Aullidos del fin del mundo

domingo, 7 de noviembre de 2021

Corazón de lava

 ¿Y si cuando llegue al lugar que sueño cada día me miento al decirme que eso es vida? ¿Por qué tengo que acordarme de repetirme que estoy bien? ¿Quién me asegura que esa es la meta a la que quiero llegar?

Me convierto en alimento y en bestia al mismo tiempo. Soy el elemento tardío. El reflejo que me recuerda que ha vuelto a importarme lo que dirá el espejo. Simulas volver a la vida. Te haces cargo de las emociones de los demás que ni puedes ni quieres acarrear. Debo hacerme responsable de mi propia salud mental antes de que escape a mi control. Si tú no ves más de lo que has aprendido, yo no puedo hacerte volar.  La gente es tan impenetrable que me refugio en esa voz infantil. Vuelvo a ser ese niño con deseos efímeros y me entierro entre memoria y nostalgia. Quiero empoderarme, pero la salida parece haberse desdibujado por mis sombras. 

Hoy no tocaba hablar de esto, quería mandarme un mensaje de esperanza, decirme algo alentador. De alguna forma mi corazón de lava no puede evitar estar presente. Ya he perdido la cuenta de los años que he pasado intentando escribir el camino ideal, de las mareas a las que hemos sobrevivido y los abismos que hemos salteado. No era consciente de que no había un final, de que no hay una forma correcta de hacer las cosas ni de mostrar lo que sientes. Puedes confiar, dejarte llevar o vivir una vida que no está dirigida por ti. Hoy, pequeño, solo quiero que sepas que estoy a tu lado. Que tu fuerza reside en no rendirte jamás, en no darte por vencido, en seguir creyendo que hay una posibilidad entre un millón. No hay tiempo ni espacio que pueda malograr la magia que posees. Crecer no está tan mal; significa que has atesorado experiencias y recuerdos. Hay más como tú ahí fuera, solo debes encontrarlos, como el coraje te encontró a ti. Si lo piensas, somos demasiado pequeños como para estar preocupándonos de los movimientos del sol. Abraza al mundo, a los tuyos, a tus instintos y arde como la llama que ahora es imborrable en tu piel. 

Quiero contestarte con un año de diferencia a lo que me pediste. Así que puedo asegurarte que he intentado exprimir al máximo todos los días, pero todavía debo encontrar la manera de cruzar algunas barreras. Respecto a la libertad, me gustaría poder decirte que la he hecho parte de mí, pero todavía debo aprender a disfrutarla. No he dejado de tratarme mal, pero he logrado dejar de odiarme. Mis alas, en efecto, se han abierto y estoy aprendiendo a volar. El miedo es cosa del pasado, del presente y del futuro. Sé convivir con él y no le temo. Me gustaría que estuvieses orgulloso de nosotros, pues hoy por hoy, no hemos dejado nunca de ser valientes.

Cuando llegues al lugar que sueñas habrá otras preguntas y habrá otros sueños, y eso estará bien, porque significará que tu hambre es insaciable y que tu pecho se muere por vivir. 

Tienes que repetirte que estás bien porque no estás mal, porque podría ser peor, porque tienes suerte de estar aquí. Porque ese miedo solo es la señal de que vas por buen camino, porque si no lo tuvieses, sería como tirarse al vacío sin paracaídas. 

Nadie puede asegurarte llegar a la meta que deseas. Es posible que ni siquiera ese final sea al que te gustaría llegar. Por suerte las personas pueden cambiar de gustos y de objetivos, no hay nada escrito. No tienes que forzarte en ser alguien que quizás has dejado de ser. Pregúntate a dónde quieres llegar y simplemente ponte a caminar. No corras, no hay prisa, que aunque el reloj gire, aquello que te guía necesita su tiempo, solo escúchale. Escucha tu voz y dentro de un año dime con una gran sonrisa ha donde te ha llevado.