Aullidos del fin del mundo

sábado, 31 de diciembre de 2016

No quiero sumar

Mecha corta. El año tiembla. Ya no le queda demasiado por contar. 

Hoy crece en mí una pequeña tristeza. No tengo fe en la evolución, pues siempre apostamos por la destrucción. 

Haremos el último esfuerzo. Nos juntaremos, brindaremos y volveremos a contar. 

La ciudad se ha vuelto demasiado pequeña y las huidas siempre acaban en la misma puerta. Eso es lo que este año me ha regalado: un segundo hogar al que volver, más sitios para escapar.

Pero la jaula se ha vuelto enana, opresora, me ha demostrado que ya no queda nada más por rescatar aquí. 

Las palabras son las que retendrán. 

Quiéreme más.
Quiérete más.
Quiere.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Aún brota la sangre de la herida de ayer

Voy a anidar, provocar, arrollar. 

No puedo borrar lo que queda de ti en mis manos. Todavía puedo tocarte cuando me voy a dormir, ya que eres mi vía de escape. Me paso la noche recordando al chico ideal y solo puedo desvelarme entre esponjas de recuerdos. No hay señales de vida, solo huellas digitales. 

Ni el tiempo ni el espacio pueden llegar a retenerte. Omnipresente, vuelas hasta mi boca, robándome todo el aire que respiro, el agua que necesito, el hambre que me obligas a pasar. 

Ni un solo día me dejas descansar. Me tientas, malnacido, con las mismas palabras que me distes al partir. Son mi oración, mi tatuaje, el que reside bajo la piel.

Puedo contar ya los años y veo la sombra tan cercana que me asusto. Dónde podríamos estar y mira donde estamos. 

Espero que me guardes igual de bien, en algún lugar; frío y desolado con certeza o en playas de arena blanca, donde el futuro nos enseñaría que no solo enterraríamos nuestros pies, si no todo el amor que a día de hoy, con desdicha a veces y suerte, algunas pocas, hacen temblar la piedra en la que me he convertido.

Aún me rompes. Aún es injusto. Sigue siendo tuya mi fragilidad.


miércoles, 21 de diciembre de 2016

Maldita Navidad

Solo se me ocurrían palabras lúgubres que aportar a la conversación. Quería matar a mis pensamientos, darles un entierro apropiado y mandar por culo a la cuenta atrás que iba avecinando el declive de mi edad. 

Esa dichosa fecha llena de luces en las calles, más gente de lo normal y un frío de mil demonios no me dejaba estar en paz. Me dolía todo el cuerpo y estar sentado delante de todas aquellas caras familiares que no me decían nada no me ayudaba en absoluto. 

El bucle había llegado a su fin e intentaba hacer recuento de todas las cosas buenas que me habían sucedido aquel año. Mi mano no llegaba a alzarse con cinco dedos, pero mientras me encogía de hombros supuse que aquello era mejor que nada y que valía la pena resignarse a cuatro días merecedores que al polvo que quedaba al ver el año terminar. 

Luego vendrían las metas de oro, las cuales duraban hasta mediados de febrero, donde las ganas de ser mejor persona se habían quedado entre los turrones y los mazapanes y te desapuntabas de todo porque ya irías en otro momento que te pillase mejor. 

No las tenía todas conmigo en eso de repetir el mismo patrón hasta la infinidad de los tiempos. 

Una vez volví al presente me quedé mirando las guirlandas que colgaban de la puerta. Había algo en ellas que te llamaba a entrar y a conocer a alguien sumamente feliz, fuese quien fuese el que viviese allí dentro; pero yo sabía que eso no era cierto. Demasiadas ilusiones ficticias que solo dibujaban una imagen que no era la nuestra, eso era lo que la navidad me decía a mí. 

Después de una larga jornada decidí calentarme mientras se hacía la comida. El olor a madera quemada me relajaba hasta tal punto que decidí quedarme tumbado mirando la pequeña hoguera que había creado con algunos troncos y hojas secas que tenía guardados en el jardín. 
El fuego buscaba una salida lamiendo las paredes, pero allí su único sustento era lo que yo les daría de comer. Sentía lástima al ver como la supervivencia de las llamas dependía de mí. Acabaría por ser todo cenizas. Supe reconocerme entre ellas. 

Cuando me di cuenta desperté con un dolor de espalda incesante. La postura de la noche anterior no había sido la mejor para mis huesos. Mientras me desperezaba noté que aún había algo de humo reptando por la hoguera. Con cuidado excavé hasta encontrar al culpable de que no se hubiese apagado del todo: una pequeña hoja de laurel que desprendía un olor un tanto peculiar. Soplé hasta que a penas quedó un pedazo de ella chamuscada. Ella quiso sobrevivir. Esbocé una sonrisa al pensar en esa frase. Si me ponía puntilloso, yo era el único que se estaba echando leña. Después de todo, siempre podía contar con que alguien me prendiese fuego, pero sería una buena medida de seguridad si el que empezaba el incendio no fuese yo mismo. 

El pequeño ángel del belén, el cual hice más por aburrimiento que por creencia,, me miró con picardía. 

- Si continuas con esa sonrisa estúpida cuando vuelva, ten por seguro que tú serás el primero en arder.





jueves, 15 de diciembre de 2016

A veces me enfrento, a veces lloro

En estos días en los que ya sería mejor sentirse muerto... estos días no valen nada. El tiempo no mata. 

Perdóname si voy despacio. Yo me transmito al exterior a través de mi monstruosidad. 

Merecería la pena una imagen que hiciese toda esta espera soportable. 

Tu forma de entenderlo... dónde quedó. 

Desde aquella habitación lanzamos un mensaje para todo el universo. 

La gente teme aquello que no puede comprender...

Tú sigues ahí sin paraguas.

¿Se puede saber qué esperas?

Yo ya no puedo aconsejarte. Es demasiado duro respirar. 

Sigo escuchando a la distancia los fuegos artificiales que llenan el aire. 

Demasiadas sobras en la calle. 

Se han reunido todos menos tú. 

Me esconderé en algún lugar donde me puedas encontrar. 

Voy a colarme aunque cierres las puertas. 

sábado, 10 de diciembre de 2016

Fuego y hielo

Creo que fue un acto de cariño. Mi cuerpo estaba dolido y vio la oportunidad de cerrar alguna de sus cicatrices. De todas mis ideas, volver al mismo sitio donde se abrieron creo que no fue la más inteligente que se me pudo ocurrir. 

Para nada fue tan poderoso como me imaginé. Tan solo necesitaba lo que necesitan todas las personas: sentirse queridas. 

No acabé sangrando, porque iba con la lección aprendida. Hablaba para no oírme, para no oírle. No sé hasta que punto la oportunidad que nos brindamos fue condescendiente o una evolución desesperada de un intento que sería imposible reproducir en un mundo que no fuese alterno. 

Fue contrario a mi naturaleza y creo que fue justamente eso lo que me incitó a forzar la situación. En un mundo donde las cosas se mudan y tan solo dejan un vago recuerdo que muy de vez en cuando se arrastra para tirar de las cadenas que nos unen, creí que violar mis propias reglas podría llegar a establecer una nueva perspectiva de las normas que siempre me he autoimpuesto. 

Bastante difícil es coincidir dos voces desconocidas en una misión suicida como para no darle al menos una oportunidad. 

Desde aquí puedo ver que todo se vuelve más frío y más pálido con el tiempo. Que la distancia, como vieja amiga mía que ya es, siempre te da y te quita lo mejor. Es una lástima sentir que mi cuerpo está tan mecanizado.

Una vez pasado el umbral he de reconocer que de poco me arrepiento. Es interesante coleccionar trazos de personas. Sus momentos, sus debilidades y sus pasiones. Las que nos entregan y las que descubrimos. 

De eso se trata todo esto, de crecer en ambos sentidos. 

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Puede que lo que me describas no sea el paraiso

He descubierto la manera de dejarme llevar. La he puesto en práctica y parece funcionar lo suficientemente bien como para tener la consciencia de un robot. De vez en cuando siento una fuerte ráfaga de energía anunciándome que las cosas son tan sencillas que tan solo tienes que darles una oportunidad. Realmente es cierto, últimamente me encuentro cantando en mitad de los pasillos, en el tren o en la calle. Antes no seguía el ritmo ni me transportaba a la canción, solo quería sumergirme hasta ahogarme en las letras más tristes que podía encontrar.

Si bien es cierto que veo más colores que antes, sigue habiendo cosas que me disturban un poco. No lo achaco a nada en concreto, pues seguramente no se trate más que de un pensamiento revoltoso que se ha escapado de sus cadenas. Le dije al tiempo que no quería seguir esperándole y que no le iba a dar la oportunidad de hacerme viajar al futuro. Me planté y me tomé los minutos que tenía como si fuesen siempre los últimos que iba a poder aprovechar, y funciona. 

Pero... ahí está el pero. Sé que es algo que va a ser imposible de desinfectar. Son como plagas invisibles, como un escape químico. Órdenes autoimpuestas de felicidad artificial. Es algo realmente feo, algo que debo desechar. Para ser libre debo apagar todas esas luces y dejar que el sol aparezca cuando sea su momento.

Ahora les tengo a ellos. Personas nuevas y viejas. Tengo voces de autores muertos que respiran más que muchos de nuestros vivos. Palabras enfrascadas que me gritan a la oreja. Amigos que llegaron de puntillas y madres que acechan en las sombras. 

Tengo tanto que me cuesta asimilarlo. Por eso me da miedo aspirar a algo más. 

Pero soy ambicioso y a mi mente le gusta abarcar más allá de lo que ve. Aun herida de guerra, ella es la que me incita, la que no me deja parar. Ella me recuerda que no estoy en el paraíso y seguramente esté en lo cierto, pero no me preocupa, porque mi otra parte, la que hierve mi sangre y me pinta alas en los brazos, no ha dejado de manifestarse desde que tengo memoria, y por ella es por la que estoy convencido de que mezclaré todos mis sueños e ilusiones hasta lograr abrir el parque temático de mis emociones. Algún día me detendré a mirar y estaré justo en el lugar que me pertoca. De momento, dibujaré el camino de la mejor manera que sé: entregándome a lo que siento en cada instante. 

viernes, 18 de noviembre de 2016

Cómo mirar a la cara a una palabra

Fue escribir las palabras cuando por fin alguien se dio cuenta de que quizás no era aquel chico amable y de sonrisa tímida que se sentaba siempre al final de la clase, si no una persona con algo más de profundidad, con sus problemas y sus temores y sobretodo con una sonrisa que escondía más de una cara triste. 

Por eso nunca le gustó escribir para los demás ni mostrarse abierto al público. Creía que si alguien quería conocerte de verdad debía salirle de dentro y acercarse a ti, pero pocos fueron los que lo intentaron y aún menos los que llegaron a ver como en realidad era. 

Aprendió que cuando llegaban a llamar a la puerta que estaba a unos centímetros de su pecho lo mejor era salir corriendo y hacer ver que no había nadie en la habitación, pues siempre que alguien entraba dejaba su casa como si un ladrón hubiese venido a robar algo de valor, pero al no encontrar lo que buscaba hubiese dejado todo boca arriba, y al toparse después con que lo más hondo de él estaba incluso más desordenado de lo que le costaba estar le producía un aturdimiento que podía llegar a durarle incluso años.

No obstante, después de tanto tiempo llegó a creer que nadie más llegaría a ver aquel rincón desordenado donde ya ni siquiera entraba luz por las ventanas. Fue por eso que dejó aquellas palabras verterse en lo más profundo de Internet, en alguna de aquellas redes sociales que tanto se frecuentaban, al lado de millones y millones de otras palabras que llamarían más la atención de cualquiera, pero sus palabras, por más débiles que sonases y tan diminutas que eran, que incluso parecía que quisieran desmaterializarse para aquella audiencia con ojos de robot, llegaron a más personas de lo que creyó posible y de esas tantas se presentaron en alguien que ya le conocía y que en un tiempo pasado también conoció como su sonrisa podía llegar a truncarse. 

Su contestación le hizo estremecerse. No de la manera en el que el frío recorre tu piel cuando sopla el viento de invierno por las mañanas, si no de la forma en que se te eriza el vello cuando tienes la sensación de que algo malo está a punto de suceder. 
No había más de un par de párrafos, pero se dio cuenta de que había dos erratas nada más empezar. Él siempre se fijaba en lo bien o mal que escribía la gente; eso decía mucho de ellos. 
En la respuesta le insista en lo mucho que le echaba de menos, o al menos eso es lo que él creyó leer entre líneas, y le recordaba que de cualquier cosa se podía llegar a salir, tal y como lo había hecho él.

Quizás para otro esas palabras no tuvieran ningún valor más allá de la mera típica respuesta que un amigo lejano podía contestarte, pero para él esas palabras, después de tanto tiempo, después de emborronar su cara con sombras y más sombras, le llegaron justo al pomo de la puerta que latía en su cuerpo. Las palabras le encendieron, le motivaron a hacer algo de lo que quizás se arrepentiría o se vanagloriaría más tarde. Esas palabras que residirán a oscuras en algún lugar, tuvieron más repercusión en él que años de verbos vacíos que le llegaban a oídas de gente que nunca se atrevió a mirar más allá de las apariencias. Las palabras, para él, llegaron a significar lo más valioso que jamás tuvo. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Antes de dormir

¿Por qué nunca sé lo que no es bueno para mí? Debería ser experto en lo que es bueno para mí, pero no. 

Supongo que una vez has hecho feliz a alguien, eso no significa que vaya a ser permanente. Eso puede cambiar y simplemente hacer que esa persona, con la que realmente te sentías en casa se vuelva un completo extraño, alguien a quien no conoces, y eso se vuelve aún peor cuando la persona desconocida eres tú mismo y te preguntas constantemente que cojones te sucede en la cabeza para nunca acertar con las decisiones.

Aunque siendo realista, al menos tomar la decisión de tener algo a salvo es mejor que una vida llena de preguntas sin respuestas. Aferrarte al nuevo mundo es más práctico de lo que parece.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Puedes seguirme a mí en vez de a él

Le daría el privilegio al primer valiente que me advirtiera de las serpenteantes e intratables colinas que me deparan en la superficie; dan verdadero respeto. 

Hablo desde la repetición que hastía mi naturaleza mímica e inestable. ¿A caso entiendo lo que digo? Supongo que tan solo me dejo llevar por la rutina autoimpuesta de las noches largas y de sueños intratables; y hablo de intratables y no inalcanzables porque más que sueños parecen criaturas entrañables al principio pero luego se vuelven bestias indomables que se ríen de ti, golpeándote cada vez que vas a girar la cabeza para buscarlas. 

Pero llega un punto en el que la importancia decrece y es más importante llegar a casa y pasar página que migrar las colinas escurridizas. 

Quiero creer que le doy al tiempo lo que él me pide y cada cosa llega cuando debe llegar. 

Pero... ay, cuanta inconformidad. 

jueves, 3 de noviembre de 2016

Título engañoso

Podría si quisiera, pero... a quién le importa. A mí no, pero podría, si quisiera, claro, cosa que no pasará, pero oye, podría pasar perfectamente.

En realidad me importa, pero no quiero pensar en ello, es decir... es tan estúpido pensar que podrías cuando ni siquiera lo vas a intentar. Pero la cosa está en que si lo intentase podría, ya me lo he demostrado más de una vez. Aunque eso de poder sin aptitud... ojalá quisiera. 

Que conste que lo haría como el mejor. 
Ogh, a la mierda. 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Otra vez

De hecho las pocas veces que me gusta algo es justamente cuando no debo elegir algo que me guste. Sin presiones ni obligaciones. Me gusta pensar, me gusta ir haciendo, respirando, viviendo. 

Cuando entro en estas listas infinitas con tantos deberes que cumplir solo busco la salida, los cinco minutos libres, tiempo que comprar, tiempo que tenía, que tengo, pero que pierdo, que se esconde o deja de existir. 

Ahora mismo estoy usando un poco de ese tiempo tan escurridizo. A veces lo encuentro a montones pero en un abrir y cerrar de ojos se me escapa y no sé muy bien como ha ocurrido. 

No sé si lo estoy tirando. Si todas estas horas las acumulo y las lanzo al vacío. Hay días en los que me gusta levantarme y detenerme en las cosas más básicas. En mi mochila, en las zapatillas desgastadas, en las piezas que forman mi habitación. Me gusta reseguirme el tatuaje y alzar los brazos al techo, hacer ver que el águila está volando de verdad y no solo en mi imaginación.

Reconozco que Noviembre es mi mes favorito, pero nunca quiero que llegue. Más bien... nunca espero que llegue. Es como el inicio de todo y no sé si estoy orgulloso de ello. Quizás espero demasiado de estos días, quizás simplemente los he convertido en algo tan especial que nunca estarán a la altura.

Me aterran estos 23 años, pero a la vez me dan fuerzas, porque si he aprendido tanto en este tiempo quiere decir que tan solo tengo que poner en práctica lo que sé y lo mejor vendrá después, cuando por fin me vaya volando con mi águila. 


sábado, 29 de octubre de 2016

La esencia de prescindir

Que irónico es vivir motivando a otros sin querer seguir. 
No es que quiera regresar a aquel pasado, pero a veces quiero recuperarlo. 
No quiero ver en tu reflejo esa expresión de sacrificio, esa mirada solitaria. 
¿Qué hago para encontrar una salida de esta realidad? Solo quiero escapar.
¿Cuál es el motivo para seguir? Ya perdí toda mi seguridad, no quiero fallar.
Me deprimo con tanta facilidad... quizás debería enfrentarme a esa debilidad. 

Quiero realizar de una vez lo inconcluso. Yo sé que hay algo más. 

jueves, 27 de octubre de 2016

Sabes bien como decepcionarme

Sigues sin mirarme a los ojos, así que mírame. Ya me he quedado sin apuestas.
Te has convertido en una cuestión de negocios. 

Todavía no has salido corriendo,  aunque reconozco que esperaba que al menos alzases la mirada. 
Supongo que seguimos el mismo camino que antaño, ese vaivén de mundos opuestos que tanto te deleita. 

Ya no malvivo en la periferia preguntándome si algún día llegaré a donde tú lo hiciste. Ya me convertí en ti, ya me di cuenta de que las sombras no son la respuesta a las pocas luces que me dejabas ver.

Inevitablemente siempre llega el momento, una razón que nadie más que tú o yo entendemos. Que me vas a descubrir que no haya descubierto... al menos si nada sale bien volveremos a empezar de cero. Mejor dejémoslo correr.  ¿No ves que no puedo darte tanto?

Que harto estoy de volver siempre a tu retorno. No vuelvas, quédate en casa, si es que allí al menos saben quien eres. Sólo te quiero destrozar la boca. Si tú te bajas yo no respondo. Te confundo tanto con el enemigo.

Y si te atreves a volver, mírame y dime si no es verdad que te arrepientes. 

lunes, 17 de octubre de 2016

Un mensaje para los osos

Se acerca la hora de dormir. Cerrad los ojos bien fuerte y no os asustéis si alguna vez escucháis sonidos austeros. Relajos, ha llegado la hora de descansar. Lo único de lo que tenéis que preocuparos es de soñar. Ahí nadie os molestará, nadie seguirá vuestras huellas, estaréis tan bien escondidos que solo os encontrarán si vosotros los deseáis. 

Acurrucaos hasta el fondo. Abrigaos, pues pasaréis frío. Con suerte seguramente notéis el calor que desprendéis. Estoy convencido de que será más que suficiente para asegurar el invierno. 

Pero estad atentos para cuando llegue el momento de deshacerse de la nieve, de sacudirse el polvo y mostrar la majestuosidad que ha despertado. 

Podéis estar tranquilos. Ya no hay hambre ni debilidad, ya no hay que cazar para sobrevivir. De momento os puedo garantizar que el único daño será el de no veros asomaros para saludar. 

Todo será mejor después. 

sábado, 15 de octubre de 2016

Respirar, transpirar, resucitar

En que momento perdí el control de mis sentimientos.
En que momento dejé de ser el capitán de mi navío. 
En que momento decidí aniquilar todo el dolor de mis sueños. 

Ya solo recuerdo los momentos como trapos de nostalgia. Ahora que por fin llueve puedo salir a la calle a beber mis tormentos. Al fin me he convertido en un adulto sin miedos, porque no siente, tan solo se limita a acudir a su cita semanal. 

No hay doctores que sanen, si no personas con frío que te alientan a taparse contigo, pero tú no aceptas, porque tu dolor va más allá, es algo innato en ti. Si al menos sus palabras calmasen tu pecho. 

Me he impuesto un castigo y es el de destrozar todas las calles que conducen al mismo sitio. Alguien necesita girar, ver más allá de su ciudad, de los cimientos que la sustentan, que nos sustentan. 

De un día aparecer alguien que me empujase al vacío y me sujetase al llegar al fondo, de un día encontrarme con la estampa de ser la mente en blanco de un escritor a punto de triunfar.

Si uno de esos días llegase, quizás y tan solo quizás, podría abandonar mis aires de vaquero solitario y cabalgar hasta la sombra más alta y una vez allí abrirme en cruz, despojarme de mi alma y cantar.

Y sé precisamente que es lo que cantaría:

"Que injusto tu orgullo que desgarró mi mundo"

viernes, 7 de octubre de 2016

Préndeme

Su voluntad había decidido por él. 

Una vez leyó que todos estamos destinados a cruzarnos con nuestras obligaciones y los deseos más profundos a la vez, que estamos forzados a decantarnos por uno de los dos. No hay forma de detener el dolor que causa la felicidad que todavía no podemos tocar. Somos tan impacientes... tan desagradecidos con lo que tenemos. 

El autor no dejó claro cual era la manera de vencer esa melancolía, pero le exhortaba a contemplar la belleza que destilaban las luces y las sombras que a todos nos rodean. 

No quiso escuchar sus ruegos, pues él creía que ese dolor punzante debía remitir de alguna manera, que la felicidad era algo más grande y que, por lo tanto,  debía tener más de un camino para lograr la dicha y que, una vez allí, se le devolvería todo el oxígeno que había derrochado en cada suspiro. 

Su voluntad se había sometido a aquellos pensamientos. Vagaba con la esperanza de encontrar una señal que lo guiase.

Nunca se dio por vencido, pero eso solo significaba  que su cuerpo se iba muriendo paulatinamente. Salía todas las mañanas a buscar algo que le hiciese reaccionar, pero solo se topaba con caras sin rostro, paisajes vacíos y sensaciones vacantes. No lograba sentir nada más que un odio que se iba consumando lentamente. Un odio latente que terminaría por convertirle en una persona completamente distinta a la que era. 

Sus ilusiones daban paso a la desesperanza y la incertidumbre. Ya no sabía a donde dirigir sus pasos, a penas recordaba como avanzar. Se arrastraba, deambulaba como un alma en pena. Sufría, pero no sabía de donde procedía toda esa aflicción. 

Su voluntad inquebrantable dejó de serlo. Ya no había ningún superhombre, tan solo quedaba la pena en sus ojos.

Hasta que decidió escribir. Se deshizo de todos sus demonios. Los enumeró uno por uno, todas las desgracias, los males, lo que le hacía estremecerse cada vez que pensaba en ello. Dejó que todas las lágrimas se unieran en un mar de palabras y después las rompió todas. 

Se quedó de pie, delante de todos los pedazos que le habían ido royendo poco a poco el corazón. "¿A dónde vas?", "Monstruo", "El amor que nunca tendré", "Celos", "Futuro incierto".

No había una manera de superar todo aquello. No había una única respuesta. No había una solución inmediata. Lo que había, era algo que descubrió cuando creía que el pozo donde estaba no podía quedar más hondo

Se dio cuenta de su voluntad, de sus anhelos, del afán por la vida que encontraba tan interesante. Su empeño y su obstinación le habían remolcado hasta el límite.

Fue entonces cuando comprendió que el límite le había ahogado. Que la frontera que él mismo había construido se había transformado en una cárcel llena de caminos amurallados. 
Había dejado que toda la confianza que desprendía, que todos los sueños que portaba se quedasen estancados en una fecha, en un lugar o en una persona. No había continuado sin remordimientos, porque cualquier acción le pesaba y se sumaba al miedo de poder perder una felicidad que el creía conocer, pero que jamás había tocado.

Su voluntad volcó el vaso de agua y respiró todo el aire que le había sido arrebatado. No volvería a ponerse límites. No volvería a ahogarse en tan diminuto cubículo de inseguridades. Ya no quería seguir siendo esa persona que tan solo se imaginaba logrando una meta, porque él, podía llegar a donde se propusiera.

jueves, 29 de septiembre de 2016

El niño atado a un globo

El título lleva puesto una semana ahí. No me atrevía a escribir estas palabras, quizás porque el niño que está agarrado al globo no quería dejarlo ir. 

Hace poco he aprendido que el futuro está ahí delante, pero el presente solo se vive una vez, y que, mientras sobrevuelo el mundo desde mi globo gris, se me hace imposible conocer a fondo las cosas.  

He dedicado demasiado tiempo a formar una persona que quiero ser, a idealizarme, a moldearme como si de un maniquí se tratase, pero yo no estoy hecho de madera.

Una profesora que conocí la semana pasada nada más verme ya me dijo que tenía cara de soñador, de persona que se tira por la ventana y se pone a volar. Me dibujó un globo y no hizo falta más que un par de días para que volviese a ponerlo en marcha y me fuese a otro lugar, con otras personas, con otras experiencias, con otros inicios. 

Soy la persona que conozco que más inicios ha vivido. En parte me gusta, porque puedo palpar esas emociones, puedo imaginarme hacia donde puede arraigar o no. Me gusta demasiado sentarme encima de este globo lleno de recuerdos y dejarme llevar.

Pero la vida real nos da más de una lección y alguna que otra bofetada. Ella misma me gritó al oído que los globos no tienen lugar de llegada, solo flotan y se mecen por el viento, no tienen familia y ni quieren tenerla. Deambulan solos por el cielo con el único propósito de llegar a un lugar imposible, porque antes de hacerlo, desaparecen, estallan y ya no queda nada de ellos.

Así que aquí dejo mi globo, lo dejaré suelto hasta que algún loco lo encuentre o hasta que él mismo se canse de flotar sin dirección. Hoy me monto en uno mejor, uno que piloto yo. 

lunes, 19 de septiembre de 2016

El mundo salvaje

Antes de que el sol aparezca me quedaré un rato aquí, hablándole a mi alma. 

Estaré a tu lado pase lo que pase. No dejaremos que nada nos afecte, seremos libres, al fin. Ya no habrá agujero al que volver, solo un lugar de reposo. Podrás empezar de cero y cuando digo cero, me refiero totalmente de cero. Deja por una vez que hable primero el alma antes que el cuerpo. La atracción del universo a veces no nos deja ver la verdadera identidad que se esconde bajo la piel. Si el frío te sienta bien, háblale, pues no suele quedarse aquí todo el año. Renuévate, sáciate. Son oasis que no puedes desperdiciar. Las tormentas volverán tarde o temprano y debes estar preparado. Te has erigido como el más resistente, pero incluso quien más aguanta el temporal también desfallece ante la entereza de la naturaleza. Bebe ahora que puedes, que debes. Bebe hasta tragarte el mar. 

Cuando despiertes te espera un mundo nuevo, lleno de posibilidades, tantas como tenías antes, pero que ahora puedes ver, que puedes tocar. Es el camino que has elegido, es el camino correcto. A partir de ahora no dejes de correr, porque este, mi querido espíritu, es un mundo salvaje y todos quieren ganar. 

sábado, 17 de septiembre de 2016

Un acto de amabilidad

Ser diferente no es mejor o peor, es ser distinto. No comprendo las peleas entre razas, entre gustos, entre las cosas que nos diferencian. A ti te gusta el pop y a mi el rock, ¿por qué discutir y no disfrutar de la música que nos expresa y nos hace ser únicos?

¿Si tu besas a una chica y yo hago lo mismo con un chico, a caso uno de los dos estará haciendo algo mal y no debería besar a la persona a la que quiere? Es amor, todo se resume al más puro y primogénito sentimiento del amor. Pero hay gente que no puede llegar a entender que dos personas de pensamiento distinto puedan llegar a compartir algo, una unión que heredan como humanos, como personas, como seres racionales. 

Y pensar que podemos extrapolarlo a casos tan graves como guerras. Ya no son simples disputas, un roce más o un roce menos, son catástrofes donde las personas se dejan la piel, sus vidas por algo tan patético como una diferencia. 

No entiendo porqué es tan difícil empatizar, respetar, simplemente dejar libertad a la hora de expresarnos. Somos artistas frustrados, queremos exponer nuestra obra en el mejor museo, en la mejor ciudad, donde todo el mundo pueda verlo y darnos una palmadita en el hombro. Somos egoistas. Creemos que nuestra verdad es la única verdad.

Y no. No es así. Pero hay verdades irrefutables, como por ejemplo que el amor es amor siempre. Verdades como que la familia se elige, aunque haya gente que crea que no, la familia son los lazos que les damos a las personas que nos importan, a las que consideramos parte de nuestra sangre, aunque no nos una. Hay verdades que no deberían ser arrebatadas de las personas. No podemos arrancar la identidad de otro, no es justo, no hay libertad en esa acción. No puedes decidir por los demás, no puedes simplemente cerrarte de mente y tirar la llave. No vives solo. No vivimos solos. Las cosas duelen. ¿Verdad que todos compartimos el dolor? 

Ser diferente no te convierte en nada malo. Ser diferente es un don, uno que todos tenemos. 

viernes, 16 de septiembre de 2016

Quebrantaparedes

Para ser feliz hay que movilizarse. Si es necesario, volar. Hay que desenterrar las raíces y dejarlas libres, para que busquen un nuevo hogar, quizás el verdadero hogar. 

A menudo nos preguntamos si hemos elegido bien. Si alguna de nuestras decisiones ha marcado un antes y un después, algo atroz o algo tan radiantemente bueno que deberíamos volver atrás para darnos las gracias. 
La belleza de todo esto que nunca lo sabremos a ciencia exacta. Hay millones de probabilidades, infinidad de hipótesis, pero de las únicas que tenemos que preocuparnos son de las que terminan al final del día. Si cuando despertamos tenemos ganas de salir de la cama, habremos optado por la mejor opción. Si por el contrario, decidimos escondernos, la solución no será enterrarnos entre sábanas y cojines, la solución será pensar en voz alta y actuar. 

Movilizarse no consiste solo en percatarse de los sueños y marcarse unas expectativas. Movilizarse no es tan solo coger el teléfono y preguntarle a alguien cual es nuestra mejor opción. Movilizarse consiste en cambiar de rutina, de pensamiento, de actitud. 

En un principio nos aterrará y huiremos a la mínima de cambio, pero en cuanto crezcamos por dentro, cuando veamos las semillas que podemos llegar a plantar, toda esa progreso que está en nuestro interior, todo lo que somos capaces, de lo que disfrutamos, del enorme potencial que a penas usamos. Cuando encontremos los motivos para viajar al lugar adecuado, seremos los primeros en deshacernos de estas cuatro paredes, las visibles y las que nos atrapan en nuestros más profundos miedos. 

Es momento de transición, de evolución, de ser la mejor versión de nosotros.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Ya ha hecho mucha calor

Nuestros cuerpos ya se han tostado. Nos hemos quemado por dentro y por fuera. Recorrimos senderos de fuego, nos quemamos los pies, nos volvimos cenizas y ahora queremos volver a renacer. 

Después de apagar el incendio a veces vuelvo a ver lo que quedó de él, como una ofrenda de despedida, una última oración al final de los días sin noches. 
Llegué temprano y lo encontré como siempre, como si un huracán hubiese pasado por encima y solo quedase lo que alguien se olvidó cuando su casa estaba en llamas. 
Pasé la mano por encima y aún pude sentir el calor en las palmas, un calor ínfimo, un calor frío, un calor de otro tiempo. Desde entonces siempre que vuelvo lo hago con lástima. No me gusta recordar esa sensación, así que solo me siento y veo al viento mecer los despojos. Le veo a él, libre de mí, yo libre de él, ambos perdidos, pero ganadores del presente que tenemos. 

Espero que a él al menos le haya valido la pena, pienso con cierto resquemor mientras construyo un montículo de leña, uno nuevo, que empieza a arder con fuerza y se aviva sobre la antigua hoguera. 
Es bonito ver a través de las llamas, ese efecto hipnótico que te aleja de la realidad y te absorbe a otra dimensión.

Ya ha hecho mucha calor, ya he construido una nueva muralla y ya pienso como lo hacen los soldados, con una misión por delante, sin remordimientos, saboteando y encogiendo su corazón si es necesario por un cometido mayor. 

El frío se instala en la pira. Lo veo jugar con las brasas, veo como lo abraza, se acurruca y me susurra que hay puertas que deben abrirse solo cuando el único calor que sientes se asienta en tu interior. 

jueves, 8 de septiembre de 2016

La invasión

Es inadmisible que el tiempo no te ponga en tu lugar hasta que las manecillas ya han dado tantas vueltas que no sabes muy bien en que punto de la vida te encuentras.

Al final te estampas con lo que querías, te lo dan en un envoltorio, con lazo incluido. En tus manos parece estar a punto de estallar. Nada más abrirlo ya lo quieres enmarcar. ¡Qué lo vean todos! es tu primer pensamiento. Quieres compartir toda esa fortuna con tu alrededor. Hay demasiado por hacer y el reloj suena con su taladrador tic tac tic tac. 

Inolvidables. Un par de días, pero son suficientes como para tocarte en lo más hondo. La oscuridad emana incontrolable. El tiempo cobra forma, números y fórmulas de negra apariencia. Sabes que tocará decir adiós muy pronto, que las despedidas nunca llegan a ser despedidas del todo, pero cuando echas la vista atrás te preguntas porque no pudiste llegar antes, porque no pudiste retenerlo, porque no formas parte de ello más que unos segundos.

Efímero, te destripas. Es una explosión de las bonitas, de las que no hacen daño. La ambición sale a hurtadillas, llena de polvo. Se alza victoriosa después de la refriega. Te invade una sensación desconocida. El cambio, la evolución. 

El niño deja a un lado su oso de peluche. Es hora de lavarlo. 

viernes, 2 de septiembre de 2016

Exorcizándome

Fracasé al escribirte, al cantar para ti. Fracasé cuando te amé tan fuertemente. Las palabras quedaron vacías, falsas. Las tormentas no solo sucedían en el cielo.  

Me sentí helado después del diluvio. A penas pude pronunciar palabra, me quedé callado durante meses. Mi cabeza te sentenció a la guillotina. Nunca hubo peros que sirviesen, ni los hay. Habías cortado mis alas y no solo eso, si no que te habías llevado todo lo que había apostado por delante, me arrebataste mi libertad, mis ganas. 

Valientemente me quedé en silencio bajo la ducha, expulsándote. Mi pecho acogió a todo tipo de demonios, hasta que me uní a ellos. Era divertido pecar, hacer daño sin que importasen las consecuencias, bailar encima de corazones ajenos, era divertido hasta el punto de ser vomitivo. Probé a ser tú hasta que me di cuenta de que era mucho mejor ser yo. Lo único que sucedía era que mis inseguridades se alimentaban de tu recuerdo, de tu eco, de esos malditos ojos que rayaban lo absurdo. ¿Nunca pensaste en volver y exorcizarme de ti?

Tuve que sacar fuerzas de flaqueza para enfrentarme a ellos.
Los envié al infierno, no sin antes decirles que te mandasen recuerdos y mis bendiciones, por si algún día decidías afrontar los tuyos propios. 

lunes, 29 de agosto de 2016

Semiautomático

Que sencillo resulta ser tú. 

El lugar donde has nacido te ha dado la vida. Esas personas que te rodean han apostado por ti, se han mojado por ti, matarían si hiciese falta. Lograr tus habilidades debe de ser imposible para los mortales. El dinero se transforma en amor y el amor se vuelve popular. ¿Quién no se conoce tu nombre? Todas esas fotos, todas sacadas de cámaras caras. Aún recuerdo mi primera imagen colgada en la pared, hecha con cera de colores, un dibujo de dos figuras sonriendo. Ahora solo sonríe una. Las diferencias parecen crecer cada día más. Lo que antes no importaba se ha convertido en un animal salvaje. Los pueblos pasaron a ser ciudades y los amigos desconocidos. No puedo comunicarme contigo, la modernidad te ha consumido. Por fin te has convertido en el adulto que siempre habías soñado ser, aquel del que todos oyen hablar, pero que muy pocos saben de donde proviene. 

Que sencillo resulta ser alguien como tú. Ser otro más, parte de la multitud, otro fantasma de la sociedad. Que fácil es romper lazos y que difícil conservarlos. Al menos hay un dibujo en mi pared de quien solías ser. Por suerte te guardo dentro de mi memoria. Que bonitos tiempos. Que bello era compartir lo más intrínseco de nosotros. 

Ya nadie quiere volver a esa época excepto yo. Quién sabe, igual ya no quedan más que restos y baúles vacíos. Seguramente tan solo quedo yo balanceándome inocentemente en algún columpio chirriante indicando con la mano la salida más rápida hacia casa. 

viernes, 26 de agosto de 2016

El lobo feroz

Hay palabras que suenan bien, por ejemplo: azúcar 
Cada vez que la pronuncio me viene ese sabor a golosina que tanto me gusta, esas tardes después de salir de clase e ir corriendo a la tienda que estaba justo al lado del colegio, donde recuerdo que siempre me atendía un señor mayor con cara de estar ejerciendo algo que realmente le hacía feliz.

Hay varias, una de ellas sería amanecer. Con esta palabra me pasa algo curioso, no tengo ni siquiera que pronunciarla, con pensarla en mi cabeza se abren las ventanas y entran pequeños rayos de sol. 

Somnoliento. Tengo dudas con esta. Le tengo cierto cariño, porque suena a una palabra vaga pero inocente, como si fuese un niño que no quiere crecer. Está entre la vigilia y la realidad. Supongo que la tengo en esa posición porque se parece a mí. 

Luego están las palabras que me echan atrás. Si pudiese, las borraría.

Límite. Me bloquea la mente. Cuando está a punto de salir es como si cumpliese su función al dedillo. Siempre está en frases que lo impiden todo, que todavía no se pueden cumplir. Se puede escribir en algunos deseos, pero parece que ella misma, irónicamente, se pone límites que no puede cruzar. 

El recoveco que crea este vocablo cuando lo digo en voz alta parece que no tenga hueco. No hay por donde cogerlo, demasiado retorcido como para darle el visto bueno. 

Podría recoger aquí millones de palabras, pero creo que terminaría por apuntar la misma cuando se trata de una palabra que me resume, que me da miedo, que la miro de frente y la odio. 

Huir. Podría llamarme de esta manera y a penas se notaría el cambio. Es algo así como mi hermano gemelo escrito. Cuando recurro a él me entiende y se viene conmigo hasta lo innombrable, pero cuando necesito enfrentarme a las cosas que de verdad importan se me queda mirando desde una esquina, con esa cara de ser la respuesta ideal para todo. Le quiero y le odio. Últimamente me decanto más por lo segundo. 

Hoy estaba pensando algo extraño. Se me vino la idea de cómo sería vivir una vida donde no quisiera desaparecer, una vida sin prisas, sin metas a largo plazo, sin decepciones constantes, solo con la sensación de estar haciendo las cosas bien, de haber cogido el tren correcto.

Luego he pensado que huir nunca ha sido algo malo. Si huía era porque quería alejarme de algo que no me hacía sentir bien. Huía para encontrar. Huía por la felicidad. Así que no voy a dejar de huir nunca hasta que ese odio se convierta en amor y ese amor se impregne en los días, en los minutos, en mi forma de hablar y de escribir. 

Huiré hasta cazarlo.


lunes, 22 de agosto de 2016

La coreografía de agosto

Va quemando las últimas noches de verano. No necesita ropa para alardear. Tiene la pista de baile para ella sola. No se preocupa en que alguien se fije en sus movimientos, ella baila para desahogarse, para mandarle un mensaje al mundo que le rodea. Sus pasos alardean de una belleza que no está escrita en vestidos caros y maquillaje. La canción llega a su auge y se queda quieta con la cabeza inclinada hacia atrás. Su melena llega casi hasta el suelo. Las luces parpadean y en la pista solo esta la figura de una mujer dejándose llevar por la noche calurosa. Se estabiliza. Ella es alta y de ojos claros, pero en ese ambiente a penas se pueden distinguir las personas de las sombras de colores. Su ritmo decae, pero su cuerpo sigue tambaleándose al compás de la canción. Es una balada, de sus preferidas. Alguien la escribió para que no se bailase solo, pero ella va a hacer una excepción y le va a dedicar un abrazo a su cuerpo. Así, rodeada con sus propias manos, se despide de una época que la vio derruirse, donde no sabía consolarse sola, donde su cuerpo no podía andar más allá de su propia cama. Baila con el corazón, aunque algo mareada por todas aquellas copas de más que quizás no debería haber bebido esa noche, esos meses, ese pasado que ahora está pisando con fuerza.

Sale cuando está a punto de amanecer. Nunca ha sabido distinguir muy bien cuando es de día o cuando es de noche una vez empieza el verano. Por suerte, el cielo le va dando pistas de que se acerca otra etapa, algo más fría, algo más oscura; pero ella sonríe, porque le gustan las nuevas etapas, le gusta el frío y la oscuridad siempre ha sido su pareja preferida de baile. 

jueves, 11 de agosto de 2016

Irreemplazable

No pretendas que te olvidaste de mí. No intentes confundirte, soy de los que logran perforarte. 
No intentes huir, ocupo todos los lugares de emergencia. Si consigo reptar todas las noches hasta tu botón de pánico habré logrado mi objetivo. Te cazaré. Tendrás que tener cuidado por donde pisas, porque esto está lleno de trampas para osos. Yo podría llegar hasta ti descalzo, pero como te olvidaste de mi nombre por más que grites no te iré a buscar.

Aunque he de reconocer que me gusta seguirte, quedarme cerca de los árboles y ver cual es tu plan de escape. De nada sirve correr, está demasiado oscuro como para arriesgarse. Si tan solo pudieses gritar mi nombre...

Yo tengo el tuyo esculpido en el pecho. Me traspasa la piel. Quizás podrías guiarte gracias a la sangre que dejo al arrastrarme. 

Quizás, si me encuentras, te darás cuenta de que no puedes librarte de mí. Hay vínculos que ni la distancia ni el tiempo pueden romper. Hay personas que están tatuadas en lo más profundo de ti. 

Supongo que puedo dejar que te pierdas en ese bosque. Mi sangre será lo único que tendrás para beber. Me parece justo. Yo me vacío y tu te llenas, pero al fin y al cabo los dos nos marchitamos.

lunes, 8 de agosto de 2016

Mi nombre es engañoso

¿Qué cuál es mi nombre? 

Ten por seguro que no es venganza, es realmente poco productivo. 
¿Despiste? No, tengo bastante claras mis metas.
Nostalgia susurran algunos. Más bien pasado que me persigue. 
Chico triste. Tú sí que me das lástima.
Perdido. Hasta las trancas.
Orgulloso. De volar de nuevo. 
Enamorado. De no recibir más disparos.
¿Herido? ¿Y quién no?
Cabreado. Con el mundo que me rodea. Con el mundo que voy a cambiar.
Sin remedio. Hay cura para todo.
Extravagante. La gracia reside en ser uno mismo.
Soledad. Amistad inquebrantable. 
Invencible. Superhéroes de la supervivencia. 
Todavía no tengo razones para desistir, pero sí mucho tiempo para imaginar.
Solo necesito expresarme más allá de este mundo. Ese sería un buen nombre.


¿Entonces cuál es tu nombre?

Yulen.


sábado, 23 de julio de 2016

Basura espacial

Iniciando la desmaterialización. El ascenso hacía lo desconocido.  La gravedad desaparece. Tan solo pesa lo que nos llevamos de los nuestros, de los vivos y de los muertos. 

Desintegración de las palabras. El silencio nos abofetea. Nos tiende los puentes que no vemos. Se deshace en cumplidos primero y después se deshace de nosotros. Basura espacial. 

Estamos tan cerca de conocer la verdad, de hablar con las estrellas, pero es eco todo lo que resuena en nuestras cabeza. Se limpia poco a poco, filtrando nuestras emociones, dejándonos como un cuaderno en blanco.

El tiempo es relativo aquí arriba. La vida trata de flotar y avanzar, de despedirse de los agujeros más oscuros, de seguir remando con los brazos en busca de un nuevo mañana. 

Una vez pensamos en volver a la nave, pero no había nadie esperándonos allí, aunque hubiese una probabilidad de volver no nos resolvería las inquietudes que albergábamos, así que decidimos improvisar y conquistar las últimas horas de oxígeno que quedarían grabadas en aquel mar de petróleo. 

Flotar y avanzar. Sin arrepentimientos. Todavía necesitamos más tiempo.

domingo, 17 de julio de 2016

Dondequiera que vaya

Algunas personas intentan buscar la magia, pero ninguna la encuentra como yo, estando tan cerca de la locura, de la perdición, del riesgo.

Voy a intentar algo nuevo. Algo que me haga sentir lo que tú me hiciste sentir.  Voy a amasar esos recuerdos que me alentaron para retomar esa magia. Volveré a la playa por la noche y me sumergiré en el cielo estrellado en busca de aquellas tardes lluviosas donde todos nos encontrábamos en guerra contra las hordas que arrinconaban nuestras esperanzas. Volveré a las horas largas, donde debía llegar pronto, pero nunca lo hacía, porque me gustaba apurar, degustar el plato, sentirme mayor.

Volveré a la nieve de Enero, bajando de aquel tren, pensando en la semana más larga de mi vida y en lo que eso conllevaría después. Os veré a los cuatro. En un árbol, con nuestras iniciales. Te veré en la biblioteca, ayudándome a desprenderme de mis miedos. Tú te esconderás tras las puertas de las clases, incitándome al principio del descenso. Casi muerto, volveré a volar en una ciudad que no es la mía, pero me pertenece. 

Cuando las sombras caigan, los puentes se alzarán. Podré sentirme casi como si la historia se repitiese, como si viese un reflejo de mí en otra persona. Entonces cogeré todos esos fragmentos y cuando llegue a la meta los esparciré cerca de la orilla. La marea se los llevará. La marea me tragará.

Y cuando esté cerca de la locura, cuando aprenda a querer volver a respirar y subir a la superficie, allí la encontraré. La magia que me ha llevado hasta aquí, hasta el principio, hasta uno que grita y patalea: No puedes perder lo que has ganado, porque ese es tu mayor tesoro.

La magia está dentro de mí. Está algo tocada del ala y no se lleva bien con los extraños, pero vale la pena apostar por ella. Y aquí viene lo mejor y es que no necesito a nadie para darme cuenta de que es ella quien me hace especial. Mi fe. 

Creer en ella fervientemente. Eso es quien me hace ser yo.


jueves, 14 de julio de 2016

Espero no ser mi único amigo

No sé porqué, pero siento que estoy mejor quedándome en la habitación en la que nací. 
Miro afuera y veo un mundo mejor sin mí, donde no estoy para tratar de transformarlo. 

No veo las cosas de la manera correcta. No soy el que conoces.
Mira, he matado a un hombre y todo lo que sé es que soy el que corrió y se fue.

Estoy abierto un instante y en cuanto te despistas ya estoy perdido en el mar. 

Sé que piensas dos veces acerca de tu vida, probablemente en la noche, ¿cierto? Lucha contra ello. Abraza el dolor. Enciéndelo. Basta ya de las conversaciones de un solo sentido. 

He encontrado mi camino. Está en un lugar y tiempo equivocado. 
No sé si esto es una rendición o una revuelta, si esto va sobre mi o mis demonios. 

A veces tienes que sangrar para saber que estás vivo y tienes alma. 

Aterrorizado de lo que eres y en lo que te has convertido, dices que las telarañas han anidado dentro de ti. Vas a esconderte de todos, negando que necesitas a alguien.
Caminando como un fantasma caminas entre todos tus conocidos. Dices que estás bien pero has perdido todo tu esplendor. 

Sé que quieres irte, pero no alejes tu vida de mi. Voy a estar escuchándote todo el día y toda la noche. Voy a abrirte camino en esta autopista de locos. 

viernes, 8 de julio de 2016

Los dieron por muertos (Ausencia injustificada)

Todavía alcanzo a ver como el sol se marcha tras la montaña. Todavía tengo tiempo de pensar en las cosas que sucedieron accidentalmente. Aún me arrastro hacia esas ideas. Hay noches demasiado oscuras. Hoy parece ser una de ellas. 

Quiero convencerme de que es lo mejor, de que vuestra ausencia está justificada, que cuando el mundo se vuelva inestable los brazos me empujarán a la cubierta. 

Querría creer que las historias que escuché no son del todo ciertas, que se puede leer entre líneas y descubrir que todos estáis escondidos bajo las camas esperando a que alguien os encuentre. 

Me gustaría daros una oportunidad. Dejar de perdonarme y empezar a perdonaros. 

Estoy tan cubierto de miedos que a veces prefiero este eterno silencio donde no hay nadie que me moleste, donde la única lucha es apartar la lástima de veros desaparecer.

Crecer dejó de ser divertido si ya no estáis, si os marcháis, si nos abandonáis. 

Es tan desesperante sentir que el mundo está tan lleno de vida y que compartir esa visión esté en peligro de extinción. 

Ambos lo sabemos. No hay vuelta atrás. No si no hay nadie que se moleste en darse la vuelta y rescatar esas miradas lastradas de nostalgia. Miradas llenas de miedo, miradas que vieron el peligro, que se hundieron, que sobrevivieron, que sobreviven, al menos, un día más.

Es triste veros partir.


lunes, 4 de julio de 2016

Ya puedes calmarte, mi niño

El sabor se guarda unos días. Es exquisito, como el mejor de los manjares. A penas se nota la parte agridulce que una vez casi te hizo estallar. Dulce como el caramelo que me daba mi abuelo cuando llegaba por la tarde después de la escuela. Le echo de menos, como echaré de menos esta sensación. Dura tan poco que a penas puedes llegar a darle un buen mordisco pero vale la pena todo lo que tienes que pasar hasta llegar a él.

Podría ser muchas cosas. Podría haber elegido otro camino, más duro o más estable. No sé donde quedará ese futuro que ya no reside en mí. Ya no quiero pensar en ello, ya no es de mi responsabilidad. Yo elijo, yo crezco y yo soy dueño de mis pasos, de los auténticos, de los que me hacen ser la persona que soy a día de hoy. Quizás nunca me equivoqué y este es el lugar que siempre me ha correspondido, quizás llegué tarde, pero llegué o quizás debí meter la pata para darme cuenta de las cosas. ¡Qué más da!

Cosas como que la vida nos depara sorpresas, pero solo si somos lo suficientemente listos y valientes como para rectificar, como para errar, como para no abandonar nunca ese tren fantasma que murmura a veces. Ahí estás, subido, con el viento en la cara. Ya era hora, amigo, ya era hora.

sábado, 2 de julio de 2016

Aráñame el corazón

Ni los pequeños logros te sacuden por dentro. Ni un pequeño temblor. Te has vuelto árido, desértico. Te ha secado por dentro y por fuera. Ya no sé si sonríes, lloras o estás enfadado con lo que te rodea. Ni un ápice de emociones. 

Te arrancaron todo ese cariño y ya no hay ningún motor que pueda volver a encender lo que un día fue el faro que más iluminaba desde millas y millas de distancia.

Quien sabe si algún animal perdido podrá desenterrar todos los huesos de tus sonrisas.

martes, 28 de junio de 2016

Réquiem del bestiario de los cuatro elementos

La melodía de piano es suave. Nada por la estancia como si estuviese en el mismísimo mar. Relajada, sin demasiados contrastes. Sube y baja a un ritmo pausado pero con energía adormecida. A penas es un murmullo cuando de repente toda la fuerza cae como un rayo fulminante. Suenan vientos que atraen a lo desconocido.

La música te transporta a un bosque lleno de tupidos árboles. A penas se ve el sol desde la maleza. Las flautas se oyen en cada flor, en cada animal. Pájaros de todos los tamaños trinan dando los buenos días a la naturaleza. El río nace de fondo y las hadas del bosque empiezan su ritual. Las hojas danzan a tu alrededor. Las sombras de los grandes troncos te hacen descuidarte un momento y caes irremediablemente en un sueño profundo. La cama hecha de hojarasca alivia tu caída. Las ramas te abrazan. Los silfos se asoman. La tierra despierta.

El agua te lame la cara. Despiertas en el fragor de un batalla en el mar. Las velas de los barcos están arrancadas. Las olas miden tres veces tu tamaño y la tempestad a penas te deja escuchar la canción que cantan las sirenas guarecidas bajo el mar. La lluvia se mezcla con el agua salada y la gran ola viene a derribar todo a su paso. Te ves sumergido en una prisión de agua. El azul nunca había sido tan oscuro. Ya no hay sonido, ni siquiera en tu cabeza puedes escucharte. Intimida, pero te quita todos los miedos. Un pequeño violín suena a lo lejos, en lo más profundo del océano. Una extraña espiral de burbujas empieza a escalar por tu cuerpo. Los hipocampos se despiden con un rechinar de dientes.

Unas trompetas te anuncian la llegada de los ángeles. El aire que se respira es tan puro que das otra bocanada para estar seguro de que es real. Las nubes y las aves te dan la bienvenida. Te recogen en sus alas y se precipitan en caída libre. Sin temor remontan el vuelo y planean alrededor de una cumbre nevada. Una vez pisas la nieve regresas a la infancia. Esa sensación de crujir el hielo te devuelve a tu estado más original. Te tumbas en mitad de la espesura blanca y dejas la mente levitar. Libre, te alejas de tu cuerpo, de tu carne, del recipiente. Ahora eres un dragón blanco que ruge con toda grandiosidad. 

El rugido despierta a otro dragón, pero él es distinto a ti, es más fiero, más grande y lo cubre todo de fuego. Las llamas lo envuelven todo. Es como presenciar una tormenta donde llueven balas y el cielo escupe bolas envueltas del más trágico dolor. Nada es estable bajo tus pies, todo arde y se consume. El humo negro se convierte en el soldado más fiel de esa batalla. Otro rugido y el dragón se alza reinante sobre ti. Te mira con reparo, entre odio y lástima y entonces abre las fauces para escupir toda su rabia. Los tambores se manifiestan y se elevan por encima de las cenizas. Un brillo, una pequeña chispa nace. Te sientes lleno de vida. El ave fénix a renacido. 

El piano se desliza elegantemente hacia su desenlace. Los vientos cesan, el mar se calma, la tierra ya duerme plácidamente y el fuego se tiñe de colores pardos sin dejar de alumbrar, 

pues el fuego nunca deja de avivarse. 

jueves, 23 de junio de 2016

Ponme en mi lugar

Cierra los ojos y cuenta hasta diez. 

Uno.
Sigue muy oscuro, pero se debe a que sigue siendo muy temprano. Hay una sorpresa esperándote. Algo dentro de ti te decía que debías despertarte antes de que saliese el sol. 

Dos. 
Huele a café recién hecho. Te ayuda a estar al cien por cien. No sabes muy bien si hoy vas a usar todo ese potencial, pues desde la silla de la cocina todo se antoja realmente aburrido. 

Tres. 
Un poco de ejercicio, música para ponerte las pilas y un montón de estrés yéndose a través de todo ese sudor que te empapa el cuerpo. Las duchas frías de después te hacen sentir vivo. 

Cuatro. 
Las noticias no son nada nuevo. Cambias de canal. Supones que los dibujos animados son lo mejor que puedes encontrar. Te ríes sin querer, todavía sigues siendo un niño. 

Cinco. 
Cierras la puerta tras de ti. El calor es sofocante. Será mejor encontrar refugio pronto. Hay un árbol con una sombra gigante. Creo que has encontrado el sitio ideal. 

Seis. 
Devoras las hojas del libro a la velocidad de la luz. El calor ya no te molesta. Te tumbas en la hierba alta y respiras. Se siente bien. 

Siete. 
Es hora de coger la bicicleta hasta que la noche más corta se asome en el horizonte. El reproductor de música está listo.  Le toca a esa canción que tanto te hace bailar. Será mejor que no te emociones o te golpearás con algún tronco. 

Ocho. 
Te apetece algo ligero. Quizás algo de pasta blanca. Cenarás en el jardín y disfrutarás de la luz de las palmeras en el cielo. Hoy no te hacen falta velas.

Nueve. 
El ordenador parpadea. Te lo acercas a las rodillas. Alguien se ha acordado de ti. Alguien te ha dado una oportunidad. Hay otro mensaje. Dos oportunidades.

Diez.
No sabes a quien contestar. Te quedas pensativo hasta que el sonido de un petardo te hace recuperar la consciencia. Siguen ahí, parpadeando, los dos mensajes. Uno te lleva a un mundo en el que ya has estado, en el que te sientes seguro pero en el que crees que sería fallarse a uno mismo. El otro, en cambio, te da la mano hasta un mundo nuevo donde ya has probado una porción del pastel. Crees que es un mundo donde encajarás, pero donde los demás no entenderán que haces ahí.

Ya puedes abrir los ojos.

Once.
Como siempre, harás caso a tu corazón. 

lunes, 20 de junio de 2016

Las partes de mí que no son bonitas

¿Has tocado el miedo alguna vez? Es... es excitante a la vez que mortal. Es como si una navaja suiza estuviese deslizándose por tu garganta. Un caricia sin calor. Es la puerta a un mundo más desafiante, más arrogante.

Cuando llegas al umbral no te ves capacitado. Te quedas paralizado y quieres volver atrás sin importar qué. Está tan oscuro delante y es todo tan frío que tu cuerpo te pide migrar a otro clima donde tu corazón pueda volver a latir a su ritmo normal. El miedo te recorre la espina dorsal, ataca a las piernas y es ahí cuando empiezas a temblar. 

Miedo miedo miedo miedo miedo miedo. Es un bloqueo seguido de otro. Una cruz tras otra. No te deja continuar. Acabas siendo parte de esa puerta, un simple decorado. El miedo te atrapa y juega contigo. El miedo no te deja cruzar. El miedo. MIEDOS. Se acumulan. Ya no ves nada más allá de esa palabra.

M - Masacre
I - Incapacitado 
E- Errado
D- Domado
O - Olvido
S- Superación

Empieza como una masacre. Te han herido, has caído en la batalla, estás incapacitado, o eso es lo que crees. No sabes qué hacer. Errado, buscas una salida. Empiezas a domarlo, es como un pequeño animal desorientado. Entonces empiezas a olvidar que el miedo está ahí, te basta con mirarlo. Eres capaz de enfrentarte a él, de superarlo.

MIEDO MIEDO MIEDO MIEDO MIEDO MIEDO

¿Qué puedo hacer por mejorar?

Amar. Ámate. 


sábado, 18 de junio de 2016

No tiene pérdida

Desearía ser especial. Tener el control de mis emociones. Saber que es lo que es lo que la gente piensa de mí. Poder actuar de la manera correcta. No fallar cuando estoy apuntando al centro de la diana. 

Desearía parar el tiempo. Fijarme en los detalles de las personas, como cuando están a punto de reír y las mejillas se tiñen de un color cálido o cuando tienen esa mirada fiera de estar convencidos que nadie los va a detener. Me gustaría estar justo ahí delante cuando alguien decide que no se va a rendir, me gustaría que me alentase, que me diese esa energía que desprende de su cuerpo, esa vibración de invulnerabilidad.

Desearía ser famoso por un día. Darme a conocer, que la gente me admirase por alguna de mis virtudes. Me gustaría destacar en algo, ser recordado por el mundo. Me haría mucha ilusión que alguien le pusiese mi nombre a su hijo porque le recordase a mí, a esa gran persona que dejó su huella. Sería un regalo que no me olvidasen.

Desearía permanecer. 
Desearía saber empezar de cero, pero no solo eso, si no que desearía saber como continuar a uno y a dos y a tres...

Desearía permanecer avanzando. Desearía no parar. Desearía no ser un incorpóreo. 

Deseo dejar de luchar contra el mundo. Perdonar. Perdonarle. Perdonarnos. Perdonarme. Perdón.