Aullidos del fin del mundo

miércoles, 6 de junio de 2018

¡Acción!

Por una vez, dime que te irás. Que no esperarás una señal. Que no escribirás segundas partes. 


Podríamos ser amigos y pasear de vez en cuando. Alargar la mano por la ventanilla del coche mientras cantamos el estribillo de "Lemon Boy". Cambiar la emisora de radio cada vez que me ria porque no te pega estar tan serio mientras conduces. Podríamos dar la vuelta al mundo en una pequeña furgoneta. Construir un hogar no en un lugar, si no en el tiempo. 

Si me dejases, cambiaría mi teléfono por una cámara de fotos y subiría hasta lo más alto de la montaña. Abrazaría la naturaleza y me dejaría llevar por la brisa y las nubes. Me mojaría los pies en el río mientras salto de piedra en piedra hasta llegar a la otra orilla. Te dejaría reposar en mi hombro izquierdo mientras mis ojos se cierran con el tórrido calor del verano. La sombra del árbol que nos cobijaría sería la única sombra de la que deberíamos preocuparnos. ¿Quien querría despertar?

Al día siguiente me secaría la sangre de las pantorrillas y me enfundaría en un traje de submarinista. Te desafiaría a bajar a las profundidades, como si no lo hubiésemos hecho ya. Acariciaría al mar con la misma delicadeza que lo haría con aquel que una vez durmió conmigo. Le sonreiría a los peces aun sabiendo que para ellos no soy más que otro pasajero en esas corrientes. No habría necesidad de palabras en las llanuras abisales. Me pregunto como sería dejarse caer hasta el fondo. Como sería aterrizar sabiendo que tienes el mundo encima de ti. 

Podríamos vivir para siempre junto la chimenea. Recordar nuestras escapadas mientras hacemos lo mismo con la mente. Respirar hondo y sentir que el calor que nos imbuye es nuestro bien más preciado. Escondernos bajo la manta. Robarnos algo más que besos. Mentirnos entre abrazos. 


Ahora es cuando me prometes volver y yo prometo ponerte cara. Cuando me prometes volver a la acción, pero hoy no la habrá. 

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