Aullidos del fin del mundo

sábado, 11 de julio de 2020

Descenso en picado

Qué le vamos a hacer. 

He invertido demasiado tiempo en unos auto cuidados que no han surtido efecto. Solo tengo un cuerpo para dañar y parece que ya no da más de sí. Me exige envolver la cabeza en alguna pantorrilla. No hay brazos donde refugiarse. No hay nada más que romper. 

Me siento apocalíptico. Es hora de ir aceptando la derrota. Es hora de reconocer que si no cuentas las cosas, para los demás es como si no existieran, pero siguen ahí, son importantes, son un gran agujero en el pecho. 

Lo sabía. Lo sé desde siempre. ¿Quién osaría elegirme por encima del resto? La belleza es demasiado atractiva como para ignorarla. El interés debe equilibrar los dos bandos, pero eso nunca sucede. Siempre hay alguien que pierde más. 

Está bien, sigo arruinando los momentos, pero está bien. Me asomo por encima de las sobras. Me lamo las heridas. Me ven como un perro malherido, pero no me conocen, no se atreven a acercarse. Soy demasiado distinto a su entorno. Demasiado poco llamativo. Demasiado destruido. 
Para levantarme necesito destruirme del todo. Necesito que mi polvo se convierta en cenizas. 

A veces me veo en lo alto de un edificio rodeado de llamas. A punto de consumirme debo tomar una decisión. La salida siempre es la misma, pero la forma, la manera en la que voy a morir es la que debo escoger. ¿Prefiero quemarme y agonizar o prefiero que en un simple salto termine todo?
Solo sé que se me amontona la vida en los ojos. 

No quiero convertirme en esa persona que todo el mundo apunta con el dedo, ese chico que ya es un hombre pero no quiere darse cuenta. Esa mirada triste que ve los días pasar. El humano que siempre estará, pero que nunca vivirá. No quiero ser elegido el último, como en aquellos juegos de pelotas de cuando éramos críos. No es lo mismo dejar huella que dejar cicatriz. Libertad no es estar solo. Me cuesta demasiado desprenderme del amor y de la estupidez. 

¿No os ha pasado nunca que sentís como que el mundo está demasiado ocupado como para daros una oportunidad, para conoceros? Quizás no quieren seguirnos el ritmo, quizás sea una manera educada de decirnos que no somos de su interés. 

Ay... esta ansiedad se me hace eterna. No vivo, no como, pero caigo, caigo y caigo. Cada vez que quiero contar algo parece que la voz de los demás siempre está por encima. No me escuchan. No debería haberme fijado en ti. Nadie es tan humano como para oírme suplicar. Nadie tiene tanta potestad. 

Suelo ser interminable. Ya es llorar por costumbre. Trato de consumirme y aceptar. Aceptarme. ¿Van a llegar los días amables alguna vez? No entiendo su intención, quizás es la de hacer el suelo acogedor. No sé como justificar este duelo, es casi como si pareciese nuevo. Es casi algo sucesivo. Por suerte nunca habrá blancos tan perfectos y ahí me quedaré, en mi escala de grises, en mi descenso en picado sin fin. 

Solo quiero tener el control, pero qué le vamos a hacer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario