Aullidos del fin del mundo

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Mientras tanto... ¿Quién soy?

Ojalá al final lo que escriba ahora te parta en dos. 

Deja de tratarme como si no fuese más que un niño herido. Deja de intentar comparar tu tristeza con la mía. Deja de hacer ver que esto no importa, que tu comprensión te sobrepasa. Qué fácil es solucionar las cosas desde tu cabeza. Qué fácil es creer que todo es fácil. Qué fácil es cuando tienes las oportunidades que no se nos han dado a los demás. Qué fácil es darte cuenta de los errores que cometo y obviar los tuyos. Qué sencillo tiene que ser la vida cuando tu mayor problema reside en apuntar con un dedo aquello que no te gusta y hacerlo desaparecer. 

Tanto hablar del fin, y estoy cansado de no verte pero de escucharte en todas partes. El daño es tan rotundo que no puedo alejarlo de mi cosmos. Me siento incapaz de encontrar una afinidad, de depender un poco más de los demás. Yo soy tu gran incomodidad. Hace tiempo que me di cuenta de esa certeza. Supongo que hay canciones que no están hechas para que les guste a todo el mundo. Si no apareces en la vida de alguien te olvidan en muy poco tiempo. No somos más que meros espectadores o números que se destiñen con el tiempo. Ya nadie suma. Ya nadie importa. 

Esta mezcolanza se proyecta en todos los planetas. Es imposible recibir señal. Es casi como si todos se hubiesen evaporado. Como si fuese dueño del universo o tan solo un peón que se encuentra en la sombra de un tablero ya devorado por los años. 

No me apetece reflejarme en ti. No quiero impregnarme de tus sombras. Creo que por eso te odio más, porque hay una parte que sigue viva. Hay ciertas cosas en las que no puedo evitar parecerme. Hay una parte que me hace imposible el poder olvidar los años que jamás serán. Huir de las situaciones resulta tan sencillo que no entiendo porque esta vez no puedo huir de ti. Por más gigante que sea esta galaxia siempre encuentras un hueco en mí. Un agujero de gusano. Una materia oscura que me emponzoña las entrañas. Que me devora. Que me hace preguntarme constantemente quién soy yo sin ti. Quién soy yo contigo. Quién soy yo, solo yo. 

 


miércoles, 18 de noviembre de 2020

A plena oscuridad

 No entiendo como nadie puede comprender esta vulnerabilidad. Es como si solo viesen un espejo que refleje drama cuando el sentimiento es mucho más profundo que eso. Es como una bala que se ha quedado atascada en el pecho. Si intento sacarla me desangraré, mientras que si la dejo ahí mi cuerpo nunca podrá volver a respirar. 

Es huir o luchar en mi propia oscuridad. Supongo que eso es lo que viene después de toda esta ráfaga de confusión. No me queda otra que comportarme, asumir el riesgo y no amedrentarme. 

Las proezas nocturnas son derrotas de día. Son como dos caras de la misma moneda. Nunca sabes si tu valentía es realidad o ficción, nunca sabes si cuando salga el sol vas a poder enfrentarte con tanta entereza a tus demonios como cuando te hacías la promesa unas horas antes. Es como si las sombras lo engullesen todo. Como si el mundo me diese una bofetada por creer que puedo combatir mi debilidad. 

¿Por qué la gente no para de decir que no tienen tiempo? ¿No lo tienen realmente? Porque yo veo como lo desgastan, como lo usan para su propio beneficio, para algo que realmente no les aporta todo aquello que querían. Lo malgastan, creen que no lo tienen mientras la arena se les escapa entre los dedos. Pasar tiempo con alguien es el regalo más valioso que podemos hacer, lo entiendo. No es algo que podamos dar así sin más, pero el mismo tiempo se puede buscar. Siempre hay un hueco si realmente lo deseamos. Siempre hay una excusa para no abaratarlo. No se puede ser un esclavo del reloj, pero nos pasamos los días contando las horas que faltan para que termine toda esta monstruosidad. 

No sé cómo me lo hago, pero todos mis héroes están igual de tristes que yo. Ahora entiendo el porqué no hay una figura a quien idolatrar. Detrás de todas esas imágenes nuestra apatía se sufre igual. La verdad se esconde en las habitaciones cerradas. 

¿Sabes lo peor? Que la gente como tú nunca se va, pero se va. Eso te trastoca. Sientes que te esfuerzas, que intentas reconectar, pero toda esa bondad que transmites acaba en saco roto. Al final ese tiempo que has querido regalar acaba dejándote en el olvido. Te haces más pequeño, confías menos y sientes que quizás no deberías compartir tus pensamientos con nadie más. Acabas creando esa magnífica bola de nieve que se come tus problemas y se ata a ti como un nudo en tu interior. Eres una bomba que está a punto de estallar, pero nadie va a escuchar el ruido, porque todos siguen en sus burbujas perfectas, en sus propias mentes atrapados. Uno se acostumbra al dolor, a sentir que toda la ciudad se gira cuando estás rogando por ayuda. Y cuando quieres defenderte de todo ese mal, tus armas se han reducido a un coraje que hace ya mucho tiempo que no ves. 

No creo que sea cuestión de dejar de aplazar las ideas. No creo que el problema radique en dejarse llevar más a menudo. Es simplemente que nunca es el momento ni el lugar. Que para tirarse a la piscina hace falta agua y yo ya no sé donde encontrarla. Es como si nadase en un desierto sin fin. Cada vez que creo que voy a llegar a algún lugar, el espejismo se deshace y me encuentre en el mismo lugar en el que empecé. Necesito una chispa de esperanza. Un mensaje que me haga despertar. Algo que me haga sentir algo. Estoy cansado de que siempre sea el mar, ¿lo entiendes?

sábado, 7 de noviembre de 2020

Quiero existir

Debes aprender a cuidar de ti mismo, pues tus mayores son ahora tu responsabilidad. Debes darles lo que ellos te dieron. Si quieres crear una familia, deberás primero empezar venciendo tus miedos e inseguridades. Desaparece en tu mente y aparece en tu realidad. No hay nadie que te quiera más que aquellos a los que les puedes consentir un abrazo. Hazlo más a menudo. Deja de distanciarte. Llora más, pero escóndete menos. Está siendo todo muy raro, pero estás avanzando. Este será un año importante y que recordarás. No te rindas. Estás muy cerca. Quiero que vivas por mí. Quiero que disfrutes. Quiero que te quieras. Quiero que seas feliz. Dales una oportunidad. A ellos, a tus sueños y a ti mismo. Eres especial. Eres el único que puede hacerles brillar y eso será lo que te hará brillar a ti. No renuncies más. Lo vas a conseguir. Nosotros siempre volvemos a levantarnos. Siempre, ¿me oyes?

Ahora, aunque cueste, aunque el mundo parezca oscuro y sus barrotes te contengan, haz tuyo aquello por lo que verdaderamente estás aquí. Haz de tu meta un legado. Escribe y sueña. Vive y perdura. Siente hasta reventar. Quiero verte sonreír de una maldita vez. 

Soy un coleccionista de caras. Rostros que se quedan grabados en mi memoria pero desaparecen con el tiempo. Son solo nombres que ya no significan nada. Son solo recuerdos que pudieron ser algo más que fotos y mensajes ya desdibujados y aun así me resucitan cuando más bajo estoy. 

Nos estamos quedando sin tiempo, pero no podemos obligarnos a ir a otro ritmo. Sé que saldrás victorioso, que esto no te consumirá y que respirarás, que correrás libre mientras tus pies descalzos desentrañan la maleza. Aunque todos se hayan ido, aunque sea el último de mi especie, aunque mi grito se convierta en un eco no descansaré hasta conseguirlo. 

Me siento cada vez más vulnerable. He aprendido a ser lo que la manada espera de mí y eso no ha resuelto la espiral que llevo dentro. Solo deseo existir. Solo deseo poder disfrutar de todo aquello que me estoy perdiendo, porque este tiempo no volverá; pero aún puedo deshacer el nudo que me ata. Aún puedo liberarme. Aún creo en mí. 

Cuando leas esto el año que viene, hazme el favor de contestarme y decirme que has podido exprimir al máximo todos tus días. Quiero que me digas que por fin eres libre, que has dejado de tratarte mal, que tus alas se han abierto y que tu miedo ya es solo cosa del pasado. Cuando hagas eso, entonces me harás feliz y será el regalo de cumpleaños más bonito de todos. Hasta pronto, valiente.