Aullidos del fin del mundo

sábado, 12 de octubre de 2019

Ya has pasado por esto antes

Siento que las estaciones están empezando a borrar mi identidad. Las asperezas hacen mella en cada rincón. Es como si no pudiese nunca olvidar del todo aquello que una vez me rompió, como si arrastrase demasiados ojos que no dejan de mirarme. Es como si me señalasen el alma, como si viesen dentro de mí. Es casi como si todos esos muertos quisieran que no descanse, como si después de apuñalarme quisieran barrer lo poco que queda de mí.

A veces me pregunto si de verdad alguien sabe lo que se hace. Si alguien sabe que queda de esas personas, que queda de nosotros después de toda la tormenta. Ni siquiera sé si esto es realmente un cambio o no es más que una prolongación de la asfixia a la que estoy sometido. Es como si nunca fuese suficiente, como si cada vez que intento alargar la mano todo retrocediese y se quedase más lejos, justo en la delgada línea donde puedo llegar a verlo pero jamás a tocarlo. Como un caramelo que se derrite en un espejismo.

La grandeza de cuando aún soñábamos parece perder fuerza a cada paso. No sé qué queda de esa persona. No sé si sigue ahí. No sé si aún tiene fuerzas. La espiral es demasiado vertiginosa. La emoción ha dejado paso a una tristeza lánguida que se ha establecido como dueño y señor de estas tierras.

Me gustaría poder escuchar algún día que la siguiente parada es un lugar que me hará sonreír, que no me empujará a las vías del tren. 

Está claro que nadie dijo que fuese a ser fácil. Soy consciente que sin esfuerzo no hay recompensa, pero no sé dónde quedará todo este tiempo robado. No sé cuantas horas más voy a poder hacerme pasar por alguien que no soy. No sé cuánto tiempo más voy a tener que vivir en una galaxia que no es la mía. No sé cuánto oxígeno me queda en mi pequeño baúl.
Solo sé que necesito encontrar un lugar al que llamar hogar.

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