Aullidos del fin del mundo

jueves, 1 de agosto de 2019

Estertor

Puedo ver mi reflejo en el agua saludándome, pero no puedo distinguir si mi propio rostro dibuja una leve sonrisa o se funde lentamente entre las olas. 
Desde la inmensidad del océano disfruto de un tiempo prestado, de unas horas que me fueron robadas. Todo esto parecen unas vacaciones, pero lo que me aterra está aún por llegar. El cinturón me aprieta y me mente constriñe todo pensamiento que no tenga cuidado. Veo como el recorrido se agota, como mi imaginación construye terribles plagas que me atormentan.

Los tiburones han empezado a asomarse, a rodearme. Es casi como si olieran que estoy buscando lo que queda de mi legado, como si mi miedo se volviese sólido y pudiesen masticarlo. El viaje está empezando a hacerse largo, el sol me deslumbra y el calor es casi insoportable. Cuando emprendí esta travesía lo hacía con energías renovadas, ahora creo que mis brazos solo quieren tirar por la borda todos los remos y lanzarme yo detrás de ellos. 

Ya puedo escucharlo. Es el último estertor, el anhelo que despide mi boca. Un deseo flagrante, sin dirección, sin más intención que la de querer. Tan lindo y tan oscuro. Tan atroz. Tan provocador. Tan exterminador. 

Vuelve a coger aire, lo vas a necesitar. 

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