Aullidos del fin del mundo

lunes, 7 de enero de 2019

No es perder tiempo ganar tiempo contigo

Si esperamos a estar preparados nos pasaremos la vida esperando. Si debo actuar, lo haré. 

Es posible que algo dentro de mí haya despertado. Un preludio de lo desconocido, una semilla de incertidumbre a aquello que una vez ya me dio miedo y que por eso enterré en lo más hondo de mi memoria. 
Si pudiese escoger las palabras exactas seguramente me seguirían pareciendo insuficientes. Es un animal que ruge como un huracán. Está todo tan patas arriba que aún puedo ver las estrellas desde el último tejado que intenté construir. Y aviones, muchos aviones. 

Es un juego al que respeto. Tiene matices, tiene colores; y aún puedo escuchar gemir de dolor al verde. Pero es distinto, es confuso, da miedo, pero a la vez es maravilloso y me calienta por dentro. Es un calor casero, del de las brasas a las que acudes para quedarte embobado mirándolas durante horas y horas. Es un pellizco que te gusta, un monstruo aconsejándote de que el camino por el que vas puede llegar a quemar y puede llegar a aliviarte. 

El tiempo se ha vuelto relativo. No es justo que habiendo tenido tanto durante tanto tiempo, valga la redundancia, ahora que soy consciente de él; de que quiero más, solo se me conceda una única oportunidad. No soporto la idea de pensar que la rueda vuelve a ponerse en movimiento, de que quizás no estoy tan oxidado. No soporto la idea de volver al epicentro de la historia, de la distancia, del reloj, de volver a echar de menos. Pero no lo controlo. No soy yo. Es algo distinto, es algo que no puedo manejar. Solo quiero escuchar que es lo que ocurre aquí dentro. Comunicarme conmigo. Descubrir el porqué. Y es que simplemente no lo vi venir. 
¿Quieres sinceridad? Entonces te diré que yo quiero más. Más de todo. Más tiempo. Más. 

Me siento abordado y arrinconado por mi propia voz. Simplemente lo sé. Simplemente ha ido reptando y me ha abatido. Estas cosas no las decides. Estas cosas suceden, te atrapan y lo único que puedes hacer es quedártelas mirando mientras coges aire para poder asimilar de donde procede este vendaval. Ahora entiendo todas aquellas largas novelas sin sentido. No puedo parar de escribir y aún así es insuficiente, porque no puedo llegar a decir lo que quiero, porque no sé lo que quiero, solo sé que quiero perderme más. Más. Más de todo. Y es que sigue sin tener ninguna explicación lógica. No me ha dado tiempo a poder querer tanto de todo y contra más buceo en mi interior, más ganas y deseos encuentro.

La única forma que tengo de explicarlo es estando allí y aquí a la vez. Igual me he vuelto imbécil y he perdido la cabeza. Igual el poder sumirme en un abrazo puede hacer levantar pilares que estaban rotos. Lo peor de todo es dejarlo en libertad. Dejar que todo esto vuele y que sea y que se sepa. Y mi mayor miedo no es el de sentir esto solo, si no el de saber que ahora que he vuelto a la vida no voy a poder parar de luchar por esto que, entre otras cosas, ni siquiera sabía que existía. 

Hoy soñaré con que cada rincón del universo no está tan lejos de cualquier otro rincón del universo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario