Aullidos del fin del mundo

jueves, 23 de junio de 2016

Ponme en mi lugar

Cierra los ojos y cuenta hasta diez. 

Uno.
Sigue muy oscuro, pero se debe a que sigue siendo muy temprano. Hay una sorpresa esperándote. Algo dentro de ti te decía que debías despertarte antes de que saliese el sol. 

Dos. 
Huele a café recién hecho. Te ayuda a estar al cien por cien. No sabes muy bien si hoy vas a usar todo ese potencial, pues desde la silla de la cocina todo se antoja realmente aburrido. 

Tres. 
Un poco de ejercicio, música para ponerte las pilas y un montón de estrés yéndose a través de todo ese sudor que te empapa el cuerpo. Las duchas frías de después te hacen sentir vivo. 

Cuatro. 
Las noticias no son nada nuevo. Cambias de canal. Supones que los dibujos animados son lo mejor que puedes encontrar. Te ríes sin querer, todavía sigues siendo un niño. 

Cinco. 
Cierras la puerta tras de ti. El calor es sofocante. Será mejor encontrar refugio pronto. Hay un árbol con una sombra gigante. Creo que has encontrado el sitio ideal. 

Seis. 
Devoras las hojas del libro a la velocidad de la luz. El calor ya no te molesta. Te tumbas en la hierba alta y respiras. Se siente bien. 

Siete. 
Es hora de coger la bicicleta hasta que la noche más corta se asome en el horizonte. El reproductor de música está listo.  Le toca a esa canción que tanto te hace bailar. Será mejor que no te emociones o te golpearás con algún tronco. 

Ocho. 
Te apetece algo ligero. Quizás algo de pasta blanca. Cenarás en el jardín y disfrutarás de la luz de las palmeras en el cielo. Hoy no te hacen falta velas.

Nueve. 
El ordenador parpadea. Te lo acercas a las rodillas. Alguien se ha acordado de ti. Alguien te ha dado una oportunidad. Hay otro mensaje. Dos oportunidades.

Diez.
No sabes a quien contestar. Te quedas pensativo hasta que el sonido de un petardo te hace recuperar la consciencia. Siguen ahí, parpadeando, los dos mensajes. Uno te lleva a un mundo en el que ya has estado, en el que te sientes seguro pero en el que crees que sería fallarse a uno mismo. El otro, en cambio, te da la mano hasta un mundo nuevo donde ya has probado una porción del pastel. Crees que es un mundo donde encajarás, pero donde los demás no entenderán que haces ahí.

Ya puedes abrir los ojos.

Once.
Como siempre, harás caso a tu corazón. 

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