Aullidos del fin del mundo

lunes, 3 de abril de 2023

Un corazón helado solo necesita una sonrisa cálida

 Esto... es complicado. Supongo que será verdad eso que dicen que cuando te sientes bien, llegan cosas buenas a tu vida. Ojalá lo hubiese puesto en práctica mucho antes. 

No sé muy bien qué está ocurriendo. Es de las pocas veces en que las palabras no me bastan para describir la realidad. Quiero tomármelo con delicadeza, porque me da mucho miedo que en algún momento vaya a romper esta ilusión. Es como un oasis en medio del desierto, uno que llevas esperando después de tantas noches y tanta arena en los pies. No sabes si es un espejismo o realmente has tenido un golpe de suerte. 

He sufrido un cambio. Una metamorfosis, como Kafka. Le espeté al mundo que se había terminado, que todo esa maleta que casi me aplastaba no la iba a concebir ni un minuto más. Pensé que ese acto me liberaría, y así lo hizo, pero lo que no pensé fue el encontrarme en el camino algo... así. 

Estoy nervioso y llevo toda la mañana mordiéndome el labio. Estoy ilusionado y cagado de miedo a la vez. Es jodidamente maravilloso. Necesito atesorar esto. Necesito gritárselo a todas las personas con las que me cruce en el camino. Joder, esto... esto es enorme. Y sé que debo ser inteligente y no emocionarme más de la cuenta, porque quiero hacerlo bien. He estado aquí, otras veces, pero a la vez, siento como si esta fuese la primera vez que es de verdad. No tiene sentido, nada lo tiene y a la vez, me parece perfecto. 

Algún mecanismo oscuro ha resonado en mí. Ha sido como saberlo. Como tener la necesidad imperiosa de protegerle porque irradia bondad. Yo... no lo sé, me cuesta pronunciar las palabras, a mí, a la persona que se refugia en ellas. Pero es que ahora no necesito refugio, ahora solo me apetece abrir esa puerta y coger una gran bocanada de aire e ir a verle. Aunque a decir verdad le llevo viendo desde ayer, en mi cabeza, constantemente. Y es peligroso, no sé cómo actuar, no sé qué estoy haciendo bien y qué estoy haciendo mal. Esto es todo tan nuevo y diferente que jamás creí que algo así me fuera a pasar. Estoy nervioso, excitado y abrumado. Ha pasado y me encanta. No quiero buscarle una explicación lógica, no quiero defender las leyes universales y tampoco quiero preguntármelo, porque la incertidumbre tiene estas cosas, que llegan cuando menos te lo esperas, sin previo aviso y de sopetón. Y estoy tan acostumbrado a que estas cosas siempre sean malas que cuando ocurre algo así tengo que pellizcarme tres veces para darle veracidad. 

Mi cerebro no para de liberar oxitocina, tengo el pulso acelerado y un profundo color que sube a mis mejillas. Quiero escribirle poesía. Quiero recitar su nombre. Quiero hundirme en su brazos y no despertar. Pero necesito despertar, porque al hacerlo, me encontraré con él. Con esa sonrisa. Dios mío, esa sonrisa te puede curar cualquier mal. Te estremece desde la cabeza hasta los pies. Es que no lo entendéis. No hay forma humana de que lo entendáis. Irónicamente éramos la misma cara de una moneda, atrapados, luchando con todo lo que teníamos para no perder aquello que más amábamos, pero nos creímos insuficientes, cuando la verdad era que lo que ocurría es que el problema no éramos nosotros. El problema era que éramos demasiado buenos queriendo, cuando nos habían dejado de querer. 

Soy una oruga. Eso es lo que soy ahora mismo. Y me muevo lentamente. Y quiero moverme lentamente, porque no me gustaría estropear nada de esto. Pero lo sé. Es que lo sé. Es él. Es tan obvio. Mi maldito corazón me guía y por una vez voy a escucharle atentamente. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario