Aullidos del fin del mundo

martes, 25 de junio de 2019

La capa más superficial

La última muerte es la que te inyecta el olvido. Es la única manera de desaparecer para siempre, de desintegrar los últimos recuerdos que quedan varados en lo terrenal. Solo cuando tu huella ha dejado de aparecer en sus mentes es cuando finalmente dejas de existir. 

No hay derecho en invalidar la opinión de otra persona. Lo que piensa es asunto suyo, no puedes golpear sus ideales y mandarle pensar aquello que más te conviene a ti. Entiendo que la pesadilla de algunos puede llegar a ser el deleite de otros, pero nadie debería tener el poder de salpicar sus juicios de moral. Esas conexiones con la realidad son una fatalidad. 

Después de abrazar a la tierra, de beberme el agua y de bailar con el fuego solo pienso en este infierno insustancial, en este lugar remoto al que hemos ido a parar. Si la verdad está ahí fuera y la felicidad no son más que pausas de la realidad, ¿cuál es el motivo de no parar más, de frenar? No entiendo el porqué debo continuar un camino que yo no decidí empezar. No sé si algún día terminará todo esto, si es provisional o se ha adherido ya a mi vida y forma parte de quien soy. No entiendo como sucede, como alguien puede tenerlo tan fácil y otros debemos ser capaces de ahogarnos y morir circunstancialmente. No llego a comprender el porqué no puedo besar por placer cuando lo siento, pero sí que debo de ser consciente de defenderme en todo momento, porque siempre habrá alguien que quiera hacerme daño, algo de lo que protegerme. No entiendo el poder ni las decisiones. No entiendo que pueda saber el punto al que quiero llegar, que pueda saber todo lo que tengo que hacer para no ser un soñador frustrado, pero que todo se me arrebate por el simple hecho de aparecer en un lugar que no es el más correcto ni el más adecuado. 

Si esta va a ser mi última noche antes del descenso, que así sea, que la oscuridad más inmensa me presente el destello que mis ojos no logran ver, pero que mi corazón se obstina a soltar. 

domingo, 23 de junio de 2019

Buscando encontrar

Esta TORMENTA da un poco de miedo, no te lo voy a negar. Quiero aprobar otras asignaturas que me quedan pendientes. Volver a los orígenes, a casa, volver a creer. 
DESMORONARSE no es una opción. Debe de haber algún asidero, algún lugar al que aferrarse. Quizás si me das la mano podría intentarlo... no, no me voy a CONFORMAR, no voy a dejar que sean otros los que lleven mi peso. Este viaje puedo hacerlo yo solo, ¿verdad?
A quien quiero engañar, nadie nos va a ofrecer la ciudad perfecta, esta PRISIÓN no se trata de barrotes ni de días de espera. Aquí duele más, aquí no vale la pena perderse. Es el miedo quien quiere la victoria, quien te arrebata las horas de diversión. ¿Has pensado que la única persona a la que le importa cómo eres es a ti mismo? Nadie te va a herir, nadie te va a señalar con el dedo y reírse, aunque tú ya los ves junto a ti. Toda esa expectación recae en este momento, en nuestra poca valentía. Esta prisión es únicamente tuya. Este agua que te cubre el cuello no va a encontrar una salida si no te REDIMES, si no empiezas a respirar. Estamos en una bañera con el tapón aún puesto. Estamos al límite. Estamos al borde de ahogarnos en grandes esperanzas. 

viernes, 21 de junio de 2019

Antártida

Tal vez has pensado en renunciar. Yo lo he hecho. Casi me rindo, hoy casi lo hago. He visto como el desvío daba media vuelta y asumía el duelo. Me he hecho daño mientras encontraba una forma de subir, una señal, un símbolo que me transmitiera tranquilidad. Hoy casi me caigo de espaldas, casi me rompo en mitad del tren mientras sus vidas proseguían. 

Manifiéstate, dame esperanzas. Hoy quiero dormir abrazado. Hoy necesito esconder la cabeza y que el ruido del mundo se apague. Necesito retomar el control. Creer.
Me invade la tristeza como si fuese un virus que me infecta desde dentro. He perdido toda la fe. Había empezado a construir una casa tan bonita... solo intentaba empezar de cero, hacerlo bien, pero los contratiempos se abalanzan como hienas hambrientas. Me siento despedazado en el bosque, con frío y un temblor que no se va, que se convierte en mi pulso. 
He vuelto al silencio. Aquí arriba todo parece muy pequeño. Creía que en las montañas el agua no llegaría, pero es aquí donde nace. 
Me gustaría perdonarme. Darme una oportunidad, decirme que no es el final, que después de todo final siempre hay otra historia, una que no se cuenta en los libros. 

El verano ha llegado y solo quiero que deshaga el hielo, que me libre de esta Antártida, que cuando termine sea capaz de sonreír y decir en voz alta que no voy a renunciar, que esto me hace más fuerte, que seré un vencedor invisible. 

jueves, 20 de junio de 2019

Una buena notícia

Lloraré hasta que las lágrimas inunden toda esta desesperación. Andaré descalzo entre la lluvia, sin ninguna señal que me prohíba avanzar.

Otra vez se ha apagado mi luz. Últimamente está algo descuidada. Ya empezamos mal una noche terrible a la que no quiero abrazar. Ya empiezo a arañar las baldosas que me retienen, las paredes que se estrechan y me intentan ahogar. 

¿Nunca se acabará? Todo este cúmulo de malas noticias. Una detrás de otra, como si fuese capaz de aguantar el ritmo. Esta sensación, esta asfixia no me sienta nada bien. Son manos afiladas que reptan hacia mi garganta, y me aprietan, me hacen daño. Es como una bola de Navidad, de esas que están repletas de nieve de mentira y crees que la escena que intentan representar es la cosa más perfecta que jamás has visto. Siento que esa bola me retiene aplastándome junto la escarcha. Lo que se ve aquí dentro es falso, pero lo peor es saber que aquello que está fuera no es mucho mejor. 

Había adquirido las costumbres. Me había tomado las pastillas. Me creía lo suficientemente fuerte. 
Pero estas noches me adelantan, saben leer mis movimientos. Son las horas más oscuras y las que más retuercen. 
Necesito coger aire. Necesito respirar. Necesito no quebrar mi cabeza cada vez que pienso en lo que vendrá. No le tengo miedo al futuro, le tengo miedo al presente. Tengo pánico de no ver el final. De que esto se repita inconscientemente. Que sea lo único que conozca, la única noticia que pueda contar...

... y no sea suficiente. Me quiero mover. Quiero deshacerme de esta parálisis. Necesito estirar todo mi cuerpo, desentumecerme y GRITAR. 

miércoles, 19 de junio de 2019

El día más importante no tiene importancia

El día más importante de tu vida, es sólo un día más en la vida de otros.
Tendemos a generalizar. A agrupar un montón de gente en nuestros labios y a maldecirlos. "Todos ellos dicen, todo el mundo quiere..." Pero no conocemos a todo el mundo. ¿Quién forma parte de ellos, las diez personas que pululan a nuestro alrededor? Ni siquiera los conocemos y hablamos en su nombre.

A veces solo quieren lo mejor para nosotros. Ayudarnos de alguna forma, darnos un consejo que nos pueda ser de utilidad. Pero esta vez quiero gritarlo yo. Decidirlo, que salga de mi boca y equivocarme con todas las consecuencias. Quiero verle la cara al resultado. Si caigo, al menos hacerlo porque he sido yo, y no otro, el que se ha dispuesto a lanzarse de cabeza al mar. Ser el que debe correr casi sin aliento antes de poder alcanzar la meta.

Cuando lleguen las consecuencias, con todos sus efectos, con el huracán que nos haga desprendernos del suelo, seremos capaces de rectificar. Tendremos que afrontar la responsabilidad de haber tomado un camino distinto al que se nos decía. Un camino, que quizás, sea el que nos haya hecho abrir los ojos para ahora, después de la ventisca, ser valientes y escoger aquella opción que para los otros, solo sea un día más en sus vidas, pero para nosotros sea la decisión más importante de las nuestras. 

domingo, 16 de junio de 2019

Animales prehistóricos

Vamos a traspasar pantallas, otra vez.

Llevo impregnándome de cientos de historias. Cada día, cada minuto, en cualquier parte. Todos nos cuenta una historia que dice más de lo que a simple vista se puede apreciar. Me gusta adentrarme en ellas, escucharlas, sentirlas, desvestirlas. Pero no son mías, no me pertenecen, siempre son de alguien más. Mi historia consiste en contar otras historias. No puedo contar algo que no ha sucedido, que ni siquiera ha empezado para mí. 
Me inspiran. Cojo pedazos de ellas y las intento plasmar en mi cabeza. Intento parecerme, intento ser real, pero cada vez que llego a casa no puedo evitar decirme que no soy más que un chico lleno de barro. Que esas vistas a otro lugar es lo único que deseo. Vistas desde el aire, sobrevolando la ciudad.
Cuando me vuelvo consciente del tiempo no me puedo creer que haya pasado tanto parado. Me pregunto como he podido sobrevivir en mitad de este reloj de arena. Es como si viviese en el pasado, en un mundo con criaturas extinguidas, es como si de un momento a otro me encontrase rodeado de seres que pueden entenderme y al pasar unos segundos todo se convirtiese en piedra y volviese a sentirme solo rodeado de gente. 

Pero a veces esas historias cobran vida. Se cuelan por las callejuelas y saltan de farola en farola. Te dejan pasar antes que a los demás vehículos y te señalan el punto exacto donde tienes que estar, ahí donde nace tu historia, donde alguien tiene preparada la pluma para empezar a escribir. 
Ni siquiera te das cuenta, tú sigues proyectando una sombra más larga de lo que te gustaría, tú sigues ensimismado en sueños y proyectos que nunca vas a realizar. Tu cabeza está tan anegada del peso de las historias que jamás te pasarán, que es justo la noche cuando aparece la magia, cuando menos lo esperas, cuando más lo necesitas. Sucede. Las cosas suceden sin más. Empiezas a volar, a aferrarte fuertemente a tus botas, a sentir que algo extraño está pasando, que no es normal estar tan feliz. 

Tanto querías que alguien te escuchase, que alguien te salvase, que cuando se vuelve auténtico, lo único que piensas es que la próxima vez que empieces a volar serás tú quien lo salve a él, porque tú ya no te importas, porque solo quieres volver a comprobar que ese animal prehistórico es real y volver a saltar. Hacerlo porque es lo que has escogido. 

sábado, 15 de junio de 2019

Días malditos

El mundo se está acabando ahí fuera. Déjame que te proteja de lo que te pueda pasar. Deja eso que estás haciendo para mañana. Los ecos me imploran que te cuide, que no deje que te pase nada malo. No quiero verte sufrir, no quiero verte herido. 

Soy un chico triste. Soy bueno en sentirme mal. Soy malo en hacer las cosas bien. No sé como alguien como yo podría arropar a alguien como tú. Me pregunto como se aprende a reconocerse en el espejo, como puedo quererme y como puedo acertar cuando voy tan errado. Se me da bien estar roto. Se me da bien recoger los pedazos, intentarlos arreglar. Pero sigo siendo un chico triste la mayor parte del tiempo. ¿A caso no soy nada más?

Siempre te espero. Me llena de alegría verte aparecer para justo después tener que volverte a despedir. Vives eternamente en esas noches de espejismos. Te conviertes en una de las criaturas nocturnas, en un ser que que me atrapa hasta las cuatro de la madrugada. Entonces aparecen las malas decisiones, aparecen las olas que me embisten y me hacen retroceder. El mar se vuelve bravío y todos esos pedazos que debía juntar estallan en millones de fragmentos. Me rompo más. Me rompo en mi ruptura. Me haces dividirme en mis días malditos cuando yo solo quiero sumar dos más dos. Yo solo quiero juntar las piezas, sentirme completo. 

viernes, 14 de junio de 2019

Desde entonces sangro

Se ha vuelto algo casi familiar. No le culpo de mi pena ni de mi mal. Son movimientos que nadie puede igualar. Esta arena se me atraganta. Este agua no encuentra otro hueco por donde escapar. No va a cambiar nada que el niño esté cerca o mil distancias. Aquí no encuentro lo que estoy buscando. Aquí mis ojos solo lloran sal. 

Desde entonces sangro. Dejo un rastro por si alguien me quiere encontrar. No creo que pueda durar mucho más. No creo que quiera hacerlo mucho más. Vuelvo a lanzar dardos en la noche. Los latidos me estremecen y los disparos escuecen. Ahora querría fundirme en un abrazo. Ahora querría rodar y salvarme gritando que lo que importa son las pequeñas cosas. Me quedo colgando en la ventana, como un ser que no pertenece ni al alba ni al ocaso. 

Fuera. Ya no te necesito. Ya no te quiero en mí. Sigo jugando solo y no va a venir nadie más. No lo soportaré de nuevo. No voy a poder mirarte a los ojos cuando me pidas aullar. No voy a poder decirte que te vayas. No se va a acabar nunca. Solo quiero que me dejes solo, que me dejes en paz. 

A veces desaparezco por necesidad, a veces lo hago porque es lo único que se me da bien. Apuesto que no eres capaz de quedarte por un tiempo, de hacer ver que te importo, que puedo significar. Estoy convencido de que la única manera de llamar tu atención es la de tirarme por algún balcón. La de estrellarme en la noche más cerrada, la de sucumbir a tu oscuridad. 

Ahí se produce la combustión, en un tira y afloja, en un patio para adultos, en un descampado donde nadie puede ayudarnos, donde sabemos donde pegarnos, donde todo duele más, todo duele el doble. 
Eres lo peor que me ha pasado. Eres lo único que conozco. Eres detestable. Eres guerra y paz.

Fuiste tú que desde entonces sangro. 

jueves, 13 de junio de 2019

Mi primera noche de verano

¿Cómo puedo conocer a alguien que no se deja conocer?
¿Hay alguien más ahí? Echo de menos el poder hablar sin interrupciones, de corazón y con el cuerpo pendiente de otras ráfagas. A estas horas el miedo no me deja ni respirar. 
Mi lucha es dejar de imaginarme que todo lo que me rodea debe lucharse. 

Si te preocupas deberías buscar una excusa mejor para poder abrazarme, un abrazo de verdad. Hace tanto tiempo que he dejado de preocuparme por los temas trascendentales que ya no sé corregir aquello que me hace infeliz. Una distancia prudencial deja de serlo cuando has cruzado puertas que nunca deberían haberse abierto. 
Los monstruos siguen en tu cabeza mientras yo pretendo desviar la atención, pero estar ausente suele ser mi actitud. 
No espero que lo entiendas. Somos muchos y sentimos muy pocos. ¿A dónde voy, a dónde me llevas? Cualquier sitio será mejor que una noche más espiando a la luna y a sus estrellas. 
Vuelve a haber una guerra civil, pero esta vez  no hay nadie que pueda salvarme. No hay nadie que pueda convencerme de que esta será la última vez que me vaya a dormir. 

Estamos tan obsesionados con la perfección que hemos dejado de lado todo el valor de arriesgarse. De comenzar de nuevo, sin miedos, sin segundas partes. 

miércoles, 12 de junio de 2019

Algo en el medio

¿Quién es capaz de cambiar de rumbo y asesinar la vida que siempre ha conocido?
Tú no mides las distancias, tú las abrazas. 
Estás en el mismo punto que yo y aún así no pasas desapercibido. Al contrario que tú, yo no tengo grandes riquezas ni puedo ofrecerte grandes promesas. ¿Qué me queda? con el amor no se va a ninguna parte. Podría decirte que con algo de esfuerzo puedes llegar a tener recompensa, pero ni el más listo puede igualarse a la suerte de nacer con privilegios. 

Acarreo el dolor de no ser suficiente, de verlo todo desde los ojos de un invidente. De comparar fechas que conviven en lados extremos del calendario. Son días malditos que reviven una espera inconclusa que lleva años esperando a cerrar el círculo. Estoy en mitad de la nada, en un lugar lleno de niebla. Sé que lo me aguarda ahí delante puede ser aquello que me haga levantar o me empuje para siempre al mismo vacío del que provengo. 

¿Cómo voy a resarcirme del daño que todavía no ha sido producido? ¿Cómo hago para olvidar que lo que sé, hace que no quiera saber más? Si tan solo pudiese divisar el mar. Si tan solo tuviese la seguridad de poder contar contigo a tu lado, sería libre de esta prisión.
Puede que la respuesta no sea más que un mito. Puede que escribir aquello que deseo no sea suficiente. Puede que jamás lo sea. 

¿Esto que escucho son aplausos sinceros o provocados?

martes, 11 de junio de 2019

Metamorfosis

Esta mañana no tengo fuerzas para levantarme. Mi memoria sigue vacía, acumulando el polvo que hago servir de cojín. Las paredes siguen rotas; no difieren mucho de mí. Entre este estropicio intento levantarme para ir a beber, pero mis piernas no han sido educadas para seguir un ritmo que han olvidado. Caigo en cruz, apostado bajo las sábanas que llevan tiempo sin ver la luz del sol. Estiro el brazo buscando un rayo de libertad, pero enseguida se desvanece al darme cuenta de que si mi cuerpo a penas puede respirar, mi energía no aguantará mucho más. A veces pienso que un golpe más y no voy a sobrevivir. 

No entiendo porqué alguien una vez me dijo que me parecía a un dragón. Ni impongo ni me siento atrevido. El único fuego que conozco lleva tiempo apagado en un montón de cenizas. Mis garras solo pueden atrapar a las moscas que viven con más ahínco que yo y mis alas siguen esperando una reparación. Puede que lo que tengamos en común es que llevamos mucho tiempo dormidos. Puede que para ser un auténtico dragón deba comportarme como uno. 

Esta es una ciudad de paso, un lugar que debo vencer para vencerme. Todos queremos llegar a algún sitio, queremos volver a volar. Todos queremos saber, pero solo hay una verdad: Nadie tiene la respuesta excepto tú. 

lunes, 10 de junio de 2019

Una persona real

La validez me limita. Necesito un reconocimiento para crecer. No debería necesitar la palmada de otros. Me enfada pensar que no puedo hacerlo solo por mí, que mi estructura no es lo suficientemente fuerte como para aguantar todo el peso de mis obligaciones. 
Podría dividirme en trocitos y no sería más que órdenes que vienen y van, que chillan decretos para ejecutar. 

A veces me pregunto si soy una persona real. Si soy alguien en quien se puede confiar. Si los demás también son como yo, si también pueden equivocarse. Es como si todos ellos fueran una manada, como si hubiesen nacido siempre unidos. Me cuesta despegar, levantar mis cuatro patas y continuar el camino que nos llevará hasta un lugar seguro, al menos, para este año. No sé si hay espacio para mí.

Por más que busco, solo encuentro una oportunidad que no es la mía. Lugares que no me pertenecen y personas que ya no necesitan encontrar. Sueño con un mañana en el que no tenga que soñar. En un barco en el que poder disfrutar, en el que poder tirarme al mar y nadar. No soporto morirme de miedo cada vez que quiero pensar qué será de mí en un futuro. Ni siquiera sé si tengo un futuro. Detesto pensar en eso. Odio no poder sumergir la cabeza y estar en paz. 

Me peleo constantemente por intentar ser menos agorero, pero la oscuridad repta como una enredadera. Le digo basta, pero ella me mira desafiante y sigue escalando. Sigo haciéndolo sin poder frenarla, sin poder evitarlo. Hay días que me deja descansar, pero otros, hay otros que la única forma de que no me coma es formar parte de su corazón.  Es ahí cuando me siento más auténtico, más real. Es todo el tiempo que he vivido bajo su protección que me ha convertido en la persona que soy. No puedo más que abrazar lo que me aterraba. Es cuando toda la luz se ha desvanecido que creo poder iluminar hasta el rincón más negro. Es entonce cuando soy real, porque mi oscuridad es lo que me hace brillar. Confío en ella antes que en mi pobre cascarón . Será que estoy dentro de mí. 

domingo, 9 de junio de 2019

El baile

Dime si me vas a escuchar después de gritar. Dime como consigo ser el dueño de mi propia vida. Quiero que este mundo responda ante mí. Necesito ir a más velocidad, pero de nada sirve ir a más velocidad. Acabo siempre en desastre emocional. Mi ciudad, la que está fuera de los límites, me juzga. No puedo evitar negar al mundo como es. No puedo evitar querer vivir unos días que no son míos. 

He pensado en reducirlo todo a cenizas. En alzarme entre las llamas y componer mis propias canciones. Se me ha pasado por la cabeza el desafiar a lo imposible. Hay caras de la moneda que no deben caer de pie. Hay ríos desbordándose ahora mismo y yo no puedo hacer nada más que ser un mero espectador. Me quedo mirando al mar desde lo más alto de la cofa de este barco. Aún puedo ver la tierra en la lejanía. Aún puedo sentirme en casa, seguro y con decisión. Aún puedo tumbarme aquí, mirando hacia el cielo. Puedo cerrar los ojos y dejarme llevar. Puedo beber de la lluvia que tengo encima. Puedo adentrarme para no volver, para descubrir aquello que nadie puede enseñarme excepto yo. 

He dejado infinidad de puertas abiertas. No quiero no poder ser capaz de recular. Hay demasiados destinos que quiero probar, que quiero acariciar. Hay tantos nombres de los que acordarme que mi memoria ha dejado de numerar. Hay palabras que me arañan, me atacan sin piedad. Hay palabras que vuelven como lo hace el verano después de naufragar. Ellas me señalan, me indican aquello que yo no puedo pronunciar. 

Solo quiero estar en paz. Solo quiero aprender a bailar. 

viernes, 7 de junio de 2019

El barco

Hoy me he dado cuenta de que el agua me cubre hasta las rodillas. Ha sido algo paulatino. Nunca me ha importado mojarme, bucear, dejar que mis pulmones se llenen de ese líquido y dejar de respirar por unos segundos, por días incluso. El agua es mi elemento. Fluyo en el tiempo, en un lugar retenido en él. Provengo de ese sitio, de lo más profundo, de la oscuridad que además de dar miedo, también está enterrada. 
Mi vértigo me acompaña en este barco. Acabamos de zarpar y ya estoy mirando por la borda a ver si hay una salida. No me doy cuenta de que no existe más libertad que la propia naturaleza. Soy yo, en mi tormento de espadas, que agujereo cada rincón de este barco hasta que el torrente marino se filtra por los lugares más recónditos. Me siento en la cuerda floja, como si en cualquier momento un precipicio se asomase en mi vida y me exigiese pagar el peaje. 
Una bofetada de realidad me ha despertado. Es el ser consciente de una expresión errónea que hasta ahora era el lema que me protegía. Es el agua que tanto he añorado. Ese universo que  me atrapa y me consuela. Esa emoción de descubrir lo desconocido. Es el temblor de la preocupación. Hay algo que me importa, hay algo que quiero conservar. 
Este barco va a acompañarme durante una buena temporada. No puedo bajarme de él. No debo bajarme de él. Solo cuando el agua me ahogue, seré yo, que después de nadar a contracorriente, será quien tome el timón.