Aullidos del fin del mundo

martes, 29 de mayo de 2018

La guerra equivocada

Que oscuro está ahí fuera. A veces me descubro a mí mismo mirando por la ventana por si logro distinguir algo distinto del día anterior. 

Soy tan consciente de la lucha que quiero liderar. A donde quiero ir y cómo debo conseguirlo. Tengo tan nítido el lugar donde debe desarrollarse la batalla que no entiendo como puedo tardar tanto, como puedo estar tan atado de manos. Me pierdo a mí y pierdo el tiempo. No quiero ni debo causar más estragos, pero todo está tan roto, tan hecho pedazos que mi cuerpo no consigue aguantar más. Me levanto para borrar mi memoria. Me levanto para dejar la huella en el camino largo, el equivocado, el que eligieron por mí para no hacer más daño. Pero me muero más y más y más. 
No puedo rendirme porque no sé como rendirme. Es tan asfixiante, tan salvaje. No puedo depender de nada ni de nadie. Es como vivir en una casa en llamas. Aquí nadie sale ni entra. He decidido alejarme para acercarme. Cuanto más pasa menos seguro estoy. Es como si mi felicidad no fuese más que un producto deshaciéndose detrás de un escaparate. 

Quiero liberarme, quiero respirar, quiero poder no hacer nada sin lamentarme, sin sentirme mal por cada paso que doy, por cada dos que no. Me gustaría un verano para enamorarme, para descubrir, para reinventar.

Ya sé que estoy en un punto sin retorno. En el lugar equivocado. Demasiado lejos de la frontera que me marqué. Ya sé que he perdido todas vuestras historias, he perdido el poder abrazar al mar, mirar al cielo y flotar. Ya sé que solo puedo contar con un escudo de madera y una espada quebrada. Pero de todo este polvo, de toda esta oscuridad que invade la habitación algo debo poder sacar. Algo debo poder ver. Más allá. En otra guerra. Quizás la luz por la que lucho no brille tanto como tú. Quizás deba de dejar de llorar por alguien así. Te bloquea todas las salidas. Te desarma las destrezas. Te resta motivos cuando antes los ganaba. 

Me resisto a lo que fui. Vivo colgado en puntos suspensivos. Soy un hombre en mitad de un puente. Puedo parar el tráfico, puedo armarme de valor y alzarme en el bordillo. Puedo despegar y saltar. Puedo mover los brazos y empezar a volar. Puedo caerme hacia atrás y llegaría al mismo destino. Carreteras infinitas donde me indican una salida que no existe. 

Quisiera tirarme, pero no puedo hacerlo solo. No puedo moverme. No puedo más. 


viernes, 25 de mayo de 2018

La guerra de la cuarta pared

¿Cuál es la pared que diferencia a las personas de las máquinas? ¿Somos humanos porque sentimos? ¿porque tenemos empatía con los demás? Damos demostraciones de emociones, sentimientos. Nos rompemos, pero como ellos. Nuestros patrones no están claros, también tenemos tornillos que no nos funcionan del todo bien y a veces vivimos más fuera de servicio que en línea. 
Acatamos órdenes y las cumplimos porque está en nuestro sistema. No nos alejamos de lo correcto, y si lo hacemos terminamos en el vertedero. Un virus puede corroer todo aquello que estaba planificado y cuando nos arreglan pieza por pieza nos damos cuenta de que no somos más que un engranaje en la gran rueda de la vida. 

A veces pienso que lo único que nos aleja de toda esa tecnología es que tenemos el don de no poder ir más allá del vacío. Siempre hay algún reducto, algo que nos obliga a no poder apagarnos del todo. Quizás es eso lo que más envidio. El poder apretar un botón de reinicio. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

Puta guerra

Imbécil. Está ocurriendo otra vez. Lo has provocado. No puede salir nada bueno de esta situación. No avanzas. No progresas. No paras de caer. Necesitas una buena hostia y espabilar. 
¿A qué te lleva todo esto? Eliges el mal camino innecesariamente. Tienes opciones. Úsalas. No las abandones como la basura que eres. Estoy cansado de ponerme serio, de insultarte, de odiarte. No habíamos planeado esta vida. No habíamos arrastrado al mundo para recrear un futuro sin futuro.
¿Por qué siempre estamos persiguiendo algo cómo si quisiéramos desperdiciar nuestras vidas?

Aparece de una puta vez. 

domingo, 20 de mayo de 2018

Lo que pasa en la guerra se queda en la guerra

Se me llena la boca de ácido, como si la tristeza fuese solo mía. Yo era, ya no soy. 
Me asusto fácilmente. ¿Cómo dejo de crecer? ¿Cómo atesoro todo aquello que me tocaba hacer pero nunca pude en la edad perfecta? ¿Tengo tiempo o lo he malgastado? ¿Se callará mi consciencia alguna vez? Nunca es buen momento. 

Me gustaría ser capaz de comprimir los gritos en páginas. Nunca me desahogo del todo. Es como si el rango al que llego no fuese suficiente. Tengo demasiada mierda ahí dentro y por más que estalle no logro vomitar. 

No puedo prestar atención a lo que me importa realmente. Siempre está en un segundo plano. Lo eludo. Vuelvo cuando mi cuerpo no puede más, pero mientras tanto hago ver como si no estuviese. 
¿A caso no tengo claras mis prioridades? Y si las tengo... quizás me estoy dejando cegar por aquello "que debe ser" y no lo que "yo quiero que sea".

Nuevas sombras planean. Graznan malos augurios. Exigen la verdad. Quieren la verdad. Necesitan la verdad. Cuando les escucho puedo identificarme con la necesidad inmediata. Estoy tan roto como sus alas. 

Imagino la sensación de no haber perdido tu tren. Como debe de ser abrazar a la vida. Compartirla.
Es como si no pudiese ver que hay futuro, como si ya hubiese pasado.  Es como si la guerra fuese lo único que conozco. 

lunes, 7 de mayo de 2018

Preguerra

Lucha interna por saber que pasa ahí. Es una guerra fría que cubre de desdicha aquello a lo que toca. Te nubla la vista, el pecho y la razón. Borra la poca esperanza que quedaba y te enfrenta a una imagen que ha dejado de ser joven y valiente. 
Busco desesperadamente una mirada de libertad. Siento que la búsqueda está repleta de lagunas. Cada vez necesito más agua. Me siento deshidratado. Con ganas de acunarme en algún rincón y caer en el olvido. 

Nadie habla de milagros cuando estás ausente. Es todo tan solitario, tan asfixiante. No me siento preparado para combatir. No estoy hecho para las batallas largas. No quiero vérmelas con la multitud de cadáveres, con los fogonazos, con el peso de lo que vendrá. 

Me araño intentando despertar de una noche que aún debe pasar. No aguanto toda la presión. No me muevo bien en la oscuridad. Todo el humo de guerra me abruma. El mundo está tan dispuesto y yo me siento tan desamparado.

Mi alma me pide que la deje respirar. Que le de un lugar donde acampar. Un sitio donde pueda reír y llorar. Un paraje con emociones. Algo con más luz de la que ahora es capaz de ver. 

Somos hijos del miedo. 

domingo, 6 de mayo de 2018

Haces la guerra y no el amor

Desvías la mirada, las alarmas, la importancia de acariciar con tacto. Eres un amante rebelde dispuesto a saltarse las normas equivocadas. Reptas por la piel como un calambre repentino, con energía, con predisposición. Algunos dirían que te pareces más al fuego que se inicia en un amor de verano, pero yo, conociéndote bien, te comparo a un incendio desatendido. Tus lenguas se encabritan con el viento, derriten el oxígeno y se abalanzan hacia un océano que las apaga hasta las más puras cenizas. 

Cuando tu reloj interno se despierta no vuelves de inmediato a la realidad, te quedas un rato pensando en porque has frenado tus emociones, porque no te has comportado como querías en ese momento. Todo aquel fuego que te quema por dentro sale a relucir. Te lamentas, tragas todo el odio que sientes por ti y con tus palabras empiezas a hacer llover meteoritos. 

Eres tan intenso. Te encanta imaginarte en un lugar eterno. Una ciudad sin guerra, con la trama de tu esperanza. Donde la noche tenga presencia y te acompañe todas las mañanas de la mano hasta la puerta de tu casa. Quieres un mundo imposible que solo existe en tu cabeza. Vives tan desajustado que pierdes la noción de lo que está bien y lo que está mal. De lo que realmente importa. Tú corazón ha dejado de pertenecer a alguien más. Ahora es tuyo, lo tienes que cuidar. Un paso en falso y... 

Respira.

Conservas un mundo interior tan enorme que me duele que nadie más pueda verlo. Te nutres del amor. Un amor que buscas y desechas. Un amor que te ha construido y te ha derrumbado. Tu cruzada nunca se ha detenido. Es la guerra en la que andas metido. Un soldado entre los escombros, ayudando a un compañero herido, un amigo que ya lo ha perdido todo. Si no te despides pronto, puede que ya no haya nada por lo que luchar. 

viernes, 4 de mayo de 2018

Guerrero

Si te hace falta esta guerra para estar en paz eres libre de usarme como arma. 
Pero debes saber que nadie sale ileso del campo de batalla. 
Podrás culparme de cada derrota con una bala en cada uno de mis corazones. 
Después vendrán los lobos a aullar nuestro final mientras tu sonrisa muere en su garganta. 

Si buscas la redención deberás mirar hacia otro lado. 
Entre todo el humo quizás encuentres un refugio en la oscuridad. 
Habrás disparado tantas veces que ya no serás el mismo. 
En tu sombra tendrás que perderte para poder ganar. 

Si persigues la paz primero tendrás que afrontar la guerra. 
Allí donde antes te creías caído, será ahora donde te levantarás. 
Tu mente se abrirá para cerrar los miedos. 
Los lobos serán tu reflejo. No podrás si no verlos como a un igual. 

El único adversario a quien culpar lo encontrarás frente al espejo. 
No habrá que mirar hacia otro lado para distanciarnos de la verdad.
Aquello que ahora duele será la mecha que nos brindará un futuro. 
El final no comenzará hasta que seas capaz de ver más allá. 
Será la única manera de dejar de estar atrapado.