Aullidos del fin del mundo

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Sus redes y marañas

Llega un punto en el que no quieres involucrarte más. ¿Para qué? Si para lo único que sirve es para volver a defraudarte. Entiendo que la gente tengas sus vidas, sus ideas y sus perspectivas; y a la vez espero que ellos entiendan que mis pensamientos puedan llegar a discernir también. 

Es que te esfuerzas para intentar construir una base, le dejas al otro entrar en tu terreno y ellos tan solo lo pisan hasta agotar su fertilidad. No quiero pertenecer a una manada donde te abandonan al encontrar mejor compañía. No hay raíces, no hay sangre compartida sin ser de la misma familia. 

Me quedaré solo, pero sin remordimientos. Prefiero ser verdadero a internarme en un nido de arañas. No hay mejor remedio para el engaño que la propia evidencia. Si ni siquiera vas a probar a ponerte en la piel del otro será mejor dejarlo correr.  El apogeo de sentimientos no merece la pena. 

Que lástima de mundo. 

domingo, 24 de septiembre de 2017

Ajeno

Quería hablar de la bondad de las personas, de lo que hacen los demás sin darnos cuenta y que causa una repercusión gigante en nosotros. Hay gente que intenta darnos la normalidad que pedimos, pero por nuestra visión ciega del mundo creemos que no es más que indiferencia hacia nuestros problemas. Algunas personas siguen ahí, después de tanto tiempo, como si supiesen que debían esperarnos, como si supiesen que volverías. Eso te hace sentir peor, porque ves como podrías haber construido un imperio junto a ellos y solo estás yendo ladrillo a ladrillo. No sabes como agradecerlo. No sabes como decirles que siempre están contigo, presentes. La enfermedad te arrastra una vez más. Estás hasta los cojones de morirte poco a poco. No sabes pedir ayuda ni recibirla. 

Llegamos a un momento crucial donde todo tu alrededor orbita con incertidumbre. El sentido de las cosas pesa y cae encima tuyo. Se está tan bien en el punto de partida que decides tragarte toda la oscuridad. Te relames como si eso fuese un festín de cuervos y tu fueses el rey. Decides mojarte, involucrarte, pero solo te encuentras trenes perdidos y momentos de culpa. Sigues ahí, agarrado en el único saliente que queda. Todo lo que hay detrás de ti se vuelve tan ajeno, tan lejano del mundo que pisas. Te das cuenta de que no hay nada bajo tus pies más que un gran charco de nubes y sombras. Es todo tan oscuro, tan apretado, tan pequeño.

Sacas la mano, en algún lugar, esperando aferrarte a algo sólido. 

lunes, 18 de septiembre de 2017

Repercusión de los años buenos

¿Te acuerdas cuándo decías "lo dejaré para más tarde"? Pues ha llegado. ¿Verdad que no es lo que esperabas? Yo también pensaba que podría esquivarlo un rato más. 

Las expectativas están por los suelos. El ambiente no acompaña y parece que he llegado al ecuador de la repercusión. Es el momento idóneo para hacerlo bien, para poder sembrar las semillas que recogerás más adelante. Si te pones a contar no vas tan mal, ya has superado más de la mitad de una tortura casi placentera. Si bien es cierto que ahora te toca andar con menos compañía que de costumbre estoy convencido de que forma parte del recorrido, y que cuando te des cuenta te habrás topado con algún guardaespaldas que te de sombra en los veranos más tórridos. 
Que pase lo que tenga que pasar. 

Solo espero no hacer de esto otra bala perdida, debo aguantar el tipo. Que comiencen los terceros juegos. 


sábado, 16 de septiembre de 2017

Eléctrico

Es difícil hacer algo para que otra persona esté feliz aunque eso te repercuta a ti. Anteponerse a una debilidad es de valientes. Sacrificar  tu bienestar es de gigantes. 

Cuando he querido darme cuenta había recorrido un círculo entero. El frío vuelve tan cálido a recibirme en mi puerta y los errores forman montañas listas para escalar una vez más. Sus caminos están ya desgastados y la cima no es más que polvo esperando a ser polvo. Es todo tan descarado que aún me sorprende como alguien puede mentir tan bien. No hay año que no empiece con dudas y temores. Siempre hay algo que se encoge dentro de mí y me prepara con un escopetazo de salida. Corremos desenfrenados sin rumbo, pero con meta. 
Nadie te prepara para enfrentarte a una edad que no te corresponde, a un mundo que más que quererte te absorbe y a una rutina que te marca los días como un soldado raso apartado de su familia. 

La electricidad es palpable, y no hay un solo paso donde mi cabeza no quiera desatar una tormenta. 


domingo, 10 de septiembre de 2017

El llanto de un bebé

Cuando estoy fuera, cuando veo el cielo palidecer encima de mí no puedo evitar sentir ganas de llorar, de destruir, de gritarle al mundo que no está funcionando como debería. Es una sensación de malestar, de impotencia. Me gustaría poder hacer algo, cambiar el rumbo, llenarlo todo de agua hasta que la inmoralidad se ahogase. 

Vuelvo derrotado cada vez que pasa esto. Es algo retorcido, proclive a las averías. Hay fallas por todos los lados y nadie se da cuenta. Supongo que es demasiado delicado abandonarse a ideas que recuerden lo que nos estamos perdiendo. 

Caigo más tarde en que volveré a una rutina de bloqueo, donde mi cabeza rechazará las lagunas que me sustentan. Mis estructuras suelen olvidar el esqueleto. Es el corazón quien ruge cuando estoy perdido, y eso es algo que sucede todo el tiempo. Es como si fuese la única persona que puede ver más allá. Como quien ve fantasmas y nadie le cree. No sabes a quien contárselo, y si lo haces seguramente te tomen por loco. No hay un umbral que de paz y descanso eterno. Es algo que arrastramos de por vida. Es una tristeza interior que se cuela en la piel. Es un invierno perpetuo que nos arranca las ilusiones.

Quiero combatirlo. Quiero hacer algo al respecto. Debe haber una forma de dejar de sentirme mal con lo que me rodea. 

Pero aúlla. El mundo aúlla y todos se hacen los sordos. Y yo solo sé frenarlo con un grito aún más alto, una voz que nace de la insuficiencia. Al final, solamente soy como el llanto de un bebé. 


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Espinas

El jardín parecía invitar a que cualquiera pasease entre sus floridos corredores. El agua que caía de una pequeña fuente justo en el centro del vergel convocaba aquel ambiente de paz que se manifestaba inquebrantable. 
El idilio se colocaba la guinda del pastel en el verde verano que se reflejaba en cada arbusto de aquella pequeña selva. Era un lugar donde podías pasarte horas y nunca notarías el paso del tiempo. 
Un banco decorado con motivos florales daba la bienvenida a una mañana próspera y caliente.
Los insectos madrugaban para ser los primeros en disfrutar de todo el espectáculo que cobraba vida allí. No había un lugar mejor para descansar. 
Al seguir las enredaderas te dabas cuenta de que eran imparables y que sus ganas de crecer conseguían superar fronteras. En cada rincón había colores distintos, flores exóticas y frutos que con tan solo verlos deseabas poder darles el primer bocado. Para completar, de fondo se escuchaba una melodía que te hipnotizaba. No se trataba de ningún instrumento musical; todas las notas provenían de la naturaleza. 


Fue una niña, que en su más pura inocencia se tropezó y rompió la atmósfera. Cuando se dio cuenta de que la culpable había sido una rosa fue a darle una patada para que aprendiese la lección, pero al acercarse con su breve enfado no pudo evitar fascinarse por su belleza. Se sentó junto a ella y la acarició. Era de un rojo escarlata que destacaba por encima de las demás. A la niña le gustó tanto que decidió llevársela consigo, pero al intentar arrancarla se pinchó. Rompió a llorar de nuevo, y esta vez se escondió la mano debajo de la camiseta para que al tocar el tallo no volviese a ocurrir una catástrofe. Cuando por fin lo logró reparó en que no sabía distinguir si el rojo de la rosa brillaba más que el de su propia sangre. 

Al llegar a casa la dejó olvidada en mitad de las páginas de algún libro de su madre. 



Pasaron veinte años y aquella niña se había convertido ya en toda una mujer. Llegó tarde de trabajar y no había sido un buen día para ella. Estaba exhausta y tan solo le apetecía leer algo antes de dormir y olvidarse de todos los problemas. Como ya no le quedaba ninguna lectura pendiente se atrevió a ir a la vieja estantería de la familia donde siempre encontraba algún viejo tomo que releer.
De entre todos escogió un libro de cuentos que solía relatarle su madre cuando a penas medía medio metro. Al abrirlo se cayó un pétalo de un color oscurecido. Se acordó entonces de aquella mañana de hacía tantos años donde lo que más le preocupaba en la vida era clavarse una espina. 
Sonrió y pensó que quizás todo aquel día horrible que había tenido no era más que algo pasajero y sin importancia.
Entonces descubrió el tallo aún entre las primeras páginas. Toda la belleza de la flor se había esfumado, pero todavía perduraban las defensas que luchó.