Aullidos del fin del mundo

miércoles, 15 de junio de 2016

Lo que me quita el sueño

Es extraño pensar que nuestros padres tenían razón cuando nos decían que algún día nos daríamos cuenta de que nuestra infancia sería uno de aquellos recuerdos a los que siempre querríamos volver, que aprovechásemos ese tiempo.
Obviamente, como cabezas locas, nosotros hacíamos todo lo posible para llevarles la contraria. No nos gustaba pasarnos el día a las órdenes de los demás. Éramos imperfectos y solo buscábamos aquello que solo en el mundo adulto se podía encontrar: libertad.

Que ingenuos éramos. Todo lo que buscábamos era lo único que realmente teníamos. 

Luego está todo ese proceso lento y aburrido de madurar, hacer las cosas que tocan y ser como el mundo nos dicta ser. Si perdemos nuestra opción de escoger nos vemos obligados a seguir creciendo a un ritmo trepidante. 

Entonces llegamos a ese lugar donde no sabemos si ya podemos considerarnos hombres o todavía tenemos una espina clavada en la infancia. Nos gustaría levantarnos con ojos de infante y recorrer la calle principal con nuestra bicicleta y nuestros amigos avivando la tarde que nos conduce a un verano interminable. 

Luego les detestaremos. Aprenderemos a vivir con menos gente a nuestro alrededor y al final terminaremos por echarles de menos. 

Cada uno estará en un lugar distinto. Algunos perseguirán sus sueños, otros, sin embargo, ni siquiera empezarán a soñar. Nosotros, abrumados, nos decantaremos por permanecer en las sombras.

Entonces saldremos cuando menos se lo esperan y sorpresa! Habremos crecido sin darnos cuenta.Ya nada nos unirá. Ya solo nos quedará crecer de arriba hacia lo más profundo. Allí despertaremos. Allí cumpliremos nuestros sueños, aquellos que una vez pensamos que solo eran las dudas de un niño de diez años. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario