Aullidos del fin del mundo

sábado, 23 de marzo de 2019

Ausencia de luz

Puedo sentir vuestra libertad desde aquí. Desde los confines del infierno, donde todo arde y todo se vuelve carente de sentido. Donde todo lo que creas se destruye, pues no tiene ninguna utilidad, y aunque la tuviese no hay ninguna salida donde poder aprovecharlo. Solo espero que podáis sentir mi furia allí donde estéis. 

Estoy contenida en un espacio extraño. No sé muy bien si es de día o de noche. Aquí el tiempo parece estancado, confinado en una amalgama que te hace creer que el agujero donde me encuentro es más grande de lo que en realidad es. Está creado para jugar con mis ilusiones. Para darme esperanza y después quitármela. 

Paso las horas en esta plaza sempiterna recreada exactamente igual al lugar donde me quemaron. Las llamas perennes son mi única iluminación aquí abajo, o aquí arriba, no sé muy bien donde ubicarme. Al menos ya no me hacen daño. Recuerdo el desgarre de mi piel cada vez que esas mismas llamas crecían y me rodeaban con su gran lengua de fuego. Recuerdo ver el fulgor en sus ojos. Recuerdo como algunos sonreían pensando que yo era la culpable de sus males. Como lo disfrutaban. Como disfrutaban del dolor ajeno. Que tristes humanos. 

Algunos pensarán que no hay nada peor que la muerte, pero están muy errados. Esta inmortalidad accidental con un futuro totalmente oscuro me hace desear estar enterrada bajo tierra. Echo de menos a la luz y como ella sola puede cubrir un campo de flores con su mera presencia. Respirar la naturaleza y reconocerme entre su fauna. Me gustaría escuchar al viento una vez más, el rugido del mar y no este crepitar constante de fuego y ceniza.

Al final lo que creían un monstruo no es sino la invención de otro monstruo. 


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