Aullidos del fin del mundo

martes, 1 de septiembre de 2015

Santo

Es curiosa la manera que tiene la gente de aferrarse hasta el último momento a su última baza. Cuando se ven perdidos, sin ninguna salida plausible y con las cartas sobre la mesa deciden, antes de tirar la toalla, destinar sus esfuerzos a hablarle a alguien, a suplicar a una voz superior, a rezar, porque si eso no funciona ya nada más lo hará. 

Me llama la atención que la gente no creyente acabe llegando a esos extremos. Eso significa que el grado de desesperación es tan grande y tan acuciante que han entregado parte de sus valores y su mentalidad a un juego que ha dejado de serlo. 

No soy partidario de hablarle al cielo, pero quién sabe, si todo lo demás dejó de funcionar, no veo que más se puede perder. 

Así que esta vez debo hacerlo, cruzaré los manos y me pondré de rodillas clamándole a la naturaleza que si bien la justicia no existe al menos sí lo haga la paz que reinaría si por el amor de Dios el universo me deja respirar tranquilo al menos por una vez.

Por favor, por favor, por favor y amén. 

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