Aullidos del fin del mundo

lunes, 19 de agosto de 2019

El verano está muerto

Debo ser el chico malo, que le den a la bondad, que le den a las personas que aún se arriesgan y luchan. Solo quiero arrasar y quemarlo todo. Ahora entiendo a los malos de las películas. Les han arrebatado tanto que lo único que les queda es el odio. Deben sacar toda esta rabia, solo quieren molestar a los demás para que sientan lo que ellos sienten y ni siquiera creo que puedan llegar a entenderlo. Gritan todo el tiempo, gritan desde dentro, gritan a aquellos que les dejaron rotos en mitad de sus sueños. 

Maldito seas. 

Gracias por incluirme en tus planes, por compartir conmigo el destino que no quieres a mi lado.
Lo más triste es que te quiero. Eso es lo peor de todo. Que soy el único que alguna vez ha dicho esas palabras con significado. Es como si toda esta puta electricidad fuese una mentira más de lo que fuimos, como si hubiese abrazado a un espejismo que cuando voy a abrazarle me hace tropezar y caigo sin remedio. Caigo y caigo y caigo. 

Lo realmente triste es que te tengo que decir todo esto por aquí porque es la única manera de poder decírtelo,  porque no me dejas ninguna otra opción, porque no tengo más vías, no puedo hacerlo en persona. Seguro que le estoy hablando al aire, a la nada. Seguro que no estás al otro lado, seguro que ya te has desatendido, y aún así tengo la pequeña esperanza de que te des cuenta de que podías confiar en mí. Supongo que no eres ni la mitad de hombre de lo que me engañaste pensar.

Responsabilízate de tus actos. Cada vez que lo pienso se me acelera el pulso, mi pecho se convierte en una locomotora, mi sangre se calienta y lo único que me queda es arañar las paredes en las que me has vuelto a encerrar. Sigo en el mismo estado que hace unos días. Sigo igual, porque tu maldita cobardía te impide poder hacer algo bien, te impide pensar con claridad, te impide ver que tus palabras son huecas y vacías. Ya veo  como funciona esto, ya veo que todo este tiempo solo he sido un pequeño oasis al que acudir. Ya no necesitas más de mí, ya has vertido todo el veneno, ya puedes correr a otro bosque, a otra noche en las sombras.

¿Sabes qué?  Estaría ahí, podría estar ahí mismo y rodearte con mis brazos. Podría cantarte para que te calmases, susurrarte que todo irá bien. Podría ser esa persona que no necesita discursos para hacer que te sientas mejor. Quería estar ahí, querría estar ahí. Querría no sentir que he desperdiciado todo mi amor y que he gastado mi última oportunidad de pensar que quizás alguien podría querer compartir algo conmigo, algo duradero. Querría no sentirme la persona más sola de todo el universo. Querría poder cerrar los ojos y dejar de llorar. 

¿Sabes que día es hoy? Claro que no. Solo es el día en me acercaste a ti y me dijiste que cualquier monstruo que se entrometiera entre nosotros pagaría el precio de la muerte. En el que intentaste que todos mis miedos se fuesen y solo quedasen nuestros cuerpos y lo que sentíamos. Hoy es el día que me pediste para salir y me dijiste que podía estar tranquilo, que éramos tan fuertes que si confiábamos el uno en el otro no habría nada de lo que preocuparse, que a partir de ese momento todo saldría bien. Y aquí estoy yo, preguntándome donde está la parte en la que las cosas salen bien. Hoy se ha terminado el verano para mí. Hoy has logrado matar otro pedacito más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario