Aullidos del fin del mundo

jueves, 7 de mayo de 2020

Dragones y mazmorras

Las mentiras hay que saber atraparlas a tiempo. Las redes en las que se defienden no son más que los cuchillos que causan las heridas. 

Me pregunto cómo lograrás reconocerme si alguna vez vuelvo a ser el de siempre. Al menos sé exactamente cuando se torció mi camino; fue cuando no me dejaron volar. A veces sueño con no cometer ese error si alguna vez debo encargarme de alguien, si de mi depende su futuro. No voy a dejar que se pierda en esta senda tenebrosa. Aquí ya no caben más sombras. 

Si supieses todo el ruido al que hemos sobrevivido te sorprenderías. Aunque a estas alturas todo me parece aséptico, como si el sonido se hubiese muerto al traspasar las paredes. Mi voz se ha convertido en un deje lacónico de un consejo repetido ya demasiadas veces en mi propia cabeza.  

Cuando persigues un sueño no te planteas que debes renunciar a tantas cosas. Es como si fuésemos piratas voladores, una mezcolanza de la fantasía y la realidad. Nuestra mente nos saquea nuestras esperanzas y nos impulsa a seguir un camino que solo lleva al tablón de los tiburones. 

Si pudiésemos tener una pista sobre el futuro, si alguien pudiese ver lo que no vemos, lo que nuestra ceguera nos impide reconocer, quizás toda esta hecatombe no se produciría. 

No sé explicarlo, pero de algún modo creo saber el porqué estoy aquí. Es como si tuviese una misión y debiese cumplirla antes de que el mundo me engulla. Algo en mi interior me obliga a querer dejar huella, a darle una oportunidad a los que vendrán. Es como si la pesadilla en la que vivo fuese necesaria para darles el poder de soñar a aquellos que lo necesiten más que yo. 

Siento que mi cuerpo es todo alas, pero que todas mis plumas despiertan en el fango. ¿Cómo puedo mantenerme en pie si todo mi cuerpo se viene abajo? Es una lucha de gigantes. 

Siento que el secreto está en la atemporalidad. Antes pensaba que lo antiguo era aburrido, que no había que prestarle atención, pero ahora sé que justo ahí, en el pasado, es donde debemos centrarnos, es donde nuestra mirada debe fijarse. Porque somos aquello que una vez se equivocó y de ello debemos aprender.