Como dos decisiones potenciales, me haces dudar. Me otorgas lo que siempre intentaste ocultarme: existencia.
Ya no convences a nadie. Has pasado a ser el ridículo de la gente. Que patética casualidad. Que terrible ironía. Intentaste comerte la ciudad y sólo te arremetió como un suicida en la estación.
Deja ya de hacerme temblar.
Quizás en otra vida ni él quiere despertar.
ResponderEliminartienes una personalidad demasiado sólida como para que nadie te haga temblar.
ResponderEliminar