Aullidos del fin del mundo

lunes, 18 de junio de 2012

Me ha tocado soñar entre cuatro paredes


Confundo la noche con el día. Estoy borracho de sueños. Pero un sueño no es nada más que todo aquel mejunje de cosas que son casi imposibles de realizar. Ya casi me parece más una enfermedad que un alivio. Los sueños a veces tienden a parecer más bien pesadillas. ¿De qué sirve tener un sueño, matarte a intentarlo, pero fracasar? Sí, podrás volver a la casilla de inicio, te habrás hecho más fuerte, pero estarás más exhausto. Hasta que un día sólo verás que has vivido para frustrarte. Debe de ser una de las peores muertes de todas. Por eso me pregunto a veces si no es mejor contentarme con cosas más sencillas. Porque todos sabemos que el motor no es el de un reactor espacial. Pero luego, luego lo vuelvo a pensar y se me haría difícil vivir en un mundo donde todo lo que aspiro a conseguir pudiera obtenerlo tan fácilmente. ¿Por qué no ser feliz con esas pequeñas cosas y a la vez, tener la certeza de que algún día podré pilotar un cohete?

Mientras no elijas, todo sigue siendo posible.

1 comentario:

  1. Cuando llevamos mucho tiempo luchando y sin conseguir lo que esperábamos nuestras fuerzas disminuyen al igual que las ganas de seguir intentándolo. Es un quiero y no puedo que termina siendo un no querer. Al llegar a este punto empezamos a reponer fuerzas sin darnos cuenta, es el enchufe invisible que nos da corriente. Así es el fracaso.

    Mientras no elijas todo sigue siendo posible... sí, pero incluso el no elegir ya es una elección.

    Que te vaya genial la vida Foster!

    ResponderEliminar