Aullidos del fin del mundo

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Contra todo pronóstico

El calor se despide con las primeras gotas del otoño. Nos abrigamos con lo poco que tenemos. Algunos se refugian en sus tazas de chocolate caliente y otros, como yo, seducen a las sábanas hasta quedar enterrado en ellas. 

Decisiones etéreas que invaden la privacidad, motivadas por lo desconocido y luchando por abrir un camino al que nunca quise ser arrastrado. 

Las cosas cambian. Hoy por hoy nunca imaginé estar aquí, siendo este un futuro inexacto que ha vuelto a mí en forma de presente lluvioso. 

El agua, calándome hasta los huesos, helada hasta decir basta, nunca me decepciona. Ella hace de puente entre mis idas y venidas. Puentes por los que paso de puntillas, con miedo del derrumbe, con aquella sensación acusadora de que en cualquier momento puedes resbalar. 

Podría llegar a estar en sitios donde no debería estar, que podrían ser justamente el lugar donde querría estar. 

Como nos gusta complicarnos la vida.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

La cita que tenemos junto al mar

Hay tantas cosas que añorar, que año tras año las vamos acumulando como sacos de piedra. A veces me interrumpen imágenes en la cabeza, personas o lugares a los que echo de menos y sé que quizás no volverán o no podré disfrutarlos con la misma frecuencia, pero sí con la misma intensidad. 

La corriente me lleva al mar y me iría a cualquier parte que me hiciese desvanecer. Como todas las noches, parece que puedo vivir al norte de mis paraísos. 

Es extraño, no es que sienta que no pueda ser feliz ahora mismo, es sólo que creo que podría perfeccionarlo más, pulirlo, como si toda mi vida fuese un gran escultura por esculpir y yo el artista sin inspiración.

De momento, me quedaré con esta incertidumbre de horizontes que me lleva a citarme con lugares en vez de con personas. 


martes, 15 de septiembre de 2015

El amarro del anonimato

Uno es y dejar de ser de inmediato. La esencia sigue ahí y eso puede hacer que resaltes entre la multitud, para bien o para mal. Hay tantas variaciones de personas que es difícil llegar a conocerlas a todas.

Pero hay veces que nos gusta pasar desapercibidos, ese misterio de estar detrás de las sombras, de escuchar y formar tu propia opinión, de ser ese esquivo fugitivo que solo sale a la luz si realmente él lo cree conveniente.

Siento que ese cosquilleo que en ocasiones te dejaba ser y no ser se ha diluido un poco, pero al mismo tiempo creo que el hecho de mostrarte al mundo y reafirmar tu persona es un ejercicio necesario que lo único que puede hacer es darte todas las papeletas para brillar.

Puede que no sea tan malo después de todo eso de dejar de ser una rostro perdido para convertirte en un nombre con apellidos. 

Eso sí, debes aprender a brillar, porque no todos lo hacen con la misma intensidad. 

lunes, 14 de septiembre de 2015

No todos los héroes llegan a adultos

Hay una fiesta a punto de empezar aquí. No me apetece mucho soplar las velas ni recogerlo todo después. Tengo la sensación de que no debería estar moviendo los brazos y saltando. El precio que estamos pagando es demasiado tan solo por divertirnos. Es la última sonrisa antes de perder el conocimiento. Quizás debería lanzarme a la piscina y celebrar que es la última noche donde mi amor es ciego. 

Cuando me despierte no quedará más que la sombra de ayer, la de aquellos regalos que nos hacíamos con la mirada, de toda la esperanza que depositamos el uno en el otro. Ya no queda más espacio en el calendario ni ganas de darle la vuelta.

Mi corazón decidió hacerse mayor. 

jueves, 3 de septiembre de 2015

Dulce victoria

El mañana llegó. Es tanta la emoción que tengo que me sorprendo incluso a mí mismo. Hoy puedo decir que he cumplido mi sueño, uno de muchos, pero al fin y al cabo he cumplido uno. ¿Cuántas personas pueden decir eso? Creo que menos de las que imaginamos. 

Llevo tanto tiempo hablando de metas y sueños que hay que perseguir hasta la saciedad que creía que iba a perderme en alguno de los huecos que se han ido formando intentando disuadirme de la esperanza. Llegó un punto en el que rozaba lo absurdo y parecía que por más que lo intentase no habría manera, estuve a punto de rendirme, después de todo, no sé puede vivir toda la vida de algo que no te da para comer, pero... hay una recompensa para todos aquellos que luchan por lo que quieren y hoy la vida me lo ha confirmado, aunque las cosas se pongan turbias y el mundo te nuble, llegará el día en que los sueños se harán realidad y dejarán de ser sueños para dejar paso a todo aquello que vinimos a buscar.

Hoy, por fin, zarpo. Hoy, más que nunca, alzo el vuelo. Hoy comienza el viaje. Hoy mi corazón vuele a destellar. Hoy, después de tantísimo, he vuelto a sonreír sin sombras, sin oscuridad. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Seguiremos para siempre encadenados a la idea de ser libres de una vez

Me he imaginado en miles de futuros inciertos. En algunos más valiente que en otros. Algunos se han convertido en sombras, como si me hubiese convertido en el enemigo de mi propia situación, fuera de control. Otros, en cambio, son un remanso de paz, donde lo único que puedes escuchar son los susurros del viento que hablan de logros y sueños.

Se acerca el último el asalto y el mundo escuece. La estoy esperando, esa es mi oportunidad. Un impulso. Me cuesta mantenerme en pie, pero sigo teniendo algo de verdad en lo que creer, 

martes, 1 de septiembre de 2015

Se abren lentas las heridas

Sus ojos estaban mojados. El rojo cubría toda la pupila. Estaba acabado, era consciente de ello. No por ello dejó de caminar con esa mirada perturbadora. No llevaba nada más que sus manos y su ira. Su meta era muy clara, no tenía otra intención que la de llegar y dar un puñetazo contra lo que se situase delante suyo. 

De su cuerpo emanaba una fuerza sobrenatural, era como si nada pudiese detenerle. Saboreaba la derrota como quien se bebe hasta la última gota de agua. Quizás era eso, estaba sediento. Esa furia, esa rabia debía canalizarla de algún modo.

Si hubiese habido un muro de piedra enfrente de él ni siquiera eso lo hubiese detenido. Estaba roto, tanto por dentro como fuera. La sangre salpicaba su cara. Esa sonrisa no era humana. La disfrutaba, estaba sintiendo placer por todo aquel asesinato. Le gustaba matar pequeñas partes de él. La de ese día debía de tratarse de la esperanza. Sus ojos dejaron de mostrar sentimiento alguno y fue entonces cuando cayó al suelo, llorando como cuando era pequeño.

Se mordió los labios y tragó saliva mientras ríos de lágrimas saltaban y se suicidaban. Gritó tan alto y tan fuerte que incluso los animales se asustaron. Su voz fue decayendo y terminó en un eco casi imperceptible. Aquel era un buen momento para llegar al final, para acercarme e intentar disminuir el dolor, ese que le desencajaba el rostro y nadie era capaz de maquillar. 

Era como si nadie ni nada pudiese conquistarle jamás. Esa no era la vida que había elegido. Era como si no hubiese un camino por el que pudiese avanzar.

Santo

Es curiosa la manera que tiene la gente de aferrarse hasta el último momento a su última baza. Cuando se ven perdidos, sin ninguna salida plausible y con las cartas sobre la mesa deciden, antes de tirar la toalla, destinar sus esfuerzos a hablarle a alguien, a suplicar a una voz superior, a rezar, porque si eso no funciona ya nada más lo hará. 

Me llama la atención que la gente no creyente acabe llegando a esos extremos. Eso significa que el grado de desesperación es tan grande y tan acuciante que han entregado parte de sus valores y su mentalidad a un juego que ha dejado de serlo. 

No soy partidario de hablarle al cielo, pero quién sabe, si todo lo demás dejó de funcionar, no veo que más se puede perder. 

Así que esta vez debo hacerlo, cruzaré los manos y me pondré de rodillas clamándole a la naturaleza que si bien la justicia no existe al menos sí lo haga la paz que reinaría si por el amor de Dios el universo me deja respirar tranquilo al menos por una vez.

Por favor, por favor, por favor y amén.