Aullidos del fin del mundo

martes, 31 de mayo de 2016

Los cadáveres que arrastramos

Los muertos nos provocan bailando por encima de una tumba, una que han construido especialmente para nosotros, cavando hondo y sin ningún tipo de escrúpulos. Se aproximan con cautela, sobornándonos con la paz y el silencio que podríamos llegar a amar. Son cadáveres que buscan la oscuridad, que nos arrojan sin luz, que solo quieren pisar la tierra que nos cubre.

Es fascinante su lenguaje, sus cuencas hundidas y la sonrisa suicida. Ellos adoran perder, viven para ver morir a otros, pero sin embargo, caminan a tu lado, con los brazos colgando y el pulso umbrío. No hay razón para escucharles, no hay corazón que les haga volver a latir el suyo propio. Quieren que te unas. Quieren verte caer. Quieren tan intensamente que hacen que los sueños ajenos sean su único reencuentro con el mundo de los vivos. 

Un paria, un fracaso moral, un saco de huesos que no quiere perseguir la luz de los faroles que alejan la vía de salida a lo que pudo ser. 

No podemos terminar sin dejar un rastro de sangre. No hay meta sin víctimas detrás. Los cadáveres se arrastran en la noche, clamando su retorno, clamando un cambio de pieles. Son ellos o tú.

Y tú, por suerte, nunca tienes suficiente. No lo suficiente como para saltar con ellos. Es mejor así. Es mejor llevar más peso en tus hombros y más verdad en los primeros rayos.

viernes, 27 de mayo de 2016

Les damos alas a los dragones sin fuego

Veo la revolución pendiendo de esa ventana. Es asomar la cabeza y escuchar al gentío pedir la cabeza de las brujas. Están todos en su contra, con las antorchas en la mano y el fuego crepitando en su ceguera. Están condenadas, todas ellas.

Alguien se levanta entre la multitud intentando hacerse oír. Es un niño que se ha subido a los hombros de otro más grande. Él no quiere sacrificar a las brujas, él quiere al dragón, acabar con la maldición desde la raíz. Quiere dormir y no ver el humo reptando por su habitación. El niño grita, enloquecido, con la antorcha más vívida de toda la plaza, se somete al rugido coral y pide sangre. Sangre que no conoce, sangre de palabra, la sangre que le han hecho temer, la desconocida.

La marcha empieza y todas las piras ennegrecen con aullidos fantasmales, con el dolor de perder el color en sus ojos, con lágrimas que se tornarán tierra. Allí ya no quedan nada más que restos. 

A la mañana siguiente una joven dama se acerca a llorar a sus hermanas, a todas ellas. Aunque su sangre era distinta, las sentía más cerca que su propia familia. No permite que nadie la vea más de un minuto. El sufrimiento es debilidad y la debilidad conduce al fuego. Al de la hoguera o al del dragón.

Se echa la capa y empieza a caminar, alejándose entre las grandes volutas de humo que saludan a su espalda, despidiéndose de una realidad que pudo ser, pero no fue. Despidiendo a su hermana, que es la única que sigue creyendo, la que todavía quema, aun habiendo quedado todo reducido al gris.

El dragón se ampara. El dragón recuerda. El dragón no rechazará a su estirpe, aunque sea el último de ella. El fuego les alcanzará a todos y cuando eso suceda, las brujas volverán a volar. Al mundo no le quedará otra que volver a creer.



jueves, 26 de mayo de 2016

El dolor no se alivia, se supera

La guerra acaba, pero la paz no empieza. Hay demasiados heridos, demasiadas ruinas, tantas cenizas por recoger...

Las calles volverán a llenarse, el sol volverá a alzarse, pero todo ese polvo, toda esa oscuridad permanecerá enterrada en los corazones. No podrán olvidarlo. No podrán seguir viviendo sin los suyos, no tendrán lo que les ha sido arrebatado. Sus ojos nunca verán de la misma forma.

Lo único que les queda es lo que les ha sido legado: la resistencia. 

domingo, 22 de mayo de 2016

Aquello que no pudo arreglar

Su única misión es sobrevivir. Parece un animal encogido, lamiéndose las heridas en las sombras, procurando que nadie note su presencia (o su ausencia, quizás). 

Hubo un tiempo en que no hablaba en pasado, ni en futuro, ni siquiera en un presente ambiguo. Hubo una vez en la que creyó que todo se volvería más caliente, que la sangre le quemaría al descubrir las maravillas del mundo.

Sin inspiración, dejó de sorprenderse. Quería ir más lejos, pero no hizo caso de los consejos. Se olvidó de poner nombres a las cosas y eso hizo que el amor se volviese un terrible desconocido. 

Cada vez que se acercaban a su espalda, le parecía que querían apuñalarle. No tenía motivos para creer hasta que miraba atrás. Allí se sentía cómodo, sin miedo, a un nivel superior. 

No había un lugar mejor. Nada más dulce. Nada que le satisficiese. Nada salvo el fin de aquel mundo. Su destrucción. La ruptura de esa ficción sangrienta.

Ese fin era su hambre y sus ganas.



martes, 10 de mayo de 2016

Quiero dejar de ser incertidumbre

Siempre hago lo mismo y luego me arrepiento tanto. Una y otra vez siempre me lo voy callando. Luego llego a casa y siempre acabo imaginando que hubiera pasado...
De tanto disimular no sé a quien engaño. Llámame cobarde, llámame como tú quieras.
Lo intento, me pongo frente al espejo y me cuento todo lo que tengo aquí dentro y a penas me deja un hueco para respirar. 

Lo detesto, porque a penas puedo dormir que cuando me despierto sólo quiero cerrar los ojos de nuevo. Todos esos intentos por abrir la boca... por dejar entrar a alguien.

Aunque me hago daño, alguien debe ganar los asaltos.

viernes, 6 de mayo de 2016

El dolor de estar vivo

Hoy han saltado a la vía del tren, justo delante de mí. Un grito sordo, sin tiempo de reacción, ni siquiera el tren ha podido parar hasta ser testigo de su propia tragedia. Me pregunto cuales serían sus motivos, si se lo había planteado durante muchos días o había sido una decisión espontánea. Quizás había tenido un mal día, una mala relación, alguien le había decepcionado. Nunca lo sabré, pero ese cuerpo caerá al vacío hasta que mi mente lo suplante con otro recuerdo.

Hay que tener mucho valor y hay que ser muy cobarde. Hay cosas que debes pensártelas dos veces, pero a la vez, no me extraña que haya gente que se lance, sin mirar hacia atrás, que se tire, que crea que lo que vendrá después no puede ser mucho peor. 

He tenido que enumerar las ventajas de estar vivo para no seguir su juego. Supongo que somos como las montañas rusas y no siempre podemos estar arriba del todo, pero a veces es difícil enumerarlas cuando la mayoría de veces lo ves todo desde abajo y con sombras. 

He escogido una con bastante prioridad. La razón de peso ha sido el poder hacer lo que te propongas hacer. Suena muy típico, lo sé y quizás hay otras razones mucho más honradas que no se me han ocurrido, pero... supongo que lo divertido de seguir aquí es que todo lo que desees está a tu disposición. Bueno, obviamente no todo, pero si sabes buscarte la vida tienes un abanico bastante amplio donde escoger. Aunque no es un camino de rosas! Incluso y así, saltar y olvidarlo todo no parece tan mal opción.

Me pregunto si alguna vez la gente que decide marcharse tiene sueño, de ese que tanta pereza da luego hacer cosas y que muchas veces acabas quedándote en la cama antes que salir de casa e intentar hacer algo, ni que sea caminar. Me pregunto si ese sueño acaba llegándole a todo el mundo, si cuando estás en la cama debes tomar la mayor decisión de tu vida y no eres consciente. Me levanto o me rindo ante la obviedad de la vigilia. No es tan sencillo como parece. Estoy convencido de que si no hubiesen obligaciones la mayoría optaría por seguir surcando las nubes sin caer de golpe al mar. 

La conclusión a la que llego es que no podemos tomarnos las cosas a la ligera. Hay cosas que se pueden evitar. Situaciones extremas que podrían rebobinarse con una buena conversación o un poco de esperanza.

Pero es tarde y tengo bastante sueño... apostaría por los trenes, descarrilando en mi cabeza, para que cuando me despierte, decida montarme en uno de verdad.