Aullidos del fin del mundo

miércoles, 24 de enero de 2018

No me hagas emocionar

No eres perfecto. Cometes errores. Eres asimétrico. 

Caer en la oscuridad es tan fácil que una vez allí no queremos buscar una razón para salir. Es tan acogedora y nos entiende tan bien que no necesitamos expiar nuestros pecados. Después de borrar de nuestra memoria todas las veces que hemos fracasado, cuando un ser de luz nos invita a dar un paseo nos hacemos más pequeños, y nos transportamos al pasado, cuando aún nos bañábamos en los eclipses. 

Somos humanos en el fondo. Nos preocupamos por no poder llegar a aquello que se nos pide. Una voz que habla por encima de nosotros, como si hubiese una fecha límite para hacer historia. Un error nos supone la destrucción. Aquí nos encontramos, bailando en las sombras. Aun a tientas nos abrimos camino. Nuestros sentidos se funden en esa voz que nos quiebra. La alargamos como la sombra del terror que nos lleva acompañando tanto tiempo. La hacemos nuestra y empezamos a hablar. Nos sale un hilo ligado a un vínculo maternal. Nos creemos adultos cuando todavía somos adolescentes. Es un nudo en la garganta y otro en el pecho. Nos hicieron creer que hundirse era el final. Que las emociones nos habían consumido. Que habíamos luchado en vano, que lo intentamos, pero perdimos. Que una vez ahí, solo quedaba tragar.

Ahora sabemos, después de ser parte de esa mentira, de haber formado parte de la voz rota de la humanidad, que cuando la oscuridad cae lentamente sobre ti, como una finísima capa de nieve que solo notas con el tiempo, que la única voz que debes seguir es la que nace de tus instintos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario