Aullidos del fin del mundo

martes, 14 de enero de 2014

El arte de estar raro

No puedo resumir todo aquello que se me escapa de las manos y empaquetarlo en una gran bolsa de basura, no tengo esa capacidad de síntesis. Incluso no sé cómo organizar cada uno de los sentimientos que vienen y van en otra dimensión, como gusanos en un charco, chapoteando sin llegar a un rumbo fijo. 

Hay demasiados elementos como para obviar los detalles desapercibidos. ¡Eh, que yo os veo!
Nada de excusarse tras el deterioro del tiempo. Nadie nos enseña donde parar. Así que detengámonos un minuto a pensar. Me asusto cuando pienso y se hace eterno. Mejor no pensar. ¿Quién decía aquello de dejarse llevar? El viento es demasiado débil para arrastrar tanto peso muerto. 

A día de hoy aún me asombra la capacidad que tiene el mundo para hacernos dirigir la mirada a otro punto, a otro lugar, a un nuevo sentimiento que estaba ahí dormido, latente en ti.

Aún hay esperanza si no nos vamos a dormir.

lunes, 13 de enero de 2014

El chico y sus ríos lo vuelve a hacer

Nada queda cuando te rindes. Así no hay luz alguna que pueda alumbrarme el camino. Yo soy la piedra que me estorba y solo cuando me haya dado cuenta, cuando reaccione y salga de mi refugio, podré evitar dejarme llevar por la corriente de aquello que suena tan bien y empezar a andar por los senderos por los cuales debo perderme y encontrarme, perderme y volver a encontrarme.

¿Por qué me cuesta tanto caminar? ¿Por qué veo las cosas medio vacías cuando puedo verlas medio llenas? Porque solo pienso en el resultado sin aceptar el proceso. Debo salir de este pozo. Levantarme, agarrarme donde sea, como sea, aunque no sepa donde buscar las fuerzas. Solo así podré llegar a salir de este océano gris.

domingo, 12 de enero de 2014

Voto de confianza

Había algo que siempre le hacía sospechar. Cuando de repente el caos parecía ser el final, una llama de luz se encendía tenuemente e iluminaba toda aquella oscuridad que parecía reinar en su vida y él, no podía hacer otra cosa que sospechar. ¿Qué probabilidades tenía de que aquello no fuera más que otro malentendido? ¿Por qué iba un golpe de suerte a empujarle hacía un lugar que no reconocía? ¿Había alguna posibilidad remota de que pudiera salirle algo bien?

Así nunca acabaría siendo feliz si se fijaba en lo que le hacía desgraciado y obviaba lo que tenía y lo que realmente debería agradecer. Tenía que confiar una vez más, incluso después de todo el daño, que le podían ocurrir cosas buenas. Que el mundo no se terminaba bañado en lágrimas.

Nunca es tarde para creer. Nunca es tarde para cambiar.

sábado, 11 de enero de 2014

Ley de causa y efecto

Siempre está ahí, escondido bajo la piel, bajo las sombras de mi cama. No ayuda a calmarme el hecho de no saber lo que siento y como expresarlo. ¿Es posible quedarse indiferente ante la inmensidad que supone todo esto? A veces me asusto de mi propio juego. Yo no soy así. ¿Yo no soy cómo? Yo no sé como soy. 

Tengo la fuerza necesaria para mover montañas. Lo sé. Sé que lo sé. Dentro de mí hay algo dormido que no consigo despertar. Quiero creer que lo estoy haciendo bien, que estoy tomando las decisiones correctas y estoy marcando los límites de mi vida, pero luego llega la noche y me desvela, me empieza a llenar de sueños y espejismos. Es curioso como el no encontrarme ha conseguido hacer de mí una persona que realmente no quiero ser, pero qué se espera de nosotros, de mí? Hay acaso que llegar a una meta idealizada? O puedo correr por aquellas calles en las que nadie repara?

Necesito dejar de preguntarme y empezar a responder. Puede que lo hago en la cama, otra vez.