Aullidos del fin del mundo

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Otra vez

De hecho las pocas veces que me gusta algo es justamente cuando no debo elegir algo que me guste. Sin presiones ni obligaciones. Me gusta pensar, me gusta ir haciendo, respirando, viviendo. 

Cuando entro en estas listas infinitas con tantos deberes que cumplir solo busco la salida, los cinco minutos libres, tiempo que comprar, tiempo que tenía, que tengo, pero que pierdo, que se esconde o deja de existir. 

Ahora mismo estoy usando un poco de ese tiempo tan escurridizo. A veces lo encuentro a montones pero en un abrir y cerrar de ojos se me escapa y no sé muy bien como ha ocurrido. 

No sé si lo estoy tirando. Si todas estas horas las acumulo y las lanzo al vacío. Hay días en los que me gusta levantarme y detenerme en las cosas más básicas. En mi mochila, en las zapatillas desgastadas, en las piezas que forman mi habitación. Me gusta reseguirme el tatuaje y alzar los brazos al techo, hacer ver que el águila está volando de verdad y no solo en mi imaginación.

Reconozco que Noviembre es mi mes favorito, pero nunca quiero que llegue. Más bien... nunca espero que llegue. Es como el inicio de todo y no sé si estoy orgulloso de ello. Quizás espero demasiado de estos días, quizás simplemente los he convertido en algo tan especial que nunca estarán a la altura.

Me aterran estos 23 años, pero a la vez me dan fuerzas, porque si he aprendido tanto en este tiempo quiere decir que tan solo tengo que poner en práctica lo que sé y lo mejor vendrá después, cuando por fin me vaya volando con mi águila. 


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