Aullidos del fin del mundo

sábado, 30 de junio de 2012

Si no está habrás perdido

Puentes. Son construcciones de unión. Unen. Se han creado para juntar dos mitades. Es una suerte que alguien erija un lugar donde aunar dos mundos distintos.

Buscamos puentes durante toda nuestra vida. Nos sentimos aislados, amontonados en un pequeña soledad repleta de gente. Reventamos de ganas por mirar en la otra orilla. Exploramos el mundo en busca de soluciones para poder cruzar ese lugar de fantasía. Lo vemos durante cada mañana, pero un mar insondable nos hace daño. Su mera presencia nos engulle. A nosotros y al puente. Porque nunca ha habido puente. Nos acabamos dando cuenta de que estamos condenados a vivir en esa isla. Si no está, nos encontramos perdidos. Solo entonces, cuando nuestro mundo se resume a un diminuto pedazo de tierra nos decidimos a construir un puente. Un puente que unirá aquel lugar al que deseamos ir. Un puente que por más que queramos cruzar, no siempre estará ahí. En la mayoría de ocasiones nosotros mismos seremos el puente.

Por favor, deja de quemar mis vínculos.


lunes, 18 de junio de 2012

Me ha tocado soñar entre cuatro paredes


Confundo la noche con el día. Estoy borracho de sueños. Pero un sueño no es nada más que todo aquel mejunje de cosas que son casi imposibles de realizar. Ya casi me parece más una enfermedad que un alivio. Los sueños a veces tienden a parecer más bien pesadillas. ¿De qué sirve tener un sueño, matarte a intentarlo, pero fracasar? Sí, podrás volver a la casilla de inicio, te habrás hecho más fuerte, pero estarás más exhausto. Hasta que un día sólo verás que has vivido para frustrarte. Debe de ser una de las peores muertes de todas. Por eso me pregunto a veces si no es mejor contentarme con cosas más sencillas. Porque todos sabemos que el motor no es el de un reactor espacial. Pero luego, luego lo vuelvo a pensar y se me haría difícil vivir en un mundo donde todo lo que aspiro a conseguir pudiera obtenerlo tan fácilmente. ¿Por qué no ser feliz con esas pequeñas cosas y a la vez, tener la certeza de que algún día podré pilotar un cohete?

Mientras no elijas, todo sigue siendo posible.

sábado, 16 de junio de 2012

Se perdió en la inmensidad del espacio

Es como nadar en un mar de oscuridad. Todo aquello que brilla me ciega, y parece tan cercano, que me decido a seguir nadando. No hace frío, ni calor. No me importa eso en este momento, no siento si quiera el hambre. Esta inmensidad me hace asemejarme a esas luces danzantes. Sólo un punto más. Uno que se enciende como una cerilla y que si pasa mucho tiempo buceando por la vastedad, se acaba extinguiendo. Me pueden ver durante años, irradiando una llama imponente, pero como estrella muerta, nadie más que yo sabrá que estoy solo y sin fuego. Que estoy perdido en la inmensidad del espacio.

¿Serán aquellas luces cometas sin rumbo, rugiendo porque han perdido todo el apetito de la vida? Será aquella luz que vi, aquel meteorito que no pude si no más que contemplar como estrellaba en mi universo, algo más que una piedra exánime? 

¿Serán restos, o será por fin la chispa que me arrebataron?

viernes, 15 de junio de 2012

Que alguien me lleve a casa

Supongo que pensé que podríamos encontrar otras maneras de derrumbarnos. No hicimos más que morirnos el uno en los brazos del otro. No nos dio tiempo a llegar a casa. Todo lo que teníamos era el momento y a la persona. A la oportunidad, que se lanzaba de cabeza al fondo de la piscina. Nos fragmentaron, nos recogimos, nos quisimos y nos lanzaron al vacío. A vacíos distintos. Fuimos oscuros. Pasamos muchos tiempo allí, entre tinieblas. No podíamos saber cual era la verdad. No existía la verdad. Lo único que conocíamos era aquella dimensión construida a base de mentiras, de decisiones que nos impedían tomar aquellos monstruos que vivían, no bajo la cama, si no en toda el hogar. De aquellos ángeles que se reían, de aquellas voces que nos instaban a cerrar los ojos y dejarnos llevar. Nos vimos obligados a sumirnos en aquel letargo. Todo era tan incierto...

Las sombras tiñeron el transcurso de los días. Excepto los recuerdos, ellos se mantenían firmes a su luz. La espera se fue adueñando de mi determinación. Y lo volví a escuchar, aquel cascabeleo angelical. Me atrapó. Me cazó. Durante años me vi enredado en la única idea de asegurarme que no hubiesen más sombras en tu camino. Que si alguien podía ver más allá de aquel sol negro, fueses tú. Tu figura huye en mis semanas, y la echo de menos. Echo de menos la única voz que me podía llevar a casa, a mi verdadero lugar de origen. A aquel mundo que construimos para dos. Aquel mundo paralelo en el que una casa no era el lugar más terrorífico del mundo, si no que era donde hacíamos el amor.

miércoles, 13 de junio de 2012

Tú dices que soy un soñador, pero no soy el único

Habrá alguien más que esté despierto en este sueño que no deja de ser la única realidad. Mi pecho está dormido. Si no es real, no sé que es real. No puedo cerrar los ojos y ver lo que está mal. No soporto herirme. Habrá alguien más que esté despierto. Me falta un sentimiento, y ese es el más real. Y no está aquí. Está en ese mundo que me prohíbes. No sé como puedes vivir sin soñar. No sé como enfrentarme a esto. Yo me muero. Quizás no hay nada a lo que enfrentarme. Pero somos muchos los que no sabemos como enfrentarnos. Lo cierto es que estoy seguro de que habrá alguien más que esté despierto.

Siento sólo lo que soy. Me siento como en el cielo cuando me acerco. Cuando mi camino se adentra en temporada de nubes. No vuelvo a ser el mismo. Porque no puedo dejar de soñar. No puedo ser alguien que murió. ¿Dónde están? ¿Por qué estoy solo en mi ciudad? Quiero ir a otro lugar. Llevo aquí un millón de tiempo. El tiempo exacto en el que sé que...

... habrá alguien más que esté soñando. Que esté luchando por esto. En el que alguien habrá logrado conciliar el sueño.

martes, 12 de junio de 2012

Los que conducen, son monstruos

Dicen que hay personas frías. Personas que parece que a penas les quede nada de humanas. Personas que se quedan heladas, que parecen no sentir, que miran como si lo petrificasen todo, como si fuesen monstruos insensibles. Decidimos pensar que esas personas no deberían considerarse personas. Que son desinteresadas, egoístas e insolentes. Pensamos que no saben ver más allá de lo que les conviene, que están llenas de amargura y de odio, que jamás tendrán la oportunidad de vivir una vida sin ese gélido temblor en el corazón. Que nos apartan, que sólo nos aportan rencor y animadversión. Solemos creer que están entumecidos, como si una tormenta de nieve los hubiese dejado impávidos. Como si fuesen de piedra.

Nada más lejos de la realidad. Somos piedra. Una piedra hecha de hielo. Ese material tan frágil, que en cualquier momento se puede romper. Y lo tememos. Tenemos miedo de sentir como nos partimos en pedacitos de escarcha. Sentimos pánico ante la idea de que alguien nos suelte en cualquier momento y nos quiebre. Vivimos aterrorizados, blindándonos de la única forma que sabemos defendernos. Siendo piedras. Vivimos a través del cristal. Lo vemos todo con tanta nitidez, que cualquier movimiento, cualquier desliz, puede  mancillar toda esa pureza. 

Nos echamos a un lado. Los dejamos marchar. Y cuando la tormenta cede, nos aproximamos, como pequeñas criaturas de otro mundo. Atravesamos el cristal. Nos bañamos de calor. Y sentimos frío. Porque no conocemos nada más allá del frío. 

Nuestra vida siempre la han conducido monstruos. 

jueves, 7 de junio de 2012

Corrientes de retorno superficial

Cuando alguien queda atrapado en esta corriente, hay un par de cosas que debe de hacer y que convierten la experiencia en algo perturbador, quizás aterrador y sin duda agotador, pero más que nada molesto. Si no las hace, lo más probable es que muera. Como la corriente de retorno superficial es estrecha, no hay que luchar nunca contra ella. Hay que limitarse a nadar paralelo a la costa, y en unos segundos el tirón violento de la corriente se suaviza y lo deja a uno a poca distancia de la playa. Es algo sencillo.
La realidad, por supuesto, es mucho más complicada. Ser arrastrado inexorablemente hacia el océano, lejos de la seguridad de la playa, provoca pánico al instante. Estar atrapado por una fuerza muy superior es aterrador. El miedo y el mar son una combinación letal. El terror y el agotamiento ganan al bañista. 

Intento controlar mis emociones, porque me siento atrapado en una corriente de retorno superficial.

miércoles, 6 de junio de 2012

No me dejas ser

Mi imaginación ya arrastra las cadenas que tu realidad le ha impuesto. Ya no hay ruido. El único ruido que escucho es el de tus gritos. No puedo depender del recuerdo y de la espera. Me iré tarde o temprano. No sé si partiré o huiré, deberías aclarármelo. Pero necesito que lo comprendas, porque me iré. Necesito que comprendas el porqué. Y si me voy, y no lo has hecho, si no has conseguido entenderlo, seguiré yéndome, aun más triste. Sé que nada es fácil, pero no puedo vivir en un lugar donde no me siento a salvo y seguro. Donde se supone que debería encontrar refugio sólo encuentro esos gritos del principio que durarán hasta el final. Me iré a toda costa. Haré todo lo posible, buscaré hasta en el rincón más alejado. Lejos, lo lejos que haga falta. Pero lo haré, me iré. Ya no es por ella. Ya sólo es por mí. Me iré.

Y seré.

martes, 5 de junio de 2012

Bajar la guardia (y desenfundar los revólveres)

Hay momentos en los que es lo mejor que puedes hacer. Dejar de comerte el mundo. Porque quizás es la única manera de respirar. De dejar de intentar sorprenderte, sin éxito, y sorprenderte de verdad. Sólo es una tregua. Un pequeño intervalo entre la acción y la reacción. A veces sólo debemos dejarnos llevar por la esperanza. Y aunque no seamos creyentes, tener fe en ese futuro que no hace más que reiterarse en el presente como el gran problema por resolver. Es por eso que necesitamos bajar la guardia, para poder estar con nosotros mismos y encontrarnos, en vez de torturarnos por un obstáculo que todavía está por venir.

Aunque no podemos escapar, ni negar esto. Así que estoy listo para la guerra.

lunes, 4 de junio de 2012

Insuflas vida

Podemos estar perdidos, desorientados o abandonados. Estar llenos de heridas que no cicatrizan nunca. Podemos no saber que dirección tomar y dudar de que la que escojamos pueda llegar a ser un error o un acierto. Podemos sentirnos solos en medio de mucha gente o sentir que falta alguien que nos complemente. Podemos suspirar por un futuro que no será como lo imaginábamos en nuestras cabezas. Podemos hundirnos y no ser conscientes de lo que nos pasa. Podemos exagerar los problemas, maldecir al mundo y querer comérnoslo. Podemos chocarnos contra las paredes, perforarlas o tirarlas a bajo de una patada. Podemos creernos diminutos, distintos, extraños. Podemos aparentar ser duros por fuera y tiritar cada vez que nos quedamos a solas. Podemos tragarnos el orgullo, escupirlo o esgrimirlo. Podemos odiarnos, odiarlos, o odiar al mundo. Podemos aceptar las críticas, desmoronaros o salir adelante. Podemos estar tristes y apagados. Podemos hacer que nos duela todo tanto, que cuando alguien nos mira de esa manera, nos sonríe y nos abraza, cuando eso pasa; podemos acobardarnos, desconfiar y seguir sintiéndonos extraviados, pero también podemos levantarnos un día más. Podemos recuperar nuestra fortaleza. Podemos lograr sonreír, incluso rotos. Podemos seguir teniendo un motivo. Siempre hay un motivo por el que poder.

Porque el mañana siempre es la respuesta que estamos esperando.

domingo, 3 de junio de 2012

¿Cómo puedes vivir contigo mismo?

Los que más sufren son quienes no saben lo que quieren. Pero sí lo saben, saben lo que quieren, pero no saben expresarlo. Ven como el mundo se disipa, que cada decisión que toman no es más que otra resignación, otro golpe por venir. Se les encalla la voz en la garganta. Se pasan la vida ahogándose en eco. El dolor se hace fantasma. La sangre deja de circular. Y la gente se va apagando lentamente. Y desaparecen. Dejan el cuerpo suspendido, levitando. Se echan a un lado, y dejan a los soñadores volar.
Todo lo que tienen, no es suficiente, porque lo que tienen, lo único que tienen, es ilusión.

Ya no sé como vivir conmigo mismo. No quiero dejar de soñar. Me da miedo dejar de hacerlo.

sábado, 2 de junio de 2012

Tormento y Tormenta I

Tormento era introvertido. Se sentía fuera de lugar. Había crecido siendo un rompecabezas y había acabado por romperse. Le creían un juguete, pero le faltaban pilas. Decían de él muchas cosas. Desde que lo veían todas las tardes sentado en su habitación, meditabundo, pintando el frío con su mirada. Que se pasaba las horas observando un punto fijo en el infinito. Como si estuviese a punto de comprender algo que la humanidad no creía posible. Estaba en las nubes. Se pasaba el día soñando, como un niño solitario.  Dijeron que una noche lo habían encontrado, volviendo unos amigos de fiesta, en medio de la carretera, empapado por la lluvia, intentando bebérsela. Gritando a todo pulmón. Loco. Salvaje. Histérico. Como si hubiesen retrocedido a la prehistoria y estuviesen en medio de un ritual que sólo él podía comprender. Allí en medio, único, parecía que cazase con la mirada. Su mirada era puro fuego en esa tormenta.
Siempre pasaba desapercibido, pero su expresión, como en esa noche, como cuando te miraba sin apartar los ojos, profundamente, parecía que tuviese todas las respuestas. Que supiese todo lo que te hacía llorar, tus más recónditos secretos. Tormento se volvió invisible. No lo tenían por cuerdo y lo dejaron estar. Tormento dejó de hablar, y escribió. Escribió hasta que la mano le falló, e incluso así, se le oía murmurar, como si escribiese en su mente. Puede que saber todas las desgracias del mundo fuera lo que le hacía, precisamente, desdichado. Tormento nunca se sintió acompañado, y por eso, incluso en su muerte, se sintió tan solo. E insalvable. Solo e insalvable.

Tormenta era un terremoto. No paraba quieta. Es más, necesitaba hacer algo. Si se quedaba parada, algo dentro de su cuerpo le hacía ponerse en marcha, la accionaba y le instalaba un leve temblor que recorría las palmas de sus manos, intentando alcanzar algo insondable. Inquieta e indómita, siempre devoraba todo lo que transitaba por su mente. Desde hacer el pastel más grande del mundo, volar en globo o ganar en la competición de quien podía estar más rato sin reír; eso,  por supuesto, jamás lo consiguió. 

La querían mucho. Era como un soplo de aire fresco. Siempre tan nítida y tan vivaz. Siempre con esa cara llena de pecas bañadas por el sol y cincelada con una sonrisa de oreja a oreja. Era, como solían decir la gente que la conocía, "un pequeño amanecer".
Pero al final, como a todos nos acaba pasando, se marchitó. Quedó arrugada y encogió, casi haciéndola desaparecer. Y le embargó la ira, una ira que jamás había creído capaz que pudiera contener en ese cuerpecito tan frágil. Y llovió, llovió durante días, durante semanas. Todo se empañó. Aquella ira, que jamás había sido testigo en su vida, acabó por aparecer demasiado tarde, como un tormento. Acabó por implosionar sola. E insalvable. Sola e insalvable. 


Estaban malditos. Por eso se cruzaron.

El movimiento se demuestra andando

La única diferencia entre Dios y yo, es que yo existo. Y eso me hace sentirme más desamparado. La única persona en la que puedes creer es en ti, y sin embargo, a veces te ocultas respuestas. No las escondes, más bien no sabes encontrarlas, pero sabes que están ahí, en alguna parte. Es como un ángulo muerto. Quizás me esté protegiendo. Quizás sólo me esté prolongando una mala decisión.

Me agotan los ángulos muertos. Necesito saber como insuflarles vida. Necesito recorrerlos. Necesito horadar en cada perspectiva desconocida. Necesito que este infierno termine de una vez. 

No hay nada íntegro en descubrir que tú eres el punto muerto.

viernes, 1 de junio de 2012

Quedarte varado no es la solución

Diques reteniendo agua. Un mar. Un mundo hecho de agua. Tengo miedo de ahogarme si el dique no revienta. Pero no quiero reventar, porque entonces ahogaría a los demás. Un dique solitario que, incluso después de todos los residuos a los que ha sido sometido, se pregunta si no es mejor resistir un poco más.

Pero es muy fácil sumergirse en la corriente del agua, y muy difícil escoger donde desembocará.