Aullidos del fin del mundo

viernes, 16 de septiembre de 2016

Quebrantaparedes

Para ser feliz hay que movilizarse. Si es necesario, volar. Hay que desenterrar las raíces y dejarlas libres, para que busquen un nuevo hogar, quizás el verdadero hogar. 

A menudo nos preguntamos si hemos elegido bien. Si alguna de nuestras decisiones ha marcado un antes y un después, algo atroz o algo tan radiantemente bueno que deberíamos volver atrás para darnos las gracias. 
La belleza de todo esto que nunca lo sabremos a ciencia exacta. Hay millones de probabilidades, infinidad de hipótesis, pero de las únicas que tenemos que preocuparnos son de las que terminan al final del día. Si cuando despertamos tenemos ganas de salir de la cama, habremos optado por la mejor opción. Si por el contrario, decidimos escondernos, la solución no será enterrarnos entre sábanas y cojines, la solución será pensar en voz alta y actuar. 

Movilizarse no consiste solo en percatarse de los sueños y marcarse unas expectativas. Movilizarse no es tan solo coger el teléfono y preguntarle a alguien cual es nuestra mejor opción. Movilizarse consiste en cambiar de rutina, de pensamiento, de actitud. 

En un principio nos aterrará y huiremos a la mínima de cambio, pero en cuanto crezcamos por dentro, cuando veamos las semillas que podemos llegar a plantar, toda esa progreso que está en nuestro interior, todo lo que somos capaces, de lo que disfrutamos, del enorme potencial que a penas usamos. Cuando encontremos los motivos para viajar al lugar adecuado, seremos los primeros en deshacernos de estas cuatro paredes, las visibles y las que nos atrapan en nuestros más profundos miedos. 

Es momento de transición, de evolución, de ser la mejor versión de nosotros.

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