Aullidos del fin del mundo

lunes, 31 de agosto de 2015

El niño de ayer y de hoy

Le abrazaría e intentaría calmarle. Le diría que todo irá bien, que todo mejorará, incluso con la incerteza del futuro. Le daría aquellas palabras que nunca le llegaron. Dejaría que me contase todo lo que le pasa por la cabeza, que se desahogara, que comprendiese que no es el único extraño aquí. Le haría entender que a veces hay lugares que no nos pertenecen y a los que no deberíamos volver. Si tiene la oportunidad, que corra, que aprenda, que vuele lo antes posible. Que no tenga miedo de salir de su zona de confort, que allí fuera no son todo fantasmas. Le aconsejaría que cuando le hiciesen daño, en vez de sufrirlo, se riese de él. Lo acabaría asimilando y no sería más que una anécdota más en su pasado. Que no se rindiese pasase lo que pasase, eso era lo más importante.

Estoy convencido de que me miraría y él, todavía siendo un niño inexperto, me diría lo mismo. Eso es de lo que más orgulloso estoy de él.

lunes, 24 de agosto de 2015

Hasta la médula

Dejé de acomplejarme en cuanto me di cuenta de que era único. Algunos gritaban la palabra monstruoso, fantasmagórico, demoníaco. En parte tenían razón, se me había agotado la bondad. 

Ser malvado tiene sus ventajas, puedes hacer lo que quieras sin remordimientos. Nadie necesita esos estúpidos sentimientos. Son ridículos. Ser diabólico, digan lo que digan, es más divertido.

¿Creías que los cuentos terminaban con un final feliz? Por favor, desde que se comen a las pobres perdices es obvio que se masca la tragedia. Los villanos, en cambio, no tienen que dar explicaciones a nadie, les hicieron tanto daño que aprendieron a tomar sus propias decisiones y a crear lo que les decían que era imposible. Ellos van a contracorriente. ¡Debería valorarse ese esfuerzo!

La única diferencia entre un héroe y un villano es el bando en el que están. Así que lo mires por donde lo mires, todos somos los malos de la película. Solo que a veces, algunos van a parar a una de comedia y otros a una de terror.

Pero bueno, los malos deberían ser los reyes sembrando el pánico, ¿verdad?

¿verdad?



viernes, 21 de agosto de 2015

El lenguaje de la piel

Sus ojos transmitían un destello oscuro. Como si dentro de él estuviese todo apagado, como si realmente viviese entre penumbras. 

Siempre que le veía me sonreía con aquella media mueca, nunca llegaba a abrir la boca del todo. Supongo que no tenía motivos para regalarle a alguien como yo una de sus sonrisas. Me pregunté como serían. 

Caminaba cabizbajo, con la cabeza gacha e intentando camuflarse en las esquinas. Parecía estar allí, pero al mismo tiempo daba la sensación de que su mente le transportaba a cualquier otro lugar mejor, porque parecía que ningún lugar era el adecuado, nunca se le veía a gusto, siempre con aquellos suspiros y de nuevo la sonrisa de media mueca, esta vez con un pequeño temblor en el labio inferior que denotaba toda aquella inseguridad que reflejaban los posos en su rostro. 

La última vez que le vi me pareció más pálido. Olía a tristeza y reflejaba una inseguridad que me hizo estremecer. 

Se despidió de mí de la manera más insólita que esperaba en esos momentos. Un abrazo y de los cálidos, de los que duran minutos y notas como te crujen los huesos.

Fue allí cuando me di cuenta. Necesitaba ayuda, solo que no sabía cómo ni a quien pedirla. 

jueves, 20 de agosto de 2015

Agostado

No hay certeza  en la desaparición. Evadiendo respuestas, intentos, posibles encuentros. El bloqueo ansía esfumarse. La travesía no se detiene ni en los días más oscuros, aquellos días que a penas vivimos. 

Hay tanto fuego en mis ojos, mis venas arden y las llamas no se extinguen ni siquiera en mi estómago. No sé como detener este incendio. Demasiados palabras que no llegan, demasiada calor. Es... asfixiante. 

Corre. No mires atrás. Puede que debas mirar. Debes saber por donde vas a empezar a quemarte. 

miércoles, 12 de agosto de 2015

Rechazo

Odio este puto lugar. Hacen que me sienta pequeño. Infravalorado. Hacen que sea como soy, que no pueda ser yo mismo, exapandirme, sonreír. Estoy bajo un techo que debería ser el mío y lo siento como un extraño, uno de esos que él tanto detesta.

¿Cómo podemos hacer de un extraño alguien no extraño? Conociéndole. Pero es imposible. Aquí no hay lugar para eso. Estamos aislados y él hace que la soledad sea todavía mayor. No hay manera humana de huir, de escapar. Aquí no hay respuesta, aquí solo está el "quiero vivir mi vida a mi manera y tú no vas a cambiarla"

NO QUIERO CAMBIAR LA FORMA DE VIVIR LA VIDA DE NADIE, PERO...

NECESITO VIVIR LA MÍA.

No hay charla que pueda lograr cambiar el punto de vista de nadie. Cuando alguien no quiere ver, no verá. Estoy cansado, jodidamente cansado de ser el perrito faldero, aquel hijo no deseado, estoy harto de vivir por ellos y no por mí. No quiero terminar consumiéndome aquí. No me quiero ir apagando. No quiero morirme.

Pero a veces... a veces siento que no estoy hecho para estar aquí. No sé que va a ser de mí. Ni siquiera puedo contar conmigo.

Cuando hay el más mínimo cambio, un indicio impreciso de que las cosas mejorarán vuelve la lluvia de balas e incomprensión.

QUIERO SER UNA PUTA PERSONA NORMAL. DEJADME SER UNA MALDITA PERSONA NORMAL O JURO QUE QUEMARÉ LOS CIMIENTOS DE ESTA CASA.

domingo, 9 de agosto de 2015

El corazón del reloj de arena

Te podría contar el curioso caso de la historia que empezó del revés.

Se conocieron por los pies y terminaron caminando por sus besos. Nunca necesitaron quedarse para verse durante unas horas y volver a sus casas, deseosos de quedar otra vez. Ellos preferían dormir juntos, quedarse dormidos a mitad de las películas, porque ya no necesitaban una excusa para pasar el brazo por encima del hombro y prepararse el desayuno con legañas y desnudos, saboreándose de buena mañana. Eran algo especiales. Empezaban por el final, donde les habían roto el corazón numerosas ocasiones y acababan sonriendo, endiabladamente, al darse cuenta de que lo que suponía una convivencia no era más que su primera cita. 

Así fue como se dijeron hola al despedirse, porque ellos no se centraban en el drama de las situaciones y se quedaban con aquel sencillo revoloteo de todas las primeras veces, que juntas, formaron todas las que vinieron después. 

Las noches de verano

Es simple. No son más que pequeñas revoluciones encendiéndose como una mecha que está a punto de consumirse. Son llamas danzantes que alumbran todo ese hueco que parecía insondable. 

Las olas del mar parecen lenguas de fuego dispuestas a abalanzarse justo antes de la tormenta. Hasta que justo sucede, cuando el cielo conjura la lluvia, el incendio se eleva. 

La montaña ruge y el volcán entra en erupción. Lame las piedras y se abre camino haya por donde pasa. No le teme, el fuego se lleva todo por delante, la tierra arde de dolor y todo queda arrasado por la lava. 

Colisiona. Es una guerra de titanes. El fuego y el mar. Se respetan. Toman las distancias. Se mecen desafiantes. El fuego es devastador, el mar es poderoso. Empieza aquel juego. Solo puede quedar un vencedor hasta que las cenizas se adentran en el agua, nadando, divertidas, en busca de un gran tesoro, en busca de aquel camino que nunca encontraban y se veían obligadas a materializar. 

Dos fuerzas imparables se besan. Rugen. Duermen abrazadas. Se acarician. Se velan. 

Se dan una oportunidad, la que nadie antes les había concedido y la que ahora, en una noche de verano, les devuelve la vida. 

sábado, 8 de agosto de 2015

Camaleónico

Las fauces se cerraron tras el festín. Verdes pistachos y rojos escarlatas inundaban la estancia. Rezagada, se encontraba la desesperación, hilarante de tanta máscara y tan poco disfraz. 

Los coros hacían eco en las esquinas mientras los títeres se volvían autómatas inertes de nuevo. Porque allí las noches eran de ocio, de bailes, de cuchillos en la garganta y dardos en el pecho. 

Las risas se sucedían una detrás de otra, con aquel tinte maquiavélico que había mutado de sus voces de ultratumba. 

Dantesco. Voraz. Brutal.

Los monstruos resucitaban a la luz del amanecer. 

viernes, 7 de agosto de 2015

Satélites

Como si el mundo exterior arremetiese sin cesar. Alguien grita ahí fuera. Ha conseguido entrar. Ha logrado arrastrarme a la tierra. Trago todo aquel polvo sucio. Me sujeta. Me derriba. Vuelve la embestida. 

Tan solo soy capaz de ver las estrellas. 

martes, 4 de agosto de 2015

La inspiración del mar

Le gustaba recurrir a aquel lugar, entre tanta gente y a la vez con tanta libertad. Se quedaba sentado viendo las olas romper y el sol ponerse. Le divertía aquel cosquilleo que le producía el agua al lamerle la punta de los pies. 
Cuando se encendía el faro y la niebla cubría el horizonte es cuando sacaba aquel cuaderno de dibujo al que tanto cariño tenía. Se quedaba ensimismado recorriendo sus propios bocetos de aquel mar tan profundo y de aquellos barcos que contaban tantas historias.
Se dio cuenta al pasar la última página que se había hecho mayor. Que el mar ya le había contado todas aquellas historias que la gente jamás conocería, que solo aquel pedazo de océano y él susurrarían en secreto. 
Se acercó al acantilado, abriendo los brazos en cruz y decidió lanzar al aire todos los dibujos que le habían acompañado desde que descubrió aquel rincón. 
Se liberó.
Solo el mar y su brisa.
Solo él y su inspiración.