Aullidos del fin del mundo

viernes, 2 de septiembre de 2016

Exorcizándome

Fracasé al escribirte, al cantar para ti. Fracasé cuando te amé tan fuertemente. Las palabras quedaron vacías, falsas. Las tormentas no solo sucedían en el cielo.  

Me sentí helado después del diluvio. A penas pude pronunciar palabra, me quedé callado durante meses. Mi cabeza te sentenció a la guillotina. Nunca hubo peros que sirviesen, ni los hay. Habías cortado mis alas y no solo eso, si no que te habías llevado todo lo que había apostado por delante, me arrebataste mi libertad, mis ganas. 

Valientemente me quedé en silencio bajo la ducha, expulsándote. Mi pecho acogió a todo tipo de demonios, hasta que me uní a ellos. Era divertido pecar, hacer daño sin que importasen las consecuencias, bailar encima de corazones ajenos, era divertido hasta el punto de ser vomitivo. Probé a ser tú hasta que me di cuenta de que era mucho mejor ser yo. Lo único que sucedía era que mis inseguridades se alimentaban de tu recuerdo, de tu eco, de esos malditos ojos que rayaban lo absurdo. ¿Nunca pensaste en volver y exorcizarme de ti?

Tuve que sacar fuerzas de flaqueza para enfrentarme a ellos.
Los envié al infierno, no sin antes decirles que te mandasen recuerdos y mis bendiciones, por si algún día decidías afrontar los tuyos propios. 

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