Aullidos del fin del mundo

miércoles, 1 de julio de 2020

Epílogo trágico

Puede que el dolor venga de esta clase de noches o puede que sea esa clase de persona aprensiva que teme a todo. Supongo que vale más admirar la belleza que retorcerse en ella. Si me quedo quieto puedo llegar a escuchar como el caos languidece frente a la cordura que todos decís poseer. 
Siento que me sobra la piel, que podría arrancármela a tiras. Mi sangre ya no circula. Comienzo a reprimir lo que me aflige. Vuelvo a abrazar esa sensación de no tener a nadie a quien contarle el cómo me siento y que me reconforte con las palabras que necesito escuchar. Seguramente no haya palabras que puedan salvarme. Puede que la única salida sea formar parte de este grito humano que nos atormenta. 

No sé... pero no creo que sea demasiado difícil saber que unidos todo es más sencillo. Saber que hay alguien al otro lado me da estabilidad. No entiendo a veces el porqué algunos siguen ahí. No lo entiendo para nada. Será que lo importante viene después. 

Ojalá pudiese utilizar mis palabras como una caricia, mostrar que la sensibilidad es un tesoro que pocos gozan. Me gustaría poder dejar de compararnos con dos gatos que se ven antes de irse a dormir. Esto me pasa demasiado a menudo como para bajar la guardia. Sé cual es la motivación de mi personaje, pero no conozco que tipo de esperanza esperan los demás para no entristecerse todo el tiempo. Los buenos tiempos me matan. 

El otro día soñé con que alguien me preguntaba qué sentí la primera vez que crucé la universidad. Mi contestación fue instantánea, estaba claro que no necesitaba pensármelo mucho. 
"Miedo, pero un miedo bueno. Sentí una oportunidad, como una puerta que se abría para mí. Sentí que era mi oportunidad para mostrar una versión distinta de mí, una mejor. Era un mundo totalmente nuevo... hasta que la crucé. Tardé poco en darme cuenta de que todo era una trampa. De que aquello no era como me lo habían prometido. Sentí que ya no tenía opción, que alguien se había tragado la llave de mi celda y me habían empujado a lo más hondo. Estaba completamente anulado, me habían arrebatado la voz. Sentí que poco a poco perdía aquella esencia que me caracterizaba. Me convertí en un número. Lo perdí todo.
Sentí que le debía constantemente a la gente una disculpa. Que si no avanzaba como los demás no sería capaz de nada. Me empezaron a pesar los años y las ganas. Sentía que mis decisiones se iban reduciendo paulatinamente y que había alguien a quien no podía ver que movía la mano por mí. Una mano que intentaba ahogarme rodeándome el cuello. "

En ese mismo sueño también me preguntaban qué había aprendido en mi recorrido, a lo que obviamente contesté lo siguiente: "Aprendí que memorizar no sirve de nada. Que estudiar algo que detestas te hace odiar todo lo que te rodea. Aprendes a sentir que la vida es injusta, que los sueños sueños son. Después de llorar muchas noches seguidas aprendes a saber que está bien no cumplir un sueño, que es momento de deconstruir aquello que una vez te enseñan cuando eres pequeño. Sientes que formas parte de un colectivo aún más pequeño que cuando partiste. Te sientes abandonado como si te hubiesen dejado en mitad de la nada a tu suerte. Sientes que eres un incomprendido, que nadie te entiende cuando en su momento te dijeron que ahí te sentirías como en casa, pero en mi casa no me empujan, no me prohíben una segunda oportunidad y no debo encerrarme en un cuarto de baño para llorar sin sentir tanta vergüenza. Sientes que todos están equivocados. Sientes que estás en una prueba de fuego constante que te hará más fuerte y te ayudará a construir aquel quién en realidad eres. 

Aprendí que mi vida dependía totalmente de mí. Que no puedes confiar en nadie porque lo único que les importa es una triste nota. El mundo exterior les queda aún demasiado lejos. Quedaba.
Me sentí acorralado como si fuese un perro faldero de los demás, una especie de fantasma que vagabundeaba por los pasillos. Desistí muchas veces hasta que aprendí a creer en mí porque yo no le debía nada a nadie, porque mi vida me pertenece y siempre lo hará. Lo que más lamento es estar ligado todavía a esos sueños que he tenido que aprender, por las malas, a saber que no siempre llegarán. Para llegar a la meta hay muchos caminos, hay muchos obstáculos y muchas veces retrocedemos más de lo que avanzamos, pero el fin no justifica los medios, al menos para mí, por eso todo tarda tanto, por eso voy tan lento. Soy el único que puede marcar el final y elijo finalizar con mi vida anterior. Este será el último año y por eso mismo no voy a permitirme caer sin sangrar primero. Quiero dejar de absorber datos como si fuese un ordenador. Quiero sentir y expresarme, como ahora. Quiero desatar todo el torrente que siento, quiero que sirva de algo, quiero compartirlo. Yo creo en mí y eso es lo único que me importa en estos instantes. Ese es mi gran logro de esta mierda de etapa. "

Está claro que si sueño en estas cosas es por un motivo. Quizás es parte del trayecto. Está claro que no puedo obligar a nadie a hacer algo que no quiere, por lo que tampoco pueden esperarlo de mí. Si no comprendes eso, si no puedes madurar, yo siempre estaré aquí para ayudarte, pero mi trabajo es advertirte. De nada sirve regalar los primeros pasos si después vas a tropezarte porque no sabías abrocharte los cordones. El mundo ahí fuera es salvaje y cuanto antes te des cuenta mejor. 

La vida, bueno, consiste en llenar un gran vacío. A mí me gusta hablarle cara a cara. Mi momento vital parece tan solitario... es como si no pudiese identificarme con nadie porque todo el mundo está más adelante o más atrás. Mi apología a la esperanza hace tiempo que naufragó. Quizás venga de ahí ese regusto a agua salada en mis palabras. Puede que aún no haya tocado el verdadero fondo, pero puedo notar las cadenas que me inmovilizan como si se tratasen de espadas afiladas. Están ahí, latentes, impidiéndome todo movimiento. Lo único que consiguen después de tanto tiempo es encender mi rabia. Hay tanta rabia en un solo individuo que es imposible que sea algo saludable. 

Después de todos mis desastres y después de que se haya encendido el aviso de peligro un centenar de veces, de alguna forma, esto se trata de un final más para mi colección de epílogos trágicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario