Aullidos del fin del mundo

sábado, 9 de febrero de 2019

El reino de la oscuridad

Me abruma sentir tanto. Ni siquiera puedo localizar el lugar de donde proviene. Es impreciso. Está entre la nostalgia y la magia de algo nuevo. Cuando lo siento puedo volverme invencible por unos instantes. Es una fuerza sobrenatural. 

Hay una etapa que se va cerrando. Me va anunciando de que no todo dura para siempre y de que todo aquello que queremos cuesta un sacrificio. ¿Pero vale la pena? ¿Vale la pena luchar por algo que ni siquiera sabes si va a luchar por ti?

Aún queda tanto trabajo por hacer. Aún queda tanto por arreglar. Me siento una mala persona. Siento como si no pudiese arreglar nada de lo que está roto. No voy a darme por vencido, claro... pero al final solo quedo yo y mi pobre corazón bombeando pintura roja. Quiero llegar a ese mundo grande y espléndido. A ese lugar donde es posible que alguien se fije en mí. Espero poder ver la belleza en otros ojos, en otros rincones. 

¿Tengo la suficiente entereza como para hablar con la oscuridad y decirle adiós? Todo esta amalgama. Todos estos remolinos incansables no paran de pedirme ayuda. El mundo, de alguna forma, se burla de mí. Esos ojos verdes me parten por la mitad. Esa sonrisa bonita me desarma. Esa ciudad de mierda me hace enfadar. ¿No es evidente?  Lucho por un espejismo. Lucha contra sombras que siempre vuelven con más oscuridad. Más crueles y yo más débil. 

Al final me acabo aburriendo de la lluvia y tampoco lo entiendo. ¿Es por eso que grito? ¿Es por eso que me falta el aire? Las personas solo pueden madurar si tienen espacio para ello. ¿Este es mi espacio, la oscuridad eterna? ¿Cómo voy a ser capaz de encontrar la luz? ¿Debo sumergirme primero y aceptar a las tinieblas para poder luchar y optar por una posibilidad? 

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