuese más que humo. Como si todo lo que soy se resumiese a algo que ni siquiera me debo a mí. 

Añoro sentirme vivo. Sentir la vida fluir por mis venas. Dejar de vivir en mi cabeza y pasar a la acción. Justo cuando el mundo más me aprieta, necesito escribir antes de que termine este mes. Antes de que el tiempo me localice. Antes de ser consciente de donde estoy, de lo que debo hacer y de lo mucho que va a tocar luchar. Esta tormenta puede ser la definitiva. Estas olas son monstruosas. Parece que tengan bocas y quieran probar un pedazo de mí. Y no quiero dejarles. No quiero volver a ahogarme en sus aguas. 

Puede que esa puerta que siempre materializo en el final de mi travesía sea algo menos diabólica y algo que me ayude más a llegar a esa libertad ansiada. Pero para llegar hasta ella es hora de dejar de prolongar la hibernación. Debo empezar a creer. A levantarme. A mirarme al espejo y romper con los estándares. Quiero vivir, más que nunca. Quiero hacerlo. Quiero salir de esta jaula que me vuelve pequeñito. Quiero dejar de imaginar y tocar ese pomo. Atravesarlo. Saltar desde lo más alto. Hacer desaparecer las distancias y crear un nuevo capítulo. Un libro entero. El libro que siempre he querido escribir. Coger las riendas y vivir. Vivir. Vivir. Quiero vivir.

Por favor.