Aullidos del fin del mundo

domingo, 24 de diciembre de 2023

Abreviatura universal

 Qué más da que nunca me olvide de todo el daño que me has hecho. Ahora sé quién soy. Qué más da si se va, pues volvemos a empezar. Que mejor no vuelva más. Que se aleje de mi mundo interior. Que me deje respirar. 

Este año he cumplido cosas que creía imposibles. Entre ellas, la de dejar de obligarme a crear listas de cosas que quiero cumplir a largo plazo. El presente me ha inundado. He fluido. He compartido y he explorado mis entrañas. Como guionista, sí, como creador de mundos y fantasía, he tenido que abrirme en canal. Mis ideas, aunque propias, ahora también son de alguien más. Mis palabras me pertenecen, pero también se transforman y evolucionan en el amalgama más bonita que he presenciado. No tengo miedo de mostrar mis colores. No me importan las voces que pretenden detenerme. Me sale solo. Me corre por las venas. He encontrado mi lugar.

He aprendido a bailar solo. Después de tantos días, ahora entiendo que no llorases. Entiendo que nunca me quisiste, ni me escuchaste ni leíste lo que te escribía. Las líneas que te dedicaba no las merecías. Confiésalo, estés donde estés.

Ahora sé quién soy y qué es lo que quiero. Tenía dudas, pero en el amor siempre se tienen. En esto, no. En mi trabajo, no. En mi pasión, no. En mi futuro, no. Aunque me atormenten tus recuerdos, solo pido que no te cruces en mis sueños nunca más. Te quiero arrancar de raíz, hacer que no seas nada para mí. Que no signifiques. Que dejes de cobrar sentido. Si puedo elegir, te convertiré en una bomba de humo. Si el año se termina, tú lo harás con él.

En este mismo día, en el invierno pasado solo veía dos opciones: resistir o morir. Después de la resistencia tampoco es que visualizase mucho más. No me permitía ni siquiera imaginar que había más allá. Creía que era demasiado tarde, que jamás encontraría un día en el que me levantase con ganas de comerme el mundo. Y ahora, después de 365 días, me encuentro radiante. Soy luz que emana de las sombras. Mi oscuridad se tambalea y me habla de madrugada, pero compartimos aficiones y reímos hasta las tantas. No quiero nada físico. No me interesa el dinero. Solo quiero alargar esta sensación toda mi vida. Ser feliz con poco, haciendo lo que me gusta. Creando, construyendo desde el corazón. Quiero hablar con todos aquellos personajes que un día aparecieron en mi cabeza. Tengo tanto que contar. Tengo tanto que hacer.

Con 30, por fin se ha caído mi venda. Las alas de mis tatuajes han vuelto a recuperar su brillo. Y tú, ya no eres tú. Ahora soy yo.

Feliz Navidad.


lunes, 6 de noviembre de 2023

¿Cielo santo, desde cuándo soy tan valiente?

Hace tanto que quería escribirte que no me creo que lo vaya a hacer. Más bien, lo mejor sería empezar por la verdad, así que diré que te he escrito infinidad de veces, pero nunca he logrado lanzarlo al vacío de internet, mucho menos dejarlo en el buzón de tu casa.

Sigues doliendo, y esa es la más cruda verdad. Creía que el tiempo podría borrar cualquier herida provocada por ti, pero sigo viéndote y soñando contigo. Sigo guardando ciertas cosas que deberían haber ardido tiempo atrás. Supongo que soy incapaz de matarte.
A partir de aquí, te dejo con mis palabras del pasado que han estado guardadas en el limbo. Esperando, no sé muy bien a qué.
El duelo hay que pasarlo, obligatoriamente. Hay que permitirse tenerlo. Hay que exteriorizar lo que se siente por dentro. Porque acumular dolor quema mucho. Daña. Se reseca y se expande como una enfermedad. El rencor lastra como una piedra que se va haciendo más y más grande. Y de nada sirve correr.
Hoy, antes de cumplir 30, vuelvo a finales de abril:
Pues al final no era dependencia emocional. Al final, si destapamos la verdad, solo quedaba una opción. Me dijiste que era la de estar enamorado de mí, pero me da que además de mentirme a mí también te mentiste a ti.
La vida me la ha cambiado un tren. (Y desde este futuro del que escribo, puedo estar aún más de acuerdo con mi yo del pasado) Cuando volví, la vida me abandonó. Quemo el tiempo, siendo el tiempo lo único que tengo. Porque ya no quiero tener nada. Sin abrazos todas las noches son malditas.
Alquimizo la oscuridad en mí. Me hago creyente para evitar pensar en cómo huiste en plena batalla.
La persona adecuada en el momento equivocado. Qué mala suerte. La esperanza que has dejado estancada duele el doble al ser consciente que todo fue una trampa de manual. No me tendrías que haber dicho que estaríamos en contacto, que me necesitabas, que querías que estuviera ahí toda la vida (y sigues sin cumplir con tu palabra). Sé valiente por una vez.
No quiero. No quiero sentirme así. No quiero seguir diciendo que sí. No quiero volver a confiar. No quiero volver a sentir tanto dolor.
Me he dado cuenta de algo. Desleal es aquel que se despide cuando el camino oscurece. Como tú. Igualito a ti.
Cuando pienso en ti, es como invocarte. Eres un destructor de mundos. Un monstruo que me engatusó. No soy capaz de levantarme. Todo me impide seguir. Me has arrebatado la vitalidad como un vampiro emocional. Eras mi criatura mitológica favorita y ahora... eres veneno.
¿De qué vas? Me has hecho especializarme en noches suicidas desde entonces. Te odio. Te odio por huir. Te odio por todos los días que has estado sin estar (por todos y cada uno de ellos). Te odio por dejarme a medias antes de llegar al éxtasis. Te odio porque tu boca carece de verdad (y sigue así). Te odio como nadie en este mundo te odiará. Te odio como no se puede odiar a nadie más. Te odio, porque siempre sigues ahí. Te odio tanto que podría hacerte resucitar del miedo que me causas. Te odio porque nunca volverás. Porque nunca has estado aquí. Te odio por esa enferma despedida. Te odio por hacerme pasar del amor al odio.
Es el final. Cada día es un final que me hace sangrar paulatinamente. No es un final feliz, pero parece que ya no hay vuelta atrás. Rompiste mi mundo, mi corazón y mis ganas de vivir. Tu mundo, burlón, jode mi estabilidad. Tengo miedo de encontrarte de repente y a la vez, de no verte nunca más.
Te escucho antes de dormir. Me acuesto junto a ti y aunque no estás, tu oscuridad toma forma. En este infierno oigo tu voz. En esta noria macabra te sientes grande porque tú al menos tienes algo que contar, algo de lo que reírte, algo que ocultar.
Todos hemos sido el malo en la vida de alguien, y esta vez, tú has sido el malo en la mía.
Me la pegué, lo acepto. Seguí y me di la hostia. Otra vez. Te quise y cambié, otra vez. Quizás juego a escapar de este dolor. Otro clavo en la colección. Siempre es igual. Nadie me explica cómo es amar, porque quizás yo no sé, quizás es por eso que todo el mundo se marcha, que mis grandes amores son solo míos y no recíprocos. Te quise a ti y a tus rarezas. Demasiado poco tiempo. Muy muy muy poco tiempo.
No estoy nada bien, pero no tengo porqué llorar más. No te quiero en mi fiesta. ¡Vete de mi fiesta!
La vida me la ha cambiado un tren, uno que nunca sé si hice bien en no coger.
Solo quiero decirte unas últimas palabras, que sé que no serán las últimas porque vas a tardar todavía mucho en extirparte. Solo quiero que estas palabras me dejen continuar. Solo quiero deshacerme de tu cadáver. Solo quiero olvidar tu sonrisa. Solo quiero volver al mar sin llorar.
Y los vientos de noviembre vuelven a soplar:
He caído tan bajo, que en todo este tiempo he aprendido muchísimo. Me he convertido en la persona más valiente que conozco. He logrado atrapar mi sueño, incluso por delante de lo que debía hacer. Y no me arrepiento. No me arrepiento de por fin haber salido del cascarón. Ha sido un año brutal. Desgarrador. Un año en el que he tocado el cielo más dulce y los infiernos más lúgubres. Pero sigo aquí, después de haber intentado no seguir aquí. Es tu culpa, y a la vez, es gracias a ti. Aún no puedo volver allí. Todavía no estoy capacitado para ello, pero no me rindo. Ni tu fantasma puede impedir que renazca en esta nueva etapa como la mejor versión de mí.
Quiero creer que no soy el reflejo de los que no me aman o no me valoran, porque mi capacidad de amar es más grande de lo que puedes soportar, así que no pienso sentirme culpable por los que no pueden responsabilizarse por esa carga. En algún momento llegará esa persona indicada para sobrellevar eso y me devolverá el mismo amor que yo doy. No cambiaré eso tan especial que tengo por las demás personas que no pueden comprenderlo. No lo cambiaré por ti. No lo cambiaré por nadie.
No dejaré que las tribulaciones me nieguen ser feliz.

Han sido años sin luz, pero hemos sobrevivido, nos hemos graduado, hemos superado una década. Desde aquí, solo puede ir a mejor.
Nos vemos en el otro lado.

lunes, 22 de mayo de 2023

Me paso la vida superando rupturas

Toca repetirse lo mismo de siempre, que todo irá bien (o mal). Me encuentro en el ojo del huracán, evitando la verdad de mis pensamientos, evitando que todos mis fantasmas jueguen a contraatacar. Mi lugar vuelve a desdibujarse, vuelvo a encontrarme atrapado. Es como si con todo esto hubiese arrastrado al frío conmigo y lo hubiese llenado todo de agua y sal. Todo me duele más de lo que digo. Todo se duplica. Te necesito más de lo que te pido. Intento hacerlo lo mejor posible, siempre, pero caigo, inevitablemente siempre caigo...

Vuelvo a creer en esos fantasmas cuando te vas de la cama. Se bifurcan los caminos como en la vida. Y no me lo creo, otra vez. De todas las veces que he dicho adiós, no me he creído ninguna. 

Me cuesta no abandonar el barco y dejarlo hundir. Escuchar el llanto de quien sí creyó en mí y fallarle, porque estoy agotado de sentir demasiado. Nadie se ha preocupado por mis sentimientos y no puedo seguir así, escondiendo quién soy. Hay una línea muy delgada entre quién soy y quién queréis que sea. 

Yo lo intento hacer lo mejor posible... pero caigo. No te culpo, pero no te soporto en mi cabeza. No te culpo, pero no te soporto en mi corazón. Perdona que me ría, pero es que soy subnormal. Mi único talento, por lo visto, es saber disimular. Si abro la boca se me escapa el corazón, así que voy a cerrar los ojos y a olvidarme que todo es por ti. Resulta extraño confesar que te quiero más ahora que cuando me querías. Vaya ruina.

Si en algún momento me ves brillar, es porque ardo por dentro. Puedo ver como la sangre corre por el agua, como duermo sin querer despertar. Que pena no quitarnos la pena. Sigo con la sensación de que entre tú y yo quedan mil cosas pendientes qué hablar. Qué pena, por favor, qué desperdicio de cena. 

Cuando te veo intento resistir las ganas de devolverte todo el dolor. A fin de cuentas sigo siendo aquel niño que se autodestruye en su habitación. 

¿Sabes qué ocurre? Es como si me hubieses contagiado tu tristeza y yo te hubiese devuelto la luz que tanto me había costado descubrir. Se han invertido los roles y no me gusta. No me gusta sentirme como un muñeco de trapo. Pero cuando te pienso... vuelvo a recrearlo todo y siento que prefiero quedarme ciego a verte alejarte. No es como si pudiese elegir. El engaño es real. "Me quedaré toda la vida, para lo que necesites". Ya, ya lo sabía yo. La gente solo sabe mentir. 

Mírame a mí, si cada vez que me preguntan si estoy mejor solo tengo que apretar los dientes y agarrar respiración. Cómo cambian las cosas en cuestión de segundos...

Estoy ahí, ¿no? Y de mientras todos carroñándome la piel. Es lo que todos me pedían, estar. Y ahora que estoy, estoy exhausto de estar, porque nadie está para mí. Porque cuando me dejo la piel, lo único que obtengo son más heridas.

Y ahora pienso que es como si el mundo me hubiese dejado echar un vistazo a lo que podría llegar a ser, como si me el universo me hubiese permitido espiar por un pequeño agujero y sentir todas esas cosas bonitas que obviamente no están hechas para mí. Y vuelve la ceguera, vuelva la oscuridad. Ella, que siempre ha estado a mi lado, vuelve a acunarme, con lástima. No sé cuántas veces me habrá visto ya roto, pero está claro que me paso la vida superando rupturas. 

Por lo menos, ya no hay más donde caer. Este es el fondo, lleno de lágrimas, lleno de agua, lleno de niños azules. 



martes, 2 de mayo de 2023

La noche más larga (parte 2)

 El cielo es menos azul, hoy ha granizado y la noche aún no ha acabado.

Todavía puedo escuchar los gritos de ese hombre. Había alguien ahí al lado que no estaba bien. Aporreaba y daba patadas intentando liberarse de una carga que no estaba en ese lugar. Yo solo podía escucharle encerrado en ese cuarto blanco con una sola cama y mi cabeza para pensar. Ni las pastillas me hicieron efecto. Ni siquiera sé cómo terminé ahí. Me aterraba no poder volver a salir. Me aterraba quedarme ahí toda mi vida, como si estuviese loco de verdad. Solo estaba yo contra todo ese vacío, pero era un vacío tangible, más que nunca, un lugar donde solo podías dar tres pasos, abrazarte muy fuertemente y esconder la cabeza bajo la fría manta que tenía que servirte como almohada. 

Yo estaba bien. Yo estaba bien. De verdad. Lo notaba. Notaba como había mejorado, como mi luz propia brillaba por sí misma. Había luchado mucho para estar en ese punto. Y de repente... solo recuerdo las vías del tren. Y la voz de una mujer intentando aferrarme. Después vino una chica, muy joven y dulce. La vi muy nerviosa, como si ella alguna vez también hubiese tenido esos pensamientos. De alguna manera me salvaron. A partir de ahí, todo se vuelve borroso. Todo fue una pesadilla. Todo el fin de semana fue una pesadilla. No sé cómo algo tan bonito condujo a algo tan dañino. Sólo recuerdo respirar muy fuertemente e intentar decir que todo iba a ir bien como un mantra infinito. Cuando salí, cuando me dejaron salir de ahí todo parecía tan distinto. Todo había menguado. Mis ganas, mis sentimientos y otra vez ese color grisáceo volvía a posarse en cualquier rincón.

Yo no soy culpable de querer. Yo no soy culpable de arriesgarme. Yo no soy culpable de sentir, de luchar ni de sangrar por aquello en lo que creo y quiero. No fue mi culpa esta vez. No lo ha sido, y sin embargo, siento que he perdido a alguien muy importante para mí. Siento que una mitad ha dejado de funcionar. Que mi sonrisa se ha apagado y que mi esperanza se ha visto evocada en una espiral de tristeza.

Yo no sé ya dónde estoy. No sé si voy a volver a ver amanecer. No sé si voy a poder volar, cuando estoy empapado de lluvia y de barro. Yo solo intenté ser yo mismo. Intenté dar lo mejor de mí. Pero nunca es suficiente. Nunca lo es, aunque todo el mundo siempre me dice que soy demasiado bueno para ellos, que no quiere hacerme daño, que merezco algo mejor. ¿Entonces cuál es mi destino? ?Querer hasta romperme? ¿Ser siempre esa persona que todo el mundo quiere a su lado, pero que nadie se atreve a conservar? A la mierda. Quiero ir más allá. Quiero arriesgarme a que me hagan daño, Quiero hacerme daño, arreglarlo, y volver a confiar. ¡¡La gente se hace daño, es natural!! Y luego se reconcilian, y se hacen más fuertes. Y su relación se fortalece. 

 Nos gustan cosas diferentes, ¿y qué? ¿No es eso genial? ¿No es lo divertido de vivir, de conocer, de aprender? ¿No te parece excitante pensar en alguien más de la cuenta, tener ganas de verle, de estar junto a él y simplemente que ese hecho te alegre el propio día? ¿No es eso a lo que aspiran todas las parejas? ¿No es eso lo que ocurre siempre que se está enamorado? Y si tienes miedo... miedo de volver a repetir la historia, miedo de no saber estar solo, miedo de depender, de alguna forma, de mí, para que te salve de soledad. No lo tengas. Porque tú mismo eres tu salvador. Yo solo estoy aquí. Estaba ahí para apoyarte. Yo solo quería darte la mano y hacerte brillar. Aplaudir cuando subieses al escenario y sentirme la persona más orgullosa. 

Dale una oportunidad al presente. Baila conmigo. Báñate en la playa, Viaja a los lugares más cálidos, más fríos, más exóticos... o a la cabaña que dijimos. Escucha al bosque y el tintineo del rocío. Descubramos el mundo juntos. Poco a poco. Como orugas. 

¿Miedo al futuro? ¿A cuál, al que creas en tu mente y luego haces realidad? A veces, lo que uno teme se termina convirtiéndose en realidad justamente porque al no dejar de pensar en ello buscamos todo el tiempo algo que nos lleve a encontrar esa situación. Nuestra obsesión nos condena. O la tuya, mejor dicho. 

No puedes vivir con miedo al qué pasará. No puedes, simplemente. No puedes dejar las cosas a medias, no puedes no intentarlas. Acomodarte en la idea fácil y abandonar aquello que tú mismo dices y sabes que te hace bien. No lo entiendo. No puedo llegar a comprenderlo. 

Ni siquiera puedo mirarte con odio. Ni con rabia. Porque sé lo que se siente. Porque sé que no ves más que oscuridad. Pero estoy aquí. Estoy para ti. Estoy para abrazarte en las noches más largas y oscuras. No quiero que esto termine, por favor. No quiero irme de tu laíto. 

¿Y qué sabrán ellos? ¿Y qué coño sabrán lo que quiero o no quiero? Nadie va a obligarme a que deje de crear castillos en el aire, ni palacios, ni museos, ni recreativas, ni lo que me apetezca. No voy a dejar de ilusionarme. No voy a dejar de querer como yo quiero, hasta el final. Arriba de un banco. En cualquier altura. En cualquier maldita noria. 

Y si solo le quiero a él... ¿Qué hago? 

Y si solo quiero cerrar los ojos... ¿Qué hago?

domingo, 30 de abril de 2023

La noche más larga

Estoy a escasos centímetros de ti y siento que has colocado una compuerta impenetrable en medio. Ha caído de la nada, igual que siento que yo estoy cayendo en espiral. Por una parte siento que ya he estado aquí otras veces, pero por otra, siento como si hubiese estado viviendo el cuento de hadas más bonito y el lobo feroz me hubiese comido al final. 

Te puedo ver respirar. Y no puedo evitar sonreír y quererte. Es una mierda que de repente tú ya no puedas pensar eso. No sé porque hay que darle tanto peso a las palabras, porque no son más que eso, cosas dichas al viento que tienen un significado para el mundo, para entenderse, pero que no resultan importantes. 

Ayer estaba en la cresta de la ola y ahora... siento como si fuese Sora cayendo por ese mar interminable. Siento que hemos creado algo tan bonito, que ha sido todo tan real y precioso... y odio sentir que crees que ha sido precipitado. Lo único precipitado ha sido el no poder despedirme. Una despedida que no me apetece vivir. Es como cuando alguien muere, que te pilla por sorpresa y no sabes cómo actuar. ¿Así se siente al perder a alguien querido?

No quiero sentir que te he perdido nada más encontrarte. No quiero rendirme contigo, no después de todo lo que he sentido, de todas las maravillas que hemos compartido y de todas las que faltan por ver. No eres mi pretérito perfecto simple, me niego. Me niego a hacer oídos sordos de todo lo que hemos vivido.

Te quiero en mi vida. Es la puta verdad y no puedo omitirlo, no puedo no luchar por eso. ¿Lo entiendes? 

Ojalá pudiese darte mis ojos para que vieses toda la luz que tienes dentro. Ojalá pudiese enseñarte lo precioso que eres, todo lo que vales y todo lo que tienes dentro. Ojalá nunca se acabe este mes. Necesito arrastrar cada segundo y cada hora. Necesito sentirte, tus manos, tu calidez, tu sonrisa, sentirte dentro de mí. Tengo miedo, como tú lo tienes, pero sé como afrontarlo, sé como aplacarlo y hacerlo desvanecer. Me has dicho que sentías que yo me desvanecía como si fuese un fantasma. Que no estabas preparado.... ¿pero cuándo alguien está preparado? Esa misma pregunta me hiciste cuando te pedí si querías salir conmigo y te contesté el sí más rotundo que pude regalarte. Es que era tan obvio. El miedo jamás podría prevalecer. Pero aquí está, pero esta vez al otro lado de la cerca, recordándome que nunca se marcha, que aunque le venzas siempre tendrá a alguien a quien acechar. Y no quiero que te engulla. No quiero que toda esa oscuridad se apodere de ti. Porque yo he estado ahí y porque yo casi dejo de estarlo. Ojalá poder arrancarte de raíz, ojalá poder tirar de ti hacia el mundo de los vivos. 

Quiero abrazarte, quiero besarte, quiero cuidarte y estar ahí contigo. Quiero acunarte cuando lloras y quiero gritar cuando me apartas. No sé cómo reaccionar a todo esto, no sé cómo sentirme pero sí sé cómo no quiero sentirme. No soporto la idea de tener que rehacerlo todo desde cero. No soporto la idea de volver a dejar de creer en el amor, porque lo que siento es sincero, es puro y verdadero. Soy un puto cursi y muchas veces puedo ser inocente e infantil, pero me nace solo. Como me nace este agujero negro en el pecho al pensar que quizás esta es la última vez que te veo, así, de esta forma. Me mata por dentro. No sé si te has sentido alguna vez de esta forma, si lo estarás haciendo ahora mismo pero desde otra perspectiva. Siento que he pasado una vida a tu lado aunque solo haya sido un abril, pero no quiero perderte. Me aterra perder lo que siento, esto tan fuerte. Me aterra no volver jamás a sentir esto, porque jamás lo había sentido. Y eras tú. Eres tú y serás tú. Pase lo que pase. Aunque no sea correspondido. Te quiero.

Y es real. Es el te quiero más real que jamás he pronunciado. Y no quiero que se pierda. Quiero estamparlo aquí, para dejar constancia. Para que vuelvas cuando lo necesites y lo veas, por si alguna vez te sientes solo. Me enamoré sin querer, de tus virtudes y tus defectos. Y me tengo que conformar con este amor medieval, de bella donna, donde te recito poemas a tu torre, de la cuál no quieres bajar. Ojalá pudiese subir ahí y sacarte. Ojalá sea capaz de hacerlo. Porque no me voy a rendir. No voy a tirar la toalla. Aunque sea un 0, 00005 por ciento. Aunque la esperanza se haya esfumado. Porque he estado antes en situaciones donde todo estaba perdido, donde la vía más sencilla era dejar de existir y ahora... ahora que tú me has dado luz, luz que siempre ha estado en mí, no puedes pedirme que olvide el mundo que me has enseñado, porque jamás había visto estos colores en las calles, en las personas o en mí. Soy mejor persona a tu lado, egoístamente. Y, egoístamente de nuevo, quiero dormirme con esa sonrisa, con la más bonita, la más radiante y la que me quita el aliento. 

Por favor, permítete (nos) ser feliz (ces).

lunes, 17 de abril de 2023

Mis raíces

Hoy me tengo que aferrar bien a este ventana, pues corro el peligro de querer asomarme y saltar sin remordimientos. Desde aquí todo parece más nítido, como si los dibujos hechos con acuarelas cobrasen vida. Me resulta conmovedor seguir sintiendo que ahí afuera todo parece capaz de existir y está lleno de posibilidades.

Hace ya tiempo que me deshice de las cadenas y los barrotes. O eso pensaba. Porque a veces puedo volver a sentir su frío en mi piel, el como se materializan y me atrapan en lo que yo creía que era mi libertad. Es solo un fugaz destello que parece casi imperceptible pero ahí está, abriéndose camino entre toda la luz de este verano anticipado. Siento que no puedo escapar de mis raíces, que se me da mal luchar contra la oscuridad, incluso habiéndola vencido y habiéndome hecho su compañero más fiel. Es... descorazonador. Siento que una parte de mí está electrizante y solo quiere moverse y bailar, pero a la vez, hay una mano que no me deja disfrutar de eso. No sé si es algo que está dentro de mí, si es algo que puedo controlar o es algo que debería saber soltar. A veces me pregunto porqué me cuesta tanto tener valor y decidir qué es lo que realmente quiero. Porque lo sé, sé que es lo que me hace bien, sé cuál es mi camino y sé hacia donde quiero ir, pero sin embargo... el mundo es dueño de mi sombra y no puedo evitar querer contentarlo antes a él. No quiero volver a escuchar esos grilletes, no quiero sentir ni un resquicio de ese sonido sordo que se quedaba pegado a mi oreja y no me dejaba dormir. Me prometí que no volvería a sentirme así, atrapado y viviendo una vida que elijen los demás, y sin embargo, pienso que quizás todo lo que hago no lo hago por mí, que sigo en ese mar que logré surcar. No lo sé, no quiero quedarme con todos estos fantasmas dentro, por eso los expulso y los expongo. Quiero sentirme bien con mis elecciones, quiero poder pisar sin arrepentimiento y no quiero perder más tiempo. Pero no siempre está a nuestro alcance, a veces debemos esperar, pacientes, y aguantar, agachar la cabeza y asentir. Pero después de tantos años... no quiero someterme. Quiero dejar de mirar al espejo y sentir repulsión. Quiero volar. Necesito volar. Necesito salir de aquí y alejarme de sus palabras y mis monstruos. 

Quiero ver amanecer y hacerlo como si lo hiciese por primera vez. Ver colores que antes no estaba ahí. Entender que el paso de los años ha erosionado todo tipo de suerte, pero que por fin he dado con el camino correcto. Por fin saltar al tren en marcha y no perderlo.

Abrazar a los nervios que siguen sin quitarse y emprender el vuelo con la incerteza de saber a dónde me dirijo, pero sin nadie que me frene, ni siquiera el viento del norte. Hacerlo junto a otros pájaros, hacerlo incluso con alguien como él. Quiero mirar al agua y que no me devuelva esa mirada cobarde. Quiero sentir como me acaricia y me incita a explorar todos sus arrecifes de coral. 

Quiero disparar mi imaginación y sentir que puedo parar el tiempo a mi antojo. Hablar con la felicidad y que me cuente por qué es tan etérea. Yo, que siempre he contado las horas para que se pasasen más rápido solo quiero atesorar los momentos que me hacen vibrar. Siento que he vuelto a nacer y que no quiero desaprovechar esta oportunidad. Quiero crear un hogar. Quiero que la llama se vea desde el espacio. Iluminarlo todo y sentir ese cálido aroma allá donde vaya.

Nunca antes había visto tan cerca la posibilidad de romper esta prisión, ni había sentido tanta necesidad inminente de hacerlo. Quiero escuchar mi voz y compartirla con aquellos a los que quiero a mi lado. Quiero que mis raíces se expandan, como lo hago cuando me pierdo en sus brazos. Quiero escucharme y aprender a hacerlo. Y aquí estoy, lleno de incertidumbre, miedos e ilusiones. Lleno de tantas páginas en blanco que quiero escribir y de tantas fotografías que quiero sacar. ¿Qué me lo impide? ¿Qué se me atraganta? ¿Qué es lo que debo hacer para dejar de sentirme como si fuese un pez en un acuario? Quiero abalanzarme y romper el cristal. Quiero hacerlo con toda la fuerza que pueda acumular. Quiero hacerlo por mí. 

sábado, 8 de abril de 2023

A tu laíto

Aquí estamos. Siete días más tardes. Siete vértigos distintos. Siete saltos al vacío. Siete vueltas al mundo.

Cuando crees conocer todas las respuestas, llega el Universo y te cambia todas las preguntas. Así, como una ráfaga de viento. Todo se vuelve caos, un caos infinito y lleno de matices. Colores pasteles y bermellones. Un caos al que he aprendido a domesticar, a seguir escuchando su magia y sus efectos.

Entre la bruma, él, desenvainando su sonrisa más precisa y empuñando un arco que no yerra. Aparentemente sin miedo, sin dudas; golpeando a todos los pequeños monstruos que todavía intentaban anidar en mi cabeza. Me extiende la mano, como si me estuviese invitando a abrir la puerta al país de las maravillas, y me aferro a ella, como si dependiese mi vida de ello.

Abro los ojos y contemplo la escena desde una fuga. Me veo a mí y le veo a él. Nos veo, en plural, al unísono e iridiscentes. Me abruman los sentimientos. Me avisan constantemente de la expansión que están sufriendo, de los límites que están sobrepasando y de la emergente salida de emisión. Mis sentidos se ponen de acuerdo y empiezan a pertrechar un plan. No podemos dejarlo pasar. No podemos perder este tren. Este no. Me lo repito, casi a punto de quedarme sin aire. La temperatura se eleva y mi sangre empieza a extenderse por todo mi cuerpo. Es como un volcán en erupción, uno que llevaba dormido toda mi vida y de repente ha emergido, sin previo aviso y ha decidido arrasarlo todo. Empiezo a perder el control y las palabras se me quedan cortas. Solo quiero fundirme en negro con él. Solo quiero ser la mandarina que completa su mandarina. Me siento tan fuera de órbita, flotando en el espacio, a punto de estallar. Cada vez que le veo, le pienso, y cada vez que le pienso, le veo. Se ha adueñado de mis pensamientos, como un intruso al que me gusta tratar de invitado especial. Me contengo, con dudas pero con ganas. Me tengo que morder la lengua. Tengo que acallar todo el torrente de mariposas que empiezan a empujar en mi garganta. No lo puedo soportar más, la lava es candente y su escondite ya no es lo suficientemente grande. Le vuelvo a ver. Esta vez, le veo en el presente y en el futuro. Me veo haciéndome mayor a su lado. Le veo en todas partes, como si fuese un vidriera de colores. Como un calidoscopio que parece no tener sentido, pero que no puede evitarme hacer llorar. Porque todo me parece bello, porque hasta sus defectos me parecen una fortaleza. Y allá voy, allá me lanzo, sin saber lo que hay a mis pies. Y no me importa, porque confío, porque la certeza es más poderosa que el miedo más atronador. Mi oscuridad, mi antigua amiga, me amortigua la caída. Me recuerda que si ella existe, la luz también debe hacerlo. Y aparece él con todas las luces, brillando, como si se tratase de un astro en llamas. Es mi mar de fuego, es el chico con el que quiero arder, con el que quiero iluminarlo todo. Su luz es tan cegadora que debo cerrar los ojos un momento y es entonces cuando lo noto; fugaz, breve, pero dulce. Su boca me embelesa. Su voz me cautiva. Su ojos me hacen perderme en un playa de Cádiz en la que no me importaría nadar. Todo se vuelve tan perfecto. Todo cobra sentido. Todo tiene un porqué. Todo está en el momento y en el lugar adecuado. Todo en todas partes a la vez. Lo entiendo, es ahora cuando lo entiendo. Es ahora cuando me libero de lo más profundo de mí. Es ahora cuando grito, junto a él, de amor. Grito de amor. Grito de felicidad, una felicidad condicionada por instantes como este, momentos puntuales de nuestra vida que se nos escapan de las manos; pero cuando sus manos me rodean, cuando siento su aliento en mi nuca, cuando su piel roza la mía, cuando su corazón se pone a latir al ritmo de su música y vuelvo a perder el control, encuentro la respuesta. Las palabras cobran sentido y por primera vez sé pronunciarlo correctamente, por primera vez siento que todas nuestras primeras veces van a estar llenas de magia. Por primera vez sé a lo que se refieren esos autores muertos, por primera vez sé con total seguridad que cada letra tiene su propio significado. La saboreo antes de dejarla salir. Le ato el lazo más bonito que he podido encontrar y se la entrego, con todo el cariño que me es posible recolectar. Le quiero. Sencillo, escueto y directo. Justo al corazón. Y llega la bomba. Llega su propia erupción. Llega nuestro clímax. Le encuentro y él me encuentra a mí, rodeados de una galaxia infinita y aún así, nos encontramos. Me enamoro de su sonrisa y de la alineación de los planetas.

Le beso. Me besa. Nos besamos. Un beso sideral. Un beso como él, lleno de estrellas y posibilidades. Y me muero. Me muero de lo bonito que me resulta todo. De lo sencillo que es todo a su laíto. De lo ciego que he estado hasta ahora por creer saber de lo que se trataba querer. Me muero de amor. Me muero por bucear en su interior. Me muero por dormir a su lado, por sentirle junto a mí aunque esté a kilómetros de distancia, por cuidarle, por estar ahí, para él, para lo que quiera, para lo que necesite, para toda la vida. 

lunes, 3 de abril de 2023

Un corazón helado solo necesita una sonrisa cálida

 Esto... es complicado. Supongo que será verdad eso que dicen que cuando te sientes bien, llegan cosas buenas a tu vida. Ojalá lo hubiese puesto en práctica mucho antes. 

No sé muy bien qué está ocurriendo. Es de las pocas veces en que las palabras no me bastan para describir la realidad. Quiero tomármelo con delicadeza, porque me da mucho miedo que en algún momento vaya a romper esta ilusión. Es como un oasis en medio del desierto, uno que llevas esperando después de tantas noches y tanta arena en los pies. No sabes si es un espejismo o realmente has tenido un golpe de suerte. 

He sufrido un cambio. Una metamorfosis, como Kafka. Le espeté al mundo que se había terminado, que todo esa maleta que casi me aplastaba no la iba a concebir ni un minuto más. Pensé que ese acto me liberaría, y así lo hizo, pero lo que no pensé fue el encontrarme en el camino algo... así. 

Estoy nervioso y llevo toda la mañana mordiéndome el labio. Estoy ilusionado y cagado de miedo a la vez. Es jodidamente maravilloso. Necesito atesorar esto. Necesito gritárselo a todas las personas con las que me cruce en el camino. Joder, esto... esto es enorme. Y sé que debo ser inteligente y no emocionarme más de la cuenta, porque quiero hacerlo bien. He estado aquí, otras veces, pero a la vez, siento como si esta fuese la primera vez que es de verdad. No tiene sentido, nada lo tiene y a la vez, me parece perfecto. 

Algún mecanismo oscuro ha resonado en mí. Ha sido como saberlo. Como tener la necesidad imperiosa de protegerle porque irradia bondad. Yo... no lo sé, me cuesta pronunciar las palabras, a mí, a la persona que se refugia en ellas. Pero es que ahora no necesito refugio, ahora solo me apetece abrir esa puerta y coger una gran bocanada de aire e ir a verle. Aunque a decir verdad le llevo viendo desde ayer, en mi cabeza, constantemente. Y es peligroso, no sé cómo actuar, no sé qué estoy haciendo bien y qué estoy haciendo mal. Esto es todo tan nuevo y diferente que jamás creí que algo así me fuera a pasar. Estoy nervioso, excitado y abrumado. Ha pasado y me encanta. No quiero buscarle una explicación lógica, no quiero defender las leyes universales y tampoco quiero preguntármelo, porque la incertidumbre tiene estas cosas, que llegan cuando menos te lo esperas, sin previo aviso y de sopetón. Y estoy tan acostumbrado a que estas cosas siempre sean malas que cuando ocurre algo así tengo que pellizcarme tres veces para darle veracidad. 

Mi cerebro no para de liberar oxitocina, tengo el pulso acelerado y un profundo color que sube a mis mejillas. Quiero escribirle poesía. Quiero recitar su nombre. Quiero hundirme en su brazos y no despertar. Pero necesito despertar, porque al hacerlo, me encontraré con él. Con esa sonrisa. Dios mío, esa sonrisa te puede curar cualquier mal. Te estremece desde la cabeza hasta los pies. Es que no lo entendéis. No hay forma humana de que lo entendáis. Irónicamente éramos la misma cara de una moneda, atrapados, luchando con todo lo que teníamos para no perder aquello que más amábamos, pero nos creímos insuficientes, cuando la verdad era que lo que ocurría es que el problema no éramos nosotros. El problema era que éramos demasiado buenos queriendo, cuando nos habían dejado de querer. 

Soy una oruga. Eso es lo que soy ahora mismo. Y me muevo lentamente. Y quiero moverme lentamente, porque no me gustaría estropear nada de esto. Pero lo sé. Es que lo sé. Es él. Es tan obvio. Mi maldito corazón me guía y por una vez voy a escucharle atentamente. 


martes, 28 de marzo de 2023

Carta de resurrección

¿Alguna vez habéis intentando resucitar? Si no lo habéis hecho os puedo asegurar que es una acción bastante complicada. 

Siempre había idealizado los finales, acabasen bien o mal. Tú llegabas al final del libro y ahí terminaba todo. Te daban una respuesta, o quizás un interrogante sin respuesta, pero no había nada más. Te podías quedar pensando el resto de la noche y solo habrían conjeturas e ideas que acabarían fugándose con el tiempo. Podías volver a releer toda la historia y sacar conclusiones que a primera vista no eran obvias, pero todo lo demás era inamovible. Hasta que llegas a un final, uno real. Termina. Y después de terminar, empieza algo, algo a lo que no sabes ponerle nombre. Es un principio, un principio de vete tu a saber qué, pero es lo que alguien denominaría "segunda parte". Nadie está preparado para vivir una secuela de su propia historia. Es... antinatural. Nos predeterminamos para acabar, fundirlo todo a negro y morir en paz, o morir sufriendo, pero morir. 

Yo llevaba tanto tiempo sumido en mi propia locura que creía que jamás iba a superar ese final, y si por alguna extraña razón lo lograba, ese sería mi único cometido, disfrutar de él. Pero nadie me preparó para lo que vendría después. Y aquí estoy, en el después. No puedo categorizarlo en un sentimiento y tampoco puedo decir que sea palpable. Es como abrir una puerta por primera vez. Como la primera vez que vas al dentista, la primera vez que te asomas al colegio o la primera vez que pruebas una comida que va a ser tu favorita el resto de tu vida. No sabes nada, no sabes a qué te enfrentas y no sabes por dónde empezar.

Adoro la libertad que siento, eso no puedo negarlo. Pero con eso libertad se suman muchísimas responsabilidades. Algunas que estaba deseando conocer y otras, impuestas, que vuelven a llevarme a ese oscuro lugar llamado miedo. Pero al miedo ya le conozco, y ha superado esa barrera del final conmigo, así que ese miedo me gusta. Ese miedo me recuerda a mi primera versión, más energética, positiva, buscando encajar. Es como volver a las raíces. Y en esas raíces me siento muy nostálgico. Ha sido como volver a calzar las converse de ese adulto adolescente que se asomaba a la vida. Es retomar la vida en el punto en que la dejé, pero con el resto de personas habiendo vivido 10 años en los que yo no pude hacerlo. Y podría retorcerme en el drama como antaño, remover la tristeza y camuflarme en la autocompasión, pero ese ya no soy yo. Y aunque el mundo me haya transportado a esta época donde todos mis amigos parecen haber pasado por un túnel del tiempo, yo solo quiero abrazarles y decirles que jamás me he ido. Que siempre he estado aquí, echándoles de menos. Y aunque la mayoría ya no está, o estén, pero no estén realmente, mi misión es hacerles llegar este mensaje. Porque ahora tengo fuerza, y quizás alguno de ellos la esté perdiendo, como me pasó a mí. Y quiero esparcir esta voluntad. Quiero retomar a la persona que era, con todo lo que sé hoy. 

Creía que el futuro nunca iba a llegar y lo ha hecho. No sé si lo ha hecho como yo me esperaba, pero por fin está aquí, ha movido ficha y yo he abierto todas mis ventanas. Y tal como las he abierto, he cerrado otras. En un mismo día, me despedí de lo que más quería, y saludé a lo que más echaba de menos. Y yo, en medio. 

Si he llegado hasta aquí, puedo hacer absolutamente lo que quiera. Y si la vida me da un golpe de suerte, no voy a ser yo quién lo rechace. Nadie nos enseña que no es lo mismo la tenacidad que la dureza, y yo, en mi mayor fragilidad, sé que tengo esas dos cualidades. 

Es, cuanto menos, improbable, que después de cien intentos estés en las mismas condiciones que cuando empezaste. Forzosamente has debido de avanzar, al menos un poco, aunque sólo sea un paso en cien direcciones diferentes. Inevitablemente aprendes algo que te servirá para seguir avanzando en una de esas direcciones. Al final, estás en un lugar distinto del inicio, seas o no consciente de ello. 

La vida se resume a un ciclo de prueba y error, por lo que siempre te verás luchando entre intentos, fracasos y quizás, algún acierto. Lo más probable, siempre, será el fracaso. Y es un hecho, algo indiscutible, es la norma, y la norma debe ocurrir.  Y de ahí, sale todo lo bueno. 

A partir de aquí, de los días no vividos, el mayor regalo es la incertidumbre. Eso, y las ganas que tengo de vivir, compartir y de no existir para un final, si no para todos los finales que sean necesarios. 

viernes, 17 de febrero de 2023

LOS DÍAS SÍ VIVIDOS

 <<El héroe verdadero lo es siempre por error, su sueño sería ser un honesto cobarde como todos. De haber podido, hubiera resuelto la situación de otro modo, y de manera incruenta. No se vanagloria de su muerte ni de la ajena. Pero no se arrepiente. Sufre en silencio, son los demás quienes luego lo explotan y hacen de él un mito, mientras él, el hombre digno de estima, era tan sólo un pobre hombre que supo actuar con dignidad y coraje en una situación que lo superaba». Umberto Eco, “La estrategia de la ilusión” (1999).

Estoy emocionado. Vivo emocionado, pero mis sentimientos están tan desconcertados como lo estoy yo en estos momentos. Ha pasado poco tiempo, pero el suficiente como para que el mensaje se hubiese calmado. Ahora mismo soy un lienzo en blanco, uno muy feliz y muy asustado a la vez. Siempre había fantaseado con estar aquí, y ahora, después de tanto esfuerzo, me siento abrumado.

¿Qué debería sentir? Voy a hacer un resumen de todo lo que siento:

Paz, una blanca y extraordinaria paz. Sin escala de grises. Completamente desnuda y delicada. Es como si me hubiese estado esperado desde el principio. Se está acostumbrando a mí y yo a ella. Me da ese calorcito que solo una abrazo de alguien a quien quieres te puede transmitir. 

También siento orgullo. Superación. Coraje. Valentía. Me siento válido por primera vez en mi vida. Capaz de todo, de comerme el mundo si quisiera. Es como volver a tener 18 otra vez. Como si de alguna forma mi vida, mi carácter, mi forma de ser... como si todo eso hubiese estado estancado más de 10 años y ahora volviese a mi cuerpo, pudiese controlarlo de nuevo y respirar. Es algo mágico.

Ya he hablado de la valentía, pero necesito ahondar en ella. Ese fuego interior siempre ha estado en mí, me ha acompañado por todas mis travesías y casi se apaga durante demasiados años seguidos. Pero algo incontrolable, una rebeldía casi superior a mí me hizo seguir creyendo. Y me levanté una última vez. Era todo o nada y fue todo. Y aquí estamos. Sintiendo que ya no quiero volver jamás a ese pozo de tristeza. Sé que nunca más voy a estar así, porque no me lo voy a permitir. He llegado al final. He desterrado a la oscuridad. Soy la persona más valiente que conozco. 

Miedo. Ese al que tanto cariño le tengo. La de vidas que hemos vivido y la de planes que hemos anulando. Quién sabe dónde estaría ahora yo sin él. Le debo tanto y le guardo tanto rencor a la vez que es un amalgama de lo mejor y lo peor. Pero él sigue aquí, acompañándome después del túnel. Y se lo agradezco. Necesito una cara conocida para afrontar esta nueva etapa. Alguien tiene que protegerme, hasta que mi valentía le plante cara. No quiere dañarme, nunca lo ha querido. Solo recogía todo el terror que acumulaba de mis desastres. Sé que es necesario. Sin él cruzaría la calle en rojo. Con él, puedo cruzar, pero a su debido tiempo. Ahora lo sé.

Libertad. De una carga muy pesada. No voy a permitir que nadie me la vuelva a robar. Me pertenece, como mis decisiones y mi futuro. Me dirijo a donde yo quiero ahora. Sin peros, ni víctimas ni sufrimiento. Mis palabras puede volar al fi. Y mis alas, esas que están tatuadas en mi piel, me contemplan con orgullo. Ya nadie  va a huir por las calles, ni será un transeúnte más en una ciudad de paso. Aquí estoy y he venido para quedarme.

Esperanza. Supongo que es un síntoma secundario. Pero os prometo que hacía al menos un siglo que no la veía tan nítida y clara. Existe. Veo luz, veo el amanecer y me gusta. Mi alma adora la noche, lo tétrico, la nostalgia y la soledad, pero ahora también quiere la alegría, el calor,  el día y la humanidad. Ahora mis lágrimas tienen otro color. Sé que estoy aquí apara algo. Es como esas películas donde alguien entra en coma durante una eternidad y cuando vuelve, todo el mundo ha envejecido, todo ha cambiado y todo es distinto, menos para su interior. Yo me acabo de despertar y tengo muchos sueños que cumplir. Así que de ahora en adelante, no voy a dejar los días como no vividos. Ahora quiero saborearlos hasta la última gota.

Pensaba que me había vuelto un insensible porque me costaba llorar por felicidad. No era eso. He llorado tanto por lo contrario que ahora debo aprender a sonreír y a sus millones de formas de hacerlo.


Y ahora, ¿empezamos?


miércoles, 25 de enero de 2023

Brillaré, lucharé y venceré

 Solo quieres dormir porque estás triste, pero se vive despierto. Y te estás despertando. 

Has estado luchando contra todas las pesadillas que te intentaban cazar. Herido y maltrecho, te has alzado entre todos los fantasmas. Incluso por encima de aquellos que decían cogerte la mano hasta el final. Hemos esperado mucho tiempo, tanto, que podría escribir decenas de libros. Quizás, después de todo esto lo haga. 

Quiero recalcar el cómo me siento ahora, momentos antes del gran acontecimiento, respecto a cómo me sentía hace tan solo unos meses. Hubo muchos aspectos que eran incontrolables, y por eso, supongo, tuve que acudir al campo de batalla con las pocas armas que tenía y un triste escudo indefenso. Sentía que no podía. Me lo repetía constantemente, e incluso así, lo intenté. Es obvio que cuando intentas algo casi en el umbral de tus fuerzas, es muy difícil sobrevivir a eso, pero dentro de toda la miseria, sentí que mi esfuerzo sobrehumano había servido para algo, aunque ese algo fuese minúsculo. Pero estaba horrorizado, ni siquiera podía pararme delante de ese edificio que parecía aterrador. Mi cabeza simplemente se negaba a aceptar que podía luchar más, que podía hacer lo que me propusiese. No paraba de sabotearme. Pero hoy creo en mí, hoy voy a derrocar esa puta torre. Voy a ganar esta puta partida por todos esos años de dolor. Hoy me voy a convertir en la persona que realmente soy. Hoy brillaré, lucharé y venceré. Tengo  miedo, pero es un miedo bueno. De esos que te cosquillean el estómago y el corazón. Mi alma está impaciente por dar fin y comienzo a la vez. Hoy, aunque ya no creas en mí, también voy a demostrarte a ti todo aquello aquello que dejaste ir. Me siento capaz. Así que voy a atesorar estas emociones y emprender mi destino. El que yo escribo.

Es incluso cómico como a menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo. 

Los arqueros están a tiro y los soldados dispuestos.

Creo en mí.