Aullidos del fin del mundo

domingo, 9 de agosto de 2015

El corazón del reloj de arena

Te podría contar el curioso caso de la historia que empezó del revés.

Se conocieron por los pies y terminaron caminando por sus besos. Nunca necesitaron quedarse para verse durante unas horas y volver a sus casas, deseosos de quedar otra vez. Ellos preferían dormir juntos, quedarse dormidos a mitad de las películas, porque ya no necesitaban una excusa para pasar el brazo por encima del hombro y prepararse el desayuno con legañas y desnudos, saboreándose de buena mañana. Eran algo especiales. Empezaban por el final, donde les habían roto el corazón numerosas ocasiones y acababan sonriendo, endiabladamente, al darse cuenta de que lo que suponía una convivencia no era más que su primera cita. 

Así fue como se dijeron hola al despedirse, porque ellos no se centraban en el drama de las situaciones y se quedaban con aquel sencillo revoloteo de todas las primeras veces, que juntas, formaron todas las que vinieron después. 

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