Aquí es donde estoy, pero no es donde querría estar.
Somos aire. Un pañuelo a la deriva. Soplamos porque sabemos el rumbo, pero nos lleva el mundo en sus brazos como un infante a quien le enseñan que es peligroso salir solo.
No nos exponemos al día, nos arrastra la noche. Sabemos qué es lo que va a ocurrir, está en nuestra naturaleza. Nos agazapamos para convertirnos en cazadores, preparados para el descontrol. Nadie nos ha enseñado disciplina. Tensos, afilamos nuestras armas dispuestos a disparar. Nos volvemos a convertir en aire, esquivando las balas al verlas venir. Somos los únicos a quien nos gustaría disparar, pero incluso en eso fallamos. No se puede confiar en nosotros.
No puedo controlar mi vida. No hay nada bueno en mí.
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