Aullidos del fin del mundo

viernes, 1 de febrero de 2013

No me voy a marchar

Se le escapaban las horas en forma de presente. No sabía de donde provenía aquella hipnótica tristeza. Era tan pobre que ni siquiera tenía camino, solo tenía toda aquella verdad. Decía que seguiría de cerca la locura, que algún día estaría preparado para desvelarnos los secretos que tanto daño le causaban. 

Todo el mundo susurraba que era un visitante, alguien que no debería estar aquí. Un intruso, una persona que no era persona. Quizás un extraterrestre, quizás alguien de otro mundo. Él ya no hablaba, le daba miedo que todo el mundo le prestase atención. Todas aquellas miradas posando en su nuca hacían que el mundo se volviese inseguro. Definitivamente era terrorífico. Solo quería volver a su planeta. Regresar a un lugar seguro.  Un lugar que todos afirmaban que existía pero que por lo visto él era el único que desconocía su paradero.