Aullidos del fin del mundo

sábado, 26 de enero de 2019

Nadie gana

¿Cuántas veces me has visto salvar a toda costa este sueño imperfecto?  Ni siquiera despierto y hambriento puedo asegurarte que todo saldrá bien.
Me pregunto si mi tiempo ha pasado. Si mientras me planteo esto es cuando realmente estoy dejándolo morir. ¿Por qué no me dejas enfrentarme a mis miedos? ¿Por qué conviertes mi corazón en una prisión?

Al principio era divertido, pero ahora ya no aguanto un solo día más coincidiendo contigo. Había pintado cuadros de colores para mostrarte el mundo mágico en el que me hacías sentir, pero olvidé que todo está formado de blanco y negro. 
Había querido forzarme a pensar que quizás había una excepción, que podía merecerme ser feliz. Me había abandonado a una ilusión ficticia que solo bombeaba al sentir que la distancia se estrechaba entre mis brazos. 
No voy a dejarme caer una vez más. No voy a desempolvar más todos los pedazos rotos que intento arreglar para luego que se rompan en mil fragmentos aún más afilados. No voy a darte otra oportunidad. Es hora de cerrarme con llave. 

No pasa nada. La música me acompañará allá donde vaya. No necesito a nadie. No necesito un hombro. No necesito una sonrisa ladeada. Ni un abrazo ni un estrujón de manos. No necesito más calor que el  que me propina mi propia soledad. Solo necesito dejar de ser consciente de  todas estas mentiras que me digo. Dejar de escalar estas montañas que parecen (y son) inalcanzables. 

lunes, 21 de enero de 2019

Porque ganar no es lo mismo sin ti

Te echo de menos. Te echo muchísimo de menos. Aún dejo una luz encendida para ti por si de alguna forma puedes verla. Por si de alguna forma aún tienes miedo y yo puedo ayudarte a espantar toda la oscuridad que te rodea. Es una lástima que esa misma luz no sea lo suficientemente fuerte como para desterrar mi propia oscuridad.

Siempre me topo con el mismo problema. Siempre creo que puedo ser alguien en la vida de los demás hasta que me doy cuenta de que solo provoco daño. No hace falta ni abrir las heridas, porque es preferible huir a tener que sufrir. Siempre sueño de más y vivo menos. Me encojo en la noche profunda y me doblego. Todas esas esperanzas, incluso las que nacen sin previo aviso, se destruyen solas. Es como subir una gran montaña y que cada vez que estés a punto de culminar la cima una ventisca te cierre el paso. Una fuerza descomunal, una fuerza de la naturaleza, algo imparable, te obligue a retroceder. Siempre se destruye y me rompe en pedazos. Te planteas desaparecer, dejar de intentar escalar incluso los montes más sencillos. Mis ganas se evaporan y me planteo dejar de intentarlo una y otra vez. Igual sí debería desaparecer de verdad. Igual por más que sienta, por más que quiera la única verdad está en que de aquí nadie se salva y nadie va a poder rescatarme. Igual debería de dejar de soñar en el exterior, dejar de visualizarme en cualquier otro lugar, porque cualquier otro lugar no ocurrirá. La única realidad que me abraza es la que está rodeada de tinieblas. 

No estoy preparado para despedirme. Ni de ti, ni de él, ni de ella. No estoy listo para sacrificarme, para empezar de cero. Quiero que nos volvamos a ver. Quiero que lo entiendas. Quiero tantas cosas... quiero que me perdones y quiero perdonarte. Pido perdón por no ser mejor que nadie. 
No sé cómo eludir esta explosión de emociones, no sé como afrontar el pensar más con el corazón que con la cabeza. No sé cómo parar. Ni siquiera sé como huir de verdad.


lunes, 14 de enero de 2019

Me he quedado con las ganas de quererte aún más. Descansa en paz hasta que nos volvamos a ver. Para mí ya has ganado.

11: 45. 

Quiero que nos volvamos a ver. 

Nunca había perdido a nadie. Me refiero a perderle para siempre. Sin posibilidad de volver a verle. Saber que todo el tiempo que has pasado con él ya no lo vas a recuperar. Ya no habrá más. Habéis corrido vuestras aventuras y la historia ya tiene su principio y su final. 
No puedo escribir esto sin evitar llorar. No puedo evitar decirte que te quiero muchísimo. Que te quiero. Quiero que lo sepas. Quiero que sepas que te quiero. Quiero que sepas que te voy a recordar siempre. Que hemos crecido juntos. Que me has enseñado a ser valiente. Que me has escuchado. Que no nos hemos rendido. Te quiero. Te quiero. Te quiero demasiado. Me duele tanto que ya no sé como sacarlo. No puedo parar de llorar. Y quiero volver a verte. Quiero bajar y verte. Quiero reírme de tus tonterías. Quiero dormir contigo. Quiero que vuelvas. Pero no vas a volver. Sé que ya estabas cansado. Que ahora podrás correr donde te plazca. Sé que ahora estarás mejor, sea como sea. Te quiero. Te quiero. Te quiero. Nunca he querido tanto. Me vas a dejar una herida muy grande, muy grande, pero sé que cuando termine este día de mierda me voy a quedar con que has sido el mejor perro del mundo. Con que me has querido como tú solo sabías quererme.
Necesito uno de tus lenguetazos. Necesito pasar tu pata por encima de mí. Necesito acurrucarme, hacerte cosquillas e imaginar un futuro contigo. Necesito que sepas que te quiero. Espero que te hayas ido con esa idea. Espero que te hayas sentido querido de verdad. Espero no haberte defraudado demasiado. He intentado ser lo mejor para ti, hacerlo lo mejor que he podido. Te prometo que te voy a recordar siempre. Has formado parte de mi vida, has formado parte de mí. Eres parte de mí. Te juro que todo este dolor se irá. Cada lágrima me acerca más a recordarte con una sonrisa. Nunca he podido tener a un compañero mejor. Eres... y has sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Pequeño, te quiero. Lo voy a hacer siempre. Estés donde estés, por favor, acuérdate de mí. Estés donde estés, aunque ya no estés, vas a estar siempre aquí. Te quiero. Te quiero. Te quiero. JODER. TE KIRO. 

Llegó la hora de saltar. 



viernes, 11 de enero de 2019

Soy incapaz de ganar

Céntrate antes de que el tiempo te engulla. De momento me asfixia. Este año van a pasar cosas muy malas y aun así necesito aguantar. No puedo esconder la cabeza como si fuese un niño. Ya no soy un niño. Necesito reaccionar. Todo me viene grande. No soy bueno en nada. Me siento inútil. No sé como avanzar. Sigo viviendo por inercia. INERCIA. ¿Quién queda ahí? ¿Por qué me siento tan terriblemente solo? ¿Por qué sigo ligando palabras inconexas como si tuvieran alguna clase de sentido?

Me rompo continuamente. Es casi como si lo disfrutase. Todas las noches me rompo un poquito. No sé si mi aullido le llega a alguien, pero me duele mucho. No soy capaz de soportar tanto. No soy lo suficientemente fuerte. Veo el camino tan áspero e interminable... Veo las horas pasar como si se tratase de una carretera infinita en la cual no pasa nada. Ni siquiera una leve corriente que me ayude a respirar. No hay nada que me motive. No hay nada a lo que aferrarme. No hay nada excepto esta oscuridad que arrasa con todo. ¿Por qué creía que podría quitarme la venda este año? Como soy tan necio de creer que podría ser diferente. Estoy tan cansado de mí. Estoy tan cansado de este cuerpo, de esta voz, de este engendro. No hay calma ni caricias. No hay abrazos que puedan rescatarme de aquí. 

Rompo a llorar. Me auto destruyo. Soy tóxico para mi propia integridad. Vuelvo a la ansiedad. Vuelvo a esas noches sin poder dormir. Vuelvo a imaginar demonios que vienen a por mí. Es algo pasajero, me digo. Es algo pasajero. 


lunes, 7 de enero de 2019

No es perder tiempo ganar tiempo contigo

Si esperamos a estar preparados nos pasaremos la vida esperando. Si debo actuar, lo haré. 

Es posible que algo dentro de mí haya despertado. Un preludio de lo desconocido, una semilla de incertidumbre a aquello que una vez ya me dio miedo y que por eso enterré en lo más hondo de mi memoria. 
Si pudiese escoger las palabras exactas seguramente me seguirían pareciendo insuficientes. Es un animal que ruge como un huracán. Está todo tan patas arriba que aún puedo ver las estrellas desde el último tejado que intenté construir. Y aviones, muchos aviones. 

Es un juego al que respeto. Tiene matices, tiene colores; y aún puedo escuchar gemir de dolor al verde. Pero es distinto, es confuso, da miedo, pero a la vez es maravilloso y me calienta por dentro. Es un calor casero, del de las brasas a las que acudes para quedarte embobado mirándolas durante horas y horas. Es un pellizco que te gusta, un monstruo aconsejándote de que el camino por el que vas puede llegar a quemar y puede llegar a aliviarte. 

El tiempo se ha vuelto relativo. No es justo que habiendo tenido tanto durante tanto tiempo, valga la redundancia, ahora que soy consciente de él; de que quiero más, solo se me conceda una única oportunidad. No soporto la idea de pensar que la rueda vuelve a ponerse en movimiento, de que quizás no estoy tan oxidado. No soporto la idea de volver al epicentro de la historia, de la distancia, del reloj, de volver a echar de menos. Pero no lo controlo. No soy yo. Es algo distinto, es algo que no puedo manejar. Solo quiero escuchar que es lo que ocurre aquí dentro. Comunicarme conmigo. Descubrir el porqué. Y es que simplemente no lo vi venir. 
¿Quieres sinceridad? Entonces te diré que yo quiero más. Más de todo. Más tiempo. Más. 

Me siento abordado y arrinconado por mi propia voz. Simplemente lo sé. Simplemente ha ido reptando y me ha abatido. Estas cosas no las decides. Estas cosas suceden, te atrapan y lo único que puedes hacer es quedártelas mirando mientras coges aire para poder asimilar de donde procede este vendaval. Ahora entiendo todas aquellas largas novelas sin sentido. No puedo parar de escribir y aún así es insuficiente, porque no puedo llegar a decir lo que quiero, porque no sé lo que quiero, solo sé que quiero perderme más. Más. Más de todo. Y es que sigue sin tener ninguna explicación lógica. No me ha dado tiempo a poder querer tanto de todo y contra más buceo en mi interior, más ganas y deseos encuentro.

La única forma que tengo de explicarlo es estando allí y aquí a la vez. Igual me he vuelto imbécil y he perdido la cabeza. Igual el poder sumirme en un abrazo puede hacer levantar pilares que estaban rotos. Lo peor de todo es dejarlo en libertad. Dejar que todo esto vuele y que sea y que se sepa. Y mi mayor miedo no es el de sentir esto solo, si no el de saber que ahora que he vuelto a la vida no voy a poder parar de luchar por esto que, entre otras cosas, ni siquiera sabía que existía. 

Hoy soñaré con que cada rincón del universo no está tan lejos de cualquier otro rincón del universo.