Aullidos del fin del mundo

jueves, 2 de junio de 2016

Personas con ganas y personas con miedo

Estoy en tu habitación. Huele a ti, desde la cama hasta las viejas camisetas que dejaste en el armario. Te veo en los libros, en tu ordenador, en la silla donde solías pasar horas y horas dibujando. Las fotos me hablan cuando paso y los peluches me dicen que te echan de menos aunque te hayas hecho mayor. 

Hoy empieza el calor y me resulta irónico, porque cada día que pasa desde que te fuiste yo tengo más y más frío. A veces me encojo entre las sábanas e intento imaginarte conmigo, haciéndome cosquillas, echándome la bronca por alguna tontería o agarrando un cojín para empezar una de nuestras ya curtidas batallas entre hermanos. 

Te escribo desde de tu propio escritorio, contagiado de toda tu energía, mirando el calendario y recordando el porqué te fuiste de aquí. Sé que no vas a volver, no en un corto plazo, al menos. Sé que necesitas encontrarte, darte de bruces contra la vida, saciarte de las personas, del mundo. Me gustaría pensar que solo es una etapa, pero muy adentro de mí sé que cuando consigas tu propósito, todo lo que dejaste atrás ya no será algo importante a lo que volver. Ya recogiste suficientes piezas que no eran tuyas e intentaste encajarlas como buenamente pudiste. 

Me gustaría felicitarte por tu valentía, pero no sería sincero de mi parte decirte que no te detesto por haberme dejado atrás. Has elegido tu camino y no voy a reprocharte nada por eso. Confío en ti, eso tenlo por seguro, pero por favor, vuelve. Necesito despedirme de verdad o quizás despedirme de todos sin que ellos lo sepan, como tú hiciste. Necesito madurar, necesito que alguien me eche de menos con tanta intensidad que su recuerdo sobre mí lo sienta como si nunca hubieran pasado los días.

Vuelve por los que de verdad te queremos aunque solo sepamos demostrarlo con el miedo a perder. 

Que la suerte te sonría. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario