Aullidos del fin del mundo

domingo, 20 de mayo de 2018

Lo que pasa en la guerra se queda en la guerra

Se me llena la boca de ácido, como si la tristeza fuese solo mía. Yo era, ya no soy. 
Me asusto fácilmente. ¿Cómo dejo de crecer? ¿Cómo atesoro todo aquello que me tocaba hacer pero nunca pude en la edad perfecta? ¿Tengo tiempo o lo he malgastado? ¿Se callará mi consciencia alguna vez? Nunca es buen momento. 

Me gustaría ser capaz de comprimir los gritos en páginas. Nunca me desahogo del todo. Es como si el rango al que llego no fuese suficiente. Tengo demasiada mierda ahí dentro y por más que estalle no logro vomitar. 

No puedo prestar atención a lo que me importa realmente. Siempre está en un segundo plano. Lo eludo. Vuelvo cuando mi cuerpo no puede más, pero mientras tanto hago ver como si no estuviese. 
¿A caso no tengo claras mis prioridades? Y si las tengo... quizás me estoy dejando cegar por aquello "que debe ser" y no lo que "yo quiero que sea".

Nuevas sombras planean. Graznan malos augurios. Exigen la verdad. Quieren la verdad. Necesitan la verdad. Cuando les escucho puedo identificarme con la necesidad inmediata. Estoy tan roto como sus alas. 

Imagino la sensación de no haber perdido tu tren. Como debe de ser abrazar a la vida. Compartirla.
Es como si no pudiese ver que hay futuro, como si ya hubiese pasado.  Es como si la guerra fuese lo único que conozco. 

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