Aullidos del fin del mundo

jueves, 31 de mayo de 2012

Víctimas silenciosas

Explicar la verdad puede ser incómodo o doloroso. Verse obligado a decir mentiras es mucho peor. Pero vivir en ese mundo de mentiras, eso es algo de lo que no se puede huir.
Siempre son el foco de atención. Y aunque humildes, a veces pueden sobrepasar esa línea entre lo benévolo y lo enfermizo. Y necesitas mentiras para sofocar esa carencia de la que ellos son el epicentro del terremoto. Un mundo, que sin ser real, es el único lugar donde puedes estar en paz. Y nadie lo entiende, porque están cegados por ese foco tan intenso. Un foco que los ciega. Un foco que necesita un trasplante de combustible. Y nos consume. 

Se agota, lentamente, su llama, y la mía. Y ni siquiera he comenzado a arder. Y no entiendo el porqué, pero los ciegos no quieren ver como avivo el fuego.

Busco aquí o allá alguna forma de vencerlo. Pero no hay un lugar donde la noche no lo alcance, lo mitigue y se extinga. 

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