Aullidos del fin del mundo

jueves, 24 de mayo de 2012

A fin de cuentas, tú no te habías dado cuenta

Eres más ingenioso que un Dios. Porque tienes un don. Perfección sueles decir, y yo digo reverso. Date la vuelta y búscate a consciencia. Lo habitual es henchirse de orgullo, pero no te das cuenta de que bailas como un diente en la boca de un niño pequeño. Eres el centro de atención, que dignidad, que porte, que planta, que distinción, que caché. ¡Cuidado, un flash en el saliente! 

Hubo una vez que intenté acercarme. Que lástima, se te nubló la vista. Quizás en la próxima función. Quizás cuando las cosas vayan a peor, entonces será el momento de hallar e inculpar. Porque en el mundo hay dos clases de personas, ¿verdad?: los amos y los esclavos. Y yo soy más de salirme por la tangente. Espero que la estupidez humana no sea hereditaria.  Aunque sería una pena no escupirte en la cara con ese don de palabra.

Cuando te des cuenta de que hay vida bajo esta piel, será demasiado tarde. Y pensar que has pasado una vida malgastándola tan tontamente. No acudas a mí. Porque lo harás, y no encontrarás a aquel pobre muchacho indefenso que te miraba con odio. Ya sólo quedarán cenizas. 

Las tuyas. 

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