Aullidos del fin del mundo

domingo, 29 de septiembre de 2019

La mirada infravalorada

Cálmate. Cálmate y respira. No sueles respirar muy a menudo. Te has pasado los últimos años al límite, intentando superar unas expectativas que jamás podías cumplir. Incluso con todo eso saliste bastante victorioso. Quizás el problema haya sido seguir unas pautas que no te convenían. Seguir un camino que decían que era el adecuado pero que tú sabías que no era el que te iba a acercar la felicidad. Ahora cálmate un poco, por favor. Soy testigo de toda la pasión que sigue ahí encerrada. Sé del baúl que tienes bajo llave donde guardas el torrente que te hace vivir. Ese muro que hay entre él y tú no es el problema, es la solución. Te concentras en la belleza de los contrarios cuando deberías aferrarte a la rueda que te hace girar. Ves el dolor en todas partes e intentas que esa parte no sea para ti, pero el dolor forma parte del mundo, forma parte del aprendizaje que todos debemos seguir. 
Noto como vas menguando con el paso del tiempo, como el miedo se apodera de ti. Te veo creer que las oportunidades se disolverán a cada paso que des. No hay una edad prohibida, no hay una fecha de caducidad. Mientras tengas la determinación, mientras tu fuego no se apague podrás arrancarte las alas del brazo, podrás seguir luchando para encontrar el lugar al que perteneces. 

Tómate las cosas con calma. Tómate tu tiempo, pero no te detengas. Camina sabiendo que cada paso te acerca a donde quieres llegar. Puede que ese lugar no sea como te lo imaginas, puede que ese lugar ni siquiera esté tan lejos. Puede que esta vez al no llevar tanta carga tu corazón pueda respirar mejor. Quizás encuentres la llave que dejará de cerrar puertas. Quizás puedas probar a dejar de soñar para hacerlo realidad. 

La auténtica necesidad inminente no cejará si no paras de verlo todo con esa mirada infravalorada. Déjate ser. 

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Lo correcto

A veces hay que elegir lo correcto, porque es lo que debe hacerse aunque no sea lo que realmente quieras hacer. A veces te pasas demasiado tiempo ensimismado en tu NOSTALGIA, en una época llena de maravillas que nunca llegaron a suceder. Ves las cosas desde una lupa mucho más grande que cuando lo vivías en tus propias carnes. Las cosas nunca te parecerán bien, intentarás despertar de un letargo que te impide retomar el control. La SOMNOLENCIA te vencerá, te paralizará y buscará la manera de frenar tus impulsos. Todo lo que te rodea de repente se convierte en algo mustio y sin color. Es como si le hubiesen robado la vitalidad a la propia naturaleza, como si lo que un día fui no hubiese EDÉN en el mundo que pudiese recuperarlo. 
Me pregunto constantemente si eso es lo que soy. Si me veo reflejado en un descuido, en un tropiezo lleno de infortunios. Puede que haya descuidado el jardín en el que tanto mimo he recreado. Puede que lo correcto sea sentir ese miedo, absorber esas ganas de romper con todo, caer en mi interior para poder levantarme de la cama. Puede que el DESTELLO que me ilumina desde la ventana no sea solo un rayo de sol, puede que quiera decirme algo más, como que quizás haya un motivo por el cual continuar, que quizás mi mirada haya dejado de ver lo importante, que el blanco y negro que me acompaña a todas partes no sea el de la película protagonista, pero tengo un papel mucho más importante. Puede que estas briznas tarden en crecer, que el verde ya no llegue este otoño, pero no será el final. Lo único que no tendrá remedio serán las ganas de vivir. Si no hay forma de TRASCENDER el despiadado sentido de las agujas, destaparé las nubes que me ocultan que todo irá bien. Volaré con las alas que enterré. Me desharé del polvo, me desharé de la cáscara de mi voz más oscura y solo quedará lo correcto, lo que debe hacerse aunque no lo quieras hacer. Solo quedará la voluntad de inocencia. Solo quedará la sensación de que lo hice lo mejor que pude. 

viernes, 20 de septiembre de 2019

El día de después

Agárrate fuerte porque esto no se va a detener pronto. Mi situación a adquirido nuevos derroteros por los que hay que escalar con algo más que fuerza. Puede que si me imagino en otro lugar, si me veo haciendo cualquier otra cosa distinta a lo habitual pueda dejar de sentir como el fuego repta por mi estómago. Supongo que estaba demasiado ilusionado por cerrar capítulos que aún deben continuar. El susto pudo ser peor, pero el hastío no da señales de parar. 

Puede que todo se deba a que necesito dejar de querer llegar tan rápido a la meta. Aunque lo desee con todas mis fuerzas y aunque parezca que esté cada vez más cerca, quizás solo deba intentar acariciar aquellos momentos que tanto dicen que no se van a volver a repetir. Os veo tanto cuando no oigo a nadie pasar...

Aún me encuentro temblando. He podido comprobar de buena mano lo que es estar al borde del precipicio más alto una última vez. Puede que no haya una fecha de caducidad para nuestros sueños, puede que esos números solo estén en nuestra cabeza y lo correcto sea dejar de querer ser perfectos, dejar de querer ser como los demás. Mis circunstancias son completamente diferentes al día de después de aquellos que temen otros caminos más oscuros. Puede que el mío sea el que tiene más luz, puede que nunca lo haya visto así. Muchas veces me pregunto si se ha caído el sol, si se ha ido para siempre, si no puedo seguir el norte bajo todo este techo nublado, pero aunque me prometiste iniciar el viaje conmigo, no hace falta que vengas, ya voy yo, ya puedo salvarme solo. 

Aprenderé a respirar bajo el mar. 

domingo, 15 de septiembre de 2019

Piedad

Estoy asustado de morir pero creo que lo que más me asusta en estos momentos es vivir. He vuelto a perder. Soy un maldito perdedor. Llevo un año de fracaso tras fracaso. Llevo un año donde todos se van, donde todos mueren, donde todos dejan de quererme. Después de todo eso aún creía en mí, aún me inyectaba fuerzas en las venas, pero ya ni eso me queda, hasta eso me han quitado. 
Le he dado las fuerzas a los otros, a quienes lo necesitaban más. He confiado en lo imposible, en los límites que yo creía que se podían romper y mejorar, pero ahora la ola me ha tragado. No he sido capaz de mantenerme encima, no he podido nadar con más fiereza. Ahora solo pido piedad, una segunda oportunidad, una noticia que no me haga llorar. Ahora más que nunca debo salvarme antes que tú. Ya no queda barco, solo queda mar. 

jueves, 12 de septiembre de 2019

Preámbulo de despedida

Quiero convertirme en una bola de fuego y salir disparado hacia el infinito. Quiero extinguir el oxígeno que nos han arrebatado. Quiero dejar de sentirme al límite del precipicio. Quiero dejar de ver a todo el mundo allí abajo. Es como si el nuevo inicio no hubiese sido más que un preámbulo de despedida. Como si la ola que llevo intentando cabalgar desde el principio no supiese hacer otra cosa que embestirme, sin dejarme un minuto de descanso. Toda esta oscuridad no para de arremeter, de querer engullirme. Había olvidado lo que era estar en lo más profundo. Había encontrado algo de luz después de que sus ojos me la robasen. Ahora son otros ojos los que han desaparecido, los que han dejado huella, una muy pequeña. Tengo un nudo que me impide moverme, se expande por todo mi cuerpo, es como una enredadera de maldad, es una serpiente que me estrangula, que me enseña los colmillos cada vez que saco la cabeza del agua. Es difícil confiar en que las cosas saldrán bien. Es difícil mantener el tipo cuando todo se derrumba, cuando aquellos a los que querías te van dejando uno a uno. 
No me ha dado tiempo a quererte más, pero me dio tiempo a saber que te hubiese querido muchísimo. Odio esta sensación donde todos mueren a mi alrededor. Es como si fuese una peste que me persigue. Tengo que decir adiós demasiado pronto. Este año todo aquello que quiero desaparece, todo expira como si nunca hubiese existido. Me dejan tocado, me hacen preocuparme por ellos y luego se van de mi vida. Es como bailar en la oscuridad, es como si alguien me dijese que no soy lo suficientemente bueno para ser querido. 

Lo veo todo con los ojos entreabiertos, con un temor que nubla mis valores. No quiero creer que todo este camino haya sido en vano. No quiero pensar que el fin me tocará ahora a mí. Debo vivir por ellos, debo levantarme para darles una razón, para darles un sentido. Necesito una buena noticia, necesito que algo salga bien, necesito algo que se mantenga firme y estable, algo que no se rompa en mil pedazos. 

Cuida de él allí donde esté, Kiro. Ahora sé que no estará solo. Ahora sé que tendrá a alguien más y os veré cuando la lluvia me empape. Os veré cuando empiece a sonreír de verdad. Os veré siempre, porque siempre seréis parte de mí. Descansa en paz Shiro. 

lunes, 9 de septiembre de 2019

Se acentúan

Después de mucho tiempo, llueve. Se acentúan los golpes en la ventana,  las gotas se estampan contra el suelo y lo llenan todo de ese frío que sabe acoger. Si algo me han enseñado es que para huir de aquí no hace falta ser valiente. Basta con echarle un poco de morro al asunto y escabullirte por el agujero más cercano. 

La primera ola ha pasado. La segunda ha dejado un buen sabor de boca y la espuma empieza a retroceder, pero la tormenta aún está en activo. Hay demasiada agua que escupir, hay demasiado cansancio acumulado y ya lo noto en los brazos, pero no te vas a rendir ahora, porque es hora de poner fin a esta locura, es hora de seguir remando, es hora de acentuar nuestra fuerza, nuestros motivos, demostrar nuestro mejor golpe. No vamos a rendirnos. No, aún no. Puedo enfrentarme sin temor a esa ola. Puedo traspasarla, puedo hacer que mi cuerpo sea parte de ella. Voy a hacerlo. Voy a puto hacerlo. Vas a ver que puedo hacerlo, estés donde estés. 

Basta ya. ¿No ves que va a estallar? Esta muerte en vida no me deja atrapar mi aliento. Es inaceptable que conozca gente en vida con el corazón muerto. No debería haber una edad en la que parar, no deberíamos sentir que solo pertenecemos a una época en concreto. La vida es aquí y ahora y siempre hay una oportunidad. Nunca es demasiado tarde para intentarlo. No puedo esperar a ver qué vas a hacer después. No puedo esperar a dejar de sentir que soy el chico de los libros, aquel que estudia algo que no ama. Hay más, hay mucho más por desatar. Por eso debo acabar, por eso debo encontrarme a mí mismo. Cuando la ola caiga me beberé el resto. Será delicioso, será precioso. 

Quiero que sepas que siempre vas a estar dentro de mí y jamás habrá un sustituto que pueda suplantarte. Quiero que sepas que aunque hay nuevos lametones en mi vida tú siempre habrás sido el primero. Sé que me das suerte. Sé que toda mi fuerza se acentúa gracias a ti. Esta carrera es tuya.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Cuenta con ello

ODIO esta falta de valentía. Como me saboteo sin ni siquiera ser consciente de ello. Odio este dichoso olor, este perfume que huele al paso del tiempo. Pudo sentir el vicio en el AIRE. Puedo sentir como todo se va corroyendo y me limita, me encadena en un mismo sitio. Me siento paralizado en un mundo que antes parecía tener más luz. Es como estar a las puertas del infierno, como materializarse delante de tus miedos más profundo y no poder echar a correr, porque no hay nada detrás, no hay nada que pueda salvarte, ni siquiera esa huida que muchas veces te ha otorgado unos segundos de más. 
Además está esa MELODÍA estridente que no me deja descansar.  Es casi como una voz familiar, como si alguien quisiera darme algún mensaje que no logro entender. Me recuerda a mi infancia, a alguna canción de cuna que me cantaba mi madre cuando me era imposible dejar de llorar. Quizás siempre ha sido ella que sigue intentando calmar mi corazón antes de toda esta tempestad.
Es casi como si me SUMERGIESE en el mar. Como si mi vista se nublase al desaparecer todos los sonidos que me atacan en la superficie. Es como si el silencio quisiera tranquilizarme, pero sin embargo me hiciese estremecer al no encontrar un punto rígido al que agarrarme. Es como estar en una cápsula enclaustrado donde no pudiese respirar. Es como si realmente estuviese aguantando la respiración, como si pudiese contar los segundos que llevo intentándolo, pero en este caso no estoy jugando como cuando era niño, aquí nadie me aprieta la cabeza bajo el agua, pero sigo sintiendo toda esa presión.
Me gustaría poder ver el ATARDECER, poder ver como los colores cambian de nuevo. Me gustaría poder pasar a esa fase directamente, obviando todo el torrente que está por venir. Se me llenan los pulmones de agua salada, salgo y vuelvo a entrar en el mar. Las olas se divierten conmigo mientras mis manos se alzan para aferrarse a algo, a cualquier cosa, pero solo encuentran mi otra mano, como si yo fuese el único capaz de salvarme a mi mismo. 
Busco desesperadamente la forma de mantenerme a flote, una manera de dejar de ahogarme en mi propio cuerpo y creo que no existe, que no soy lo suficientemente hábil como para encontrar un punto de apoyo, de sacudirme el terror de mi piel y empezar a pensar con claridad. Creo que nunca llegaré a buen puerto, que no veré nunca más la tierra otra vez. Puede que mis últimas imágenes sean este azul oscuro que se expande en todas direcciones. Puede que la imagen más bonita solo la tenga al cerrar los ojos y mirar en el pasado. Quizás pueda cambiar los colores si pienso en otra cosa, en cualquier otra cosa. Entonces aparece ese destello blanco que me ciega, que me pellizca y me obliga a reaccionar. No es el pasado, es el futuro que me grita con todas sus fuerzas. Es mi propia voz. Es mi maldita existencia la que no me deja abandonar. Estoy a punto de tragar más agua, a punto de volver a embestir otra ola más. La veo, está encima mío, y luego vendrá otra y no parará. Cada vez será más fuerte y va a durar toda la noche, pero sonrío, lo hago sinceramente. No quiero que este sea el final, no quiero que mi RAZÓN DE EXISTIR sea la de conformarme y rendirme. Ya me cubre, ya la toco. Ya puedo ponerme en pie.