Aullidos del fin del mundo
jueves, 31 de diciembre de 2020
Ansias de volar
jueves, 10 de diciembre de 2020
El ascenso del fénix
Llevo mucho solo, la verdad. Llevo mucho aquí sentado saltando entre mundos. Me he convertido en una especie de guardián de puertas. La de la oscuridad es mi especialidad. Supongo que es lo normal cuando llevas toda la vida enfrentándote a ella. Es como mi segunda casa. Me acompaña allá donde vaya, incluso allí donde la luz eclipsa a las tinieblas. Me he agobiado de aferrarme a esa luz que me ciega. No estoy cómodo en una esperanza constante que nunca llega. Dirán lo que quieran, pero en la sombra se está mucho mejor. Al menos desde aquí puedo ver el mar. Me llega el sonido de sus olas; sus gritos ahogados cada vez que salen a acariciar la superficie. Aquí puedo protegerme del resto. Aquí mi mayor temor no tiene nada que ver con las personas.
Aún sigo con esa pregunta persistente de por qué vivo. No tengo una respuesta satisfactoria, y eso me agobia. "Vive al máximo para ser feliz", "céntrate en las pequeñas cosas", "valora lo que tienes", "sueña hasta alcanzar la cima". Bobadas. Más bien basura. Un boicot que arremete desde que eres pequeño. Es todo una gran B. Creo que esa sería mi mayor resolución. ¿Si ni siquiera recuerdo como sonreír cómo voy a escalar esa lista interminable de citas utópicas? Si tan solo pudiese dedicar mi energía a aquello que hace latir a mi corazón...
¡Cómo echaba de menos una buena tormenta! Al menos eso sí que me hace silbar por dentro. Recuerdo que antes solía quedarme debajo de la lluvia a empaparme, pero ahora prefiero seguir la trayectoria de las gotas desde mi ventana. Quizás he perdido la pasión o simplemente me he hecho mayor. Ugh. Otra vez esa carga. Otra vez esa palabra. Debería dejar asociarlo todo a un tiempo y a una edad, porque realmente es lo que pienso. Realmente me muero de ganas de beber toda la lluvia que cae del cielo mientras me rio como un psicópata a quien no le importa lo que piensen los demás. A quien no le importa lo que piense él mismo.
Me siento cómodo en la luz de los relámpagos. Quizás se deba a que puedo empatizar con sus ganas de romper el mundo en dos. Es como si partieran el cielo y arremolinasen toda su ira en un espectáculo feriante. Ellos también han convertido su conexión en desconexión. Están enfadados y simplemente se dejan llevar por sus instintos más primarios. Ojalá me pareciese más a ellos. Ojalá no me importase ni lo más mínimo todo tu egoísmo. Entiendo que la gente viene y va pero sería genial que tuviesen la decencia de al menos despedirse. Por tu culpa me he convertido en lo mismo que detesto, porque no vale la pena apostar ya por nadie, pues todos van a escogerse antes a ellos primero.
Aún me queda algo de rabia, así que la expulsaré a través de lo que mejor se me da. Te has ganado los méritos para salir de mí, para retratarte en mis más tóxicas palabras. Te ensuciaré como tú has hecho con mis ganas. Te dispondré en la estantería de juguetes rotos. Te lanzaré desde un precipicio en mi cabeza hasta lo más recóndito de mi dolor. Ahí te quedarás, encerrado, a medias, en una prisión sin barrotes que tú mismo me has enseñado a construir. Ya no nos veremos. No recordaremos nuestras caras, porque nunca hemos sido más que otro nombre más para una colección que se ha quedado ya anticuada. No sabrás lo que es real o ficción. Vivirás, como yo, en una cápsula de un tiempo que nunca será. Jamás será. Te unirás a la lista de los muertos, a esa gente intachable en vida, pero que después de ella tan solo quedan unas buenas palabras, repetidas incesantemente en los velatorios, cuando nadie tiene nada mejor que decir. Seguirás existiendo, pero ya fuera de mi alcance, a una vista borrosa que sigue haciendo daño, como si mirase fijamente al sol, aun sabiendo que es algo que no debería hacer.
Me cuesta entender la maldad en las personas. Me cuesta comprender el porqué la gente se arranca de las vidas de los demás como si fuesen malas hierbas. No piensan en las consecuencias, en las secuelas, en nadie más que en su bobo (su gran B) y estúpido ombligo. Hubo un tiempo donde pensé que se me pagaba con mi propia medicina, donde pensé que mi tristeza había causado erosiones incluso fuera de mi burbuja y que de alguna forma, en mis mejores momentos, debía asumir mi parte de culpa y tolerar las embestidas a mi pecho. Con la cabeza gacha y la sangré fría lo acepté sin rechistar, pero hace tanto de eso que no creo que me lo merezca más. No creo que sea justo. Al menos, ya me he hartado de tolerarlo. Me quedan muy pocas balas en la recámara y debo asegurarme de gastarlas bien.
Si me silencian, me transformaré en un grito de guerra. No dudaré en pedirte que te vayas. No dudaré en terminar aquello que no empezó. Estoy terriblemente asustado por lo que vendrá, y sé que esta frase no es la primera vez que la escribo. Si me paro un momento a pensarlo, tan solo repito datos como un ordenador. Tan solo soy una máquina defectuosa hecha de carne. Lo importante apenas puedo saborearlo. Apenas puedo rozarlo con la punta de los dedos... de los labios...
Tu presencia a veces es demasiado colosal. Me transportas a un palacio de cristal donde lo más frágil que hay allí soy yo. Siempre soy yo. Nunca te conformas con mi debilidad. Nunca es suficiente. Estoy sin amor. No quiero ni ver mi reflejo en las paredes. A veces ya no sé si me quiero despertar.
Odio reconocerlo, pero aunque deteste hacer lo que hacen los demás... si se me paga con fuego no voy a dudar ni un segundo en arrasarlo todo hasta que solo permanezcan las cenizas. Soy un desastre emocional, no puedo evitarlo. No puedo evitar querer ser yo ni cuando intentan sofocarme.
miércoles, 25 de noviembre de 2020
Mientras tanto... ¿Quién soy?
Ojalá al final lo que escriba ahora te parta en dos.
Deja de tratarme como si no fuese más que un niño herido. Deja de intentar comparar tu tristeza con la mía. Deja de hacer ver que esto no importa, que tu comprensión te sobrepasa. Qué fácil es solucionar las cosas desde tu cabeza. Qué fácil es creer que todo es fácil. Qué fácil es cuando tienes las oportunidades que no se nos han dado a los demás. Qué fácil es darte cuenta de los errores que cometo y obviar los tuyos. Qué sencillo tiene que ser la vida cuando tu mayor problema reside en apuntar con un dedo aquello que no te gusta y hacerlo desaparecer.
Tanto hablar del fin, y estoy cansado de no verte pero de escucharte en todas partes. El daño es tan rotundo que no puedo alejarlo de mi cosmos. Me siento incapaz de encontrar una afinidad, de depender un poco más de los demás. Yo soy tu gran incomodidad. Hace tiempo que me di cuenta de esa certeza. Supongo que hay canciones que no están hechas para que les guste a todo el mundo. Si no apareces en la vida de alguien te olvidan en muy poco tiempo. No somos más que meros espectadores o números que se destiñen con el tiempo. Ya nadie suma. Ya nadie importa.
Esta mezcolanza se proyecta en todos los planetas. Es imposible recibir señal. Es casi como si todos se hubiesen evaporado. Como si fuese dueño del universo o tan solo un peón que se encuentra en la sombra de un tablero ya devorado por los años.
No me apetece reflejarme en ti. No quiero impregnarme de tus sombras. Creo que por eso te odio más, porque hay una parte que sigue viva. Hay ciertas cosas en las que no puedo evitar parecerme. Hay una parte que me hace imposible el poder olvidar los años que jamás serán. Huir de las situaciones resulta tan sencillo que no entiendo porque esta vez no puedo huir de ti. Por más gigante que sea esta galaxia siempre encuentras un hueco en mí. Un agujero de gusano. Una materia oscura que me emponzoña las entrañas. Que me devora. Que me hace preguntarme constantemente quién soy yo sin ti. Quién soy yo contigo. Quién soy yo, solo yo.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
A plena oscuridad
No entiendo como nadie puede comprender esta vulnerabilidad. Es como si solo viesen un espejo que refleje drama cuando el sentimiento es mucho más profundo que eso. Es como una bala que se ha quedado atascada en el pecho. Si intento sacarla me desangraré, mientras que si la dejo ahí mi cuerpo nunca podrá volver a respirar.
Es huir o luchar en mi propia oscuridad. Supongo que eso es lo que viene después de toda esta ráfaga de confusión. No me queda otra que comportarme, asumir el riesgo y no amedrentarme.
Las proezas nocturnas son derrotas de día. Son como dos caras de la misma moneda. Nunca sabes si tu valentía es realidad o ficción, nunca sabes si cuando salga el sol vas a poder enfrentarte con tanta entereza a tus demonios como cuando te hacías la promesa unas horas antes. Es como si las sombras lo engullesen todo. Como si el mundo me diese una bofetada por creer que puedo combatir mi debilidad.
¿Por qué la gente no para de decir que no tienen tiempo? ¿No lo tienen realmente? Porque yo veo como lo desgastan, como lo usan para su propio beneficio, para algo que realmente no les aporta todo aquello que querían. Lo malgastan, creen que no lo tienen mientras la arena se les escapa entre los dedos. Pasar tiempo con alguien es el regalo más valioso que podemos hacer, lo entiendo. No es algo que podamos dar así sin más, pero el mismo tiempo se puede buscar. Siempre hay un hueco si realmente lo deseamos. Siempre hay una excusa para no abaratarlo. No se puede ser un esclavo del reloj, pero nos pasamos los días contando las horas que faltan para que termine toda esta monstruosidad.
No sé cómo me lo hago, pero todos mis héroes están igual de tristes que yo. Ahora entiendo el porqué no hay una figura a quien idolatrar. Detrás de todas esas imágenes nuestra apatía se sufre igual. La verdad se esconde en las habitaciones cerradas.
¿Sabes lo peor? Que la gente como tú nunca se va, pero se va. Eso te trastoca. Sientes que te esfuerzas, que intentas reconectar, pero toda esa bondad que transmites acaba en saco roto. Al final ese tiempo que has querido regalar acaba dejándote en el olvido. Te haces más pequeño, confías menos y sientes que quizás no deberías compartir tus pensamientos con nadie más. Acabas creando esa magnífica bola de nieve que se come tus problemas y se ata a ti como un nudo en tu interior. Eres una bomba que está a punto de estallar, pero nadie va a escuchar el ruido, porque todos siguen en sus burbujas perfectas, en sus propias mentes atrapados. Uno se acostumbra al dolor, a sentir que toda la ciudad se gira cuando estás rogando por ayuda. Y cuando quieres defenderte de todo ese mal, tus armas se han reducido a un coraje que hace ya mucho tiempo que no ves.
No creo que sea cuestión de dejar de aplazar las ideas. No creo que el problema radique en dejarse llevar más a menudo. Es simplemente que nunca es el momento ni el lugar. Que para tirarse a la piscina hace falta agua y yo ya no sé donde encontrarla. Es como si nadase en un desierto sin fin. Cada vez que creo que voy a llegar a algún lugar, el espejismo se deshace y me encuentre en el mismo lugar en el que empecé. Necesito una chispa de esperanza. Un mensaje que me haga despertar. Algo que me haga sentir algo. Estoy cansado de que siempre sea el mar, ¿lo entiendes?
sábado, 7 de noviembre de 2020
Quiero existir
Debes aprender a cuidar de ti mismo, pues tus mayores son ahora tu responsabilidad. Debes darles lo que ellos te dieron. Si quieres crear una familia, deberás primero empezar venciendo tus miedos e inseguridades. Desaparece en tu mente y aparece en tu realidad. No hay nadie que te quiera más que aquellos a los que les puedes consentir un abrazo. Hazlo más a menudo. Deja de distanciarte. Llora más, pero escóndete menos. Está siendo todo muy raro, pero estás avanzando. Este será un año importante y que recordarás. No te rindas. Estás muy cerca. Quiero que vivas por mí. Quiero que disfrutes. Quiero que te quieras. Quiero que seas feliz. Dales una oportunidad. A ellos, a tus sueños y a ti mismo. Eres especial. Eres el único que puede hacerles brillar y eso será lo que te hará brillar a ti. No renuncies más. Lo vas a conseguir. Nosotros siempre volvemos a levantarnos. Siempre, ¿me oyes?
Ahora, aunque cueste, aunque el mundo parezca oscuro y sus barrotes te contengan, haz tuyo aquello por lo que verdaderamente estás aquí. Haz de tu meta un legado. Escribe y sueña. Vive y perdura. Siente hasta reventar. Quiero verte sonreír de una maldita vez.
Soy un coleccionista de caras. Rostros que se quedan grabados en mi memoria pero desaparecen con el tiempo. Son solo nombres que ya no significan nada. Son solo recuerdos que pudieron ser algo más que fotos y mensajes ya desdibujados y aun así me resucitan cuando más bajo estoy.
Nos estamos quedando sin tiempo, pero no podemos obligarnos a ir a otro ritmo. Sé que saldrás victorioso, que esto no te consumirá y que respirarás, que correrás libre mientras tus pies descalzos desentrañan la maleza. Aunque todos se hayan ido, aunque sea el último de mi especie, aunque mi grito se convierta en un eco no descansaré hasta conseguirlo.
Me siento cada vez más vulnerable. He aprendido a ser lo que la manada espera de mí y eso no ha resuelto la espiral que llevo dentro. Solo deseo existir. Solo deseo poder disfrutar de todo aquello que me estoy perdiendo, porque este tiempo no volverá; pero aún puedo deshacer el nudo que me ata. Aún puedo liberarme. Aún creo en mí.
Cuando leas esto el año que viene, hazme el favor de contestarme y decirme que has podido exprimir al máximo todos tus días. Quiero que me digas que por fin eres libre, que has dejado de tratarte mal, que tus alas se han abierto y que tu miedo ya es solo cosa del pasado. Cuando hagas eso, entonces me harás feliz y será el regalo de cumpleaños más bonito de todos. Hasta pronto, valiente.
sábado, 31 de octubre de 2020
Los verdaderos fantasmas de octubre
Si tan solo pudieses calmarme las penas o susurrarme al oído que todo irá bien... o cantarme una nana para hacerme desaparecer.
Solo quiero que alguien me hable de inmediato. Que sea su prioridad. Que me abracen con seguridad.
Nadie me antepone. Nadie me escoge antes que a otro. Soy el segundo plato. CONSTANTEMENTE. Eso me hace ser un puto desastre emocional. Es letal. Es mortal.
No quiero rendirme a la sensatez, pero siento que no hay voces al otro lado que me contesten cuando grito. Será mejor que no me esfuerce por alzar la voz. Abrazaré lo que queda de mí y seguiré adelante. Mi canto deberá reconfortarme en esta noche llena de fantasmas.
Es ahí cuando me echo de menos. Cuando intento comprender la razón de mi locura. Nunca he entendido el por qué hago esto. Escribo sin pensar y sin mirar. Solo sale de mí a borbotones, como si fuese un grifo al que han olvidado cerrar las entrañas.
Vienen y van como si fuesen simples transeúntes en mi vida. Destacan por un tiempo pero luego pierden su brillo. Algunos desaparecen como por arte de magia y otros vuelven como estrellas intermitentes. Ya no sé distinguir a las sombras de aquellas siluetas que una vez tuvieron color. Entre toda esa niebla estoy yo muriéndome de frío.
Cuando me encuentro a las lenguas venenosas no puedo evitar pensar que quizás haya una hoja donde venga programado a que edad podemos hacer cada cosa. Quizás para ellos hayan unas normas no escritas que yo nunca he sabido acatar. Para mí todo eso no es más que un rumor violento. No me quedo satisfecho. No me quedan fuerzas para salvar más tiempo a la humanidad en mi cabeza.
He logrado sentir otra vez que te he vuelto a encontrar y que necesito vivir para salir de aquí y disfrutar contigo, pero después de unos instantes tu nombre se deshace entre mis dedos y vuelvo a sentir como la única gota de esperanza no era más que una fábula. Me resulta increíble pensar que los mejores momentos de mi vida aún no los he vivido. Los espero con ansia, casi a vuelapluma. Vivo bajo esa influencia donde debo animar a mi reflejo para poder resistir esta destrucción.
Soy más valiente de lo que crees. Hace mucho tiempo que los demonios dejaron de darme miedo. Hace mucho tiempo que ya no noto sus colmillos en mi cuello.
sábado, 10 de octubre de 2020
Se acerca
Este momento de nudos ahogando la realidad yo ya no lo quiero ya. Mi envidia hacia sus finales felices me hace perder la fe en el mío. Me acerco peligrosamente a esa fecha donde siempre aparece mágicamente una vela más y me hace detestar crecer. Qué difícil me lo pone el día para hacerlo un poco más bueno. Siempre me quedo con sed. Siempre me pregunto como cruzar esa dichosa montaña tan escarpada. Últimamente me siento como si ya hubiese gastado todo mi frasco de suerte, como si fuese imposible formar nada más que una nube triste.
Me adentro y salgo constantemente de este sentimiento. Fuera de este lugar. Dentro de este lugar. Todo me sigue pareciendo irreal. Aún escucho vuestras voces e incluso veo vuestras miradas apagadas. Sois como gárgolas atrapadas en el tiempo. Sois como pedazos de un cuento que jamás logró terminar. Personajes esperando su final, un final que yo podría conocer pero que nunca os di. A veces me pregunto cuánto de monstruo sigue quedando en mí.
Detesto culparos de todo, pero si no lo hago acabo por arañar mi propia piel, me quedo hecho jirones y una manta no me tapa del frío. Me pregunto si de verdad soy tan trágico, si de verdad los últimos diez años han sucedido o está todo comprimido en mi cabeza. Seguramente no he sido un ejemplo a seguir, no tengo la menor duda. No reniego de mis tinieblas, pero no veo nada más. Quizás ese es el problema de la búsqueda, que intento encontrar algo de luz sin antes haberme librado de toda esta oscuridad, pero la luz, si es extraña, asusta igual que la propia oscuridad. Uno no elije cuando supera las cosas.
No me alimenta ni un solo te quiero. No me reconforta el llegar temprano después de haber perdido todos los trenes. No me siento especial aunque esa sea la palabra que me lleva acompañando toda la vida. No me importa gritar solo, pero me importa que nadie me escuche. Me importa ver el mundo acompañado. Me importa haber sido el portavoz de la soledad y ahora encontrar que mis palabras no soportan este desamparo. Me importa aquello que pienso de mí de tal forma que me exijo tanto hasta llegar al punto de haber acabado desapareciendo.
Ya no queda nada romántico en esas palabras que por más que se acercan, nunca te llegan.
viernes, 2 de octubre de 2020
El apático apetito
Siempre veo el gris del arcoíris, aunque nadie más lo vea. A veces puedo ver señales de humo negro flotando por el cielo porque algo no anda bien. Llegado el momento todo parece venirse abajo. Ocurre sin más, te conviertes en los oídos que todo lo escuchan pero a los que nadie pregunta cómo están. Dejas de ser la prioridad y el tiempo sucede como si septiembre tuviese solo cinco días. Asúmelo, nunca vas a ser el número uno para nadie porque estar mal es tu apetito habitual.
No puedes escapar de los animales salvajes. El momento llega y ocurre. La realidad es momentánea. Vuelvo a descender todavía con una sola ala. Vuelvo a despertar con las ganas perdidas. No sé lo que me depara este mundo que parece haber perdido el norte.
Creía que a estas alturas ya sería feliz. Oh, que equivocado estaba. Como si hubiese una fórmula para eso. Como si al saber qué es lo que quieres pudieses tenerlo todo al instante. ¿Qué sentido tienen los mis días? No hay respuesta que me satisfaga.
Hace poco perdí una letra de mi teclado. Creía que podría sobrevivir sin su presencia, pero me siento cojo sin ella. Cada palabra que intento escribir siempre parece ser la incorrecta, pues sin una sola letra mi expresión se queda casi defectuosa. Puede que a mi vida le ocurra lo mismo, que le falten letras, que le falten sensaciones y personas, mundos y aventuras, sueños y esperanzas. Puede que no consiga nada hasta que logre confiar en mí.
Mi mochila va cargada y nadie me espera esta noche. El silencio es casi ensordecedor. Veo como todo avanza sin piedad y noto el vacío que cuelga en mis pies. Se me comen las paredes y me estremezco cada vez que lo pienso. Me quedo atrás, como una gota de lluvia que es incapaz de caer. Me siento atrapado en mi propia burbuja hueca y descomunal. Todo lo que quiero es escapar de aquellos que ignoran todo de lo que soy capaz, pero voy demasiado lento; todo ocurre demasiado lento.
Casi que es mejor que nadie pregunte cómo estoy, porque las preguntas son peligrosas para quien las realiza y difíciles de aceptar para los demás.
sábado, 5 de septiembre de 2020
Duendes traviesos
Eres un duende que no me deja dormir. Un recurrente diablillo que se divierte a mi costa. No me hace gracia que desaparezcas incluso más veces que yo para más tarde reaparecer con esa sonrisa traviesa que no involucra nada bueno. Llegas a hacerme creer que hay esperanza para luego quitármela de un plumazo. Quizás me estás insinuando de que el único que ha llegado a sentir algo he sido yo. A veces me pregunto qué pasaría si me parase a escuchar tu pecho. Si sentiría latidos o por el contrario solo habría el eco del vacío. ¿Hay algo que quieras compartir conmigo o tan solo formas parte de ese silencio que te envuelve cuando mis labios osan atraparte al vuelo?
Yo estaré bien mientras tú también lo estés. Aunque ese calor en la mirada se haya esfumado, los dardos que lanzaste aún puedo sentirlos. Como si se tratase de un cobarde disfrazado de valiente emergerás de las profundidades para advertirme una última vez. Me dirás que ahora tengo tiempo de estar triste, pero que cuando necesite ese tiempo para vivir, no me podré permitir esta desolación. No habrá cabida para el dolor ni el arrepentimiento. Me hablarás sobre lo efímera que puede llegar a ser la tristeza y de las muchas horas que pasaré echándola de menos.
No creo que haya muchas personas que logren entender mi mundo interior. Hay que darle demasiadas vueltas a las cosas y hacer que los pies no tengan cabeza. Hay personas, que como yo, creamos refugios sin saberlo. Que vivimos en una calma cuando el mundo está en constante movimiento. Solo nosotros somos capaces de diferenciar aquello especial que hace a los demás diferentes; pues ellos no se quieren dar cuenta, ellos no lo aprecian. Vivimos en un mundo donde el ser distinto está mal visto. El sentir más de la cuenta, el hacer magia, paraliza a una sociedad donde muchas veces el poder lo reclama todo. Estar loco solo te aparta del camino, pero estar loco significa soñar despierto. No puedes renunciar a una demencia tan dulce con tanta facilidad.
Te escucharía durante toda la noche, y seguramente termine estas últimas palabras con los párpados caídos. No puedo evitar querer conocerte, pero a la vez eres el dolor de muelas más grande que nunca he conocido. Si aún te atreves, te reto a jugar conmigo.
martes, 25 de agosto de 2020
Anclado pero no hundido
¿Te acuerdas de la huida? De como tus pasos resonaban por toda la calzada. Ni siquiera los coches podían igualarte. Creíste que todo se había arruinado. Que habías dejado escapar algo increíble. Que había sido culpa tuya como siempre. Volviste a restarte valor. Volviste a taparte el rostro y difuminarte entre las calles. Eso no es capaz de hacerlo ni siquiera un tsunami. No puedes borrarte como si fueses un garabato que se merece que le escriban encima. Debes redimirte, igual que hiciste al llegar a casa. Después de mantener las lágrimas a raya lograste encontrar un sentido, lograste visualizar un camino. El día se había terminado, pero comenzaba otro donde tú aún seguías ahí. Levántate y prepárate para lo peor. Recupera tu espíritu y huye, pero esta vez hacia delante.
El estruendo es imparable. Ni siquiera logro verbalizar una señal de auxilio. No es como si alguien fuese a escucharme, pero hablar en alto me reconforta. Siento que mantener una conversación conmigo mismo puede llegar incluso a ser positivo. Al compartir mis pensamientos de alguna forma se materializan y puedo llegar a verlos como algo real y no como algo que se ha encajado en mi cabeza, como un error de programación que me indica que necesito una reparación urgente. Es entonces cuando la veo. Escondida en la proa hay una pequeña balsa que parece de todo menos resistente. Puedo llegar a empatizar con ella. Me dirijo casi a gatas, apartando todo lo que el viento atrapa y me lanza como si fuesen proyectiles. La abrazo nada más llegar. Es casi como si fuésemos viejos amigos. En realidad no sé muy bien cuál es mi plan. Suelo ser de actuar según la ocasión. Así que esta vez no será distinto. Saltar en la balsa no tendría ningún sentido, pues acabaría en el fondo del mar de la misma forma, pero puede que si la hago servir de refugio, que si me mantengo dentro, cubriéndome con ella como si fuese un caparazón, me despierte en otro sitio y en otro lugar donde el mundo no parezca caerse en pedazos. Suena bastante fantasioso, pero me vale.
viernes, 24 de julio de 2020
Anhelo extraterrestre
martes, 21 de julio de 2020
Todo tu aire
sábado, 11 de julio de 2020
Descenso en picado
miércoles, 1 de julio de 2020
Epílogo trágico
martes, 16 de junio de 2020
Simulacro sempiterno
jueves, 4 de junio de 2020
Si esperas nunca habrá un momento
jueves, 7 de mayo de 2020
Dragones y mazmorras
miércoles, 29 de abril de 2020
El sujeto de mi realidad
Hay palabras que no deberían acercarse como el amor y la muerte. Hay un estanque de tormentas en mi casa. Es como si la previsión todos estos días solo fuese de lluvia. Como si mi estado de ánimo fuese acorde al sonido del piano. Estas grietas no paran de abrirse y yo necesito un abrazo más que nunca. Estos dragones de mi estómago no paran de rugir, son como adictos a las drogas, por más que los alimente su hambre más crecerá.
Tengo aún deudas que cumplir, tengo pensamientos que aún debo mantener encerrados. Es como si ya no fuese relevante. Es como si tuviese que alegrarme siempre por los demás cuando lo único que quiero es enviarles a la mierda. Ya nadie sabe tratar a las personas.
¿Cómo voy a tocar el alma si todas las caras que recuerdo son de extraños? Quizás es algo generacional. Puede que sea así de simple. Quizás siempre hemos sido monstruos pero lo escondíamos en nuestro imaginario. Todo recuerdo que me hace feliz tiene que ver con mi infancia y de eso hace ya mucho. Ojalá hubiese vivido más entonces para tener más con lo que disfrutar ahora.
No lo entienden por más que lo explique. Yo no quiero la perfección, solo quiero pasar de curso por última vez. No sé donde quedarán mis energías cuando el mundo se muestre real por primera vez. Ni siquiera puedo pedir ayuda porque lo único que recibiré serán réplicas.
Lo peor de todo esto es tener que revivir esos miedos que una vez dejé aparcados. Ahora no tengo más remedio que enfrentarlos de nuevo, como viejos amigos que se reúnen después de muchos años, pero estos no son amigos, son desconocidos con malas intenciones. No quiero que me esperen en ningún lugar. Yo voy sin rumbo y sin destino.
Si mis elucubraciones tuviesen algún tipo de sentido quizás podría saber hacia donde tengo que navegar. Todavía puedo ver los restos del barco del año pasado. Aún afloran esos sentimientos en mí. Aún creo que este será el año en que las cosas cambiarán... ¿pero a qué precio?
martes, 31 de marzo de 2020
Confinamiento antes de abril
sábado, 29 de febrero de 2020
Ya está aquí el fortísimo estruendo
jueves, 6 de febrero de 2020
Vida ante todo
sábado, 25 de enero de 2020
Ayúdame a ayudarte
lunes, 13 de enero de 2020
Nada está en tus manos
Las oportunidades baldías nos descifraron el final hace ya mucho. La gente que querría estar pero no puede estar es la única que en realidad me hace sentir que sí están. El momento que escogimos no fue el ideal, pero es que nunca es ideal cuando se trata de ti. Soy el chico de pueblo que jamás saldrá de ahí y eso me lapida. No puedo formar parte de ningún lugar porque pertenezco al exterior. Puta gente que se cree amarilla. Puta gente que solo quiere sacar de ti algo y luego se echan a correr. Me siento dejado, me siento abandonado, me siento utilizado. Lo peor de todo es que a veces me pregunto si me lo merezco. Si el recibir todo este odio hace que yo odie más. Os reto a levantaros y actuar. Os reto a ser valientes por una vez.
De nada me sirven tus putas disculpas. De nada me sirve que me desees lo mejor. Y no, no te hablo a ti, os hablo a los dos. Os hablo a todos aquellos que osáis entrar en mi vida para desaparecer, para dejarme aún más roto. Me duele mucho empezar un año perdiendo a alguien otra vez. Quiero dejar de sentirme mal, de sentirme solo, de sentir que no encajo. Quiero dejar de gritar en la oscuridad. Quiero formar parte de una familia y solo me siento estúpido y feo. Solo siento que el mundo me escupe, que no acierto y que el tiempo solo sabe recriminarme. Sois escoria. Sois malas personas. Y no lo sabéis, os da igual, porque como me habéis expulsado de vuestra vida os doy igual, pero yo os lloro, yo lo siento, yo me cabreo porque soy real, porque tengo sentimientos, porque sé valorar. Dejad de creeros las víctimas cuando sois los asesinos. Solo sabéis hacer daño. Eso es lo que se os da bien, matar la esperanza. Sois unos putos asesinos.
Creo que es esclarecedor la forma en que todo esto se ha resumido. Ver como la sombra se ha ido convirtiendo en un gran reino de oscuridad. Ver como todos, a la vez, cuando más os necesitaba, es cuando habéis decidido ir a por mí. Es doloroso, sí. Es doloroso ver como intentaba salir, como había mejorado, es doloroso ver todo el progreso que había conseguido para que vengáis y me apuñaléis. Siento ser el puto intenso de turno, siento ser una persona que se arriesga, que busca algo más, que no le importan ni la distancia ni los errores, siento ser esa persona que está dispuesta a perdonar más de tres veces. No me habéis dejado opción. Habéis querido enterrarme como si fuese una fotografía vieja. Solo queréis vuestra felicidad. Adelante, no os culpo, yo también soy egoísta, yo también necesito encontrar mi camino, pero intento hacerlo sin dañar a la gente, intento hacerlo desde el corazón. Sois puro teatro, sois pura mierda. Otra vez habéis ganado. Otra vez me siento solo.
Me siento estafado. ¿Por qué creo en la gente? ¿Por qué me preocupo? Es que no es uno, sois muchos! Joder, era mi jodido año. Habéis hecho que todo lo que había logrado parezca hecho de papel. Vais de gente abierta, de gente distinta y diferente pero sois iguales al resto. Gente de paso. Gente que cree que puede cambiar el mundo pero solo sabe pisar. Dije que iba a tratar de usar la palabra odiar menos este año, porque es fea, porque duele, porque es algo que debemos calmar, pero es que os odio, es que odio ver como todos os habéis desmontado. Todos os habéis caído. Creéis que el resto somos marionetas, que somos juguetes de usar y tirar. Os odio sinceramente, con todo mi ser. Nunca sabréis el daño que habéis producido, os va a dar igual, pero yo sigo aquí, roto por cada uno de vuestros golpes, a cada cual peor. Es por esto que necesito refugiarme en mundos imaginarios, es por vosotros que me quedo en mi burbuja, es por todos vosotros que tengo ganas de morirme. Os odio. Odio que le deis esperanzas al mundo para después arrebatarlas. Nunca os merecisteis mi amistad. Nunca tuve que empezar esa conversación. Nunca tuve que fiarme de vosotros. Nunca me voy a fiar de nadie más. Mirad lo que me habéis obligado a hacer, a escribir un relato de odio. Sois basura. Se acabó la fiesta.
Que bien os sienta haberos librado de mí. Que peso os habéis quitado de encima. Menos responsabilidades. Menos verdades que conocer. Menos corazón que os queda. Sois como el resto. Sois como todo el resto. Siempre habéis sido el resto. Esta vez no habrá paz. Va siendo hora de salvarse uno mismo sin la ayuda de nadie.