Aullidos del fin del mundo

domingo, 24 de septiembre de 2017

Ajeno

Quería hablar de la bondad de las personas, de lo que hacen los demás sin darnos cuenta y que causa una repercusión gigante en nosotros. Hay gente que intenta darnos la normalidad que pedimos, pero por nuestra visión ciega del mundo creemos que no es más que indiferencia hacia nuestros problemas. Algunas personas siguen ahí, después de tanto tiempo, como si supiesen que debían esperarnos, como si supiesen que volverías. Eso te hace sentir peor, porque ves como podrías haber construido un imperio junto a ellos y solo estás yendo ladrillo a ladrillo. No sabes como agradecerlo. No sabes como decirles que siempre están contigo, presentes. La enfermedad te arrastra una vez más. Estás hasta los cojones de morirte poco a poco. No sabes pedir ayuda ni recibirla. 

Llegamos a un momento crucial donde todo tu alrededor orbita con incertidumbre. El sentido de las cosas pesa y cae encima tuyo. Se está tan bien en el punto de partida que decides tragarte toda la oscuridad. Te relames como si eso fuese un festín de cuervos y tu fueses el rey. Decides mojarte, involucrarte, pero solo te encuentras trenes perdidos y momentos de culpa. Sigues ahí, agarrado en el único saliente que queda. Todo lo que hay detrás de ti se vuelve tan ajeno, tan lejano del mundo que pisas. Te das cuenta de que no hay nada bajo tus pies más que un gran charco de nubes y sombras. Es todo tan oscuro, tan apretado, tan pequeño.

Sacas la mano, en algún lugar, esperando aferrarte a algo sólido. 

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