Aullidos del fin del mundo

lunes, 24 de agosto de 2015

Hasta la médula

Dejé de acomplejarme en cuanto me di cuenta de que era único. Algunos gritaban la palabra monstruoso, fantasmagórico, demoníaco. En parte tenían razón, se me había agotado la bondad. 

Ser malvado tiene sus ventajas, puedes hacer lo que quieras sin remordimientos. Nadie necesita esos estúpidos sentimientos. Son ridículos. Ser diabólico, digan lo que digan, es más divertido.

¿Creías que los cuentos terminaban con un final feliz? Por favor, desde que se comen a las pobres perdices es obvio que se masca la tragedia. Los villanos, en cambio, no tienen que dar explicaciones a nadie, les hicieron tanto daño que aprendieron a tomar sus propias decisiones y a crear lo que les decían que era imposible. Ellos van a contracorriente. ¡Debería valorarse ese esfuerzo!

La única diferencia entre un héroe y un villano es el bando en el que están. Así que lo mires por donde lo mires, todos somos los malos de la película. Solo que a veces, algunos van a parar a una de comedia y otros a una de terror.

Pero bueno, los malos deberían ser los reyes sembrando el pánico, ¿verdad?

¿verdad?



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