Aullidos del fin del mundo

lunes, 28 de marzo de 2016

Seré bueno

He visto al demonio esta mañana. Me advirtió de que no saliese de casa, pero hacía un día tan soleado que pensé que todo iría bien. 

De hecho, no ha sido un mal día, no han habido grandes novedades, no he hecho nada que no suela hacer, pero me temo que el demonio tenía razón. 

No sé como he llegado hasta ahí. He saltado entre pregunta y respuesta y me he encontrado en el callejón sin salida al que suelo llegar cuando la noche empieza a caer. 

Pero hoy había una puerta, así que he decidido entrar. No todos los días se puede resucitar. Me he encontrado con las manos vacías y el mundo en todo lo alto. Era tan y tan grande que por un momento he creído que me iba a aplastar. 

El demonio ha hecho su aparición justo cuando intentaba mantener el mundo con mi fuerza. Se ha reído de mí y me ha preguntado que por qué estaba sujetando un mundo al cual no pertenecía. 
No entendía muy bien a que se refería, pero... creo que ahora sí lo hago. Es como estar en un lugar porque has nacido en él y perteneces a ese trozo de tierra, pero a la vez... no hay nada que te ate, ni nada que te una a nadie, no hay nada que esté impregnado con tu recuerdo.

Me ha costado mi tiempo, pero le he acabado dando la razón. Si quiero tener algo que ver con este lugar, debo inmiscuirme de lleno, debo ser parte de él. 

Así que he acabado haciéndome amigo suyo. Al final será cierto eso que dicen que los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos. 

Lo que más me preocupa es que he tenido que recurrir a seres malignos para que me abran los ojos. ¿Habré traspasado el umbral de la culpa y el miedo? Porque ya no queda nadie que pueda volver a sacarme de allí. 

lunes, 21 de marzo de 2016

Préstame tus palabras

He estado preguntándome hasta cuando los años dejarán de ser importantes. Si cuando cumpla uno más me sentiré más viejo o más sabio. Si les podré responder a los hijos que algún día serán los que se convertirán en mi mayor respuesta. 

Qué está bien y qué está mal? Dónde están nuestros límites, dónde está el sentido de la vida, dónde está el amor? Dónde me encuentro yo? Me siento tan joven y mi mente se siente tan mayor. 

Si fuese suficiente con apartar las cosas feas. Si una vez encendido el fuego las llamas te escriben un no basta y no, no basta. Cuando cuento hasta tres y la pistola se ha quedado sin balas. Como cuando me voy y no sé volver. Las luces no saben que camino tomar.

Mis emociones las dejé cavando un hoyo. Aquí, en la otra mitad del mundo, no sabemos que decir. 

El silencio es mi mejor amigo.


Ver no significa querer

Pero yo quería verte.
Pero tú nunca hiciste un esfuerzo por verme.
Pero yo quería verte.
Tú sólo querías verme.
Pero yo realmente quería verte.
Para verme, tienes las fotografías.
Pero yo...
Pero tú, eres uno más.

jueves, 17 de marzo de 2016

Intensidad

Si cuando me decido tú me detienes... no soy yo. 

Vamos a ponernos al día. Te voy a decir todo lo que he aprendido en este tiempo. Las muchas personas que he dejado atrás, las que ellas me han abandonado, las que he tenido que olvidar y las que he tenido que despedir con lágrimas en los ojos. Te contaré esos pequeños momentos donde he pensado en la felicidad, donde me encontraba seguro, donde creía que sería eterno, libre, que ese momento duraría para siempre. 

Te voy a recitar todos los lugares a los que he ido, a los que he vuelto a ir, porque me encantaban, a los que cuando fui, no lo había descubierto todo y cuando tuve la oportunidad de perderme llegué a encontrar esos caminos que solo podemos ver cuando no sabes que camino escoger.

Te contaré con todo detalle las veces que me he venido a bajo, los días en los que no veía salir el sol, las horas que he dado por muertas porque no eran lo único que estaba muriéndose.

Quiero contarte mis planes para el futuro. Planes que realmente no existen, porque cuando te cuente que ya solo me merece la pena el presente no me creerás. 

Te diré que mi vida se puede resumir en restos y retazos, en memorias y deseos. 

Te mentiré, si es necesario, ya que se me da tan bien, te mentiré y te diré que todo va mejor que antes, que todo ha mejorado, que estoy bien. 

Cuando me creas y me digas cuanto he crecido, romperé a llorar. Lo romperé todo. Luego, más tarde, lo arreglaré, me secaré las lágrimas y te darás cuenta que hay cosas que con el tiempo no cambian.

Pero eso no será lo último que te sabrás de mí. Porque te pediré que me des un momento, solo un respiro, para coger aire, para absorber la realidad. 

Entonces lo proclamaré en voz alta. Te confesaré que contra todo pronóstico, he crecido mientras no me daba cuenta, que me he hecho mayor cada vez que me sentía más pequeño. Que en este momento, estoy aquí y ese momento me pertenecerá. Que soy el dueño de mis propias acciones, que lucho para sentirme mejor, para ganar mi propia batalla, en la que yo soy el héroe y el antihéroe. Te rogaré que me guardes un secreto. Será algo diminuto, algo que creo que incluso tú puedes llegar a guardar. 

Te lo contaré mientras me cuesta mantenerme en pie. 

"Si alguna vez dudas del momento en el que estás viviendo, si sientes que no encajas, que no encuentras tu lugar, que por más que pierdas no ganas, cuando sientas todo eso, solo tienes que volver al día más feliz de toda tu vida y desde allí, desde ese recuerdo, construir de cero...

las veces que haga falta".




domingo, 13 de marzo de 2016

Determinación

Llegó al lugar más oscuro, para dar forma a su luz. No había mejor sensación que la de tomar la decisión por si mismo. Darle sentido a su jaula, liberar sus prejuicios, afrontar sus miedos.
Nadie es de nadie, aunque los monstruos reclamen a su dueño. 

Transición. Océanos de sed. Reyes sin autoridad.

Debió de ir más allá de lo obvio. Leal traidor.

Pronunció: "Ven a buscarme" y  después de mucho repetirlo se quedó en una intermitente invención. 

viernes, 11 de marzo de 2016

Los ángeles no han aprendido a aceptar

Condenados a soñar. Planeadores mortales, perdiendo los papeles. Es una invasión donde no se salva nadie. Dios les odia, pero ellos lo volverían a hacer. 

Libres en su propia jaula, los podrás atrapar al vuelo. Tienen algo que a todos asusta. Puede que al final no sepan volver, pero por eso están allí, buscando un tema que acabar, culpando a un sueño que les venció. 

No les detengas. No les traiciones. Aún tienen que aprender a cortarse las alas. 


jueves, 10 de marzo de 2016

Espera hasta que lleguemos a casa

Realmente creo que todo el mundo vale la pena. Todo el mundo vivirá su vida, y sí, algunos tendrán una vida mejor que otros, pero no hay nada que puedas hacer para evitar eso. Todo lo que puedes hacer es estar listo para mejorar. Todo lo que puedes hacer es tratar de ser lo más positivo que te sea posible, porque la vida puede ser bella, y sí, puede que nunca hayas visto la belleza en toda tu vida, pero la verás. 

Todo el mundo tiene algo bonito en la vida, todos podemos llegar a encontrar nuestro propósito. Tal vez, algunos más que otros, pero eso está bien, pues es como la vida misma. Sólo intenta ver la belleza en las pequeñas cosas. Creo que puedes encontrar algo así a tu alrededor. Basta con detenerse a observar las cosas: cuando brilla el sol, cuando hace un buen día (o uno malo!), las largas conversaciones telefónicas, la mejor comida que has probado nunca o la mejor sonrisa que te hayan dedicado hoy. 

Sí, quizás la vida solo se trate de estos clichés y pequeñas cosas que nos pasan a diario, pero diablos, no podéis refutar que no son cosas preciosas. 

Si nos paramos a pensar, no todas las cosas pequeñas nos hacen bien, también hay algunas que hacen que no estemos del todo bien, pero con el tiempo, poco a poco, deberían desparecer. 

Si de alguna manera, aunque sea de la forma más desapercibida, nos fijamos en estos detalles, al final del día llegaremos a sonreír y esa sonrisa será la chispa en la oscuridad que ha estado rodeándonos. Así que por eso vale la pena. Las cosas no van a mejorar de inmediato, pero sí lo harán eventualmente. 

Sé que todo va a ir bien, todo va a estar bien, sé que yo, tú y cualquier persona terminará encontrando su lugar, su propia felicidad. Todos a su propio paso, porque todos tenemos una manera distinta de caminar. 

Sólo hay que aferrarse y aguantar. 

miércoles, 9 de marzo de 2016

Un adulto precoz

Érase una vez un niño cayendo. Cayó por un agujero más negro que la boca de un lobo. Cuando aterrizó, cubierto de arañazos y con los huesos todavía temblando, pensó que no se levantaría nunca más. Lo único que veía desde allí abajo eran las nubes planeando a la deriva. Consideró que esas podrían ser las últimas imágenes nítidas que vería. 

Probó a incorporarse, pero sus piernas y brazos no respondían. Al menos, podía cerrar los ojos, pero nunca notaba la diferencia entre cuando lo hacía o no. Llegó un punto en el que su vista se acostumbró a toda aquella oscuridad y aunque le costaba creérselo, el lugar donde estaba no era tan oscuro como en un principio le había parecido. En las paredes, o al menos en lo que él creía que se trataba de paredes, percibía un color difuso, como si hubiese algo más que piedras amontonadas. 

Con mucho esfuerzo logró acercar su mano a la pared y notó como del rocoso tacto pasaba a algo más suave, como si fuese una pintura, como si alguien hubiese limado aquella superficie. 

Esperó un par de horas, hasta que el sol por fin iluminó un poco la estancia. Toda duda desapareció. Sin duda se trataban de dibujos, aunque eso sí, daba la impresión de que no eran de su época o quizás de su mundo. 

Había un círculo, representando la Tierra y a su alrededor, orbitando,  distintas esferas más pequeñas, algunas de colores cremosos y otras del mismo color que la propia piedra. Justo al lado, había postrada la figura de una persona, arrodillada hacía uno de los círculos. De aquel espacio terroso se abría todo un techo lleno de estrellas. Toda la cueva estaba repleta de esas cicatrices, pequeñas cruces que iluminaban el entorno con su sola presencia. 

No logró descifrar su significado. No hasta que entró la noche e iluminó todo aquel agujero de fantasía. Las estrellas del cielo se fusionaban con aquellas marcas que ahora empezaban a desprender un pequeño destello. Era como estar en el mismo centro del universo y desde el mismo centro, poder contemplar todo lo que estaba por venir, todo lo que había perdido y todo aquello que nunca podría desprenderse de su alma. Todas aquellas luces le gritaban todas las cosas que le quedaban por hacer. 

Cuando se despertó, creyó que lo había soñado todo, pero en lugar de eso se encontró con una escalera, un par de hombres que lo sujetaban y mucho ruido a su alrededor. Le habían encontrado y le estaban sacando de ahí. 

Cuando al fin pudo tocar suelo, les pidió amablemente que le dejasen echar un último vistazo a aquel pozo sin fondo y cuando lo hizo, fue capaz de ver el fondo y allí, en lo más profundo de aquel agujero, empezó a crecer. 

Reaficción (A una distancia prudencial)

Allí donde volverías a por mí. Donde todos valen más, más que yo. Allí hay tanta intensidad. No sé si nos hemos despedido o nunca lo llegamos a hacer. A veces creo que esa figura que me sigue eres tú, cuidando de mi pobre sombra, dándole algo del calor que le quitaste. Pero a quien vamos a engañar, lo único que nace en mi andar son las nubes que cubren mi azotea.

Hoy hay tanta luz, que me pierdo al hablar. La voz interna tiene más urgencia. Porque cuando no hay nada que decir, solo te preguntas qué significado le vas a dar a tu futuro y, lastimosamente, el futuro es hoy.

Días idóneos para disfrazar tu ciudad.

sábado, 5 de marzo de 2016

Si pierdo el norte

Buscaré a alguien que en cada decisión no cometa un crimen. Si lo pierdo, buscaré más allá de todo lo obvio, penetrando en tu cielo negro, cuajado de sucias murallas llamadas estrellas. Si se esfuma, volveré a darle una oportunidad o un castigo o quizás simplemente le mandaré a la mierda.

Tenía ideas para huir de aquí, pero se fueron en el tren que te atropelló. Que bien funcionas como recuerdo, en vías y vagones, en ventanas y esperas. 

A una distancia prudencial les vi convertirse en personas lánguidas. Aparcaron su voluntad. Eran reales. Gritaban ¡fantasma! desde la oscuridad.

Pero yo no me resigné a contemplarles... porque ellos solo veían la peor versión de mí.

Se fue la luz. Ahí lo perdí.

Y cuando lo pierdes, no lloras, no temes, no sientes. Cuando lo pierdes, te diriges al sur.

viernes, 4 de marzo de 2016

El valor de la intuición

Las cámaras de gas se adueñaron de todo. No dejaban respirar, era casi como si se riesen de nosotros. Se inundaban los pulmones y el veneno restaba toda vida que pudiese brotar de aquel lugar. No había nada que hacer. Nadie apostaba por ellos. La esperanza no era una moneda con la que jugar. 

Y allí nació. De la sinrazón, del miedo, del temor más intrínseco de los humanos. No era tangible, no podías verlo u olerlo, pero sí podías saborearlo. Tenía un sabor amargo al principio, pero si resistías ese impacto inicial podías lograr encontrar la mezcla entre lo salado y lo dulce. Un sabor inigualable para el paladar, él mismo te podía indicar cuales eran sus matices, sus grises, sus variantes. Se tornaba picante cuando la toxicidad emanaba de las paredes y se volvía más suave cuando se rendía a la muerte y la sobrepasaba. 

Era una marca en el tiempo. Era la única testigo que sobrevivió allí, entre las duchas de ácido y las agónicas súplicas.

Ella creó un nuevo lenguaje. Ella creó al nuevo cobarde, aquel que cuando le asaltaba la duda, cuando se veía en un aprieto, cuando la espada estaba a punto de atravesar la pared miraba hacia la punta, tan afilada, tan fatídica. Él sólo necesitaba creer en eso que llamaba intuición. Si su corazón le hablaba y creía que esa espada no le atravesaría, que demonios, se lanzaría corriendo hacia ella sin dudarlo.

El nuevo cobarde. El superviviente. El que no se rindió en su búsqueda de la felicidad. El pionero de la auténtica identidad.