Aullidos del fin del mundo

jueves, 7 de noviembre de 2019

El medio/miedo

Despegamos una vez más. El sol ha vuelto a dar la vuelta alrededor un año más. No parará aunque se lo ruegue. Luego querrá que le escuche, pero no lo haré. Yo solo quiero tener mi aventura, pero nunca sucede nada nuevo. Siento que hay algo que crece dentro de mí. Cada día cuesta más reprimirlo, cada vez es más difícil de esconder. Oigo el sonido de los caballos, oigo el viento soplándome en la cara. Es un reloj interior que me ordena frenar mis pasos y adentrarme en lo desconocido, adentrarme sin miedo en el miedo y sacar de ahí una buena elección. 

¿Quieres que te cuente un secreto? Nadie deja de ser niño jamás, ni aunque crezcan. Es algo que no puedes simplemente abandonar. Creces y te conviertes en los denominados niños grandes, cuerpos atrapados en un mundo que ha seguido creciendo con ellos. Lo único que les ocurre es que han olvidado cómo era jugar, cómo era creer, cómo era imaginar. Pero pueden aprender otra vez, puedo enseñarles, puedo sacarlos al recreo. 

Siento que lo recorto todo, como si la vida fuese una hoja de papel. La realidad es que dentro de mí solo quiero garabatear todo lo que pueda, dejar hasta las puntas ennegrecidas. Quiero plasmar lo que me dé la gana, lo que mi corazón me pida. 

No quiero despedirme de estos años. No quiero recordar esto como el lugar intermedio que nunca aproveché. Es personal, es una batalla interminable. Pero hay algo de lo que estoy convencido, y es que en algún momento volveré aquí, volveré a recoger este hilo deshecho y le daré forma, le guiaré hasta su destino. Lo recordaré con cariño, como cuando el pasado se nos adelanta siempre en nuestra lista de máxima felicidad. Escribiré sobre él, escribiré sobre como ocurre todo tan deprisa, con tanta vehemencia y con tanto ahínco. Escribiré sobre como la oscuridad emergió, como extendió sus ramas y como logré hacerme amigo suya. 

No deja de ser una fecha, un día corriente, pero es mi día, es mi pequeño momento. Y hoy le ordeno al mundo que se detenga, que alce la voz y que el sueño venza al despertar. Si cumpliésemos al revés, quizás volveríamos a la vida. 

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